II

Londres

Año 1706

Jaclyn

Los rayos del día impactan en mis párpados haciendo que los abra al instante.

—¡Mamá, mamá! —exclama con voz chillona mi pequeña.

Su cuerpesito se trepa encima del mío y me empieza a besar las mejillas. Río al sentir su boquita en mi rostro. Comienzo a hacerle cosquillas y se retuerce a carcajadas.

—¿De quién es esta pequeñita feliz? —susurro y me dedica la más bellas de las miradas.

—De mami —responde con su dulce vocesita.

Mi pecho revolotea al escucharle, es tan hermoso tener un hijo.

—Vamos a levantarse, debemos ir a desayunar —hablo y asiente, la tomo en mis brazos para ir al baño a lavarnos.

Sentada toda la familia en la gran mesa del comedor, me siento tensa. No me gusta nada lo que está sucediendo. ¿Cómo mi padre va a aceptar un cortejo sin preguntarme? ¿Cómo ni siquiera me dice quién es? ¿Cómo quiere que me case sin estar enamorada siquiera?

—Padre estoy muy feliz, ¿qué os pareció el príncipe? —pregunta mi hermana rompiendo el silencio.

—Muy buen partido Gabi, pero lo más importante es cómo te sientas tú —habla y mi corazón se aprieta.

No es que me compare o me ponga celosa de mi hermana. Es que duele el trato para con ella, trato que es tan diferente para conmigo.

—Bueno padre debo decirle que estoy más que satisfecha —anuncia con felicidad.

¡Realmente estoy contenta por ella!

Los toques de la puerta principal se hacen oír, las sirvientas abren y otra de ellas , viene hasta donde nosotros.

—Señor, el príncipe Jairus III, y su amigo el duque Hadid McCullough están esperando ser atendidos por usted.

Gabriella suelta un sonoro suspiro de emoción y yo sonrío sin enseñar los dientes. En segundos terminamos en la mesa y tomo a mi pequeña en brazos, salgo en dirección opuesta a todos. Sino hubiese nacido primero, podría haberme ido hoy mismo con mi pequeña bien lejos de toda la repugnante aristocracia.

Camino con ella en brazos hasta llegar a los establos. En estos días nació el potro de mi yegua Luna, es hembra y Kathleen está obsecionada con verla cada segundo. Sonríe dando palmaditas al verla correr alrededor de su madre. Estan ambas en el campo al lado de los establos, la yegua está amarrada con una soga a un árbol.

—Mami mira —habla mi pequeña enseñándome lo que hace la cría.

Está siendo amamantada, mientras la yegua come hierva.

—¿Por qué hace eso mami?

—Porque se está alimentando cariño, tú también lo hiciste cuando eras más chiquitita —manifiesto y sus ojitos se abren.

Una sombra va acercándose cada vez más a nosotras, hasta que lo siento detrás. Mi hija lo detalla con atención, sí, ella es muy observadora. Algo que heredó de mí.

Me giro y le veo, tan impresionante como ayer. Su traje tan ajustado a su musculoso cuerpo, el reloj que sale del saco y se mete en el bolsillo. Su cabello bien peinado hasta atrás.

—Un placer volver a verle señorita Jaclyn, su padre os busca —saluda con amabilidad.

¿Por qué siempre se acerca a mí?

—No sé si pueda decir lo mismo que usted señoría, ¿dígame acaso mi padre no tiene los suficientes sirvientes? —mascullo entre dientes.

Sus ojos se abren con sorpresa por mis palabras.

—Quise venir yo mismo, necesitaba respirar aire fresco.

—¿Por qué vos no os quedasteis con su amigo?

—Créame, a veces uno hace muchos sacrificios por los amigos. ¿Usted tiene amigos señorita?

—Sí, tengo "amigas" —respondo destacando la última palabra.

—Hábleme de sus amigas por favor.

—Tengo tres, una de mi edad casada y bastante madura, otra un poco mayor casada igual pero libre, y otra bastante menor como mi hermana que es una niña pequeña en cuestión de amores.

—¿Y usted cómo es en cuestión de amores lady Jaclyn?

Su pregunta me toma completamente desprevenida, mi respiración se agita. Kathleen se remueve inquieta sobre mí mirando con atención a la yegua.

—No creo que exista el amor realmente, y el que de verdad lo siente solo es usado por la otra persona, hasta que se aburre, te deja y se va.

—Pues créame, ya somos dos. Yo tampoco creo en esa basura de sentimiento —replica serio.

Fijo mi vista en la yegua sin responderle nada, me siento nerviosa siempre a su lado.

—Mami mami, ¿puedo tocarla? —pregunta mi angelito.

—No cariño, es muy pequeña y Luis no está aquí ahora —señalo y ella arruga su cara.

Sé lo que está por venirse. Bufo cuando comienza a chillar en mi oído, comienzo a caminar para adentrarnos en la mansión. Mi pequeña llora por todo, otra de las cosas que heredó de mí.

—Espera, yo puedo ayudar —ofrece el duque.

Su voz es tan ronca que hace que todo dentro de mí se arremoline.

—Puedo llevarla al potro.

Mi hija al instante deja de llorar al escucharlo. Sonríe aún con la cara roja por las lágrimas, tiende sus manitas hacia él para que la cargue.

¡Qué raro! Ella no es de darse mucho con desconocidos.

Hadid se acerca a mí y toma a mi pequeña entre sus brazos. La niña le sonríe y mira la cría, él la acerca hasta que logra tocarla. Mi pequeña ríe con nerviosismo quitando rápido la mano, de lejos los veo y me quiebra cosas internas.

La imagen que proyectan me hace doler heridas pasadas. Ambos hablan entre sí, de algo que no puedo escuchar y él le sonríe.

¡Rayos! Desde que lo conocí ayer, no le he visto sonreír. Siempre tiene esa cara agria todo el tiempo, su mirada gélida ante todos. Pero con mi hija su rostro cambia y ella se siente realmente cómoda con él, por increíble que parezca.

Caminan hasta mí y él me la devuelve. Mi niña lo mira feliz y Hadid fija su mirada en mí, al instante se pone fría.

Me adentro a la mansión seguida de sus pasos, le doy la pequeña a la institutriz y me siento junto al resto de la familia que habla con afecto junto al príncipe.

—¿Por cuánto tiempo la cortejarás? —la voz de papá es seria.

Me siento y el duque hace lo mismo al lado de su amigo.

—Espero que sea poco, debo casarme cuanto antes. Yo realmente estoy enamorado de su hija —expresa el chico.

Bufo para mis adentros al escucharlo.

—¿Cómo vos podéis decir que estáis enamorado si la conocisteis ayer? —pregunto con un tono sarcástico.

Los ojos de mi madre y hermana se abren como platos, y mi padre me mira con muy mala cara.

—He estado en otras temporadas señorita Jaclyn, la conozco hace años —repone y me asombra.

—Jamás supe de vuestra visita a la ciudad anteriormente alteza, disculpe mi desfachatez —manifiesto con sinceridad.

—He venido a Londres bajo el apellido de mi madre y su título nobiliario. No quería que se revolviera todo cuando llegara y así pude conocer a cada señorita —expresa y mi madre asiente.

Todo Londres está como un panal de abejas revuelto por un intruso. En este caso él sería el intruso. Entiendo lo que dice y es pasar desapercibido.

—¡Ay eres tan lindo Jairus! —exclama con dulzura mi hermana.

—Gabriella —recrimina mi madre.

—Bueno por hoy nos marcharmos, pienso como ya le dije al señor Carson visitar vuestra hija tres día en la semana —habla el príncipe.

Mi padre asiente y los acompaña a él y a su amigo el duque hasta la salida. El sonoro chillido de mi hermana hace eco. Comienza a brincar de alegría y yo río al verla. Estoy realmente feliz porque haya podido lograr sus sueños. Toma ahora mis manos y me uno a ella brincando juntas, luego la abrazo.

El resto del día pasa tortuoso, mi mente no deja de pensar en quién es el pretendiente. ¿Será de los Frazier?, he visto al mayor de los hermanos mirándome varias veces, ¿o los Bowers?...

¡Ay!, ya no sé ni qué pensar, hoy las chicas nos reuniremos en la mansión de Meredith. Mi hermana quiere dar a todos la gran noticia, y al parecer también Naty tiene algo que anunciar.

Me arreglo con un vestido rojo lleno de borados, es simple pero elegante. Dejo mi cabello caer todo suelto, solo recogiendolo en leves partes con hebillas de oro. Calzo mis pies en un par de zapatos del mismo color del vestido y tras besar a mi pequeña dormida, salgo fuera.

Partimos a casa de nuestra amiga y mi hermana no deja de hablar sobre el príncipe. Solo respondo con asentimientos de cabeza o negaciones, pues no me deja articular palabra de lo emocionada que está. No dejo de mirarla cuando hace eso, une ideas con otras y salta de un tema a otro. ¡Es increíble!

Al llegar al parecer ya están todas aquí, pues vemos sus carruajes.

—Buenas noches a todas —saludamos ambas a nuestras amigas.

Nos sentamos junto a ellas en la gran y espaciosa sala de estar. La casa de Meredith a esta hora está vacía, su esposo sale por las noches con sus amigos por "negocios", o eso dicen todos los hombres cuando salen.

—Empieza ya a contar Gabriella estoy impaciente —pide Lisset.

—Bueno amigas... —Ríe enseñando todos los dientes—. El príncipe de Gales pidió mi mano en cortejo personalmente. —La emoción le desborda por la piel , todas la felicitan con alegría.

—Es realmente guapo Gabi, muy bien por ti —habla Lisset

Comienzan a hablar del príncipe y lo galante que es, pero dejo mi mente fluir, pensando en que ese príncipe no se compara al duque. Si los pusiera en una balanza, el príncipe saldría disparado fuera —río para mis adentros—, justo escucho a Naty hablando de él y me centro en ello.

—Bailamos mucho ayer —comenta a todas y las chicas abren su boca en forma de O.

—¿No es muy mayor para ti? —inquiere Meredith.

—Sería perfecto Mere, creo es mejor al fin y al cabo estar con un hombre —le responde Naty y todas arrugan las cejas.

—¿Crees que está interesado en ti? —pregunta Lisset empleando un tono un poco raro.

Toda su persona deja ver que está tensa. ¿Por qué?

—Yo creo que sí, sino no hubiese bailado tanto conmigo ayer. Cuando bailan contigo es porque le interesas, ¿o no Gabi? —pregunta buscando apoyo.

Mi hermana asiente dándole la razón, y es verdad, yo también le apoyo.

—¿Ya llegó la carta de cortejo? —Ahora sí el tono de molestia reluce en sus acciones.

Algo le pasa a Lisset con el duque y creo imaginarme ya qué es.

—No pero...

—Entonces no te ilusiones Natasha, ya hubiese llegado si quisiera un cortejo contigo porque tiempo ha tenido de sobra —brama seria.

Todas la miramos casi impactadas.

—¿Qué demonios te pasa Lisset? ¿Qué bicho te picó? —bufa Natasha alterándose igual que ella.

—Chicas creo que mejor se calman —intercedo.

—Él está interesado en mí y a mí es a la que va a cortejar —espeta Naty hecha una furia.

Sale despotricando hacia la salida, yo me levanto para seguirla. Camino un poco más rápido hasta que logro alcanzarla fuera. Tomo su hombro y la giro frente a mí.

—Tranquila Naty, no hagas caso a Lisset —le digo y sus ojitos llenos de lágrimas me miran.

Para mí es como mi hermana ella. La envuelvo en un abrazo y llora conmigo.

—Él me gusta tanto Jac, estoy realmente enamorada de él.

Su confesión hace que vuelque los ojos, pues siempre dice lo mismo cuando alguno se le mete entre ceja y ceja.

—Está bien no te preocupes cariño, verás que te cortejará, eres preciosa.

Se separa de mí para verme a los ojos.

—¿De verdad lo crees? —interroga con duda.

—Claro Naty, si yo fuese hombre estaría colgado por ti. —Ríe al oír mi estupidéz.

—Ella siempre se burla de mí —confiesa con tristeza.

—Sabes que Lisset es así, solo le gusta molestar.

Soy siempre el punto medio en esta relación, y creo que también el pilar. En el caso de Meredith, es mi amiga y de Naty, por otro lado Lisset es mi prima que se crió junto a mí, y Naty desde que la conocí es como Gabi. Gabi en su caso se lleva con todas, pero con la que más afinidad tiene es con Naty.

—Vamos dentro —pido y ella acepta.

Un mes ha pasado desde aquella reunión con las chicas y varios bailes también. Bailes donde no he tenido más ningún encuentro fortuito con el duque de Escocia. Bailes donde le veo bailar con Naty, pero mirar de forma rara a Lisste. Realmente no me gusta nada lo que pinta todo.

Odio que haya pasado tanto y que mi padre no quiera decirme, quién es el desafortunado pretendiente que tiene que cargar conmigo y mi hija. Veo al príncipe cortejar a mi hermana los días asignados, ambos van a pasos gigantes en su relación. Detesto encontrarme con el amigo del príncipe por algún lado de la mansión, varias veces le he visto acercarse a mi hija.

No es que no me guste que estén cerca de ella, sino me molesta ver lo diferente que la trata, diferente al resto de los seres humanos que le rodean, y ni hablar de lo gustosa que se siente mi pequeña con él. Muchas veces me habla de él en el día, el duque ha sabido ganársela realmente.

Hoy despierto como todos los días y bajo a desayunar. Me entristece ver la carta de Naty que me mandó ayer, carta que leí justo antes de dormir. Hoy le pedí que viniera a conversar. Ella se siente mal al ver que el duque no ha pedido su mano en cortejo aún. Y no entiendo a qué diablos está jugando ese hombre.

Me preparo con ayuda de mi sirvienta y bajo a desayunar. Toda la familia se junta y al llegar Naty, le pido que me espere en la biblioteca. Cuando voy terminando el desayuno y de ayudar a Kathleen a comer el suyo, llega Goria a nuestro lugar.

—Señorita Jaclyn, hay una carta para usted —habla.

—Está bien Gloria, déjela en la biblioteca por favor —pido y la mujer asiente.

Al terminar de desayunar luego de varios minutos, me dirijo a la biblioteca donde me espera Naty. Entro y lo que veo hace que se me apriete el pecho. La castaña llora sin medida en la butaca. Sus ojos me detallan al llegar, pero hay algo más en su mirada.

—¡Eras tú!, ¡Eres una hipócrita escoria Jaclyn! —exclama con la voz rota de tanto llorar.

La chica corre dejándome pasmada en el lugar. ¿Qué le sucede?

Camino hasta ver el sobre y la carta tirados en el suelo. Debe ser la carta que me enviaron, la tomo en mis manos y comienzo a leer. No termino porque la suelto como si quemara sobre mis manos.

Mi mente está procesando lo que acabé de leer...

¿El duque acaba de mandarme una carta de cortejo a mí?

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