Mis piernas corrían por si solas. Corrían con desesperación detrás aquellos cabellos oscuros adheridos a su blusa azul. Aparté los molestos mechones de mi cuello y pestañas al entrar al subterráneo. Otra sacudida me recorrió con violencia, partiendome en dos por dentro mientras miraba a todos lados, tratando de distinguirla entre tantas personas.Se reojo pude verla aferrarse al bolso rojo sobre su hombro. Me quedé allí, viéndola alejándose, atónita ante su imagen, los choques entre mis hombros y los de la gente y sus pasos, claros y latentes. Podía ver, sentir y escuchar.Todo era real. Desperté de aquel shock bruscamente al verla dirigirse al tren que acababa de llegar a la estación. Obligué a mis piernas a volver a correr con la potencia y velocidad de antes.-¡Mamá!- Deseé llorar al ver que a excepción de las personas que volteaban a mirarme con curiosidad o como si fuera algún bicho raro, ella ni siquiera se inmutaba. Empujé a todo aquel delante de mí para evitar perderla de vis
Podía sentir como el calor se extendía por mi cara de forma explosiva pero no podía apartar mis ojos de los suyos, no podía articular palabra o moverme. -¿Acaso no quieres salir de aquí? Asegurate de recuperarte antes de volver a cometer otra estupidez - estando tan cerca, sus palabras no herían de la manera habitual, en ese momento no podía pensar en nada más que la cercanía entre ambos. ¿Él acaso estaba consciente de la manera en que estaba poniendo todo de cabeza en mi interior? Sus manos se deslizaron con increíble suavidad hasta hacerme erguir de tal manera que mis pies pudieran sostenerme nuevamente. Tomó un par de bolsas del suelo, que no había notado hasta el momento y con su mano libre me atrajo a su cuerpo para que el mío tuviera algo de soporte. Mí ritmo cardíaco salió disparado al igual que el rubor en mis mejillas cuando procesé aquella cercanía y cuando de reojo, noté como una de las comisuras de sus labios se había estirado hacia arriba en una sonrisa casi impercept
- Luca...-¿Si?- retorcí con fuerza el borde del abrigo sobre mi regazo-¿Yo podría... Irme a vivir contigo?- a pesar de mantener la vista en las calles que pasábamos, pude sentir su mirada sobre mí.-¿ Costas te hizo algo?-No es así... Es sólo que siento que le estoy dando muchos problemas. Dado que vive sólo, no debe estar acostumbrado a hacerse cargo de otras personas, así que debe ser frustrante para él.-Aunque Costas pueda mostrarse como una persona molesta, en realidad no le incómodas, de lo contrario ya lo hubiera dicho y estaríamos buscando otro lugar para que te quedaras. Además... Ahora que sabes lo que hacemos, sería aún más peligroso para tí que te quedarás en mi casa, digamos que no soy el más prudente de los tres- murmuró, soltando una risita incómoda.-Entiendo...- la idea de que todo lo que estaba sucediendo era por Costas, se hacía cada vez más latente en mi cabeza. Aparté la mirada de la ventana y lo miré mientras conducía- Mañana... Será el aniversario luctuoso de
Las miles de casas idénticas fueron dejadas atrás y poco después, las mismas calles conocidas de la ciudad. Salir de aquel lugar así, sin más, era extraño.Ante el silencio dentro del auto mi mente divagó un poco. Miré el teléfono entre mis manos.¿Ya habría llegado a casa?¿Habría notado mi ausencia? ¿Él... sería capaz de pensar alguna vez en mí durante estos días?Aparté la mirada del teléfono con brusquedad. Un par de horas y ya estaba haciendome películas mentales. Yo no le importaba en lo absoluto. Debía detenerme.Un túnel oscuro se alzaba en el camino. Al cruzarlo miles de pequeñas luces amarillas alrededor de la paredes del túnel brindaban una luz tenue.Pensé en Alba, y en lo bonitas que eran las noches cuando poniendo toda mi atención podía ver miles de estrellas, como fluyendo en un río a lo largo del cielo.Desde atrás una repentina luz blanca iluminó de manera enceguecedora, tal como una estrella, el interior del auto. Miré atrás con dificultad hasta que de entre tanta l
Me retorcí entre las sabanas tibias. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Había pasado tiempo desde que había dormido tan cómodamente, entonces me levanté de un salto. No reconocía la habitación. Apenas unos rayos de sol lograban entrar a través de las pesadas cortinas. Bajé con cuidado de la cama para apartarlas pero retrocedí con brusquedad al oír un quejido provenir del suelo.-Aún en las mañanas eres un desastre andante...- mi estómago se retorció ante aquella voz ronca pero al instante la reconocí.-Lo siento...- Guarda silencio y déjame dormir ¿puedes hacer eso bien?- tensé los labios al verlo colocarse boca abajo y ocultar su mirada entre los mechones desornados de su cabello. Pasé por su lado con sumo cuidado para no volver a tropezar y me dirigí a una puerta entreabierta que supuse era el baño, con la maleta entre mis brazos.Saqué lo necesario para lavar mi rostro y dientes. Tomé un baño rápido para no hacer mucho ruido y tomé un enorme suéter grueso junto a unos pantalones
- La tía Sam en realidad no es mi tía, era la mejor amiga de mi madre y dado que no tenía otros familiares, cuando mamá murió estuve con ella, hasta que Alonzo apareció. Sus padres también habían muerto y él quiso que nos mantuviéramos unidos. Le asustaba que lo quedaba de nuestra familia desapareciera.-¿ Y ese chico?- Adriano es el hijo de la tía Sam, nos criamos juntos. Pero... ¿Por qué quieres saberlo?- Murmuré clavando la mirada en el tablero del auto.- Me preguntaba por qué no te habías quedado con ella.- No quería causarle problemas...- ¿Así que decidiste volver loco a alguien más?- tensé los labios incómoda y guardé silencio el resto del camino al hotel. Luego de guardar nuestro equipaje partimos de nuevo, camino al cementerio.Lo contemplé algo triste. Era hora de volver a la realidad.El cielo estaba despejado,dejando al sol brillar intensamente, aunque la brisa lo compensaba. Costas caminaba a mi lado,en silencio. Por alguna razón, al ver la colina en la que mi madre d
Las calles de Milán estaban atestadas, al punto que no se podía caminar cómodamente. La gente yendo en todas direcciones no me dejaban avanzar mucho a pesar de que trataba de seguirle el paso a Costas.Me detuve de golpe y cansada al borde del rayado peatonal, mientras los autos cruzaban a toda velocidad. Sólo cuando la gente delante de mí comenzó a movilizarse supe que el semáforo había cambiado. Costas se adelantó unos pasos y yo me apresuré a alcanzarlo para cruzar rápidamente pero un claxon sonó a un costado. Sólo pude ver a un hombre sobre una moto viniendo en mi dirección.Sólo por un segundo. De pronto me hallaba de pie, nuevamente sobre la acera. Entre sus brazos. Siendo apretada con fuerza contra su pecho. Mi piel se erizó al sentir el mínimo roce entre sus brazos y mi espalda, e instintivamente contuve la respiración. Entonces escuché los motores de los autos detrás de mí.Habíamos perdido el turno de cruzar la calle.Un golpeteo extraño y acelerado chocaba contra mi oído.
Luego de esa noche todo salió a luz.Según el reporte de la policía, Angélica Di Castro era mitad americana y pertenecía a una de las familias más poderosas de la mafia siciliana, de hecho, era su líder. Al ser hija única, había heredado el puesto de su padre luego de que falleciera.El cuerpo de Alonzo había sido encontrado 6 meses después, en una bahía. Se había determinado que la mafia lo había enviado de "pesca" junto a otras doce personas a las cuales se les crearon cuentas de seguro social a sus nombres y en las cuales se depositaron grandes sumas de dinero. Luego de sus "trágicas muertes" los seguros fueron cobrados poco después por "familiares".Sólo se encontraron cuatro cuerpos. Incluido el de Alonzo.Ninguno de los cuerpos de las personas que estuvieron en la explosión fueron encontrados. Todo había quedado reducido a cenizas.Alonzo Rossi, Luca D' Angelo, Costas Rinaldi, incluso Matteo y Bruno. Todos se habían ido como si nunca los hubiera conocido. Como si no hubiesen exi