El reloj del microondas marcaba las 11:40 de la noche, subí mis piernas a la silla y las abracé contra mi pecho mientras observaba la pasta que había servido, ya fría. Costas no había vuelto y por alguna razón me sentía nerviosa. Me levanté finalmente cuando dieron las doce y apagué las luces de la casa, dejando solo la de la cocina encendida. Clavé la mirada en la puerta a la espera. Él debía volver, debía estar en casa... Los rayos del sol golpearon mi rostro y aunque intenté volver a dormir,el sueño ya se había ido. Bufé y me levanté de mala gana,fulminando al sol mientras que me dirigía a las escaleras. Froté mis ojos con pereza pero al instante en que toqué la manilla de la puerta me detuve. Golpeé un par de veces pero no recibí respuesta del otro lado, así que abrí más aliviada pero volví a detenerme, como si mis pies se hubieran pegado al suelo, me volteé y miré la cama de Costas.Estaba perfectamente tendida. Él no había vuelto. Suspiré y entré al baño arrastrando los
- Espera...- Desde su altura, me miraba a los ojos atentamente, inmóvil, con su cabeza ligeramente inclinada, como un perro curioso. Lo detallé por un momento. Su cabello estaba peinado hacia atrás de forma prolija y en general, tenía una apariencia elegante pero peligrosa, de alguna forma. Lo que parecía ser parte de un tatuaje, se dejaba entrever por su cuello y descendía, perdiéndose en el inicio de su abrigo negro. - ¿Cómo sabes mi nombre?- logré articular, pero él no respondió, sólo siguió caminando. Aún no entendía como había terminado siguiéndolo, una parte de mí no me permitía detenerme y alejarme, pero otra parte sabía que algo malo pasaría. Podía sentirlo. - No puedes salir sola tan tarde, es peligroso ¿lo sabes?- Tragué saliva sin responder, clavando las uñas en las mangas de mi suéter. - ¿Quién eres?- No respondió. Llevábamos algunos minutos andando y parecía que caminabamos en círculos, aunque sabía que era el efecto que causaban la similitud de las calles. Comen
- Debiste dejarme llamar a emergencias...- murmuré jugando con mis manos por debajo de la mesa. - No fue tan grave- me respondió tranquilamente sin dejar de teclear en su teléfono- Además, nadie ajeno a este lugar puede entrar. -¿Por qué?- pregunté con cautela, él apartó la mirada del celular y me observó en silencio por un segundo, antes de volver a concentrarse en su teléfono. -Por cierto, hiciste un buen trabajo con mi herida, gracias- Los recuerdos volvieron a mi mente, incomodándome. -Eso...de nada... -La próxima vez que vayas a curarme, no te quedes mirándome, es incómodo- mi mirada se precipitó hasta él. -No estaba mirándote- respondí rápidamente, sentiendo un hormigueo en mis mejillas. -No todo el tiempo estuve inconsciente, niña - su sonrisa relampagueó brillante, sin dejar de mirar su celular. -¡No te miraba! -No me malinterpretes, está bien si una chica me mira, pero...- Se irguió y señaló su torso marcado, obligandome a apartar la mirada- Esto es contenido adulto-
Sus tacones retumbaron en toda la casa mientras se dirigía a la cocina - ¿Y Costas?- preguntó mirando a su alrededor. - No lo sé...- logré balbucear, incapaz de moverme de mi lugar. - Niña, no tienes que actuar como idiota frente a mí- masculló mirándome fijamente, descolocandome. Dejó las bolsas sobre el comedor y luego de tomar un vaso de agua se dirigió a la alberca -Hablemos afuera- soltó con dulzura, revolviendo mi estómago. No muy segura, la seguí. Me tensé al verla junto a la piscina pero me negué a revelarle mi miedo. El día estaba soleado, el cielo muy azul y había una brisa paseándose por ahí, sin embargo, ella y sus labios rojos como la sangre, le daban al escenario un mal presentimiento. No me sentía segura. -Sabes, Costas estuvo muy preocupado esa noche, en la que saliste corriendo. No entendí por qué de pronto estaba tan determinado a encontrarte- bebió un sorbo de agua. No podía creerlo. - Es por eso que quiero que te mantengas alejada de él. No les des motivos p
Sus tacones retumbaron en toda la casa mientras se dirigía a la cocina - ¿Y Costas?- preguntó mirando a su alrededor. - No lo sé...- logré balbucear, incapaz de moverme de mi lugar. - Niña, no tienes que actuar como idiota frente a mí- masculló mirándome fijamente, descolocandome. Dejó las bolsas sobre el comedor y luego de tomar un vaso de agua se dirigió a la alberca -Hablemos afuera- soltó con dulzura, revolviendo mi estómago. No muy segura, la seguí. Me tensé al verla junto a la piscina pero me negué a revelarle mi miedo. El día estaba soleado, el cielo muy azul y había una brisa paseándose por ahí, sin embargo, ella y sus labios rojos como la sangre, le daban al escenario un mal presentimiento. No me sentía segura. -Sabes, Costas estuvo muy preocupado esa noche, en la que saliste corriendo. No entendí por qué de pronto estaba tan determinado a encontrarte- bebió un sorbo de agua. No podía creerlo. - Es por eso que quiero que te mantengas alejada de él. No les des motivos p
Costas se dirigió a la segunda planta a grandes zancadas, dejándome en la entrada. Luca se aproximó rápidamente pero se detuvo con brusquedad, como si se hubiera recordado a sí mismo mantener la distancia suficiente entre ambos.-¿Estás bien?- asentí sin atreverme a seguir mirándolo si quiera. Sus brazos me atrajeron hacia él, abrazándome con fuerza- No vuelvas a hacer algo así de nuevo, por favor - Cerré los ojos, abatida y débil.-Lo siento...de verdad - Murmuré dirigiéndome a Bruno también, detrás de Luca. Solo me sostuvo la mirada y asintió levemente.-No importa...-musitó separándose para dedicarme una pequeña sonrisa. Volteó con dirección a las escaleras y suspiró antes de volver a encararme - debes descansar, ha sido un día largo, te veré mañana - Tensé mis labios en un intento de sonrisa y acompañé a ambos hasta la salida.- Luca....- apenas me escuché pero él se giró de inmediato - Disculpa, por preocuparte así, no volverá a ocurrir...- una leve sonrisa se dibujó en sus labi
Había empezado a atardecer y el sol que se había convertido en una esfera roja, no me permitía apartar la mirada del cielo y los trazos que se dibujaban en tonos naranjas y rosas. Luego de salir de la cafetería y haber llorado un poco me sentía serena, liviana, como si pudiera separar los pies del suelo en cualquier momento.Matteo no volvió a hablar luego de salir del local y no me molestaba, solo lo había visto de reojo un par de veces y él se veía tranquilo. Caminabamos sin rumbo fijo, envueltos en un agradable silencio.Los rayos comenzaban a reflejarse en las tiendas y en los enormes vitrales de los edificios. Seguí sin apartar la mirada del cielo, no me quería perder ningún segundo del atardecer.-¿Desde cuándo conoces a Costas?-¿Hm?-elevé la mirada hasta él alarmada. Había pensado en voz alta.Me mordí el interior de mi labio inferior con nerviosismo.-A Costas... Iniciamos en esto al mismo tiempo. Él actuaba como loco al principio, supongo que todos teníamos nuestros propios
Caminamos un par de calles en silencio y como había dicho, llegamos a un bar elegante, las tenues luces amarillas, la suave música de fondo. Nos quedamos en una mesa cerca de la entrada, pero lo suficientemente alejada del resto como para dar privacidad. En silencio lo observé servir un par de copas de vinotinto. Por un momento quedé ensimismada por sonido del licor cayendo en las copas. -Aquí están- levanté la mirada, encontrando a Luca de pie, frente a ambos. Clavé la mirada en la mesa- ¿por qué te fuiste así?- mi cuerpo se tensó. -Lo siento...- fué lo único que pude decir - Se sentía mal, es todo- Añadió Matteo y Luca no insistió. - Bien, me sentaré con ustedes. -Yo no he dicho que puedes hacerlo- Matteo colocó un codo sobre la mesa, descansando su mentón sobre sus manos. Luca hizo señas a un mesero mientras tomaba asiento - Otra copa, porfavor. -Enseguida- el hombre se deslizó entre las mesas con gracia y desapareció. - Yo no dije que podías ir al cumpleaños de Costas- co