José miró a la mujer tan astuta que tenía en frente, con una pequeña sonrisa. Claramente, lo estaba desafiando… pero ¿por qué eso lo hacía sentir tan feliz? —No lo dije por nada. El departamento de marketing del Grupo Torres ya está trabajando horas extras en la propuesta. Mañana estará lista y podrás revisarla cuando quieras. Si hay algo que no te gusta, podemos hablar de eso —dijo José. Adriana levantó una ceja y sonrió: —Muy bien. Entonces mañana a las diez de la mañana, te agradeceré que traigas la propuesta al Grupo Financiero López para que la revisemos juntos. —No hay ningún problema. José aceptó sin dudar y, volteándose hacia Rafael, le pidió que agregara la reunión a su agenda como una prioridad. Rafael quedó tan sorprendido que tuvo que cerrar la boca con la mano. ¡Su presidente, en presencia de la señora Adriana, estaba dispuesto a actuar como un simple pasante entregando una propuesta! Con su enojo ya calmado y habiendo liberado su frustración, Adriana decidió
Adriana apretó los labios. José realmente es tan directo y piensa tan rápido. —Tiene sus pros y sus contras. Respondió como para salir del paso y luego se dirigió al resto del equipo en la sala de reuniones: —A partir de hoy, pongan toda su atención en esto. Quiero organizar una exhibición de perfumes aprovechando el éxito de Flores en el Ártico. Aún no hemos elegido el lugar, pero en ese evento presentaremos todas nuestras fragancias en promoción. Necesito que todos trabajen juntos en la planificación. En solo un día, el perfume ya había causado revuelo en internet. Algunos expertos del sector que probaron la muestra de don Lorenzo dijeron que el aroma era increíble. Los clientes también estaban emocionados por el producto. Adriana quería aprovechar esta popularidad para convertirla en el producto estrella del Grupo López, asegurándose de que la campaña publicitaria fuera perfecta. —¡Sí! El equipo de perfumería respondió al mismo tiempo. Adriana se volvió de nuevo haci
En la escalera. Uno de los asistentes de Vittorio le preguntó con cuidado: —Señor, ¿quiere aprovechar esta noche para hablar con Adriana? ¿Y luego mencionarle lo del patrocinio de su perfume, para que acepte sin problemas? Vittorio no respondió de inmediato. —Pero… ¿no es cierto que patrocina su perfume solo para tener más oportunidades de acercarse a ella? ¿No es demasiado indirecto? —insistió el ayudante, confundido. Vittorio cerró los ojos un momento y lo miró con seriedad. —¿Cuántas veces tengo que repetirte que todo lo que el abuelo me pide debe ser analizado con cuidado? Si él quiere que me acerque a Adriana con tanta sutileza, ¿por qué sería directo, como si estuviera intentando conquistar a una muchacha cualquiera? Si fallo… ¿quieres que la fortuna de la familia Bruges termine en manos de Fabrizio? —Tiene razón, señor. Me equivoqué —dijo rápido el ayudante, bajando la cabeza. —Menos palabras, más acción. Vittorio bajó los últimos escalones, mirando a Adriana,
Antes de que empezara la fiesta. El mayordomo de Gracia, siempre listo, le explicó la situación: —Señorita, antes de la fiesta, el duque estuvo hablando con Vittorio en el segundo piso un buen rato. ¿Crees que esto tiene que ver con él? —Escuché que en el centenario de la familia Bruges, Vittorio ayudó a Adriana… Tal vez le interese. Además, parece que el abuelo de Vittorio no tiene problema con eso. Gracia apretó los puños, furiosa. —¿Estás diciendo que Vittorio quiere conquistar a Adriana? ¿Y hasta convenció a mi papá de que la ayude? ¡Eso es absurdo! —El duque está tratando de ganarse el apoyo de la familia Bruges, así que, si ayudar a Vittorio le sirve, no es raro que lo haga —agregó el mayordomo. Gracia rechinó los dientes, llena de rabia. —¡No voy a permitir que Adriana y Vittorio estén juntos! El mayordomo, sorprendido, preguntó: —Pero si Adriana deja a José, ¿no sería bueno para usted? —¡Eso no significa que la dejaré entrar en la familia Bruges! ¡Sería de
Alrededor, los invitados seguían halagando al duque Guillermo, algunos de forma sincera, otros no tanto. Él respondía con educación, pero no dejaba de mirar de reojo a Vittorio. Cuando dejaron de estar encima de él, Adriana aprovechó para hacer su pregunta: —Su excelencia, recibir su invitación ha sido un honor, pero también me sorprendió. ¿Podría decirme por qué me invitó? El duque se rio. —Mi hija, Gracia, ha tenido algunos malentendidos contigo en el pasado. Como esta noche invité a todos los amigos de Costa Sol, pensé que era justo incluirte también, como una forma de disculpa en su nombre. —Su excelencia es muy amable. Aunque Adriana sonreía, en sus ojos se podía ver un rastro de maldad. Se le ocurrió una idea y añadió: —De hecho, acabo de ver a la señorita Gracia en la fiesta. Parecía ella muy interesada en mi propuesta. Tal vez fue ella la que habló bien de mí ante usted, lo que hizo que le pareciera una buena idea. El duque cerró los ojos un momento y apretó los p
—¿Señor José? Vittorio volteó y vio a José, imponente como siempre, parado junto a Adriana. Tosió un poco, tratando de ocultar su incomodidad. —Entonces, ¿el Grupo López ya decidió trabajar con el Grupo Financiero Torres? —preguntó con un tono neutral, pero con un rastro calculador en los ojos. Adriana asintió con una sonrisa. —Aún no está completamente cerrado, pero la propuesta del Grupo Financiero Torres es muy buena. Vittorio entrecerró los ojos y sonrió, algo desafiante. —El señor José siempre va un paso adelante. No es raro que el Grupo Financiero Torres se haya convertido en una de las mayores potencias del sector. Aunque sonaba como un cumplido, su tono no era del todo amistoso. José, sin alterarse, tomó una copa cercana y respondió con calma: —Señor Vittorio, solo hago lo que cualquier empresario haría: saber cuándo actuar y, sobre todo, en quién confiar. Vittorio carraspeó, notando la indirecta. Sus ojos mostraron interés. —¿Y en quién planea confiar el
El tono de Héctor cambió de golpe. Aunque le hablaba a Adriana, ella sabía que sus palabras eran para José. Sin perder la calma, soltó su copa y se fue con elegancia: —Disculpen, tengo que irme un momento. Salió del balcón, dejando a los dos hombres frente a frente en la oscuridad. En el balcón. —Si algo le hubiera pasado a mi madre adoptiva, hoy no estaríamos hablando aquí. Los ojos de Héctor brillaban con un rojo intenso, mostrando su enojo y amenaza al mismo tiempo. —José, nunca pensé que te tendría de enemigo… ¡y por esa mujer! José se mantuvo inmóvil, su voz era sólida como una roca: —Ella está a salvo porque me aseguré, de manera personal, de que recibiera la mejor atención médica. —¿Y crees que debo agradecértelo? —No es necesario. José lo miró por encima del hombro. —Lo hice porque no veo la necesidad de lastimar a los inocentes. Pero eso no significa que quiera seguir aliado contigo. Sus palabras fueron un golpe directo. Héctor apretó los puños, furio
Vittorio le hizo una señal a uno de sus hombres, que se acercó rápido. Le dio unas órdenes en voz baja, y el hombre asintió antes de irse. Gracia, sin darse cuenta del enojo en la mirada de Vittorio, pensó que sus palabras le habían gustado. Con entusiasmo, siguió hablando: —¡Claro! Usted es tan guapo y especial, y Adriana es muy elegante. ¡Ustedes dos son la pareja perfecta! Adriana, sospechando, levantó una ceja y miró a Gracia: —¿Cómo que tu hablando bien de mí? Gracia se puso nerviosa y miró a otro lado. —Bueno pues… hemos tenido problemas antes, ahora, solo digo la verdad. Antes de que Adriana pudiera responder, Gracia cambió rápido de tema. —Además, nadie puede negar que Vittorio es el más guapo de esta fiesta, ¿no? Adriana no dijo nada y solo sonrió, como si no le importara. De repente, Gracia sintió que alguien la miraba con intensidad. Se puso tensa y volteó la cabeza… para ver a José mirándola. Un escalofrío le corrió por la espalda. Por un momento, quis