—Papá —digo al parpadear, aún sosteniendo el móvil pegado a mi oído, dejándome llenar por el pánico el cual me provoca casi desvanecerme.
Me sostengo de la fuente, tratando de controlar el temblor que se apodera de mi cuerpo, lo que provoca que el hombre frente a mí se apresure a ayudarme a levantar.
—Cielo, tesoro, ¿ha sido tu corazón? —interroga al colocar ambas manos sobre mis hombros.
—Yo… no lo sé —acepto al negar con la cabeza, tratando de concentrarme otra vez en la voz de Drake, quien insiste en saber cómo estoy—. Drake, te llamo luego —murmuro al teléfono—, sí, sí, estoy bien, ahora solo necesito descansar.
Termino la llamada, guardando el móvil en la bolsa de mi pijama. Levanto la mirada, dedicándome a ver al señor Morgan, quien continúa observándome con
Los últimos días había quedado plasmado en mi rostro una sonrisa tan grande, que no era capaz de borrar con nada. Suspiros venían y suspiros iban cada vez que pensaba en Kyle, quien no dejaba de mandarme flores y mensajes.Todo apuntaba a ser que en verdad le había robado la vida a Layla, y en teoría, debía de sentirme mal por ello, pero no lo hacía, simplemente me había dedicado a disfrutar de su prometido y también de sus padres, ¿esto resultaba ser malo? Probablemente, pero, después de todo, tal parecía que aquella chica me estaba pagando con la misma moneda, pues según lo que me había dicho Drake, se estaba empecinando en que todo el mundo me odiara.—Firme estos documentos, y estaremos listos para las nuevas inversiones —dice uno de los abogados al poner una serie de papeles frente a mí.El señor Morgan había insistido en
—En serio que huele genial —menciono al acercarme a la estufa mientras Kyle se dedica a mover lo que parece ser, una crema de ayote.—Te dije que soy talentoso —dice al guiñarme un ojo.Toma una pequeña cuchara para embarrarla de crema, la acerca a sus labios, la sopla y luego la acerca a los míos, aquello olía delicioso, lo que provoca que mi estómago ruja ante las ganas de probarla.Separo mis labios y cierro los ojos en cuanto mi lengua hace contacto con aquella crema, la cual llena mi paladar de canciones angelicales, ante el delicioso sabor.—Joder, sí que está deliciosa —digo al abrir los ojos, dejando salir un ruidito de satisfacción.Él se ríe, limpiando levemente la cuchara para volver a introducirla, repitiendo el proceso de soplar, la única diferencia fue que, en vez de darme a probar otra vez, embarra la crema en mi nariz, ha
KYLENo puedo parar de temblar.Desde el instante en que Ximena entró al quirófano, un horrible temor se apoderó de mí, temía no volver a verla, su corazón estuvo a punto de detenerse, por mi maldita culpa, por alterarla, por no aguantar las ganas de tenerla conmigo.Tallo mi rostro con ambas manos mientras me inclino levemente, me encuentro en la sala de espera del hospital, esperando noticias suyas. El cardiólogo me informó que tenían que abrir su pecho, tratar de reconstruir una de las válvulas que habían sufrido mayor daño, para así tratar de alargar su vida, mientras llegara la persona que pudiese donarle su corazón.Ella estaba muriendo, y yo sentía que estaba muriendo con ella.Jamás había sentido tanto amor hacia alguien, a como era capaz de sentirlo por Ximena, muy a pesar de que su linda cara era id&eacut
Narra XimenaAhora es cuando comenzaba mi lucha.Entre dormida y despierta, era capaz de escuchar al médico hablarme, quien me explicaba sobre todo el procedimiento que había hecho en mí, para detener el daño considerablemente, trataba de abrir mis ojos, pero me sentía muy débil.Había sido tan estúpida como para suponer que podía aguantar, ahora, el hecho de haberme sometido a esta cirugía de corazón abierto durante tantas horas, me convencía una vez más, de que no me quedaba mucho tiempo.—Justo ahora deberá de sentirse muy cansada, sin fuerzas, es normal por la anestesia —escucho al médico hablar—, solo debe de saber que la cirugía ha salido bien, he cortado el avance, pero, el daño está ahí, que quede claro que necesitas otro corazón, Layla, y que, la necesidad de mantenerte quieta, ya no es más una sugerencia; es una orden —lanza sin más, como si con ello estuviera recordándome que yo no había hecho nada de lo que él me había pedido desde el instante en que comencé a venir a las
Narra LaylaAhora comprendía a qué se debía aquella insistencia por parte de Kyle, para que continuara con esta farsa; cuando me habló, creí que tan solo se burlaba de mí al no ser capaz de tolerar la maldita vida de una mujer de clase media, pero ahora, al leer aquel artículo donde se hablaba de la necesidad de un donante de corazón para la hija de Jeremy Morgan, me hacía entender a dónde terminaba la necesidad de su parte de que aquella chica continuara manteniendo mi lugar; estaba más que claro que, viviendo su sencilla vida de siempre, se le haría prácticamente imposible conseguir aquel corazón que al parecer, ahora necesitaba… ¡que lastimoso sería que todo el teatro cayera ahora, dejándola fuera de juego!Repaso nuevamente aquel artículo, donde se veía a Kyle cargándola en sus brazos para llevarla al hospital, tal parecía que el estado de salud de Ximena era verdaderamente grave, cualquier movimiento en falso y la chica moriría.Mi intención no era matarla, claro está, podía ser
Narra LaylaEntro a mi habitación, aquella en la que tanto había extrañado estar, cierro los ojos y abro los brazos, girando en mi propio eje, disfrutando del hecho de haber vuelto a mi hogar, de volver a ser Layla Morgan, la gran heredera del imperio Morgan.—¡Joder! ¡Que bien se siente estar de vuelta! —exclamo para mí misma, sin dejar de girar, sintiéndome feliz y plena de haber vuelto a mi lugar, uno del cual jamás debí de haber salido en primera instancia.Estaba aquí, a pesar de que ahora debía de pagar el maldito precio de fingir ser la mojigata de Ximena, pues la muy maldita se había atrevido a jugar a la niña buena y amorosa con todo el mundo.¡Que fastidio! ¡Que maldito fastidio había sido tolerar las excesivas muestras de cariño por parte de mi madre y las excesivas preguntas de mi padre con respecto de cómo había estado mi día!Pero ahora, todo había acabado, era momento de tirarme a la cama y descansar a como hacía mucho tiempo que no lo hacía en aquella maldita caja de c
—¡Oh! Hoy hay pescado, seguro que estamos portándonos bien —menciona Ángela al hacer la fila en el comedor para que nos depositen el almuerzo.Ver lo que hay en aquellas bandejas, me provocan ganas de hacer una arcada, joder, si aquello era un buen almuerzo para ella, ¿Qué sería aquí un mal almuerzo? Casi se podía decir que el pescado estaba hervido y… malo.Al ser mi turno, observo a la chica que está detrás de las bandejas, quien forma en sus labios una sonrisa cargada de burla.—¿Qué? ¿te da asco, princesa? —interroga al depositar mi porción no sobre mi plato, si no en el suelo.—Joder, Annabelle, ¿Qué mierdas te pasa? —gruñe Ángela tras de mí—, ¡sírvele su porción ahora mismo!La pelirosada frente a mí, deja de mirarme, para dedicarse a ver a mi pequeña compañera, quien tan solo se dedica a mirarla con el ceño fruncido. La tal Annabelle ni siquiera es capaz de chistar, tan solo se dedica a asentir con la cabeza, para luego volver a servir, dedicándose a pedirme una pequeña disculp
Lo primero que hago es pedir una cita con el médico de la prisión. Le comento sobre mi problema cardíaco, me realiza unos estudios nuevos y, me receta un nuevo medicamento, no tan bueno a como el que estaba tomando, pero, al menos tendría la esperanza de que el daño de mi corazón no siguiera.Ahora me encontraba en el enorme patio de la prisión al lado de Ángela, quien sostenía el saco de boxeo para que yo pudiera golpearlo. Mis nudillos dolían, estaban reventados, pero, aún así no me detenía, el solo hecho de imaginar el rostro de Layla sobre aquel saco, imaginar que es su sangre la que corre por nudillos me hace querer seguir golpeando con mucha más fuerza…Era increíble lo que el odio era capaz de hacerle a las personas, sabía que no era bueno, pero, era capaz de transformarlas, de cegarlas al punto de no reconocerse.—Basta, es suficiente —me detiene Ángela al sostener mis manos—, estás comenzando, no es bueno que te mates el primer día.Coloco ambas manos sobre el saco y pego mi