Capítulo 2

Aba

Mientras estoy decidiendo si me apetece planchar uno de los vestidos largos, o prefiero usar pantalones de traje y camisa de satén, alguien llama a mi puerta.

Es Piero, con su cabello rubio ondulado cayendo sobre la frente, sus ojos azules entrecerrados, y su espectacular bronceado de invierno.

- Signorina, he pensado sobre lo que ha dicho mi hermana esta mañana, y me gustaría disculparme por mi falta de modales de ayer. Ven a cenar conmigo, por favor.

- No es necesario, de verdad, no quiero causar molestias.

- Si que lo es, es usted una invitada de mi hermana, y no he sido todo lo educado que debería. Iremos a un sitio casual, no es necesario vestir de gala, no te preocupes.

Y mientras lo dice, mira el vestido negro y largo que está extendido sobre la cama, y después se va. No sé si se refiere a que es un vestido adecuado para la ocasión o no, pero nunca antes he salido a cenar en Italia, y este es mi vestido preferido, así que tengo claro que lo llevaré puesto esta noche.

Piero

Una hora más tarde de haberme presentado en la puerta de Aba, salgo de mi habitación, y mientras me dirijo a la escalera, escucho gritos provenientes de la habitación de Beatrice. No entiendo lo que me dicen, por lo que deduzco que está hablando con su novio francés, y no parece que la llamada esté yendo bien.

Aún así llamo a su puerta, y Bea me abre con los ojos rojos, hinchados y con varias manchas de máscara de pestañas en las mejillas.

- La cena...- susurra con cara desencajada.

- No te preocupes, la anulo, y salimos mañana, no pasa nada.

- No, no, por favor, prefiero quedarme sola, lleva a Aba al Principessa Grace, le va a encantar, y quiero que aparte de trabajar disfrute un poco de su estancia. Me vendrá bien quedarme y descansar un poco.

- Está bien, no quiero discutir contigo, parece que has tenido un día duro.

- Gracias, hermanito.- ya me estaba girando para bajar la escalera y recoger a Aba, cuando escucho que Bea me llama- Piero, sé un caballero con ella.

- Por supuesto, Bea.

Piero

Mientras espero en la entrada, me entretengo mirando el móvil, respondiendo correos, y programando algunas citas de la semana próxima, y aunque pensaba que no estaba prestando mucha atención al teléfono, me sorprendo cuando nuestra invitada carraspea, y yo levanto la mirada de la pantalla.

- Bellissima, mia cara.

Me sorprendo a mi mismo con esas palabras demasiado personales que dedico a alguien a quien conozco hace solo un día, y le ofrezco el brazo para acompañarla hasta el coche. Ella me da las gracias un poco ruborizada, no sé si por el cumplido, o por escoltarla al coche.

Aba

Cuando salimos de la casa, me quedo sin aliento, el coche es un Lamborgini negro, elegante, y precioso, y me sorprendo al emocionarme mientras me deslizo en sus tapicería de cuero. El viaje hasta el restaurante es corto, pero intenso, un recorrido fugaz en las manos expertas de Piero que maneja el vehículo como si fuera una extensión de su propio cuerpo.

Y al llegar, me sorprende el restaurante, es pequeño, con fachada de piedra, y con mesas a la entrada con mantel de cuadros rojos y blancos.

Por algún motivo, había esperado de Piero una elección más lujosa e impersonal; pero este lugar me encanta nada más verlo.

Piero habla brevemente con el gerente, y nos lleva a un patio trasero adornado con guirnaldas de luces, y en el que solo hay cuatro mesas, lo suficientemente separadas para gozar de intimidad, y todas ellas rodeadas de vegetación.

Piero

- Si me permites, Aba, me gustaría recomendarte que pruebes uno de nuestros vinos, es el maridaje perfecto para la cena je nos servirán en breve.

- Por supuesto, tú eres el experto.

Cuando nos traen el vino, no puedo dejar de observa sus labios carnosos de los que emana un murmullo de placer al probar el tinto que nos han servido. Para desviar la atención le pregunto muchas nimiedades sobre su vida, y lleno los silencios con frases hechas, hasta que de pronto, mientras nos sirven la carne, me encuentro preguntándole.

- ¿Se unirá tu novio a nosotros durante estos meses? Debe ser muy duro para él pasar tanto tiempo sin verte.

No sé de donde ha salido esa pregunta, porque lo cierto es que recuerdo que Bea ha mencionado en algún momento que ella está saliendo con un caradura que no le gusta nada, y que espera que ella abra los ojos.

- No, lo cierto es que ahora mismo no tengo un novio en mi vida. Lo tenía hasta hace un par de meses, pero teníamos diferentes proyectos de vida.

Aba

Cuando acabo esa frase de “diferentes proyectos de vida” siento como bajo automáticamente la mirada hacia el plato, y revuelvo las verduras que acompañan al espectacular asado de ternera sin pensar.

Diferentes estilos de vida, es la forma bonita de decir que el trabajo de relaciones públicas de mi novio era una tapadera perfecta para explicar las continuas llamadas de desconocidas, y las reuniones de trabajo de madrugada.

Lo que realmente hacía en esas reuniones era tirarse a todas las rubias oxigenadas de a ciudad, y hacerles fotos guarras, con la excusa de que las convertiría en influencers de éxito.

Cuando lo descubrí me sentí muy tonta, y a la vez muy dolida. Me hubiera gustado montarle una escena de película, pero no, lo único que hice fue llevar sus cosas a casa de su madre, y mandarle un w******p para decirle que le daba veinticuatro horas para dejar la copia de mis llaves de casa en la portería del edificio.

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