Lison cortó la llamada de golpe, tenía ganas de despedazar el maldito aparato. —Te organizaron una bienvenida en casa de mi madrastra. —Se masajeó la sien, apenas volvía y esa estúpida gente ya estaba haciendo de las suyas.—Oh —exclamó Libia—, ¡que personas tan lindas!—Estúpidas querrás decir.—Es tierno que organicen algo por mi llegada… a mí me parece muy dulce.Lison soltó un suspiró, no tenían ni tres horas de haber llegado y su familia ya les agendó actividades para los próximos tres días.***A las 9pm, la casa de la señora Giselle se llenó de risas y música brasileña, mientras Libia se sumergía en la atmósfera festiva de la fiesta de bienvenida organizada por Katherine. Aunque Lison no estaba completamente convencido con la idea, Libia estaba encantada con la temática y la energía vibrante que llenaba el ambiente. Todos se portaban tan amables con ella y la trataban con tal calidez como si la conocieran de muchos años. Mientras disfrutaba de la música y los sabores exóticos
Lo primero que llegó a la mente de Libia al despertarse fue un torbellino de recuerdos de la noche anterior. La fiesta de la familia de Lison, los juegos divertidos que habían planeado donde, en medio de risas y bromas, habían simulado casarse. Pero algo en su interior le decía que todo eso era solo una ilusión, un juego pasajero que no tenía repercusiones reales.Sin embargo, antes de que pudiera llegar a una conclusión, la voz de Tiodor resonó a su lado con una sonrisa de sorna.―"¿Qué tal la noche de casamiento, señora? ―dijo con un tono divertido, pero al mismo tiempo serio.Libia se quedó en shock por un momento, procesando las palabras de Tiodor. ―¿Qué? ¿Estás bromeando, verdad? ―preguntó, mirándolo con incredulidad.Pero Tiodor negó con la cabeza, manteniendo su sonrisa. ―No. Todo fue real. Firmamos el acta de matrimonio y ahora somos legalmente esposos ―explicó con calma.Un estallido de risas escapó de los labios de Libia, una risa que mezclaba incredulidad y asombro. ―¡No
Daniel miraba la última transmisión de Libia Musso. El acuerdo había terminado, y ante la opinión pública habían tenido algo así como una relación, aunque en la vida real esto estaba muy alejado de la realidad. Horas después, el joven tocó el timbre de la casa de Libia, se sentía en deuda con ella y quería de alguna manera darle un obsequio como muestra de su gratitud.―Chico ―lo saludó Jairo, el imponente guardaespaldas de la familia Lison.―Le mandé mensaje a Libia ―explicó Daniel, pensando en cómo es que Tiodor Lison conseguía a sus empleados, ¿acaso hacía casting y ganaba el más aterrador?―. Buenas tardes, por cierto.―Pasa ―contestó Jairo con su marcado acento portugués, haciéndose a un lado para permitirle la entrada.Daniel se adentró en la lujosa residencia, quedándose atrapado en sus pensamientos. La casa de Libia era muy bonita, elegante y siempre irradiaba calidez. Los muebles de diseño, las obras de arte en las paredes y la iluminación perfecta creaban un ambiente sofistic
Era una noche oscura y tormentosa. Tiodor Lison se revolvía inquieto en su cama, mientras su esposa dormía plácidamente a su lado, con su vientre abultado por el embarazo. De repente, Tiodor se despertó sobresaltado, con el corazón acelerado y la frente perlada de sudor frío.En su pesadilla, se encontraba en el hospital, junto a la cama de Libia. Ella yacía pálida e inmóvil, con los ojos cerrados y el rostro sin expresión. A su alrededor, los médicos y enfermeras se movían frenéticamente, gritando órdenes y tratando desesperadamente de salvarla a ella y al bebé. Pero era demasiado tarde. Con un último suspiro, Libia se había ido para siempre, llevándose consigo a su hijo no nacido.Tiodor se sentó en la cama, tratando de calmar su respiración agitada. Desde que el doctor les había advertido sobre los riesgos del embarazo de Libia, las pesadillas habían sido una constante en sus noches. Cada vez eran más vívidas, más aterradoras.Libia se despertó y vio a su esposo sentado, con la mir
Dos años y medio después, esa pequeña personita se había encargado de poner sus vidas de cabeza. Ahora, la más mínima cosa lo hacía llorar; a su vez, la mínima cosa le sacaba carcajadas.―Tadeu, amor, ven. Si te subes ahí, te vas a caer ―pedía Libia con voz dulce.―¡Pintinho! ―exclamaba el niño una y otra vez, como diciendo que ese era su verdadero nombre.El pequeño corría por toda la casa con solo su pañal puesto.―¿Por qué no trae ropa? El clima está fresco ―preguntó Tiodor.―Ya le puse ropa como mil veces. En un segundo lo vuelvo a vestir ―respondió Libia con un suspiro.―Déjame a mí, yo lo hago ―se ofreció Tiodor, sonriendo ante la energía inagotable de su hijo.***Tiodor estaba concentrado en su trabajo, tecleando en su computadora y revisando documentos importantes. El suave murmullo de la televisión en la sala de estar y el lejano sonido de Libia tarareando en la cocina creaban una atmósfera hogareña y tranquila. De repente, sintió un pequeño tirón en su pantalón que lo sacó
Tadeu, con sus seis años recién cumplidos, estaba sentado en la mesa del restaurante junto a sus padres, disfrutando de una comida familiar. El niño parloteaba alegremente sobre sus aventuras en la escuela y sus planes para el fin de semana, mientras Libia y Tiodor lo escuchaban con atención y cariño. En la mesa de al lado, se podía escuchar a una pareja discutiendo, ambos con los rostros encendidos. Tiodor les lanzó una mirada de reojo, pero decidió no intervenir. No era su asunto, y además, tenía algo mucho más importante en mente. La mesera se acercó a la mesa de la familia con una bandeja llena de platos humeantes. Con una sonrisa amable, comenzó a repartir la comida. ―Aquí tienen, un plato de pasta para la señora, una hamburguesa con papas fritas para el jovencito, y un filete de pescado para el señor ―dijo la mesera mientras colocaba cada plato frente a ellos. Tadeu miró el plato de pescado y preguntó con curiosidad: ―¿Ese es mi plato? La mesera rio suavemente y negó con la
La hora en que Libia debía bajar del avión, llegó y apenas y llevaba una maleta. Esa era su oportunidad de oro, con ese trato iba a hacer que su tía, al fin, la tomara en cuenta, a través de eso, verían que no era una muchachita tonta.—Buenas tardes —saludó al guardia del aeropuerto.Ella esperó con paciencia que le entregaran su equipaje. Luego de tener las cosas listas, la chica salió del aeropuerto y abordó un taxi, su hotel la esperaba.Al llegar al hostal, se presentó ante la recepcionista.—Soy Libia Musso, hice una reservación hace cuatro días.—Identificación, y número de folio que se le proporcionó a la hora de realizar el pago.La chica sacó de su pequeño bolso su DNI, y buscó en su móvil el correo que le habían mandado al reservar el hospedaje. No era un sitio de cinco estrellas, de hecho, era lo más económico que logró conseguir, todo por llegar a la cita con Tiodor Lison, cerrar el trato y mostrar que tenía lo suficiente para hacerse cargo de las empresas de su padre.—¿M
—¡Esta no es la mujer que estaba esperando! —dijo Lison en su lengua materna.El par de hombres que habían llevado a la chica, se miraron el uno al otro con confusión.—Pero ella es la mujer que vimos salir del restaurante—respondió uno de ellos.—Elena Musso es una señora madura, de caderas prominentes, cabellera oscura y estatura promedio. —Lison señaló a Libia con el dedo índice—, en cambio, esta, es una mocosa de m****a, bajita, sin curvas, cabello castaño y ojos marrones.Libia no entendió ni la mitad de lo que decían, eso la hizo sentir más miedo.Los subordinados de Lison se disculparon. Él se acercó hasta donde estaba tendida Libia.—¿Por qué me hiciste creer que eras Elena Musso? —interrogó de mala gana con su notable acento.—Yo no…—Sí, el correo iba dirigido a tu tía, tú respondiste en su nombre, eres una pequeña idiota.Libia negó con la cabeza, incapaz de poner su mirada al frente.»Ahora eso te puede costar la vida —amenazó Lison, para luego salir de ahí dando un portazo