Roy Phillips La mansión Bezos, es mucho más de lo que esperaba. Aunque sobria, la reja exterior parece sacada de un cuento de los hermanos Green.Los jardines son perfectos, inmensos, impecables. A simple vista destacaban diversos tipos de flores como rosas, margaritas, tulipanes y mis preferidas los claveles. Cerca de lo que pareciese ser la entrada del área de la alberca se observan más rosales, rodeando una de las fuentes blancas que se ven desde mi posición. También coronan todo el sitio hermosas palmas y varios árboles florecidos. Un lugar casi paradisíaco digno de admirar.Quedó boquiabierto, con la garita de la entrada, el sitio del portero es más grande que el sitio que de momento llamo casa. Un anciano uniformado me atiende amablemente, le comento que vengo a ver al jefe de seguridad, y el motivo exacto de mi visita.Sin mucha dilación, el hombre me hace pasar y me indica el camino.—El señor Bezos lo recibirá— me informa el señor y logra sorprenderme. Jamás pensé que u
Amaya BezosEntro a la casa hecha una furia, me aletea la nariz y el pecho me sube y baja exaltado . Esto tenía que ser obra del Karma. No podría ofrecerle otra explicación a lo que acababa de ver en el jardín.Por una vez en la vida que mi padre me consigue un guardaespaldas al que quisiera guardarle la espalda yo, y el estúpido Italiano me amenaza directamente, me hace saber que sería capaz de todo si me ve cerca de un hombre.No se si considerarme estúpida también por obedecer su palabra. Pero mi sexto sentido me indica que por primera vez en la vida no es aconsejable desobedecer una orden directa, que no es lo más razonable. Lo mejor hasta de saber de que es capaz el dueño del infierno, lo más prudente será alejarme de todo lo que pueda ocasionar que la ira Marcelo Di Alberti despierte.Pero me dolió no poder acercarme a ese bomboncito de abdomen perfecto. A ese tatuaje que llevaba en el pecho.¡Por la madre santa de los guardias de seguridad! De donde habían sacado a ese e
Amaya BesosDe todos los hombres que he besado, que han sido demasiados, debo dejar claro, este beso ha sido el que más he disfrutado. Ese bendito día, semi acostada sobre el duro pecho de un hombre desconocido y mojado, me di cuenta que nadie me había besado bonito hasta entonces. Que nadie se había tomado el tiempo para tocarme de aquella mágica manera.Me dolió darme cuenta que todos los hombres que habían pasado por mi vida destrozando mis labios, me trataban como lo que ellos pensaban que Amaya Bezos era: una completa cualquiera. Una mujer de moral distraída con la cuál podían dar riendas sueltas a sus instintos sexuales. Pero este muchacho de ojos brillantes no, absolutamente no lo hacía. Me estaba besando de una manera que yo desconocía, de una forma que hizo que yo misma cayera en mi propia trampa, al intentar seducirlo.Un beso tan hipnotizante, que casi podía sentir como el cuarteto de la felicidad era segregado en mi organismo en cantidades alarmantes: eso es lo n
Amaya Bezos Su lengua no fue directamente al clitoris, sino que marcó círculos alrededor de este. Acarició como un experto mis zonas más delicadas hasta que por fin llego a acariciar el punto clave. No estaba dando lametones a diestra y siniestra, sino que sabía dónde debía tocar. Era como si yo misma me estuviera masturbando por la exactitud de sus toques. En ningún momento sentí molestia o dolor. Era Perfecto en cada avance. Cuando su boca succionó mi clitoris termine por enloquecer. Él lo intuyó y me penetro con dos dedos.¡Demonios, Diablos!Su mano libre presiono mi vientre sobre el monte de Venus, y en ese momento descubrí lo que era el Punto G por primera vez en veintidós años. Un chorro de líquido le baño su boca, derramándose por su pecho desnudo. Yo no pude reaccionar, él continuó atacándome con su lengua mientras que yo jadeaba entre temblores. Otra vez el orgasmo provocó un inmenso chorro de mis fluidos, y me hubiera avergonzado a no ser por la satisfacción que veía
Amaya BezosAcostada en mi cama con los pies apoyados en uno de los postes que la conformaban, hice un repaso mental de lo que acababa de ocurrir. Había sido más de lo que esperaba que pudiera ser el sexo. Mucho, pero mucho más. ¿Cómo un joven tan aparentemente correcto es capaz de tanto?. ¡Por Dios! Él no debe tener más de veinticinco años, y es un absoluto experto en darle placer a una mujer. ¿En qué escuela enseñan las cosas qué él sabe? Nuevamente me embargan los celos posesivos liados con la curiosidad. Aunque lo creo imposible, me gustaría ser la dueña de este muchacho, su única amante, su única pasión, su único amor.Como futura psicóloga hasta ahora entendía el comportamiento humano que hacía que una persona racional que poseía una pareja estable, un hogar, una familia, pudiera arriesgarlo todo a cambio de breves instantes de placer y engañar con otra persona distinta y en ocasiones opuesta a su pareja, motivado por el sexo, es decir, con el sexo como único móvil . Si a
Roy Philips.Salgo de aquella habitación con la moral por el piso. Que maldita estupidez acababa de cometer.Aquella bruja bendita de cuerpo de infarto y cara de Ninfa me había tendido una trampa a la que no pude resistirme. Ella se sabia ganadora desde que empezó con esto.Su objetivo desde que me besó fue echarme de aquí, que yo perdiera mi empleo.Y... ahí va el Roy de menso en caer en sus garras.—¿Pero qué pensaste mijo?— me pregunto a mi mismo mientras abro la puerta de mi vieja camioneta—¿Dime? ¿Dime que creíste?.Sigo en mi monólogo conmigo mismo respondiendo las preguntas que yo mismo me hago.—¿Tu no viste a esa mujer? — me vuelvo a preguntar y otra vez me respondo. —Eso no era una mujer, era una Ninfa, una diosa. Esos seres celestiales no son para simple humanos.Pero era una Ninfa muy inhumana, ¿Quien es capaz de negociar tan fríamente con su cuerpo?, de cambiarse de esa forma por conseguir un objetivo. ¿Quien se entrega así como lo hizo ella. Porque por mucho que intent
Una Semana DespuésRoy Phillips —¡Roooyy!— el grito aterrado de Mariam me despierta. Toda la casa esta en total oscuridad. Trabaje la madrugada anterior, y hoy estuve todo el día en la construcción, estoy muerto de cansancio y tengo las manos destrozadas por el trabajo pesado del día. —¿Dónde estas escuincla?— pregunto caminando sorteando los objetos en la oscuridad de la casa.—En el baño— responde a gritos y avanzo por ella, la ilumino con la linterna del celular y sale envuelta en una toalla— Mamá debe haber olvidado pagar por el servicio eléctrico y lo han cortado.Desde que salí aquella tarde de la mansión de los Bezos todo ha empeorado. No tenemos un peso, no tengo trabajo fijo, y solo tomo lo que aparece, a duras penas conseguí juntar lo del alquiler de la casa. Por más que he intentado reponerme a esto no lo he conseguido.Esa bruja además de echarme, me tiro la sal, porque esto no puede ser otra cosa que una jodida maldición.El ruido metálico de una llave en la cerradura
Amaya BezosAbandonar Miami me dolió esta vez como nadie se lo pudo jamás imaginar. Desconocía esta nueva faceta mía. Nunca había tenido demasiado apego hacia nada, no me solía aferrar a las personas, ni a los objetos inanimado. La palabra apego no estaba en mi diccionario hasta este momento, lo imperecedero en mi vida era y será mi familia; el resto del mundo se podía romper, desaparecer, dejar de existir, que no me importaría en lo más mínimo. Ya no era así completamente , cierto hombre había logrado romper esta regla... cierto hombre con el que no me importaría pasar más tiempo... cierto hombre al que ya no volveré a ver. Todo por tratarme de un modo distinto al que estaba acostumbrada. Aunque prácticamente lo obligue a meterse en mi, no hubo solo sexo entre nosotros. De alguna manera ese chico con sus poderes ancestrales me demostró cómo es que me deberían tocar siempre, como es que quiero que me miren siempre. Algo en mi había cambiado en esta visita, algo que nunca había e