Abigail no recordaba la última vez que había bebido tanto, ella no era consiente de su comportamiento, se acurrucó en el pecho del mafioso italiano haciéndole difícil el momento a él, era un hombre en su mejor época y la deseaba con locura

Abigail se movió un poco, los carnosos labios de ella quedaron tan cerca de los de Lukani, la bella mujer lo besó, aunque Lukani ya había probado sus dulces labios, lo tenía extasiado con ese beso, pero todo se fue al infierno cuando ella susurró

Sasha....

Entonces Lukani la apartó de su boca cómo si le quemará, ella no supo lo que pasaba, de pronto se quedó dormida, sus largas pestañas negras parecían las alas de dos mariposas, sus finos rasgos de princesa ártica, atraían al mafioso cómo un lobo hambriento a un tierno venadito

¡Vas a volverme loco, maldita sea mujer! por qué no puedes sacar a ese bastardo de tú corazón, ¿que me falta para que te fijes en mí y me ames?

El mafioso aunque con su orgullo de hombre herido, disfrutó tener a Abigail en