Piero
Escucho la voz de Nina antes de que mi secretaria la anuncie, y siento como un nudo se instala en mi garganta y amenaza con estrangularme si no hago algo pronto. Así que salgo yo mismo a recibirla, y la encuentro a pocos metros, tan deslumbrante como siempre, pero con una indescifrable expresión en el rostro.
- Acompáñame al despacho, por favor, Nina.
- ¿Queréis que os sirva algo? ¿Café? ¿Té?.- Agrga rápidamente mi eficiente secretaria.
- No, todo está bien, tranquila, continúe con sus tareas.- le digo yo.
Cuando al fin cierro la puerta tras de Nina, me acerco al mueble bar, y sirvo dos copas generosas de bourbon, a ella le gusta, y a mi, me vendrá bien.
- ¿Vas a explicarme ya qué ocurre, Piero?
Me dice en cuanto dejo su vaso sobre la mesa.
- Es comp
Nina- Si es así, habla, por favor.-dice Piero con un tono un tanto desesperado en su voz.- Tu testimonio puede ayudarnos a desentrañar este problema.- Nina colocó su pie delante de los de Aba, yo la vi. Y cuando la pobre tropezó, no intentó en ningún momento ayudarla a recuperar el equilibrio, sino que la dejó rodar.- ¡Serás bastarda! Tú no pudiste ver nada, no estabas en tu mesa, hablas de ese modo porque me odias, y deseas a Piero para ti.- No negaré que eres una persona desagradable, y que a nadie en empresas Cardoglia le gustas; pero no mentiría sobre algo tan grave de no estar segura. Lo vi todo, pero tú no me viste, porque mi sitio está medio oculto, y si no te fijas muy bien, no se ve a la persona sentada en la mesa.Miro a Piero con mi caramás inocente, pero él no se ablanda. Me giro entonces hacia la señor
Aba Me despierto con dolor de cabeza, y trato de enfocar la vista, aunque noto que me cuesta mucho hacerlo. Me noto dolorida, y con poca movilidad, y de repente, aterrada, descubro que mi vientre ha desaparecido, y trato de palparme el abdomen, en el lugar en el que supuestamente debería estar creciendo mi hijo, ahora hay solo un vacío inmenso. - ¿Hola?.- me escucho decir con una voz pastosa y ronca que casi no se parece a mi tono original. Al instante detecto un movimiento, y la cara de Piero se coloca justo enfrente de la mia. - Aba, no puedo creerlo, no puedo creerlo, estás bien, has despertado. - Agua, por favor.- gimoteo yo con una voz, que más parece un graznido que una voz. Él me acerca un vaso con una pajita de un color rosa intenso, y bebo un sorbito, aunque me cuesta mucho tragar el poco agua que he ingerido. - Aba, ¿cómo te sientes? - Fatal, ¿dónde estoy
EpílogoYa llevamos seis meses en casa, y aunque algunas de las magulladuras aún me duelen, y necesito hacer sesiones de fisioterapia para no sentir dolor al doblar el cuello, me siento completamente feliz. Marco está creciendo tan rápido que me da miedo despertarme un día y que se haya convertido en un hombrecito. Y aunque las primeras semanas de convalecencia fueron duras, gracias a la ayuda de la señora Cardoglia,lo estoy llevando todo mejor.La señora Cardoglia, la madre de Piero, se presentó un buen día en casa, cuando sabía que Piero estaba trabajando, y me suplicó que la dejara entrar, y ver a su nieto.Yo la llevé con Marco, y me mantuve a una distancia prudente, porque no sabía que decir, pero ella fue la que decidió romper el hielo, y pedirme disculpas por todo el daño hecho, y preguntarme si necesitaba ayuda con el niño. Yo le
AbaEs el primer lunes de mi vida que me despierto ilusionada. Lo cierto es que no soy una persona a la que le gusten los lunes, o las mañanas, o madrugar; pero hoy es un día especial. Voy a coger un vuelo a Italia, y allí, llevaré a cabo el mayor proyecto de mi carrera laboral.¡Ay! Había olvidado presentarme, soy Aba, tengo veinticinco años, y me dedico a la fotografía profesional, lo que en realidad quiere decir que suelo pasar largas horas rodeadas de novios histéricos que me han encargado su sesión de fotos de boda; de niños maleducados, que van a posar para mi por su comunión; o de intranquilos padres primerizos que quieren hacer una sesión de fotos a su bebé, pero no acaban de fiarse de dejarlo en mis jóvenes e inexpertas manos.Pero este proyecto es diferente, es uno de esos encargos de los que presumiré durante toda mi vida. La fa
AbaMientras estoy decidiendo si me apetece planchar uno de los vestidos largos, o prefiero usar pantalones de traje y camisa de satén, alguien llama a mi puerta.Es Piero, con su cabello rubio ondulado cayendo sobre la frente, sus ojos azules entrecerrados, y su espectacular bronceado de invierno.- Signorina, he pensado sobre lo que ha dicho mi hermana esta mañana, y me gustaría disculparme por mi falta de modales de ayer. Ven a cenar conmigo, por favor.- No es necesario, de verdad, no quiero causar molestias.- Si que lo es, es usted una invitada de mi hermana, y no he sido todo lo educado que debería. Iremos a un sitio casual, no es necesario vestir de gala, no te preocupes.Y mientras lo dice, mira el vestido negro y largo que está extendido sobre la cama, y después se va. No sé si se refiere a que es un vestido adecuado para la ocasión o no, pero nunca antes he sali
Piero Desde que hice la desafortunada pregunta sobre su novio he notado dos cosas; la primera, es que la pobre Aba se ha retraído, y ha dejado de ser comunicativa; la segunda, e inexplicable, es que una sensación de gozo se ha extendido por todo mi cuerpo. Colocó mi mano sobre la suya, en un gesto, que por algún motivo, me parece perfectamente natural, y le digo que está mejor sin él. - ¿Cómo decidiste dedicarte a la fotografía?- Pregunto en un intento de levantar el ánimo de la preciosa joven que me acompaña. - Me gusta la idea de crear un recuerdo que dure para siempre. Y con esa sola frase, ya me ha ganado; ahora entiendo a Bea cuando dice que ella es la persona indicada para nuestro proyecto. Pido la cuenta, y al levantarme, me doy cuenta de que me he excedido con el vino, por lo que mi flamante Lamborgini tendrá que pasar la noche en el garaje del restaurante. Pero no me importa, porque Leo, el dueño es un viejo ami
Piero Miro a Aba mientras aún mantiene los ojos cerrados, tratando de recomponerse tras el brutal orgasmo que la ha arrasado, y me quedo con la boca seca, no solo por la maravillosa experiencia que hemos compartido, sino porque nunca, en toda mi vida, me había sentido así de excitado con ninguna otra mujer, esa pequeña fotoógrafa tiene algo que me vuelve loco, y que me hace perder la cabeza, porque a medida que el flujo de sangre vuelve a inundar todo mi cuerpo, me doy cuenta de que en el exterior se escuchan voces, y ruido de bolsas, y nosotros estamos en medio de la cocina, medio desnudos y con las bragas de Aba en medio del suelo. Me levanto deprisa, la ayudo a vestirse, le coloco el pelo; ella me coloca la camisa, y mientras intento serenarme, golpeo una de las botellas que Aba había colocado para su sesión de fotos. El vino se derrama por la mesa, lo invade todo, y empieza a gotear hacia el suelo. Y mientras yo busco algo con lo que limpiar el des
Piero Trato de comportarme como un caballero, le muestro el espacio, le explico la historia del lugar, y tras varios minutos viéndola cambiar objetivos, no puedo resistirme a besarla detrás de la oreja, mientras ella contempla el mundo por el visor de la cámara. Al principio, es solo un beso dulce, un roce en su piel; luego, ella se gira, y su mirada vulnerable, e intensa, me vuelve loco. La beso sin contenerme, mientras nuestras lenguas se abrazan en una lucha silenciosa. Sé que debe de estar notando mi erección, pues la tengo aprisionada entre mis brazos, y estoy muy duro, pero no me importa. Quiero que me vea la reacción que ella provoca en mi interior. La beso en el cuello, y la noto estremecerse de placer, al igual que cuando le acaricio los pechos. Ella cuela sus manitas entre mi pelo, y me besa en el pecho, me lame con despreocupación, y provoca un huraćán de emociones en mi cuerpo. La llevo al interior del establo, y cue