“Es normal que sientas que ahora no eres tú” —me había dicho el médico antes de salir de mi habitación una vez más, después de haber aguantado a que le hiciera tantas preguntas que no podía contestar. “Por lo general, en todas las cirugías de corazón, sucede lo mismo; ganas de saber quién fue el donante, sentirte como si ya no fuera tu cuerpo, sentir como si ahora compartieras cuerpo con otra persona… no es nada que con el tiempo no se pueda superar” —el viejo hombre había sonreído, asintiendo con la cabeza en mi dirección. “Lo importante es que ahora estás viva y llena de salud”Y ahora, aquí estaba yo, de pie frente a un pequeño espejo en la habitación del hospital, revisando aquella rosada herida ubicada justo en el centro de mi pecho, una herida que me recordaba que, tenía un órgano que le perteneció a alguien más, a una pobre chica que un desgraciado asesinó, por no detenerse ante la luz roja del semáforo, una pobre mujer que, probablemente había dejado una familia amorosa atrás,
Aquel malestar me estaba matando.¿Cuándo iba a terminar esa sensación extraña dentro de mí?No se sentía bien pensar en que mi corazón ya no estaba ahí y que ahora, tenía el de alguien más. ¿Ella vivía conmigo? O ¿simplemente esta era yo?Me dirijo hacia el gran ventanal del departamento que la señora Morgan preparó para mí, tuerzo una sonrisa al ver aquellos enormes edificios levantarse frente a mí, ella había elegido una zona residencial, una de las mejores de Nueva York, no me sentía cómoda aquí, porque quería comenzar de cero, pero, la mujer insistió en querer ayudarme. Ahora debía de pensar solo en terminar de recuperarme y tratar de conseguir un trabajo para pagar mis gastos, pues no iba a permitirle que pagara todo lo que iba a gastar. Mucho había hecho ya con conseguirme este lugar, dinero que pensaba devolverle, porque no quería nada que viniera por parte del señor Morgan, ese hombre que me había cambiado por tener una buena posición económica.—¿Te gusta, cielo?Volteo a mi
Abro la puerta del departamento, después de escuchar un pequeño ruido proveniente de afuera. Ahí, me encuentro con Kyle, quien sostiene un ramo de rosas blancas y una caja de chocolates.Muerdo el interior de mi mejilla, evitando a toda costa ponerme a sonreír, aún estaba furiosa con él, y seguía con la idea de que necesitaba tiempo, pero, eso no era suficiente para borrar aquel enorme amor que siento hacia ese guapo rubio de ojos celestes.—Hola —susurra al sonreír—, sé que no quieres verme, pero, simplemente no aguanto las ganas de saber algo de ti, no tienes idea de lo mucho que te echo de menos, preciosa mía —confiesa al suspirar con pesadez, me tiende el ramo de rosas, las cuales tomo enseguida, acercándolas a mi nariz para sentir su aroma.—Es casi la media noche, Kyle —digo en respuesta, haciéndome a un lado para que pueda pasar.—Lo sé, es solo que… no podía dormir, simplemente no paro de pensar en ti.—Son preciosas, gracias —camino hacia la cocina, en busca de un jarrón para
—Lo siento, lo siento —repite el hombre con notoria pena, haciendo un ademán con sus manos mientras que una mueca se forma en su rostro—, no quise importunarlos, con su permiso —farfulle al bajar la mirada para luego comenzar a alejarse de ahí.Me quedo perpleja, dedicándome a ver la forma en que aquel hombre camina de prisa, al parecer, con una gran necesidad de poner distancia entre ambos. Trago saliva con fuerza, mientras aprieto a Milú a mi pecho.Joder… ¿aquel era el esposo de la chica que me donó su corazón? ¿Por qué carajos me había llamado con su nombre? Aprieto la mandíbula, justo cuando siento las manos de Kyle posicionarse sobre mis hombros, obligándome a mirarlo.—Escúchame, Ximena, ese hombre no debió de llamarte así, pero, tú no eres Emma, ¿de acuerdo? —asiento con la cabeza con lentitud, sintiendo como un horrible balde de agua fría me recorre desde la cabeza hasta los pies—, tú no eres Emma —repite al pegar su frente contra la mía—, ya esa chica murió, tienes su corazó
Me acerco a la tumba de aquella mujer, coloco el ramo de rosas rojas que le he comprado, dentro de un jarrón vacío que está al lado de una fotografía, donde se muestra muy sonriente al lado de sus dos hijos.Me siento sobre su tumba y estiro una mano hasta acariciar su imagen. Tuerzo una sonrisa, dedicándome a mirar a aquella guapa rubia que casi parecía estar sonriéndome. Carajo, ahora que tenía su lugar de descanso frente a mí, se sentía aun más incorrecto tener su corazón, por mi mente había pasado que, tal vez al venir a visitarla, aquella curiosidad sobre su vida, iba a parar, pero, lamentablemente no lo hacía, ahora más que nunca, quería saber cómo era ella, ¿su vida había sido realmente buena? ¿fue feliz?Niego con la cabeza, dejando salir un lento suspiro.—Gracias, Emma —susurro al fruncir los labios—, gracias por haberme dado una nueva oportunidad para vivir. Prometo que voy a cuidar de tu corazón, prometo que, trataré de ser inmensamente feliz, a como tú debiste de serlo an
Milú se pasea sobre mi cama, a cada cierto tiempo se echa y levanta una patita para lamerse, tuerzo una sonrisa, incapaz de dejar de mirarla, aquella cosita chiquita y blanca, era tan perfecta, que me provocaban tremendas ganas de querer comérmela.Yo me mantengo apoyando mi cabeza sobre los muslos de Kyle, dejándome llenar por aquellas agradables caricias de su mano al meterse dentro de mi cabello. Él está sumamente callado, tan solo era capaz los suaves suspiros que salen de sus labios.Muevo mi mano en dirección de Milú, esperando a que ella se acerque, lo que hace enseguida. Paso una mano por su pequeño cuerpo, sonriendo sin parar, demonios, ¿Cómo era posible haberme enamorado tan rápido de aquella pequeña gata? Jamás fui amante de los animales, por lo que, ni siquiera comprendía que fue lo que se me metió al querer tener uno.—¿Dónde estuviste en la tarde? —pregunta él al final, al dejar de acariciar mi cabello—, vine a verte, solo estaba Drake, con Milú.Trago saliva con fuerza,
Mis rodillas flaquean en cuanto abro la puerta y lo encuentro a él ahí, de pie frente a mí, pasando una mano por su canoso cabello con notoria incomodidad.Los ojos verdes del señor Morgan se clavan en los míos, mientras que en sus labios se dibuja una pequeña sonrisa cargada de timidez. Imaginé muchas veces este momento, me había hecho diversos escenarios de lo que pasaría cuando al fin volviera a verlo. En uno, me imaginaba diciéndole cosas horribles, en otro imaginé que simplemente sería capaz de golpearlo, pero, jamás imaginé que en realidad lo único que haría, sería perder el habla.Y sí, ahí estaba yo, completamente muda, con mi cuerpo tembloroso al no saber cómo actuar frente al hombre que me dio la vida y que, a la vez, fue capaz de abandonarme.—Un mes… dos meses, me la he pasado imaginando este momento por dos meses completos, hasta que fui capaz de decidirme a venir a verte —suelta al apoyar una mano en el marco de la puerta, descansando todo su peso en un solo pie—, he sid
—Ahora me cuesta mucho trabajo verte —se queja mi madre en cuanto abro la puerta de mi departamento para que ella pueda ingresar, tuerzo una sonrisa al ver la cantidad de bolsas que carga, lo que se podía ver como comida, además de golosinas, la mujer sabía perfectamente lo que me gustaba y por ello, no paraba de sorprenderme.—¡Hola suegrita! No sabíamos que vendría de visita —la saluda Kyle al salir de la habitación, acomodándose la camiseta después de haberla pasado sobre su cabeza.Mi madre lo mira, manteniendo una ceja levantada, para luego observarme a mí, dedicándose a negar con la cabeza.—¿Vine en mal momento?—¡Que va! Ya hemos terminado —le aseguro al guiñarle un ojo—, íbamos a cenar, estás invitada.Ella chasquea la lengua, para luego soltar una risita cargada de diversión, al continuar observando a Kyle.—Es extraño saber que primero fuiste prometido de Layla y ahora lo eres de Ximena.—Creo que jamás pude considerarme prometido de Layla, Patricia —murmura él al dirigirse