Londres
Año 1703 Jaclyn Hace varias semanas que siento que algo no está bien dentro de mí. Y ya creo que Gloria se está oliendo algo raro. No puedo más que estar de los nervios presintiendo lo peor, hace casi dos meses que Nathaniel no viene a visitarme en su cortejo y ya me estoy preocupando. No sé si llamarle paranoia ,pero sé que sucede algo. No debí dejar que sucediera tan rápido. Abrirme así tan descabelladamente a él. En mi defensa os diré que jamás pensé que fuesemos a llegar a ese punto. Sin embargo, fue lo mejor que me ha pasado en mis dieciocho años de vida. Él con sus encantos fue metiéndose dentro de mi piel, haciéndome sentir cosas más intensas que la primera vez que le vi. Una cosa fue llevando a la otra, y que Gloria nos haya dejado solos por casi tres horas nos vino como anillo al dedo. Dolió al principio , luego ese dolor fue remplazado por placer, un placer tan delicioso que con solo pensarlo hace me sienta con ganas de más. Si mis padres se enteran estaré sepultada bajo tierra junto a mis antepasados. Ante todos sigo siendo casta y virginal, ni siquiera mis amigas saben sobre eso y creo que es mejor. Ha surgido el tema varias veces , pero no inmuto palabra temiendo a que pueda delatarme. Llevamos varios meses de cortejo y no puedo más que caer prendida por él cada vez más. Le amo demasiado,tanto que cuando llegamos a ese punto solo le pedí que continuara. Descargo todo lo que hay en mi estómago tras el desayuno, en el inodoro. —¿Cómo se siente señorita Jaclyn? —pregunta con su cálida voz Gloria. Sus manos sostienen mi cabello mientras me enjuago la boca en el lavado. Mis ojos la ven a través del espejo, me miran preocupados. No voy a negar que hasta yo estoy realmente inquieta. No puedo probar bocado alguno que mi estómago se rehúsa a digerirlo. —¿Tendré una indigesta? —susurro y me giro para verle a los ojos. —Puede ser , vamos a que tomes un poco de té. Te lo voy a preparar —comenta y aunque de verdad en otros momentos estuviese de lo más entusiasmada, justo ahora no me apetece la idea de tomar té de manzana con miel. —No tengo ganas Gloria. Sus ojos negros se abren un poco asombrados. —Creo que deberá decirle a los duques —expone y niego al instante. —No quiero preocuparles, esto se me pasará. De aquí a un rato prepárame un té para las indigestas —pido y asiente. —Pero señorita, lleva así ya casi dos semanas —manifiesta con preocupación. —No te preocupes estaré bien ya verás —aliento y ella me sonríe. Se marcha dejándome sola en la habitación de baño. ¿Lo estaré de verdad? Salgo fuera y el olor a comida hace que me vuelvan las arequeadas. Trato de pasar de largo bajo la mirada fija de mi hermana. Salgo del comedor y voy directo a mi lugar favorito en la casa. Entro a la biblioteca, tomo la novela que estoy terminado y me siento en la cómoda butaca. No pasan varios minutos hasta que se adentra y se sienta en la otra butaca corresponiente, Gabriella. Es mi hermana menor, aunque dista de lucir menor. Ahí con solo quince años, ya luce como toda una mujer. Aunque le falta mucho para debutar en sociedad, no dejan de llegarle cartas diariamente pidiendo su mano en cuanto tenga la mayoría de edad. Gabriella es una chica muy rubia y de ojos tan azules como el cielo. Su cabello a diferencia del mío es rizado, lleno de preciosos bucles naturales. Sus facciones delicadas como si de una gema se tratase, su nariz afinada y sus labios gruesos le dan un aspecto precioso. Es tan extrovertida que siempre mamá está requiriéndola por algo. Mis padres los duques Hendricks, de Axxwell House y muchísimas otras propiedades. Están muy orgullosos con nosotras, justo este año debuté yo en sociedad junto a dos de mis amigas. Todas estamos siendo cortejadas, y yo estaba muy nerviosa al principio con la llegada de las cartas. Recibí más de las que pensé, pero mi pecho retumbó con fuerza cuando tomé en mis manos la del vizconde Nathaniel Beckett. Acepté a la primera y él me visita una vez a la semana en nuestra mansión. No puedo estar más que feliz con que llegue el día, de estar juntos de verdad, como vizconde y vizcondesa. Los aplausos de Gabriella hacen que salga de mi ensoñación y le preste atención. —Maldito Beckett —masculla mi hermana entre dientes. —Gabi, ¿qué he dicho de los improperios? —Rueda los ojos con fastidio. —Hermana, ni siquiera me estabas escuchando. Desde que llegó ese estás así y extraño a mi hermana. Sí, desde que tengo una relación con Nathaniel, me he alejado un poco de las chicas incluida Gabriella. No sé por qué o qué excusa dar, solo ya no me siento tan cercana a ellas, no cuando guardo un secreto tan grande. —¿Qué sucede Gabi? Suelta un sonoro suspiro y fija su azulada mirada en mí. —Decía que Melissa ayer aceptó la carta de Marcus. Mi hermana tiene un enamoramiento estúpido con ese chico, él es un poco mayor que yo y ostenta su título de conde. Realmente no lo soporto, y ella desde que se enteró que envió la carta de cortejos a Melissa , anda muy alterada. —¿Y qué? —¡Cómo que y qué! , ya perderé mi oportunidad hermana —murmura bajando la cabeza. Levanto mi mano y todo la coronilla de la misma. Acaricio su cabello con ternura y sus labios me forman una dulce sonrisa. —Eres preciosa Gabi, ya verás que vas a obtener un gran esposo, mucho mejor que ese macabro de Marcus —comento y ríe ante lo último. Los pasos agitados de Gloria hacen que giremos nuestras miradas a ella, que acaba de entrar a donde estamos. —Señorita, llegó una carta para usted —habla un poco agitada. ¿Por qué tanto jadeo por una carta? Camino hasta la entrada de la mansión y noto al cartero sacandola de su bolsa. Me la tiende y al ver el sello, mis manos comienzan a temblar. ¡Es de Nathaniel! Tomo el abre cartas que hay sobre la mesita junto al jarrón de girasoles, la abro y mientras mis ojos se mueven sobre las letras de la misma. Siento un remolino de cosas dentro de mí. Mis ojos comienzan a arder y las lágrimas no se demoran en salir de ellos. Un mareo me recorre haciendo que me destabilice, mis piernas flaquean y me hacen caer. Una intensa y atemorizante oscuridad se estaca sobre mí. **** Pestañeo con pesadez adaptándome a la claridad de las velas. ¿Es de noche? , veo la figura de papá en mi habitación , no deja de moverse de un lado a frente a la cama. Mamá toca mi mejilla preocupada haciendo que fije su atención en ella. Luce realmente angustiada, los mechones de sus cabellos están algunos fuera debido a que está inclinada sobre mí. —¿Estás bien cariño? —pregunta bajito. —Sí —logro articular—, Nathaniel... Papá se frena del golpe al escucharme y sus ojos me miran con enojo. ¿Está molesto papá? ¿Por qué? Los nervios comienzan a tomar poder sobre mi cuerpo haciéndome respirar con más rapidez. ¿Sabrán ya que no soy... —¿Por qué lo hiciste Jaclyn? —brama y sobresalto al momento. Nunca en toda mi vida papá me ha tratado así. —Carson, no se siente bien creo que no es bue... Interrumpe a mamá para hablar él. —Calla Stella, ¿cómo pudo hacernos eso?, ¿cómo pudiste manchar así el apellido de nuestra familia con tus actos?, ¿cóm... —las palabras se supenden en el aire cuando de tanta rabia inhala aire fuertemente. Lloro con intensidad al sentirme culpable, sucia y impía. ¡Nunca debía hacer eso! —¿Qué hice mal contigo para que me devolvieras eso Jaclyn? —solloza mi mamá a mi lado haciéndome sentir la peor hija de todas. ¡Y es que lo soy! —Lo siento mucho, yo... No puedo seguir, no cuando no puedo siquiera excusarme. Ellos siempre me han inculdado valores desde que nací, y yo los llené de lodo con mi conducta. Degradé nuestro apellido, nuestro título y me degradé a mí. Ya nadie va a mirarme de la misma forma, nadie porque la carta de Nathaniel era una carta de roptura, de desenlace. Siento mi pecho apretarse y cómo me es hasta imposible tragar. —¿Qué harás ahora Jaclyn? —inquiere papá sacándome de mis infernales pensamientos. Me quedo en silencio por unos segundos aún llorando, sin siquiera verle a los ojos. —¿No habrá forma de ocultar que ya no soy una señorita? —la interrogante que sueltan mis labios, me hacen sentir la peor de las mentirosas e ingratas. Pero si eso hará que el apellido de nuestra casa se mantenga impune, yo haría lo que fuera para no tener que seguir ensuciando a mi familia. La risa irónica de papá no tarda en aparecer, mamá tiene la cabeza gacha aún sollozando bajo. —Créeme Jaclyn, lo de menos es que ya no conserves tu virtud. La cuestión es que estás embarazada de un hombre que te dejó cuando te abriste de piernas para él sin pensarlo dos veces. ¿Emba...? ¿Que estoy embarazada?Londres Año 1706JaclynDi a luz a la criatura más hermosa de todas. Mi felicidad ya tiene nombre y apellido, se llama Kathleen Hendricks. Tras largos meses de tristeza, me dije a mí misma que iba a salir adelante. A pesar del pecado que cometí a dios, de que manchara toda la reputación de nuestro ducado; decidí dejar de sentirme culpable. Si Dios que es amor, perdona a todos por igual no debo seguir viéndome sucia por algo que sucedió en el pasado, la vida sigue. Y siguió dándome la mejor de las maravillas: ser madre. Mi preciosa Kathleen es todo un ángel, rubia de ojos verdes. Casi parece la copia de Gabriella incluida la energía y chispa.Yo hasta de niña era más seria y retraída con las personas, pero mi pequeña es luz donde quiera que esté. Con respecto al proceso de embarazo bueno, ni siquiera salía de la mansión. Odiaba ser mirada por todos. La vergüenza me comía, no salía ni al jardín. Pasé por un estado depresivo muy fuerte los primeros meses.Todo se me juntó, desde la rop
Londres Año 1706 Jaclyn Los rayos del día impactan en mis párpados haciendo que los abra al instante. —¡Mamá, mamá! —exclama con voz chillona mi pequeña. Su cuerpesito se trepa encima del mío y me empieza a besar las mejillas. Río al sentir su boquita en mi rostro. Comienzo a hacerle cosquillas y se retuerce a carcajadas. —¿De quién es esta pequeñita feliz? —susurro y me dedica la más bellas de las miradas. —De mami —responde con su dulce vocesita. Mi pecho revolotea al escucharle, es tan hermoso tener un hijo. —Vamos a levantarse, debemos ir a desayunar —hablo y asiente, la tomo en mis brazos para ir al baño a lavarnos. Sentada toda la familia en la gran mesa del comedor, me siento tensa. No me gusta nada lo que está sucediendo. ¿Cómo mi padre va a aceptar un cortejo sin preguntarme? ¿Cómo ni siquiera me dice quién es? ¿Cómo quiere que me case sin estar enamorada siquiera? —Padre estoy muy feliz, ¿qué os pareció el príncipe? —pregunta mi hermana rompiendo el sil
LondresAño 1706JaclynMis piernas no reciben la orden de moverse, es como si me hubiesen clavado al suelo justo ahora. Mi mirada está perdida en el papel sobre el suelo. ¿Por qué él teniendo tanto prestigio y dinero quiere cortejarme?Tiene a todo Londres alborotado, tanto madres como a hijas, padres y casamenteras. A mis amigas las tiene revueltas tras su llegada. Él no es un desahuciado de la sociedad como yo, él es el duque de Escocia, el galante y apuesto duque de Escocia. Su fama y dinero le hacen ser el mejor de los partidos en esta temporada.¿Por qué yo?Naty malentendió todo, ni siquiera sé si voy a aceptar su cortejo. No quiero ser nuevamente la comidilla de todo Londres por esto. ¿Por qué siempre me pasa todo a mí? Me agacho para tomar la carta y con la misma en mis manos, voy hasta el despacho de mi padre. Toco y al invitarme a entrar, lanzo la carta sobre su mesa.—Niega rotundamente ese cortejo padre, no lo acepto —determino seria.Su silencio hace desprender molesti
Londres 1706JaclynEl rostro y la sonrisa ladina del duque hacen que mis manos no dejen de moverse. Mi mente no deja de pensar en eso último que dijo. —Espero no ser malinterpretado señorita —habla nuevamente.Mis ojos lo escrutan, cada facción, cada gesto, ¿acaso hay algún hombre más atractivo que él en toda la capital? Lo dudo muchísimo, por esa razón están todas las damas arrebatadas con sus encantos.—Creo que eso tiene dos formas de enterderse exelencia y no creo que me agrade mucho la primera de ellas.—¿Por qué no le agradaría? —interroga con sorna echándose hacia atrás y apoyándose completamente en el espaldar.Cruzo mis brazos a la altura casi de mis pechos y le miro con seriedad.—No quisiera tener que casarme con un hombre por el cuál no siento absolutamente nada, y mucho menos tener que criar hijos suyos de otra mujer que le haya abandonado antes.Su mandíbula se pone rígida al instante de escucharme.—¿Acaso hay algún problema en ello? ¿No sería el caso señorita Jacly
Londres 1706JaclynMis piernas flaquean por lo que acabo de escuchar salir de su boca. –¿Acaso hay alguna diferencia Hadid? —inquiero haciendo incapié en su nombre.Nuevamente sonríe de lado de forma egocéntrica.—Sí las hay, el amor se hace cuando hay sentimientos de por medio, en cambio el sexo es algo más salvaje y lujurioso. ¿Ha tenido sexo alguna vez?Trago en seco al él seguir hablando abiertamente del tema en un parque lleno de aristócratas.—Solo he interactuado sexualmente una vez en mi vida su señoría —balbuceo con vergüenza.Él me sonríe y creo notar satisfacción en su rostro al hacerlo.—Pues creo que le encantaría...—Podríamos por favor dejar de hablar sobre esto —pido casi suplicando.Ahora él ríe por mi actitud.—Para ya haber disfrutado de eso luces bastante casta señorita —me copia enfatizando la última palabra.El alarido que proviene de la garganta de mi hija me saca de mi ensoñación. Asustada la busco entre las hiervas y la veo que no deja de chillar y llorar.
Londres 1706JaclynTres días han pasado casi sin ver al duque, desde aquel día que ha demostrado que exigirá el débito conyugal una vez casados. Estoy frente al gran espejo mirando mi reflejo y no luzco nada como Jaclyn Hendricks. Estoy indecisa con esto y no sé si deba quitármelo, pero mi mente no deja de procrear un escenario donde solo veo la reacción del duque hacia mi vestido.Es todo de rojo vino, hace vuelos desde mis caderas hasta el suelo, sobresalta de gran manera mis pechos. Parecen de más tamaño que lo que realmente son. El vestido es de mangas hasta los codos y luce tan glamuroso por los bordeados en negro que tiene. Mi cabello entre rubio y castaño, está medio suelto decorado arriba con preciosos bucles bien hechos y sostenidos con presillas. La otra mitad cae hasta la parte superior de mis nalgas de forma lisa. Mi cara está maquillada con discresión aunque aplicaron las chicas más rubor que de costumbre, y pintaron mis labios de un tono rozijo precioso. Mis manos ti
Londres 1706JaclynHadid sostiene mi cintura mientras ahora ambos estamos sumidos en el baile. Somos el centro de atención de todos en el lugar. El duque se mueve con tanta destreza que ya había olvidado lo que era bailar y reír al mismo tiempo. Los músicos dejan de tocar dando por terminado este vals. Camino de la mano de Hadid radiante de felicidad, todo lo que siento por el en estos últimos días ha ido en aumento y aunque admito que no estoy enamorada, porque no lo estoy, sí que debo confesar que siento atracción por él.—Cuánto daría por ver esa sonrisa en tu rostro eternamente hermana —habla Gaby tocándome las dos mejillas con sus palmas.Le doy un caluroso abrazo sintiendo la mirada de Hadid en mí. La chica de cabellos negros y vestida del mismo color llega hasta nuestro encuentro.—Las tienes a todas en las palmas hermano y hay tantas damas hermosas —comenta ante todos, y siento la intención con la que lo hace.Los ojos del duque van directos a ella, la fulminan con intensid
Londres 1706 Jaclyn Pongo mis pies sobre la calle de piedras y limpio mis mejillas húmedas mientras descongestiono mi nariz. —¿Está segura de esto señorita? —inquiere mi cochero. —Sí, no te preocupes solo espérame. No tardaré —pido y comienzo a caminar hasta tener las grandes puertas ante mí. Pongo un velo sobre mi sombrero de noche cubriendo así mi rostro y con inseguridad empujó las puertas de la Taberna. He escuchado rumores de que el duque Hadid siempre está aquí en las noches. Cuando me adentro varios pasos, mis pies se clavan en el suelo estancándome completamente tras ver todo a mi alrededor. ¡Mi gran dios de los ejércitos! El sitio está abarrotado de caballeros. Muy pocas mujeres —porque al verlas obviamente no son damas—, están o bailando sobre las mesas o sentadas sobre los caballeros. Los mismos los veo manosearlas mientras beben y fuman tabaco. Mi corazón late con prisa y mi conciencia me repite que huya, que nadie debería verme aquí, que este no es sitio pa