—¿Señor José? Vittorio volteó y vio a José, imponente como siempre, parado junto a Adriana. Tosió un poco, tratando de ocultar su incomodidad. —Entonces, ¿el Grupo López ya decidió trabajar con el Grupo Financiero Torres? —preguntó con un tono neutral, pero con un rastro calculador en los ojos. Adriana asintió con una sonrisa. —Aún no está completamente cerrado, pero la propuesta del Grupo Financiero Torres es muy buena. Vittorio entrecerró los ojos y sonrió, algo desafiante. —El señor José siempre va un paso adelante. No es raro que el Grupo Financiero Torres se haya convertido en una de las mayores potencias del sector. Aunque sonaba como un cumplido, su tono no era del todo amistoso. José, sin alterarse, tomó una copa cercana y respondió con calma: —Señor Vittorio, solo hago lo que cualquier empresario haría: saber cuándo actuar y, sobre todo, en quién confiar. Vittorio carraspeó, notando la indirecta. Sus ojos mostraron interés. —¿Y en quién planea confiar el
El tono de Héctor cambió de golpe. Aunque le hablaba a Adriana, ella sabía que sus palabras eran para José. Sin perder la calma, soltó su copa y se fue con elegancia: —Disculpen, tengo que irme un momento. Salió del balcón, dejando a los dos hombres frente a frente en la oscuridad. En el balcón. —Si algo le hubiera pasado a mi madre adoptiva, hoy no estaríamos hablando aquí. Los ojos de Héctor brillaban con un rojo intenso, mostrando su enojo y amenaza al mismo tiempo. —José, nunca pensé que te tendría de enemigo… ¡y por esa mujer! José se mantuvo inmóvil, su voz era sólida como una roca: —Ella está a salvo porque me aseguré, de manera personal, de que recibiera la mejor atención médica. —¿Y crees que debo agradecértelo? —No es necesario. José lo miró por encima del hombro. —Lo hice porque no veo la necesidad de lastimar a los inocentes. Pero eso no significa que quiera seguir aliado contigo. Sus palabras fueron un golpe directo. Héctor apretó los puños, furio
Vittorio le hizo una señal a uno de sus hombres, que se acercó rápido. Le dio unas órdenes en voz baja, y el hombre asintió antes de irse. Gracia, sin darse cuenta del enojo en la mirada de Vittorio, pensó que sus palabras le habían gustado. Con entusiasmo, siguió hablando: —¡Claro! Usted es tan guapo y especial, y Adriana es muy elegante. ¡Ustedes dos son la pareja perfecta! Adriana, sospechando, levantó una ceja y miró a Gracia: —¿Cómo que tu hablando bien de mí? Gracia se puso nerviosa y miró a otro lado. —Bueno pues… hemos tenido problemas antes, ahora, solo digo la verdad. Antes de que Adriana pudiera responder, Gracia cambió rápido de tema. —Además, nadie puede negar que Vittorio es el más guapo de esta fiesta, ¿no? Adriana no dijo nada y solo sonrió, como si no le importara. De repente, Gracia sintió que alguien la miraba con intensidad. Se puso tensa y volteó la cabeza… para ver a José mirándola. Un escalofrío le corrió por la espalda. Por un momento, quis
Vittorio se acercó al escenario, con una expresión tranquila, aunque sus ojos mostraban algo más. —Vine a Costa Sol representando a los Bruges. Ando muy ocupado con los asuntos de la empresa y sin tiempo para organizar una reunión con nuestros colegas. Aprovechando esta velada organizada por el duque Guillermo, quiero ofrecerle una invitación formal a mi residencia. Dicho esto, se volteó hacia el duque Guillermo y sus hijos, sacando varias invitaciones. —Las entregaré personalmente en los próximos días, pero, para la familia del duque, prefiero hacerlo esta noche. Uno por uno, fue dando las invitaciones a los hijos del duque, andando con elegancia. Al final de la fila estaba Gracia, que observaba todo, expectante. Después de todo, pasó la noche entera hablando bien de él. Seguro su esfuerzo no sería en vano. Y ahora que un sonriente Vittorio le entregaba invitaciones a su familia, su corazón se calmó un poco. Si su papá veía que había logrado ganarse a Vittorio, tal vez n
Rafael se sentó más derecho, completamente asombrado por la precisión con la que José había anticipado cada detalle.Todo salió exactamente como lo había previsto.En casa, después de bañarse, Adriana estaba inquieta. De pronto, recordó algo y agarró su celular para llamar al encargado de la sala de fragancias. —Elías, perdón por molestarte tan tarde. Estos días que has estado cuidando la sala de fragancias, ¿no has visto nada raro? —preguntó. Elías, que estaba de turno en la noche, pensó un momento antes de contestar: —Ahora que lo dices… sí, ha pasado algo extraño. —¿Qué fue? —Durante las noches, he visto subir a esta planta a uno o dos empleados que no conozco. Tienen sus credenciales, pero se mueven de manera sospechosa, como si estuvieran vigilando algo. Justo esta mañana iba a contarte. ¿Quieres que avise a seguridad para que refuercen el control de acceso? —No hace falta —dijo Adriana con calma. —De hecho, quiero que esta noche bebas un poco y te eches una siesta d
Al día siguiente, Adriana empacó algunas cosas necesarias y se reunió con Alejandro. Como el clima era bueno, decidieron viajar hacia el Cerro Acamaru. El asistente de Alejandro manejó el carro y llevó el equipo de fotografía profesional.Cuando llegaron, Alejandro empezó a tomar fotos del paisaje, capturando su belleza natural. Luego, se volteó hacia Adriana y le preguntó: —Dijiste que parte de la inspiración para la fragancia vino de los sobres aromáticos que hace la familia de la guardiana de la montaña. ¿No deberíamos pues de visitarlos para conseguir más material? Su casa seguramente refleja mejor la esencia de la fragancia que solo las fotos del cerro. —Justo eso estaba pensando —respondió Adriana con una sonrisa. —Por eso, quería invitarte a quedarnos esta noche en su casa. Además, traje unos kits para hacer esencias y quiero regalárselos a la señora. Pero, antes de tomar fotos, necesitamos su permiso. —Claro. Soy muy cuidadoso con esas cosas —aseguró Alejandro. Con en
El mesero terminó de servir los platos y se fue con la bandeja en la mano. En la sala privada solo quedaban dos mujeres. Lorena puso un poco de comida en el plato de Elena y, tratando de parecer relajada, dijo: —¿Sabías? Adriana quiere hacer una exposición de perfumes en Madecia. —¿En serio? Al oír el nombre de Adriana, a Elena se le pusieron los pelos de punta al instante. Cuando vio que Elena todavía odiaba a Adriana, Lorena se sintió aliviada y, con una expresión de preocupación falsa, siguió: —Sí… En esa carrera, no solo dejó en ridículo a la empresa de mi papá, sino que después empezó a vender un perfume con el mismo nombre que el suyo. Y ahora quiere hacer una exposición. No tiene de veras vergüenza alguna… Está decidida a hacerle la vida imposible a mi papá. Elena torció las cejas y agarró la mano de Lorena con fuerza. —Adriana siempre ha sido así de mala, lo sé mejor que nadie. Recordando cómo una vez, por culpa de un diseño de Adriana, su familia quedó en ridíc
Por la noche, Adriana todavía seguía bastante preocupada, así que decidió llamar a su mamá.La mamá de Adriana se llevaba bien con la esposa de su tío y también conocía a varias personas en la empresa de exposiciones de él. Así que después de explicarle la situación, le pidió que averiguara discretamente qué estaba pasando con Elena y su familia en Madecia. Ya a la mañana siguiente, justo después de despertar, Adriana recibió el mensaje de su mamá: al parecer, Elena había logrado ganarse la simpatía de Henry, que, con su carácter blando, sentía lástima por su situación y había decidido contratarla en su empresa, dándole incluso un puesto de supervisora. Además, Elena empezaba a trabajar ese mismo día. Adriana tenía un presentimiento: la reunión con su tío no iba a ser nada fácil. Así que preparó toda la documentación y tomó un taxi hacia MilHorizon. En el camino, le dio un telefonazo a Henri. —Tío, ¿estás en la oficina ahora? Quiero ir a verte para hablar de un proyecto de expos