Aba
Mientras estoy decidiendo si me apetece planchar uno de los vestidos largos, o prefiero usar pantalones de traje y camisa de satén, alguien llama a mi puerta.
Es Piero, con su cabello rubio ondulado cayendo sobre la frente, sus ojos azules entrecerrados, y su espectacular bronceado de invierno.
- Signorina, he pensado sobre lo que ha dicho mi hermana esta mañana, y me gustaría disculparme por mi falta de modales de ayer. Ven a cenar conmigo, por favor.
- No es necesario, de verdad, no quiero causar molestias.
- Si que lo es, es usted una invitada de mi hermana, y no he sido todo lo educado que debería. Iremos a un sitio casual, no es necesario vestir de gala, no te preocupes.
Y mientras lo dice, mira el vestido negro y largo que está extendido sobre la cama, y después se va. No sé si se refiere a que es un vestido adecuado para la ocasión o no, pero nunca antes he salido a cenar en Italia, y este es mi vestido preferido, así que tengo claro que lo llevaré puesto esta noche.
Piero
Una hora más tarde de haberme presentado en la puerta de Aba, salgo de mi habitación, y mientras me dirijo a la escalera, escucho gritos provenientes de la habitación de Beatrice. No entiendo lo que me dicen, por lo que deduzco que está hablando con su novio francés, y no parece que la llamada esté yendo bien.
Aún así llamo a su puerta, y Bea me abre con los ojos rojos, hinchados y con varias manchas de máscara de pestañas en las mejillas.
- La cena...- susurra con cara desencajada.
- No te preocupes, la anulo, y salimos mañana, no pasa nada.
- No, no, por favor, prefiero quedarme sola, lleva a Aba al Principessa Grace, le va a encantar, y quiero que aparte de trabajar disfrute un poco de su estancia. Me vendrá bien quedarme y descansar un poco.
- Está bien, no quiero discutir contigo, parece que has tenido un día duro.
- Gracias, hermanito.- ya me estaba girando para bajar la escalera y recoger a Aba, cuando escucho que Bea me llama- Piero, sé un caballero con ella.
- Por supuesto, Bea.
Piero
Mientras espero en la entrada, me entretengo mirando el móvil, respondiendo correos, y programando algunas citas de la semana próxima, y aunque pensaba que no estaba prestando mucha atención al teléfono, me sorprendo cuando nuestra invitada carraspea, y yo levanto la mirada de la pantalla.
- Bellissima, mia cara.
Me sorprendo a mi mismo con esas palabras demasiado personales que dedico a alguien a quien conozco hace solo un día, y le ofrezco el brazo para acompañarla hasta el coche. Ella me da las gracias un poco ruborizada, no sé si por el cumplido, o por escoltarla al coche.
Aba
Cuando salimos de la casa, me quedo sin aliento, el coche es un Lamborgini negro, elegante, y precioso, y me sorprendo al emocionarme mientras me deslizo en sus tapicería de cuero. El viaje hasta el restaurante es corto, pero intenso, un recorrido fugaz en las manos expertas de Piero que maneja el vehículo como si fuera una extensión de su propio cuerpo.
Y al llegar, me sorprende el restaurante, es pequeño, con fachada de piedra, y con mesas a la entrada con mantel de cuadros rojos y blancos.
Por algún motivo, había esperado de Piero una elección más lujosa e impersonal; pero este lugar me encanta nada más verlo.
Piero habla brevemente con el gerente, y nos lleva a un patio trasero adornado con guirnaldas de luces, y en el que solo hay cuatro mesas, lo suficientemente separadas para gozar de intimidad, y todas ellas rodeadas de vegetación.
Piero
- Si me permites, Aba, me gustaría recomendarte que pruebes uno de nuestros vinos, es el maridaje perfecto para la cena je nos servirán en breve.
- Por supuesto, tú eres el experto.
Cuando nos traen el vino, no puedo dejar de observa sus labios carnosos de los que emana un murmullo de placer al probar el tinto que nos han servido. Para desviar la atención le pregunto muchas nimiedades sobre su vida, y lleno los silencios con frases hechas, hasta que de pronto, mientras nos sirven la carne, me encuentro preguntándole.
- ¿Se unirá tu novio a nosotros durante estos meses? Debe ser muy duro para él pasar tanto tiempo sin verte.
No sé de donde ha salido esa pregunta, porque lo cierto es que recuerdo que Bea ha mencionado en algún momento que ella está saliendo con un caradura que no le gusta nada, y que espera que ella abra los ojos.
- No, lo cierto es que ahora mismo no tengo un novio en mi vida. Lo tenía hasta hace un par de meses, pero teníamos diferentes proyectos de vida.
Aba
Cuando acabo esa frase de “diferentes proyectos de vida” siento como bajo automáticamente la mirada hacia el plato, y revuelvo las verduras que acompañan al espectacular asado de ternera sin pensar.
Diferentes estilos de vida, es la forma bonita de decir que el trabajo de relaciones públicas de mi novio era una tapadera perfecta para explicar las continuas llamadas de desconocidas, y las reuniones de trabajo de madrugada.
Lo que realmente hacía en esas reuniones era tirarse a todas las rubias oxigenadas de a ciudad, y hacerles fotos guarras, con la excusa de que las convertiría en influencers de éxito.
Cuando lo descubrí me sentí muy tonta, y a la vez muy dolida. Me hubiera gustado montarle una escena de película, pero no, lo único que hice fue llevar sus cosas a casa de su madre, y mandarle un w******p para decirle que le daba veinticuatro horas para dejar la copia de mis llaves de casa en la portería del edificio.
Piero Desde que hice la desafortunada pregunta sobre su novio he notado dos cosas; la primera, es que la pobre Aba se ha retraído, y ha dejado de ser comunicativa; la segunda, e inexplicable, es que una sensación de gozo se ha extendido por todo mi cuerpo. Colocó mi mano sobre la suya, en un gesto, que por algún motivo, me parece perfectamente natural, y le digo que está mejor sin él. - ¿Cómo decidiste dedicarte a la fotografía?- Pregunto en un intento de levantar el ánimo de la preciosa joven que me acompaña. - Me gusta la idea de crear un recuerdo que dure para siempre. Y con esa sola frase, ya me ha ganado; ahora entiendo a Bea cuando dice que ella es la persona indicada para nuestro proyecto. Pido la cuenta, y al levantarme, me doy cuenta de que me he excedido con el vino, por lo que mi flamante Lamborgini tendrá que pasar la noche en el garaje del restaurante. Pero no me importa, porque Leo, el dueño es un viejo ami
Piero Miro a Aba mientras aún mantiene los ojos cerrados, tratando de recomponerse tras el brutal orgasmo que la ha arrasado, y me quedo con la boca seca, no solo por la maravillosa experiencia que hemos compartido, sino porque nunca, en toda mi vida, me había sentido así de excitado con ninguna otra mujer, esa pequeña fotoógrafa tiene algo que me vuelve loco, y que me hace perder la cabeza, porque a medida que el flujo de sangre vuelve a inundar todo mi cuerpo, me doy cuenta de que en el exterior se escuchan voces, y ruido de bolsas, y nosotros estamos en medio de la cocina, medio desnudos y con las bragas de Aba en medio del suelo. Me levanto deprisa, la ayudo a vestirse, le coloco el pelo; ella me coloca la camisa, y mientras intento serenarme, golpeo una de las botellas que Aba había colocado para su sesión de fotos. El vino se derrama por la mesa, lo invade todo, y empieza a gotear hacia el suelo. Y mientras yo busco algo con lo que limpiar el des
Piero Trato de comportarme como un caballero, le muestro el espacio, le explico la historia del lugar, y tras varios minutos viéndola cambiar objetivos, no puedo resistirme a besarla detrás de la oreja, mientras ella contempla el mundo por el visor de la cámara. Al principio, es solo un beso dulce, un roce en su piel; luego, ella se gira, y su mirada vulnerable, e intensa, me vuelve loco. La beso sin contenerme, mientras nuestras lenguas se abrazan en una lucha silenciosa. Sé que debe de estar notando mi erección, pues la tengo aprisionada entre mis brazos, y estoy muy duro, pero no me importa. Quiero que me vea la reacción que ella provoca en mi interior. La beso en el cuello, y la noto estremecerse de placer, al igual que cuando le acaricio los pechos. Ella cuela sus manitas entre mi pelo, y me besa en el pecho, me lame con despreocupación, y provoca un huraćán de emociones en mi cuerpo. La llevo al interior del establo, y cue
Aba Cuando Bea anuncia que su hermano ocupará su lugar en la que iba a ser la escapada de chicas del mes, algo se revuelve dentro de mi. Ese viaje serán dos noches enteras junto al guapísimo Piero. Tres días en los que tendré que comportarme como se espera de una profesional, y evitar los pensamientos que ahora mismo pugnan por ocupar mi mente calenturienta. Para evitar pensar en nada, me retiro a mi habitación, y me doy una ducha bien fría, seguro que eso me hace dejar de pensar en cosas que no deben ser. Aún así mi subconsciente me traiciona, y me veo metiendo el vestido negro de la primera cena en mi bolsa de viaje. Me digo a mi misma que es por si tengo que asistir a algún lugar elegante, pero sé que en realidad quiero que Piero me lo vuelva a ver puesto. Guardo la cámara, los objetivos, y cierro la maleta, ya estoy lista para el que se convertirá en el viaje más sensual de mi vida. Piero <
Aba Él me abraza con más fuerza, y de repente dejo de notar el frío. Me pide que me levante, y cuando lo hago, me lleva al interior de la habitación, seguimos abrazados, y noto como él se saca el móvil del bolsillo y teclea algo rápidamente, instantáneamente una balada italiana comienza a reproducirse en el pequeño dispositivo, que ha dejado sobre la cómoda. Bailamos, así abrazados, sin prestar mucha atención a los pasos, porque solo nos importa sentirnos. Y cuando acaba la canción, y comienza otra, nuestro ritmo cambia, adquiere un carácter más íntimo. Él me acaricia el pelo, que cae suelto sobre mis hombros, y mientras su boca busca la mia en un gesto que me parece muy delicado, pero que a la vez desprende sensualidad, noto como su mano se desliza por mi cintura, hasta detenerse en mi cadera. Sus labios me acarician ahora de una forma suave, su mano se aventura por mi trasero, y noto los primeros signos de su excitación mientras recor
PieroLlegamos a Milán con el tiempo justo para darnos una ducha rápida y cambiarnos, y aunque la idea de colarme en la ducha mientras Aba se está enjabonando me tienta demasiado, debo resistirme si quiero que lleguemos a tiempo.Cuando la veo salir del baño ya vestida, siento como se me seca la boca, lleva un precioso recogido que realza los rasgos de su cara, un maquillaje discreto que me encanta, y lo que más llama mi atención... su sexy vestido negro, ese con el que casi me la como en nuestra primera cena. Inmediatamente mi mente divaga, y piensa si bajo ese vestido, llevará el pequeño tanga que pude palpar, pero nunca ver, y aunque durante un minuto me siento tentado de comprobarlo por mi mismo, al final no cedo a la tentación, y decido que vayamos a cenar.He reservado mesa en uno de los sitios más exclusivos de la ciudad, y sé que le va a encanta
Aba La cena de esa noche gira entorno a la boda de Bea y Mattin, al que por cierto, acabo de conocer en persona. El chico es muy guapo, entiendo muy bien que haya deslumbrado a Bea, pero sobre todo, es simpático, y a los cinco minutos de entablar conversación, ya me siento cómoda, y noto como fluye la conversación entre nosotros. La verdad es que me alegro sinceramente por ellos, creo que van a hacer una pareja fantástica. Pero aunque esté encantada con la noticia de la boda de mis amigos, hay algo que no deja de darme vueltas a la cabeza, y es si Piero y yo iremos juntos,como pareja. Sé que es un poco precipitado pensar en algo así, apenas nos conocemos desde hace un mes, pero nuestra relación es tan intensa, y me siento tan bien a su lado, que no puedo evitar planteármelo. Y mientras noto como los pensamientos se arremolinan en mi cabeza, confundiéndome, decido que no quiero empezar a pensar demasiado en nuestra relación, las cosas va
Aba Durante el siguiente mes creamos una rutina que me encanta, y mira que nunca me ha gustado lo de tener rutinas. Durante el día trabajo como una loca, poseída por una energía que no sé de donde sale, me siento creativa, ilusionada, tengo la mente llena de ideas, y me despierto con ilusión y ganas de comenzar el día; al mediodía, mientras los demás duermen la siesta, o se relajan, Piero y yo nos escabullimos y nos besamos como adolescentes que están comenzando a explorar su sexualidad, nos escondemos en mi habitación, o en el garaje, o en su despacho, o en realidad, en cualquier rincón que no dé un mínimo de privacidad; durante la tarde, cuando no estoy haciendo fotos, ayudo a Bea a planear su boda, y a tomar decisiones en las que Mattin dice no saber qué decir, como por ejemplo, decidir si las flores blancas son más elegantes que las flores azul, o si las damas de honor deben vestir con manga larga, o es mejor que lleven un chal sobre los hombros; y por la