—Tranquilízate muchacha, no es bueno que te alteres. —Marc sujetó su mano intentando reconfortarla. —Cómo no me voy a angustiar ¡No sé quién soy! —Camila exclamó con la mirada llena de lágrimas. —Cálmate, por favor. Necesitas tener tranquilidad. —Albert dijo—, te estás alterando y eso no es bueno, no en este momento, como te expliqué hace un momento, tuviste una fuerte contusión, por impacto; conforme se te vaya desinflamando la cabeza, veremos como evolucionas, ¿comprendes? Camilia limpió las lágrimas en sus ojos. —Haré todo lo que me indiquen para recuperar la memoria, lo prometo —contestó, luego de que pasó un largo rato y logró tranquilizarse por completo, fijó su mirada en el hombre que estaba a lado del doctor—. Me podrían decir, ¿quiénes es usted? —cuestionó sin recordar el nombre que le había dado el médico. —Soy Marc Jonhson, un placer. Mis hombres y yo te encontramos hace días inconsciente, me da mucho gusto saber que te estás recuperando, me preocupé mucho por ti. Ca
Camila descendió de la lujosa camioneta del señor Marc, con su mirada recorrió el gran jardín rodeado por altas palmeras, además de que había hermosas plantas por todas la orilla, con flores de colores variados, pero de forma armónica.Elevó su rostro al observar la residencia de tres pisos que estaba frente a ella, con los techos a desnivel cubierta por tejas rojas. Los grandes ventanales hacían notar que la casa tenía gran iluminación por dentro.— ¿Vive usted solo? —indagó con curiosidad.—No del todo, aquí se queda el personal que me ayuda con el mantenimiento y el personal de limpieza —explicó.—Vaya, yo no sabría qué hacer en una casa tan grande —Camila mencionó, y caminó sosteniéndose del hombre.Marc resopló.—En eso tienes razón, la verdad es que la casa es muy grande para mí, por lo regular, los lugares que ocupo son el despacho, la habitación, la cocina y el gimnasio.La chica prosiguió recorriendo con su mirada el interior, el hecho de los muros fueran de tabique aparente,
A la mañana siguiente.—Señor —Archie jefe de seguridad de Marc, ingresó a su oficina y cerró la puerta.— ¿Qué ocurre? —Marc indagó con extrañeza, al verlo ingresar con tanto misterio.—Tiene que ver esto —dijo, tomó el control de la pantalla y la encendió, buscando el canal de noticias.Las pupilas de Marc se dilataron y su corazón se agitó, se puso de pie al dirigir su mirada hacia el televisor:«Pedimos su apoyo, para localizar a la señorita Camila García, en este momento, su fotografía está apareciendo en la pantalla —dijo el detective Henry Walsh—, les dejamos los números telefónicos para que se comuniquen por si tienen información que dar. Gracias».*Marc se dejó caer de golpe sobre su silla de cuero, enseguida se llevó las manos a la cabeza tirando de su cabello.—No puede ser —mencionó con sintiendo como la vena del cuello se le marcaba.Archie tomó asiento frente a él, sirvió un vaso con agua y se lo acercó a su jefe.—Beba esto, está muy pálido —refirió. — ¿Quiere que llam
Hilda se llevó las manos a sus labios, cubriendolos, ante la indiscreción que acababa de cometer.—Ya metí la pata —expresó con reproche. Miró que no hubiera nadie cerca, tomó por el brazo a la chica y salió por la puerta de atrás al jardín.— ¿Qué ocurre? —Camila indagó.—Tenemos prohibido hablar de la vida privada del patrón —mencionó—, te pido que no vayas a decir nada, o me van a correr. —Presionó en una sola línea sus labios, afligida.—Te doy mi palabra —contestó—, no diré una sola palabra, lo prometo.—Gracias. —Limpió un par de lágrimas—, a la señorita Stacy la asesinaron a golpes —murmuró—, no alcanzó a llegar con vida al hospital.Camila abrió los ojos de par en par, al escucharla hablar.— ¡Qué horror! —su voz se fragmentó—, pobre hombre, cuanto debe sufrir al haber perdido a las personas más importantes de su vida —sollozó.—Mucho, la señorita Stacy está por cumplir 3 años de haberse reunido con su mamá.— ¡Hilda!El grito desde la cocina de Marc las asustó, ambas se pusie
Por la mañana, William se encontraba siguiendo las indicaciones de un tutorial en youtube, para preparar unos hot cakes especialmente para Ivy, continuó batiendo la mezcla, cuando la pequeña se acercó y le agregó un puñado de pequeños malvaviscos. Ladeó los labios, sonriente. —Confío en tu buen gusto. Ivy elevó su rostro, con orgullo, y sonrió. Escuchar que su papá le dijera eso, la hizo sentir muy especial. —Anda es momento de sentarse, que ya están listos. La pequeña tomó su lugar y miró todas las cosas que había sobre la mesa: mermelada, leche condensada, crema de cacahuate, nutella, miel de maple, crema batida, frutos rojos, chocolate líquido, que no sabía bien que elegir, ante tantas opciones. — ¿Qué me recomiendas? —miró a su papá. William se quedó pensativo. —Te propongo un poco de miel de maple, frutos rojos y…, coronamos con crema batida. —Elevó una ceja ante su propuesta. —Me parece bien, a mi mamá le gustan mucho con lechera —expresó suspirando con nostalgia—, segur
Santa Mónica, California. Estacionó su auto y salió con Ivy entre sus brazos, al haberse quedado dormida durante el viaje, después de haber cantado el tema del elefante y quedarse en: 100 elefantes se columpiaban… y haber perdido la cuenta. Abrió la puerta de su apartamento y enseguida, encendió el aire acondicionado, su pecho dolió al recordar que la última vez, que había estado ahí fue para proponerle a Camila que se mudaran a su casa. Su mirada se rozó. Al recostar a Ivy, de inmediato abrió los ojos, al sentir que la estaba acomodando sobre uno de los sillones. — ¿Ya llegamos? —cuestionó mostrando emoción en su mirada. —Sí, ya llegamos —respondió retirando, varios mechones de su rostro. — ¿Ya me vas a decir en dónde estamos? —se levantó observando el interior del lugar, viendo que era muy sobrio, solo tenía lo necesario, no estaba arreglado a detalle como la residencia de Beverly Hill. —Asómate por la terraza —Will señaló. Ivy corrió hacia la puerta y abrió las persianas, d
Camila leía un libro que encontró, estaba sentada en el suelo, escribiendo sobre la mesa de centro, haciendo anotaciones sobre un papel, intentando aprender algo nuevo. Disfrutaba de la música clásica que Marc seleccionaba para estimular al bebé, haciendo que Hilda la pusiera, mientras él salía a su empresa.Estaba tan concentrada que no escucho cuando regresó y se acercó a ella.—Buenas tardes —saludó Marc, esperando a que se diera cuenta de que estaba ahí.—Hola, ¿cómo le fue? —indagó la joven, dándose cuenta que había regresado antes de lo normal. — ¿Todo bien? —preguntó.Marc la miró con ternura y se acercó a ayudarla a que se pusiera de pie.—En tu estado, no deberías estar en el suelo, que tal que no te puedes parar —dijo con preocupación.—No tengo tanto tiempo de embarazo, estoy bien —contestó ella, dándose cuenta que iba acompañado.—Te presento a mi amigo Ian, es un reconocido maestro, pensando que estás algo desorientada, le he pedido que venga a darte clases particulares.
Tres meses después. Una torrencial lluvia azotó la localidad de Santa Bárbara, estrepitosos estruendos resonaban sobre la zona. Eran las 3:00 am, cuando Marc descendió y fue a prepararse un café. Justo cuando vio un fuerte rayo sobre la ventana, su pecho se agitó, al grado de que su respiración se entrecortó, bebió un sorbo de café y se dirigió hacia la sala, recostandose sobre el reposet de cuero color chocolate. Sin poder evitarlo, varias lágrimas rodaron sobre sus mejillas, al ver como la lluvía empapaba los cristales de las ventanas. Limpió con el dorso de su mano, sus humedecidas mejillas, no se dio cuenta en qué momento sus ojos lo traicionaron y comenzó a sollozar, aquel día era el aniversario luctuoso, número tres de su amada hija Stacy. Justamente en un día tan sombrío y con una tormenta parecida a esa, recibió la peor noticia de su vida, en el que su corazón se desgarró y ya no tuvo compostura, poco a poco, como si de una película de horror se tratase, fue reviviendo aquel