En medio de aquella luz cegadora, una sombra alta y definida se alzó, como si flotara en medio de la nada. Desde el suelo, mis ojos contemplaban horrorizados como esa sombra se acercaba en medio del silencio, se quedó de pie y pude ver sus zapatos polvorientos pero el resto de él seguía siendo un aterrador misterio.
-Bien. Toma tu mercancía- le indicó la voz, rompiendo el silencio, entonces un grito creó el caos en un instante
- ¡La policía! ¡Viene la policía!
-¿Qué?!- gritó la voz pero podía escuchar como todos corrían y se alejaban- ¡Ella lo hizo!- escupió con rabia la voz, en ese momento sentí que palidecía- la mataré...- me apresuré a levantarme del suelo, asustada
-¡Jefe!- gritó alguien más con desespero, entonces escuché sus pasos alejándose a toda prisa.
Era mi oportunidad. Con el corazón en la garganta y aún cegada por el reflector frente a mí, estuve a punto de salir corriendo pero mi comprador se movió ágilmente frente a mí y sus dedos largos atraparon mi brazo como garras mientras intentaba escapar. Sin mucho esfuerzo me arrastró hasta la salida.
La bocina de los autos, la sirena de las patrullas, el bullicio de la ciudad y el viento gélido activaron mis cinco sentidos.
Comencé a asimilar la información rápidamente y jalé mi brazo sin pensarlo, su mano ya no me retenía, corrí tan rápido como las piernas me permitían mientras miraba a mi alrededor. No sabía hacia donde iba, sólo tenía claro qué debía alejarme.
Una oleada de adrenalina recorrió mi cuerpo en mi intento de escape pero él fué mas rápido. Como una sombra se halló justo detrás de mí y volvió a capturar mi antebrazo impidiendo así mi huida, el forcejeo hasta su auto solo postergó lo inevitable, antes de poder hacer algo en su contra, abrió la puerta del copiloto y me tiró en el asiento para luego cerrar de un portazo, al instante se activó el seguro de las puertas mientras aquel hombre rodeaba el auto para entrar en él, encendió el motor y se limitó a poner aquel auto negro en marcha.
El corazón me latía con tanta fuerza,que me sentía aturdida. Las calles y edificios se habían vuelto un borrón debido a la velocidad a la que iba. Mi cuerpo temblaba sin control. Aquel silencio solo me hacía pensar en que pronto dejaría de respirar.
Miré de reojo al pelinegro, su cabello algo desordenado, cubría parte de su rostro por lo cual no podía verlo muy bien, sus labios sobresalían aunque su nariz era mas discreta y perfilada, sus facciones eran suaves
-Deja de mirarme- murmuró sin siquiera apartar la vista del camino, provocando que diera un respingo sobre el asiento y corriera la vista hacia la ventana.
Poco a poco el camino fue haciéndose desconocido para mí, traté de concentrarme en calmar mi respiración aunque los nervios que crecían a medida que el auto seguía en marcha habían vuelto un caos mis pensamientos
"¿Aquel hombre abusaría de mi?"
"¿Me mataría luego?"
Mis preguntas solo lograban desesperarme más. Mi estómago se revolvió bruscamente cuando el motor dejó de rugir, me quedé quieta, sin atreverme a voltear, solo esperaba, deseando que todo fuera una pesadilla, una horrible pesadilla de la que pronto despertaría. Abrí los ojos asustada cuando la puerta se abrió y aquel hombre solo se quedó observándome, escudriñandome con una mirada fría y escalofriante. Entonces me dí cuenta de que no era tan viejo.
Me paralicé al mirarlo a los ojos.
Sólo un pequeño destello sobre el pecho un poco descubierto de ese muchacho llamó mi atención, era un collar, una fina cruz que colgaba justo sobre la franelilla negra que cubría su torso, oculta bajo su chaqueta gris mate. Me tomó nuevamente del brazo sin cuidado, entonces volví a sumirme en el miedo y los temblores que este me producía. Miré a mi alrededor y me preocupé al no reconocer aquella parte de la ciudad, no podría escapar tan fácilmente aunque tuviera la oportunidad, había pasado un buen tiempo antes de que el auto se hubiera detenido frente aquella casa tan intimidante e imponente como su dueño.
El agarre en su brazo comenzaba a lastimarme pero no me quejé, guardé mis energías para cuando realmente las necesitara. Luego de cerrar la puerta me soltó y se dirigió a interior de la casa. Mi corazón palpitó con fuerza mientras mi raptor comenzó a quitarse la chaqueta que lo cubría.
Él no había puesto seguro.Sin pensar en nada más me volteé hasta la puerta y la abrí.
Aquel hombre era algo que no podía explicar.
Cada fibra de mí cuerpo se paralizó al sentir un frío recorrer mi columna, similar a esa sensación de una oscura presencia sobrenatural, la puerta se cerró ante mis ojos y en un segundo me hallaba de nuevo frente a su mirada asesina que me fulminaba a escasos centímetros de distancia, mi cuerpo quedó pegado a la puerta, el golpe seco de su mano contra la puerta resonó justo al lado de mi rostro, estremeciéndome, solo podía observarlo horrorizada a la espera de un golpe por mí estúpido intento de escape, pero un "clic" llegó hasta mis oídos cuando aquel chico, notablemente mas alto que yo, colocó el seguro a la puerta. Aquellos ojos oscuros y turbios volvieron a fulminarme.
- Vuelve a hacer una estupidez como esa...- Llevó su mano libre al bolsillo trasero de su pantalón y sacó una pequeña navaja, llevándola hasta mi cuello, el cual estiré con rapidez en un intento de alejar el filo de mi piel temblorosa- y no saldrás viva de esta casa-su voz profunda y amenazante viajó hasta mis oídos. Aterrorizada e incapaz de dejar de temblar bajo el portador de aquella mirada tan perversa y perturbadora, los ojos se me llenaron de lágrimas.
Aquella mirada seguramente nunca la olvidaría, sentía que esos ojos habían llegado hasta mis huesos y habían creado un miedo que jamás había experimentado, como la peor de mis pesadillas.
Luego de aquel encuentro de miradas me tomó del brazo y me condujo hasta un sofá negro donde me tiró bruscamente, me levanté con rapidez para devolver la falda a su lugar que se había subido por la caída, lo observé dirigirse a un sillón mullido frente a mi y examinar el filo del arma blanca como un psicópata. Ese pensamiento acompañado de lo que veía elevó mis nervios.
- Cómo te llamas- preguntó tranquilamente sin dejar de examinar su navaja. No respondí, no quería decirle nada a un completo extraño que no tardaría asesinarme. Sus ojos se despegaron del arma y se clavaron en los míos. Tragué con fuerza- Pregunté tu nombre- repetió. Observé la navaja en su mano y di un suspiro entrecortado
-Ariana...- sus orbes oscuros volvieron a la navaja al oír mi respuesta.
-¿Es tuyo?- Señalo mi ropa,a lo que asentí de inmediato - cuántos años tienes.
-d- diecisiete...-su mirada se precipitó hasta mí, pensando algo pero no pude descubrirlo.
- Increíble...- murmuró para sí mismo, cerrando los ojos por un segundo, pero algo me dijo que no se refería a mí...
Viendo a mi alrededor noté amplios escalones hasta una segunda plata al descubierto, desde donde se veía una cama casi pegada al suelo, una pequeña chimenea frente a un cojín gigante, escritorio y una amplia biblioteca que divisé al dirigir la mirada a mi derecha con discreción, justo por encima de la puerta. Era una casa enorme y amplia
- Me has costado 5 millones de dólares - habló de repente, captando mi atención -y aún no hemos hecho nada - mi rostro se desencajó muerto de miedo
-¡ Todo ha sido un error! - expliqué desesperada y al borde de las lágrimas -yo no soy una...
- Lo sé- me interrumpió, me detuve al oírlo hablar con tanta calma - pero aún así he pagado, ó mejor dicho,te he salvado el pellejo y ha sido en efectivo- las emociones se arremolinaban en mí interior, ¿como había terminado con aquel desconocido?- Además no creo que tengas el dinero, ¿como piensas pagarme?- me sentía vulnerable e inútil.
Quise gritar de pura desesperación. Esos 5 millones me habían salvado de caer en manos de algún viejo degenerado.
Su mirada se posó sobre mí al recibir como respuesta mi silencio, pero no tenía idea de qué decir, no sabía como le devolvería 5 millones en efectivo cuando aquella cantidad era una fantasía vanal para mí.
El tono de llamada de un teléfono cortó el silencio que se había creado en el ambiente, haciendo latir mi corazón con violencia.
Había sido descubierta.
Contuve el aliento cuando el pelinegro atendió la llamada y llevó el celular hasta su oído. No había sido mi teléfono.
-Dime-respondió a secas, su rostro se transformó completamente, había apretado su quijada y sus ojos brillaban de ira -¡Diablos, como lo dejaste ir solo! -se mantuvo en silencio, atento a quien fuera que le hablara-¡Aún así! ¡Maldición, sabes que Luca no piensa cuando se enfurece! - recriminó alzando la voz- ¿En qué hospital? - exigió saber, levantándose mientras escuchaba - llegaré pronto. No,ella escapó, luego te explico - concluyó cortando la llamada, al terminar de colocarse la chaqueta de nuevo, me tomó de la muñeca y me subió entre tropezones a la segunda planta, soltándosme con brusquedad. Casi caí, pero recuperé el equilibrio y retrocedí asustada, podía percibir esa aura oscura y la furia en su mirada.
- Ya veré que hacer contigo. No toques nada, si lo haces me daré cuenta y te cortaré las manos-siseó entre dientes - y no te molestes en escapar, la casa tiene sistema de seguridad-informó y sin decir mas bajó las escaleras y desapareció por la puerta, los neumáticos del deportivo negro en el que había llegado chirriaron en el asfalto hasta que el sonido fue disolviéndose en su totalidad, luego, todo quedó en calma.
Me mantuve en el mismo lugar, temiendo que me hubiera jugado una broma y abriera la puerta en cualquier momento,pero nada ocurrió, todo estaba quieto, en silencio. Sin apartar la vista de la puerta, bajé los escalones con cuidado, tanteando con los pies para no crear ningún ruido, observé el sillón que me daba la espalda, en el que antes había estado aquel muchacho, pero aparté la mirada, era como si él aún siguiera allí, tenía la sensación de que me estaban observando desde algún pequeño agujero. Noté a mí lado un par de puertas corredizas de vidrio pero no podía distinguir nada aparte de la oscuridad absoluta.
" la boca de un lobo"
Pensé, y me estremecí sin querer imaginar lo que había del otro lado, miré hacia la puerta de la casa nuevamente, ahora parecía distante y extraña pero me dirigí con cautela hacia ella, observé la manilla deseando que estuviera abierta, que hubiera olvidado el seguro de nuevo, respiré profundo y coloqué mi mano sobre ella, la giré lentamente, intenté otra vez, con más fuerza, más nerviosa, pero fue inútil, la puerta no abrió.
Tomé el teléfono de mi bolsillo y aparté las lágrimas de mis ojos para ver con claridad, seleccioné el número de Alonzo pero la cobertura era nula. Apreté los dientes con fuerza, ¿Cómo era posible aquello? ¡Ese hombre justo había contestado una llamada!
Las piernas me temblaron y dejaron de sostenerme, me dejé caer cansada, asustada, golpeando la puerta cada vez con menos fuerza.
Él regresaría en cualquier momento así que me levanté como pude y volví a la segunda planta, estaba agotada y mi cabeza era un lío, no quería seguir pensando,me senté junto la cama, recargada a la pared, posé la mirada en los escalones, miré la hora en el teléfono.
2:57 am.
Lo oculté en el bolsillo de mi falda luego de activar el modo vibrar. Me estaba durmiendo pero el frío en mis piernas desnudas no me permitía desvanecerme,con pereza me levanté y me acosté en el suelo, frente a la pequeña y cálida chimenea al otro lado de la cama, mi cuerpo comenzó a entrar en calor. Me abracé a mí misma con fuerza, llorando hasta quedarme dormida.
Me rehusé a abrir los ojos. Mi falda rozaba mis piernas y no olía a tocino como cada mañana,olía a... Nada.Sin ser capaz a de mantener los ojos cerrados por más tiempo, miré a mi alrededor. Me dí cuenta de que estaba sobre la cama cuando estuve totalmente consciente, me incorporé alarmada pero no ví al chico aterrador , de igual forma me levanté y me detuve a examinar el lugar. No había movimiento,ni ruidos. Suspiré aliviada al saber que estaba sola,no quería imaginar que hubiera pasado si el pelinegro me hubiese encontrado durmiendo en su cama. Observé el lugar sobre el que hace unos momentos descansaba tan cómodamente.¿Acaso caminaba dormida?Recorrí los escalones sin bajar la guardia,examinando la planta baja, al parecer el chico no había vuelto.Recordando su amena
Desperté con la silueta de un rostro que debido al azul brillante del cielo no podía distinguir ,el viento que me envolvió de repente y erizó mi piel me despertó por completo,haciéndome dar cuenta de que estaba empapada y que los labios de aquel rostro estaban sobre los míos brindándome calor y transportando aire hasta mis pulmones. Sintiendo como el vómito empezaba a subir por mi garganta me apresuré a apartarme para expulsarlo,sin embargo sólo había sido agua. Cuando me volteé encontré al pelinegro más cerca de lo que había estado antes,mirándome a los ojos de una forma intimidante, peligrosa,con los mechones de cabello cayendo sobre sus pestañas,goteando. Su camiseta blanca se había pegado a su cuerpo como una segunda piel traslúcida, dejando ver su torso. -¿Aún no he hecho nada contigo y ya intentas matarte?- habló con voz muy calmada pero aún así podía distinguir el peligro en aquel tono,por otro lado agradecí que pensara que había intentado morir
El trance en el que estaba se esfumó en el momento en que crucé la puerta,eché a correr con todas mis fuerzas,mirando a todos lados, tratando de ubicarme,pero era imposible,no había nombres de calles ,direcciones o letreros.-¡Oye!- miré de reojo al chico extraño acercándose rápidamente pero seguí corriendo, doblé la esquina esperando perderlo pero me quedé sin aliento. La calle era exactamente igual a la anterior, las mismas casas grises de dos plantas,los mismos jardines impecables,la misma calle solitaria.¿Qué era este lugar?El miedo y la desesperación me estaban carcomiendo rápidamente. Seguí corriendo con la intención de llegar al final de la calle y volver a cruzar,sin embargo sentí que mi alma había salido de mí cuerpo y regresado al oír el rugido de un motor en cólera detrás de mí,
"No volveré a repetirlo,no me subestimes"Ahogué una exclamación y mi vista se nubló por las lágrimas,mi celular ya no estaba. Descubrí las prendas en el suelo. La sudadera gris y los pantalones ajustados.No había sido un sueño.Mientras recogía la ropa observé la hora en el reloj de pared. Solté la ropa y corrí al baño a toda prisa.-¡ Ariana corre!- en la entrada del colegio logré ver a Nina. Los portones se cerraron justo detrás de mi- ¡¿Puedes decirme donde estuviste estos días?!- traté de pensar en cualquier cosa pero mi mente estaba en blanco-Te lo diré luego,vamos tarde a clase.-No creas que lo olvidaré- advirtió dirigiéndose
Un leve golpeteo en la puerta me trajo de vuelta. -¿Ariana?- abrí la puerta con cuidado,descubriendo a Luca del otro lado. -¿Si?- sólo pude verlo a los ojos por un segundo antes de apartar la mirada. -Ven conmigo- me limité a seguirlo escaleras abajo- Costas- le oí llamarlo antes de terminar de bajar los escalones y verlo salir de la cocina. Sentí que me miraba pero no me atreví a hacer lo mismo. -¿Qué haremos?-preguntó finalmente Luca, acabando con la tensión y el silencio. -¿Hacer? Ella decidió irse. Fué su decisión. -¡Costas! ¡No puedes dejarla ir así!- le recriminó elevando la voz -Si tanto te preocupa, llévala a tu casa. -Sabes que no puedo- le recriminó irritado. -Entonces la mata- - ¡Costas!- le riñó impidiéndole terminar -Me matarán...- Murmuré completando la frase,sintiendo la mirada de ambos- No soy estúpida- suspiré conteniendo las lágrimas - no te suplicaré por ayuda- mascullé mirando a Costas a los ojos- y te agradezco todo- miré a Luca - pero ya no quiero esto
Luego de comer en un puesto de comida,los guié hasta una tienda de ropa totalmente diferente que conocía muy bien. Pequeña, simple y acogedora. El humilde negocio de una vieja costurera. Cómo había ocurrido en el centro comercial, Costas se quedó afuera pero esta vez Luca le hizo compañía. No tardé mucho en pedir un par de uniformes de mi talla para la escuela. Apenas volvimos a la casa, Luca tiró las bolsas sobre el sofá y me llevó a la cocina. - Toma- reaccioné a tiempo para atrapar el delantal que me había lanzado en el aire -¿Sabes cocinar?- preguntó mientras se anudaba el suyo a su espalda baja. - Un poco- Luca rió al verme llevar la mano a mi nuca y rascarlo incómoda. - Pues deberás aprender, recuerda que no estás aquí de gratis- sentí un retorcijón en el estómago- ¿Sabes cortar verduras?- asentí rápidamente, no quería que creyera que era una inútil- Bien, corta esto- me ordenó, dejándo sobre una tabla de picar tomates, cebolla, ají y diversos montes. Me apresuré a cortar
Cuatro sombras pasaron velozmente, eliminando la franja de luz que se filtraba. Contuve la respiración. De repente podía sentir hasta el más mínimo movimiento de Costas, sus dedos sobre mis hombros, su respiración profunda y sus mechones de cabello, haciendome cosquillas en el rostro. De alguna forma era atractiva esa sensación de adrenalina y peligro, tan fuerte como el impulso de empujarlo y salir corriendo.Sin quererlo levanté la mirada solo un poco, detallando su rostro, miraba a la nada pero no tardó en clavar sus ojos en los míos. Me paralicé pero no aparté la mirada, su rostro aunque era fiero y aterrador, estaba acelerando mi corazón, haciéndolo palpitar con fuerza. Era atractivo.Intenté dar un paso atrás para recobrar el aire pero las repisas de un estante con utensilios de limpieza me lo impedía, clavándose en mi espalda. Su rostro se aproximó bruscamente obligándome a mirar a la nada.-Dije que no te movieras- habló entre dientes, haciendo más firme el agarre sobre mis
El brillante suelo de mármol sin duda abrumaba. No entendía como aún siendo casas idénticas por fuera, sus estructuras internas eran tan diferentes. Mientras la casa de Costas era sobria y algo rústica, la de este chico parecía un palacio romano, con columnas sosteniendo de manera elegante una segunda planta. A parte de eso, la frialdad y sensación de abandono en el aire, así como la alberca, eran exactamente iguales a los de la casa de Costas.Hacía un rato el muchacho había desaparecido sin más por uno de los corredores. Me abracé a mí misma tratando de conseguir algo de calor e intentando no temblar, pero el frío calando en mis huesos lo hacía imposible.- Matteo- miré al frente de golpe, el muchacho estaba extendiéndome una toalla- Me llamo Matteo - alterné la mirada entre la toalla y él, confundida. Finalmente pude reaccionar para extender la mano pero la toalla se había alejado con rapidez, como si le hubiera desagradado la idea de secarme. No tardó en caer sobre mis hombros su