Lucía acomodó su bolso en su consultorio, se dirigió a abrir las persianas y sonrió al sentir que ingresaba la luz del sol. Tomó asiento sobre su silla de cuero y recargó su cabeza sobre el respaldo, aún podía sentir los fuertes latidos de su corazón, ante lo ocurrido con Henry.—Estoy completamente hechizada ante tus encantos —refirió—, debiste lanzarme alguna clase de embrujo, porque no soy una mujer que cede con facilidad, pero cuando estoy frente a ti todo cambia. — Suspiró profundo.—Perdón que la interrumpa, doctora. —La asistente la interrumpió—, pero la busca un agente.Se puso de pie al escucharla, sabía que no podía ser Henry, por lo que se le hizo extraño, que la fueran a buscar.—Buenos días, doctora. Soy el agente George Zwan, nos conocimos en la estación, hace unos días —indicó—. Vine porque la he estado buscando, y nadie me ha sabido dar razón de usted.La joven tomó asiento.—Estaba muy ofuscada, no me podía sentir tranquila, después del ataque por lo que decidí tomarm
William frunció el ceño y rechazó la idea al instante.—No es verdad, la conozco desde la preparatoria, siempre la he visto como a una hermana, no podría verla de otra manera.—Tú no, pero ella, a ti sí —respondió—, me di cuenta la forma en la que te mira, además de que no le caigo bien.Se aclaró la garganta y la abrazó.—Hace un tiempo tuve una relación con una de sus primas —explicó—, no fue nada serio, al principio se molestó, pero con el paso del tiempo se relajó y lo entendió.—Estaba celosa —refirió—, eso es lo que creo. Ojalá se dé una oportunidad con un hombre que la ame, porque tú ya estás apartado. —Se acercó para besarlo.—Ojalá que Marc sea ese hombre —mencionó Will—, se me hace un gran sujeto, que ha sufrido mucho, merece ser feliz.—Concuerdo contigo, espero que den con el asesino de su hija y cierre ese ciclo, para que pueda enfocarse en algo que le llene ese gran vacío.William la sujetó por la cintura y volvió a besarla.***—Katy —gritó su madre. — ¿Dónde estás? —in
Al medio día.Henry ingresó a su apartamento sosteniendo una caja en sus manos, con las pertenencias que tenía de Stacy de su antigua casa. Su piel se estremeció al encontrar las alianzas que usaban dentro de una bolsa.Las sostuvo entre la palma de su mano, sintiendo un fuerte estremecimiento, su mirada se ensombreció y la culpa volvió a emerger, era algo de lo que aún no se podía liberar. Su corazón sintió una fuerte punzada al percibir aquellos fríos anillos.«Pasas demasiado tiempo fuera de casa, tu trabajo está acabando con nuestro matrimonio», aquellas palabras que recordó, martillaron su sien con fuerza, golpeando hondo su pecho. Se llevó las manos a su rostro.—Perdóname —expresó pasando saliva con dificultad—. Debí escucharte y tomarte en cuenta, pero anhelaba tanto que me ascendieran, que no te escuché. Creí que las cosas mejorarían cuando lo obtuviera y la realidad es que nada cambió.«¿Acaso ya no me amas?», otro fuerte golpe atacó su estabilidad. Al revivir aquellos duro
Lucía salió del hospital y se dirigió a un restaurante cercano para comer. Un par de veces volteó hacia atrás, era algo que no podía evitar, luego del ataque, se sentía insegura, al andar sola. Tomó asiento cerca de la ventana y sacó su móvil, para distraerse. Se dio cuenta que sentía la necesidad de escribirle a Henry, por lo que no esperó más y lo hizo. —Salí a despejarme un poco, ¿qué tal tu día? Sus dedos golpearon la mesa con impaciencia, debido a que no obtenía respuesta. Hasta que se acercó un mesero para tomar su orden. —Una hamburguesa, con papas fritas —solicitó—, y una soda —indicó. En cuanto le llevaron la soda, bebió un par de tragos. Tomó su móvil esperando respuesta de Henry. —Doctora Lucía, ¿cómo está? Una voz masculina, hizo que elevara su rostro para ver de quién se trataba. —Detective… George —expresó, ladeando una sonrisa. — ¡Qué sorpresa! —exclamó. —Lo mismo digo yo, ¿puedo acompañarla a comer? —Sí, claro —respondió con amabilidad. — ¿Suele venir a este
William bebió un poco de agua para pasar el nudo en su garganta.—No te puedo mentir —Will se sentó y la abrazó, deseando poder evitarle todo sufrimiento, pero era inevitable—, Kate desea que la tomen en cuenta como tu mamá.La pequeña separó los labios en una gran O.—No, yo no la quiero como mi mamá. —Presionó una línea en una línea, haciendo un gran puchero.—Lo sabemos, cariño. Por eso es necesario que ellos lo corroboren, por eso es que van a averiguar, necesitan saber que estás bien —Will explicó—. Ellos van a verificar que te encuentres bien cuidada, y que seas muy querida.El pecho de Ivy dolió, era inevitable no sentirse preocupada.— ¿No me va alejar de ustedes, verdad? Camila se acercó a ella y ambos la abrazaron.—No, nunca lo vamos a permitir —mencionó con determinación—. Vamos a luchar con todas nuestras fuerzas para que sepan que te amamos y que eres lo más importante para nosotros.— ¿A quién tengo que decirle que no quiero a Kate?William tomó otro sorbo de agua y c
Camila echó para atrás su cabeza, y colocó una de sus torneadas piernas sobre los hombros de él. Jadeó al sentir la forma en la que William atendía su petición. Sujetando su espesa cabellera entre sus dedos.—No te detengas —suplicó agitada.Las grandes manos de él, presionaron sobre sus caderas, disfrutando del sabor salado de su femineidad, cada gemir de Camila emitía, lo hacía desearla ver que explorara. La respiración de ella se entrecortó, y dio varios gimoteos, al sentir como su cuerpo sucumbía, inclinó su mirada y sonrió al sentir los brazos de él cobijándola con su calor. Ancló sus manos sobre su cuello, al tiempo que él la sostuvo para llevarla hacia el estudio, en donde cerró la puerta y puso el pestillo.En cuanto ingresaron y Camila se puso de pie, lo empujó hacia el sillón en donde se subió a horcajadas y comenzó a balancear sus caderas de manera lenta, disfrutando de aquella invasión, que los hacía una sola carne.—Te quiero solo para mí —expresó acercando sus labios a
Eran las 4:30 am de la madrugada, cuando Lucía escuchó ruidos en el interior de la casa, abrió los ojos de golpe, sintiendo su corazón agitado. de inmediato se puso de pie y se colocó una bata.Tomó un jarrón que había en la mesa de la noche y se abrazó del objeto. Abrió la puerta con lentitud, y asomó lo más despacio que pudo la cabeza, sus glóbulos oculares, buscaron de donde provenía aquel ruido. Al percibir que se trataba de la cocina, se movilizó hacia allá, su corazón se agitó al escuchar el sonido de algunos trastes chocando sobre la mesa, de pronto el ruido de un tazón caerse al suelo, la hizo sobresaltarse, por lo que encendió la luz.— ¿Quién anda ahí? —preguntó, alzando la jarra—, vengo armada —expresó—, más vale que salga de aquí. Ladeó los labios y resoplo aliviada, al darse cuenta de la presencia de un gato comiéndose las sobras que había dejado de la noche anterior. Miró la ventana abierta y las cortina moviéndose por el aire.—Vaya que eres un pequeño ladronzuelo, m
—Esperamos su respuesta —mencionó Guillermo.William elevó la cabeza con orgullo, disfrutó ver en la mirada de Kate, terror.«Espera a que llegue la cereza del pastel», pensó para sí mismo, sin dejar de ver a la cara a su ex esposa.— ¿Fue usted o personal del hospital, quién la notificó sobre el supuesto aborto de la señoraCamila García? —el abogado volvió a preguntar.—Mi cliente se encuentra bien —el abogado se puso de pie.—Abogado, se le olvida que aplazamos esta reunión por un par de días, por la situación de su cliente, si estamos aquí, es porque se nos informó que la señora, se encontraba en condiciones de declarar —el juez refirió—, que responda la pregunta —ordenó.Kate se llevó las manos a la cabeza.—No lo recuerdo con claridad —mintió—, estoy confundida —expresó agitada.—Señor juez, viendo el estado de salud de la señora, me gustaría expresar la preocupación de su padre y la señora Camila, quien la a cuidado como a su propia hija —Guillermo puntualizó—, al imaginar que l