Dos años y medio después, esa pequeña personita se había encargado de poner sus vidas de cabeza. Ahora, la más mínima cosa lo hacía llorar; a su vez, la mínima cosa le sacaba carcajadas.―Tadeu, amor, ven. Si te subes ahí, te vas a caer ―pedía Libia con voz dulce.―¡Pintinho! ―exclamaba el niño una y otra vez, como diciendo que ese era su verdadero nombre.El pequeño corría por toda la casa con solo su pañal puesto.―¿Por qué no trae ropa? El clima está fresco ―preguntó Tiodor.―Ya le puse ropa como mil veces. En un segundo lo vuelvo a vestir ―respondió Libia con un suspiro.―Déjame a mí, yo lo hago ―se ofreció Tiodor, sonriendo ante la energía inagotable de su hijo.***Tiodor estaba concentrado en su trabajo, tecleando en su computadora y revisando documentos importantes. El suave murmullo de la televisión en la sala de estar y el lejano sonido de Libia tarareando en la cocina creaban una atmósfera hogareña y tranquila. De repente, sintió un pequeño tirón en su pantalón que lo sacó
Tadeu, con sus seis años recién cumplidos, estaba sentado en la mesa del restaurante junto a sus padres, disfrutando de una comida familiar. El niño parloteaba alegremente sobre sus aventuras en la escuela y sus planes para el fin de semana, mientras Libia y Tiodor lo escuchaban con atención y cariño. En la mesa de al lado, se podía escuchar a una pareja discutiendo, ambos con los rostros encendidos. Tiodor les lanzó una mirada de reojo, pero decidió no intervenir. No era su asunto, y además, tenía algo mucho más importante en mente. La mesera se acercó a la mesa de la familia con una bandeja llena de platos humeantes. Con una sonrisa amable, comenzó a repartir la comida. ―Aquí tienen, un plato de pasta para la señora, una hamburguesa con papas fritas para el jovencito, y un filete de pescado para el señor ―dijo la mesera mientras colocaba cada plato frente a ellos. Tadeu miró el plato de pescado y preguntó con curiosidad: ―¿Ese es mi plato? La mesera rio suavemente y negó con la
La hora en que Libia debía bajar del avión, llegó y apenas y llevaba una maleta. Esa era su oportunidad de oro, con ese trato iba a hacer que su tía, al fin, la tomara en cuenta, a través de eso, verían que no era una muchachita tonta.—Buenas tardes —saludó al guardia del aeropuerto.Ella esperó con paciencia que le entregaran su equipaje. Luego de tener las cosas listas, la chica salió del aeropuerto y abordó un taxi, su hotel la esperaba.Al llegar al hostal, se presentó ante la recepcionista.—Soy Libia Musso, hice una reservación hace cuatro días.—Identificación, y número de folio que se le proporcionó a la hora de realizar el pago.La chica sacó de su pequeño bolso su DNI, y buscó en su móvil el correo que le habían mandado al reservar el hospedaje. No era un sitio de cinco estrellas, de hecho, era lo más económico que logró conseguir, todo por llegar a la cita con Tiodor Lison, cerrar el trato y mostrar que tenía lo suficiente para hacerse cargo de las empresas de su padre.—¿M
—¡Esta no es la mujer que estaba esperando! —dijo Lison en su lengua materna.El par de hombres que habían llevado a la chica, se miraron el uno al otro con confusión.—Pero ella es la mujer que vimos salir del restaurante—respondió uno de ellos.—Elena Musso es una señora madura, de caderas prominentes, cabellera oscura y estatura promedio. —Lison señaló a Libia con el dedo índice—, en cambio, esta, es una mocosa de m****a, bajita, sin curvas, cabello castaño y ojos marrones.Libia no entendió ni la mitad de lo que decían, eso la hizo sentir más miedo.Los subordinados de Lison se disculparon. Él se acercó hasta donde estaba tendida Libia.—¿Por qué me hiciste creer que eras Elena Musso? —interrogó de mala gana con su notable acento.—Yo no…—Sí, el correo iba dirigido a tu tía, tú respondiste en su nombre, eres una pequeña idiota.Libia negó con la cabeza, incapaz de poner su mirada al frente.»Ahora eso te puede costar la vida —amenazó Lison, para luego salir de ahí dando un portazo
Habían pasado tres semanas de estar encerrada. Podía ver la televisión, a diario le daban exquisita comida, incluso le regalaron pijamas. Para ser un secuestro, la pasaba muy bien. Casi todos los días rondaba la pregunta en su mente de “¿Por qué carajo el señor Lison la tenía allí?” “¿Qué buscaba en primer lugar?”—Ron —llamó a uno de sus guardas.El tipo fue hasta la joven. Su nombre no era Ron, pero así podía comunicarse con la muchacha.—¿Sabes dónde está el señor? —preguntó la jovencita haciendo gestos exagerados.Ron negó con la cabeza, ¿Acaso la muchachita no era consciente del gran peligro en el que estaba?»¿Sabes si algún día podré volver a casa?El hombre no entendió ni media palabra de lo que acababa de decir Libia.La muchacha ya no hizo más preguntas, no es que ahí la estuviera pasando mal, pero extrañaba a sus amigos, su libertad.Luego de dos horas, Libia se metió al baño, necesitaba darse una ducha. Se secó con una toalla blanca, se puso su pijama nuevo, color rosa pas
Se había metido con hombres de m****a en el pasado; pero Lison los superaba a todos, en otras palabras, trató de secuestrar a su tía, la encerró y ahora la jodía como si no hubiera un mañana. Al menos era un buen amante.Todavía no le quedaban claras sus intenciones, sí tenía algo en contra de su tía Elena, ¿eso no hacía que ella también fuera su enemiga? Libia resopló, se había acostumbrado a estar ahí, si lo comparaba con el mundo real, esas cuatro paredes le gustaban más, pues le daban seguridad.—Estoy delirando —dijo en voz alta.Pasaron tres días en los que Lison no la había visitado. De alguna manera eso la ponía ansiosa. Ver la televisión no era suficiente, en su mente repetía una y otra vez los recuerdos de aquellos tórridos encuentros, donde aquel hombre la hacía desvariar. Su miembro causándole arcadas.A la chica se le hizo agua la boca, pasaron tres días y estaba con las bragas húmedas de solo pensar en él.Se aclaró la garganta, luego caminó hasta la cama y se recostó, ce
Dos días después, Tiodor apareció de nuevo en la habitación de Libia. La chica se quitó el pijama, pero luego de un par de minutos, el hombre salió del cuarto.La muchacha quedó desconcertada. Sí, organizó un plan para escaparse de todo eso, pero creyó que al menos podría divertirse un poco con su captor. Aunque el sujeto siempre era confuso.Por su parte, Tiodor no se sentía de buen humor. El poco avance que tenía lo que lo hacía enojar. Ya habían pasado casi ocho años de la muerte de Jamie y él, peor que cuando comenzó. Eso no podía quedar impune, se negaba a aceptar que esa bruja se saldría con la suya.Luego estaba el asunto de Libia. Cada vez que abría la boca era como si una caricatura infantil se hubiera mezclado con algún reality basura, el cerebro de la chica no coordinaba bien, lo que hacía que él sintiera jaqueca. Así que su plan de conquista-manipulación tenía que ser ya, o si no terminaría por lanzarse del último piso de su empresa.Mientras tanto, Libia repasó su plan de
Tiodor Lison se encontraba sentado en el escritorio de su oficina, con la mirada fija en el ordenador, lo que pasó ayer, fue una prueba clara de que su victoria era segura. En el monitor tenía de nuevo el reporte que le dieron de Libia Musso. Allí supo con claridad cada una de las veces que la muchacha había ido al psicólogo. Necesitó un poco de dinero para poder leer más a fondo su expediente, pero no era algo que no hubiera intuido ya.—Trastornos depresivos, ansiedad, todo debido a un apego desorganizado en su infancia —leyó.«Pobre infeliz», se dijo. Pero no era su asunto, él estaba ahí para cumplir una venganza, la lástima no era un sello que lo distinguía. El sonido de alguien, llamando a la puerta, lo distrajo un poco de sus pensamientos.—Adelante —dijo malhumorado.—Señor Lison, la señora Madison, ha vuelto a llamar —informó Sarah con una sonrisa burlona en los labios.—Ericka se puede ir al carajo —gruñó el hombre con la mandíbula tensa.La susodicha era una hermosa mujer de