Con gran trabajo, logro abrir el cerrojo de la puerta de mi departamento. Literalmente me siento molida. El día estuvo muy caluroso, y eso y además de que el aire acondicionado no iba muy bien en la agencia de autos en la que trabajo, no ayudó en nada.Prácticamente arrastro los pies al ingresar a mi departamento, los pies me duelen al permanecer entaconada todo el día, yendo y viniendo, observando el trabajo de los vendedores. Tiro mi cartera al sofá para luego tirarme de espaldas tras ella, pegando pataditas hasta arrancarme aquella tortura humana que lucían tan bien en los pies de cualquier mujer.Me rio como loca al sentirme tan recargada, llevar la dirección de aquella agencia no resultaba ser fácil, más cuando muchas veces debía de enfrentarme a tantos hombres que no confiaban en mi trabajo, aun así, lo disfrutaba al máximo, no podía considerar que tuviera un buen sa
Narra Ximena—¡Ximena, buen día! —ni siquiera había terminado de entrar a mi oficina, cuando Ashley, mi asistente personal, ingresa a toda carrera tras de mí, sosteniendo una serie de documentos en sus manos.—Buenos días, Ashley. ¿Qué tengo pendiente? ¿Por qué las carreras?—¡Sí! —exclama horrorizada—, ayer olvidé decirte que el nuevo pedido de autos ha llegado, pero, no van a descargarlos al menos que firmes estos permisos.—¡Maldición, Ashley! ¿Qué no te dije desde la semana anterior que este pedido era importante? —la regaño a la vez de que tomo los documentos que me pasa—, hoy en la tarde vendrá un importante cliente a ver directamente ese cargamento de Mercedes Benz, ¿crees que estén dentro de la agencia en horas de la tarde?—&iexc
El ambiente en el bar, está bien. Es alegre, hay risas por doquier, y lo mejor de todo, tragos gratis a causas de los pobres tipos que por lo general tratan de conquistarme. ¿Qué podía decir? Había sido bendecida con cada uno de mis atributos, desde mi rostro, cabello, hasta mi cuerpo y mi altura. No tenía nada que envidiarle a ninguna mujer… bueno, al menos envidiaba la riqueza de Layla, esa niña que conocí en el parque, mi gemela perdida en el mundo.—¡Ximena! —me estremezco al ver los dedos de mi amigo Drake al moverse frente a mi rostro—, ¿Qué pasa, bruja? Hoy estás mucho más distraída de lo normal —él ladea la cabeza, dedicándose a observarme con curiosidad, mientras que yo tuerzo una sonrisa—, ¿acaso estás escribiendo una nueva novela en tu cabecita?—¡Cállate, Drake! —lo rega&nt
Narra XimenaMi nombre es Layla Morgan, mi nombre es Layla Morgan, mi nombre es Layla Morgan… repito una y otra vez en mi mente, aquella pequeña oración, para terminar por convencerme de que, a partir de este momento, no era más Ximena Sarillana; Ximena, la directora de la agencia de autos, había quedado en mi pequeño departamento, mientras que Layla Morgan esperaba a que el ascensor terminara de descender hasta el piso uno, donde me esperarían los dos guaruras de mi nueva amiga.Me sentía nerviosa, ansiosa y a la vez, emocionada, eran muchas emociones juntas, joder. ¿Esto iba a salir bien? ¿Nadie se daría cuenta de este enorme engaño? Resoplo con pesadez en cuanto aquellas puertas terminan por abrirse sin saber con exactitud qué me iba a encontrar ahí afuera.Mi corazón late desenfrenado, mis manos se encuentran sudorosas, pues a pesar de qu
Narra LaylaOcho y treinta de la mañana, se supone que mi hora de entrada a la agencia es a las nueve de la mañana, pero, al parecer al chico que se debía de encargar de llevarme y traerme, se había olvidado de mí. La puntualidad era uno de mis mejores actos de responsabilidad, si alguien me daba una hora, me presentaba diez minutos antes de ello, para no hacer esperar a nadie.Resoplo mientras me apoyo en una de las paredes del edificio, revisando nuevamente el móvil de Ximena, para ver la hora, tuerzo una sonrisa y niego con la cabeza, al notar que tengo tres nuevos mensajes de parte de ella, los cuales ni siquiera me molesto en abrir. Esa chica estaba verdaderamente molesta conmigo, en mi defensa, jamás pensé que se iba a dar cuenta tan pronto de la existencia de Kyle, aquel rubio se la pasaba viajando, atendiendo cada uno de sus grandes negocios, por lo que, jamás esperé que volv
Narra Ximena¿Qué debía de ponerme para tener una cita con un multimillonario?Esa es la pregunta que se pasea por mi mente mientras me muevo de un lado a otro por el extravagante armario de Layla, el cual casi parecía otra habitación. En ese sitio había de todo, desde botas para el invierno, ropa deportiva, vestidos de fiesta, pijamas finísimos y ropa informal.Toco la textura de muchas de aquellas prendas, sorprendiéndome cada vez más con la siguiente, aquella tela casi parecía ser otra piel, joder, si es que esta chica sí que vivía en el paraíso de la moda.Tuerzo una sonrisa a la vez de que me dedico a negar con la cabeza. Joder, iba a tener una cita con un tipo desconocido… ahora en teoría incluso estaba comprometida con él, ¿Cómo debía de actuar ante ello? ¿debía de besarlo o fingir algun
Y sí que aquel restaurante era elegante, al menos Kyle tuvo la caballerosidad de pasar por su casa a cambiarse de ropa, ahora lucía unos jeans oscuros y una camiseta de cuello V color blanca, que remarcaba perfectamente unos brazos bien trabajados y unos pectorales bastante exuberantes, que casi hizo que me lamiera los labios.—“Para estar a tu altura” —fue lo que me dijo cuando se encontró conmigo otra vez, a la vez de que me guiñaba un ojo.Ahora, entramos al restaurante tomados de la mano, tal y como si fuésemos una pareja normal, ganándonos todas las miradas de las personas estiradas que estaban en el lugar, los cuales nos dedicaban miradas cargadas de desaprobación, como si estuviésemos entrando desnudos.—Y eso que no han notado que ando sin sujetador —le susurro a Kyle al acercarme a él, haciéndolo reír.Aquel rubio sin duda alguna era u
Al abrir los ojos por la mañana, lo primero que hago es tomar el móvil para revisarlo, encontrándome con la grata sorpresa de encontrar un nuevo mensaje de WhatsApp por parte de Kyle, lo que provoca que una sonrisa estúpida se forme en mis labios.“Buenos días, falsa Layla, ¿lista para la primera lección?” —era su mensaje.Asiento con la cabeza tal y como si él fuese capaz de mirarme, y es que en realidad me sentía muy ansiosa de aquellas dichas lecciones, por el único motivo de poder mirarle otra vez… aunque sea eso, mirarle.“¡Muero por aprender a ser como la carismática Layla!” —respondo con sarcasmo, lo que probablemente él entendió de inmediato gracias al “¡Ja ja ja!” que recibí por respuesta.Y sí, resulta que la tarde anterior habíamos hablado tanto de lo