CAPÍTULO 48

Despierto muy temprano, incluso unos minutos antes de que suene la alarma de mi celular, hago un pequeño estiramiento de brazos sobre mi cabeza, antes de poner en marcha todo lo que tengo que hacer el día de hoy.

Tras tomar mi reglamentaria taza de café y desayunar, pido a uno de los muchachos del personal que remita mi hermosa escultura del galgo a nuestra residencia en San Antonio, leyeron bien, a nuestra residencia en San Antonio. Es muy importante que tenga un gran moño rojo y me aseguraré de tener una cámara en la mano, para grabar la cara que pondrá Richard al verlo.

No es por nada, pero me miro al espejo y hoy estoy fabulosa, o tal vez me veo así, por lo bien que me siento en este momento, el peso sobre mis hombros ya no está y creo que el espíritu de maldad está fluyendo en mí.

—Hola, cariño —le digo con voz melosa a Oliver, muy a las 7:00 am —ya decidí cuál será mi vestido de novia y tenemos aún minucias que discutir, cielo, además, tengo muchas ganas de verte ¿Puedes venir?
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