Piero
A las seis de la mañana del lunes apago mi despertador, me siento cansado, y me gustaría pasarme el día en la cama, y olvidarme de todos los problemas que me esperan en la oficina, pero sé que no debo, ni puedo.
Me giro con cuidado, y veo que Aba duerme profundamente. La observo, y me sorprende lo feliz que parece así dormida, su rostro parece más joven, casi adolescente, y su pecho sube y baja rítmicamente indicando que está dormida.
Reviso todas las notificaciones de mi teléfono, veo varios mensajes urgente, y me levanto con un suspiro. Me meto en la ducha, y dejo que el agua caliente bañe mi cuerpo.
Mientras estoy enjabonándome la cabeza, con los ojos cerrados, pues desde siempre he odiado que me entre jabón en los ojos, noto una caricia húmeda en mi pene. Mi cuerpo, aún un poco adormilado, reacciona instantáneamente, y noto un ramalazo de placer por todo mi ser.
Abro los ojos, y ahí está mi ninfa, despei
Aba Al día siguiente, ya martes, me despierto, y compruebo que Piero sigue sin dar señales de vida, ni mensajes, ni llamadas. Me preocupa bastante, sobre todo porque imaginaba que regresaría ayer por a noche, a fin de cuentas Milán está muy cerca de donde nosotros nos encontramos. Pero también sé que los negocios de Piero son muy exigentes, y no siempre tiene tiempo libre, pues tiene muchas obligaciones. Me visto con una falda larga plisada, y una blusa blanca que compré justo antes de este viaje, y decido también arreglarme el pelo, y ponerme un poco de maquillaje. Sé que no es algo que yo haga normalmente, de hecho cuando acabo de arreglarme y me miro en el espejo, la imagen que encuentro se parece más a mi madre que a mi misma, pero si voy a pasar la mañana con la matriarca de la familia Cardoglia quiero estar preparada para ello. En el tiempo que llevo aquí no la he visto ni un solo día con ropa casual, como unos vaqueros; ni la he visto nu
AbaDurante las siguientes horas me muevo como un fantasma. Dejo que ambas mujeres me pidan que las fotografíe en distintos puntos de la habitación, les indico opciones para mejorar sus posturas, e incluso espero a que la madre de Piero y Bea vaya en busca de una preciosa gargantilla de rubíes que le coloca suavemente a Nina en el cuello, me pregunta si me gusta, y le digo que le queda muy elegante, y que me parece una opción perfecta para un retrato familiar; ella sigue hablando, narra la historia de como la abuela de Piero escondió este precioso collar durante la guerra, y como tuvo que volver meses después en su busca, pero yo apenas puedo escuchar nada.Cuando al fin deciden que están hambrientas, y que las fotos han quedado perfectas, yo siento que no tengo fuerzas para nada más, y me excuso de acompañarlas en la comida. Me limito a comentar que soy maniática, y que m
BeaNuestros días de desconexión están terminando, siento pena, porque ha sido un viaje increíble, pero a la vez, sé que debo volver a la realidad. Subidos en el avión que nos lleva de vuelta al mundo real, miro a Mattin, cojo su mano, y le doy un beso suave en los labios.Mattin lleva un pantalón blanco y una camiseta también blanca, y como complemento, unos cuantos collares de conchas de los que hemos ido comprando durante todos estos días. Su vestimenta, entre playera y hippie, me hace gracia, pues hace resaltar el color rojizo que ha adquirido su piel. A pesar de que hemos usado protección solar durante todo el viaje, su piel excesivamente blanca, no tolera demasiado bien el sol ardiente.Pero nada, ni siquiera un poco de sol, podía impedir que disfrutáramos del viaje como si fuéra nuestra primera escapada.
PieroLlevo más de quince minutos contemplando la pantalla de mi ordenador, y no he avanzado nada, los emails no dejan de acumularse, y las llamadas hacen otro tanto.Pero hace rato que no puedo dejar de pensar que Aba ha tenido que irse por algún motivo, que algo ha debido suceder, y yo no lo sé. Cuando intento concentrarme nuevamente en los mensajes de mi bandeja de entrada, veo como la pantalla del teléfono se ilumina, y por primera vez en un par de días, decido responder esa llamada.- Bea, ¿qué tal la luna de miel? ¿Lo habéis pasado bien?- Hola, Piero, si, ha estado genial, demasiado sol para Mattin, pero no pasa nada, vamos de camino a una farmacia, a conseguirle loción after sun. ¿Me has echado de menos, hermanito?- Si,la casa parecía vacía sin tu parloteo constante.Ella se ríe al
PieroHe esperado varias horas a coincidir con mi madre. No quiero que note lo ansioso que estoy por descubrir qué ha sucedido con Aba. Sé que no le gusta demasiado, de hecho durante todo el tiempo que ella ha pasado alojada en nuestra casa, apenas si ha mantenido con ella la mínima cortesía que se le debe a un huésped. Y cuando escucho como abre la puerta del salón, a eso de las seis de la tarde, me alegro mucho, porque necesito saber.- Piero, que sorpresa encontrarte aquí, ¿eso que tienes en las manos es un libro, cariño? Hace años que no te veo leer nada más que reportes financieros.- Buenas tardes, mamá. Si, estaba leyendo uno de los libros de la biblioteca, aprovechando que he acabado pronto esta tarde- bajo la mirada hacia la página en la que lo tengo abierto, no porque tema perderme y no ser capaz de encontrar por donde iba leyendo, sin
AbaLlevo ya varios días instalada en Madrid. He intentado olvidar a Piero, pero no he podido, me despierto cada día pensando en él, y lo único que me ayuda es la rutina. He establecido hábitos sencillos, y que no me cueste seguir. Me levanto cada día a las siete de la mañana, salgo a correr, y al volver a casa, me ducho. Después, me encierro en el estudio, y paso allí todo el día, hasta que anochece. La mayor parte del tiemp, ni siquiera estoy trabajando, pero si estoy allí, al menos evito que todos mis amigos me inviten a hacer planes. No es que no me apetezca verlos, pero lo que no quiero es que lo hagan por lástima, y hasta ahora así está siendo.Hace unos días hice una excepción, y quedé con Alex. Lo hice sobre todo por que me dejara de enviar mensajes con memes estúpidos, de hecho, creo que de no haberle respondido, mi m&oacu
PieroEstoy tan exhausto, que al tumbarme en la cama, al lado de Aba, me invade una sensación cálida, y una extraña tranquilidad, y me quedo dormido. Despierto un par de horas después, y veo que Aba también está dormida. Se ha quitado ya ese feo pijama que llevaba cuando abrió la puerta, y ahora luce un camisón de seda. Y madre mia, que camisón, la tela se acópala su cuerpo, y marca cada milímetro de sus deliciosas curvas.Trato de portarme bien, pero no puedo conseguirlo, mi mano se coloca entorno a su pecho, y lo amaso deleitándome el su suavidad. Mientras la acaricio escucho un suave jadeo proveniente de su boca, y no sé si sigue dormida, o mis caricias la han despertado, pero sigo con mi exploración. Toco su otro pecho, y ella se revuelve, y jadea de nuevo, y de pronto, mientras bajo mi mano por su estómago, y la coloco en su pubis, n
Aba- ¿Qué esperabas, Aba? ¿Un anillo tan grande como el de Bea? Porque yo nunca te dije que la posición de esposa estuviera en el menú ¿o si?¿qué esperabas conseguir volviéndome loco cada noche?Reproduzco las palabras de Piero en mi cabeza una y otra vez. He visto como se levantaba, presa de la furia y salía de la casa.Y mientras él se comportaba de ese incomprensible modo, lo único que he podido hacer es seguir con la mirada cada uno de sus movimientos. De algún modo, esperaba que él se daría cuenta del gran error cometido, que se disculparía por sus palabras crueles y carentes de sensibilidad, pero no la he hecho, simplemente se ha ido, dejando la casa llena de un vacío que no existía antes de que él hubiera estado dentro de mi hogar.Último capítulo