—¡Señor Ruiz!Al ver a ese hombre familiar, Adriana recordó de inmediato lo que pasó en el hospital de Marépolis, cuando este hombre, en representación de la gala internacional de debutantes, fue a visitarla.Recordaba que se llamaba Héctor Ruiz.Los ojos del elegante y amable hombre frente a ella brillaron al instante. Con un tono incrédulo, él le dijo:—No puede ser, señorita Adriana, ¿realmente me recuerda?Adriana le sonrió con confianza, sin dar más explicaciones.La razón por la que recordaba ese nombre era porque parecía ser alguien en el que José había mostrado mucho interés en el pasado.—¿Ha venido la señorita Adriana solo a observar o tiene el ojo puesto en algún terreno en particular? —preguntó Héctor, iniciando una conversación cordial.—Mi familia quiere construir una nueva fábrica, y sí, hemos visto un terreno que nos interesa —respondió Adriana con naturalidad.Héctor asintió con una sonrisa:—Yo también he venido por eso.Mientras conversaban, ninguno de los dos notó q
La subasta comenzó.Los primeros terrenos en ser subastados eran de los más populares: algunos tenían ubicaciones convenientes, otros estaban cerca de fuentes de agua, y otros tenían una alta relación calidad-precio, por lo que todos eran muy disputados.Sin embargo, Adriana era indiferente. Cuando se aburría, miraba su teléfono. Las noticias sobre Valeria eran demasiado negativas. Tras haber sido completamente abandonada por su agencia, el internet estaba lleno de críticas hacia ella. Ella misma se lo había buscado.Cuando la subasta estaba por terminar, finalmente llegó el turno del último terreno, el que Adriana quería.El subastador dio una breve introducción sobre la propiedad y anunció un precio inicial de 40 millones.—¡Cuatro millones quinientos! —Adriana levantó su paleta con voz firme.Algunos tipos en las primeras filas se voltearon. Era la primera vez en toda la subasta que se escuchaba la voz de una mujer. Cuando vieron su cara, todos se concentraron en ella; su apariencia
Elena casi se atraganta de la mucha rabia que le dio.Había hecho todo lo posible para acercarse a Héctor, y justo cuando logró estar cerca de él, Adriana arruinó por completo el ambiente.Esa Adriana, definitivamente era su némesis.Elena apretó los puños y miró cómo Héctor se alejaba con Adriana, mordiéndose los labios hasta que casi sangraron.—Señor Ruiz, muchas gracias por cederme el terreno—dijo Adriana, iniciando la conversación.Héctor sonrió:—No me llames Señor Ruiz, solo dime Héctor. ¿Por qué estabas tan interesada en ese terreno? Por lo que vi, no tiene un valor tan alto como para competir tanto por él.Adriana le explicó la conveniencia del terreno para la construcción de la nueva fábrica de Grupo López, y luego preguntó:—¿Y tú, Héctor? ¿Por qué querías ese terreno? Si no fuera porque seguí pujando, sería tuyo.Héctor bajó la mirada y sonrió levemente. Después de un momento de pausa, respondió:—Es porque… era un lugar que le encantaba a alguien que amé mucho, en algún mo
Habian pasado solo diez minutos después.Cuando Héctor apareció frente a Adriana. —Señorita Adriana, ¿por qué cambió de opinión de la nada?Adriana sonrió y respondió:—¿Le digo la verdad o una mentirita piadosa?Los ojos de Héctor brillaron por un momento mientras sonreía:—Dígame ambas.—La mentira piadosa es que sería que estoy ansiosa por agradecerle la ayuda que me brindó. Y la verdad, en cambio, es que acabo de enterarme de que en esta gala habrá varios socios con los que quiero hablar.Mirando el brillo encantador en los ojos de Adriana, Héctor empezó a sonreír, como queriendo decirle algo.Adriana continuó:—Sin embargo, no me gusta deberle favores a la gente, así que lo que dije antes tampoco es del todo mentira.Héctor se rio:—Señorita Adriana, es usted muy interesante.La sonrisa de Adriana se hizo aún más grande, y aún más encantadora.Héctor extendió su brazo, invitándola. Adriana le tomó el brazo, y juntos fueron al salón de la gala.Cuando Héctor entregó la invitación,
Fuera de la vitrina de la pastelería.En la esquina de la calle, un Maybach negro avanzó lentamente y se detuvo. La ventana se bajó a medias, y la mirada intensa de José se fijó en la mujer dentro de la tienda.Aquella lágrima brillante que rodaba por la mejilla de Adriana hizo que su corazón se apretara de dolor.¿Estaba acaso llorando por él?Al recordar las palabras que le había dicho hace un momento, se dio cuenta de que, de verdad, había sido demasiado cruel.Siempre había sido un hombre racional, pero hoy, por primera vez, dejó que sus emociones se apoderaran de él, al punto de decir cosas que solo habían herido, tanto a ella como a él mismo.¿Cómo pudo? José apretó con fuerza el volante, decepcionado.Estaba a punto de bajar del auto para hablar con ella cuando recibió una llamada de Rafael:—Señor, tenía razón. Héctor efectivamente había hecho algunos movimientos sospechosos en la gala, pero como usted se llevó a la señora, parece que dio la orden de retirar todo. Solo encontra
Adriana llevaba tiempo sin ver a su mamá. Al llegar a casa, fue rápido a ducharse y, como niña mimada, se metió en la cama de su madre, insistiendo en dormir juntas.Después de pasar toda la noche conversando, Adriana sintió cómo el amor de su madre la llenaba de energía, preparándola para volver a la lucha del día a día.Sin embargo, el tema que su madre seguía evitando responder, Adriana prefirió no mencionarlo más.Al día siguiente, Carmen decidió quedarse en casa para descansar.Adriana, por su parte, salió temprano del trabajo para pasar más tiempo con su madre. Pero justo al llegar a casa, recibió una llamada de su asistente, que quería consultarle sobre los detalles de la próxima fase de prueba del nuevo perfume.Tras el escándalo de Valeria, la próxima ronda de pruebas seguramente llamaría mucho la atención, y en el departamento de perfumes de Grupo López habían pues muchos nervios, temiendo que algo pudiera salir mal otra vez.Mientras tanto, Carmen y la señora Claudia estaban
¡Ja!¡Ja, ja!José volteó su cabeza para mirar a Rafael, con una mirada de odio.Rafael estaba muerto del susto, deseando con todas sus fuerzas que hubiera un pozo cerca para saltar dentro y terminar con su miseria... Pero, ¿qué podía explicar? En presencia del jefe, no tenía absolutamente ningún derecho a hablar.El jefe y su esposa estaban jugando al matrimonio secreto, pero insistían en ponerlo a él como carnada frente a la suegra del jefe. El problema era que el jefe no estaba dispuesto a enojarse con su esposa ni a aclarar las cosas, así que cada vez que algo salía mal, descargaba toda su furia sobre él.¡Qué difícil se la puso!—¿De qué hablaban antes? —José rompió el incómodo silencio.—Ah, le estaba contando a Rafael historias de la infancia de Adriana —respondió Carmen, la madre de Adriana.—¿Eran interesantes? —José dijo, mirando a Rafael, quien se quedó paralizado como una estatua. Sabía que cualquier respuesta, ya fuera un asentimiento o una negación, podía destruirlo.—Est
Adriana apretó los labios con fuerza, tratando de no reírse.¿Así es como la está consintiendo?Cualquiera que lo viera pensaría que había venido a pelear con ella.Adriana fingió ponerse seria y dijo:—Sé cuál es mi lugar. Sé cuánto valgo para ti, así que ¿cómo me atrevería a ser tan imprudente como para hacerte un berrinche?Los ojos de José se entrecerraron un poco.Desde que había visto las fotos de Adriana con su padre en el álbum, ya no estaba tan de mal humor. La verdad era que, en su corazón, ella no debería tener tanto peso.—Mañana tengo una cita con don Lorenzo para ir a Madecia, así que no voy a regresar contigo —dijo Adriana, cambiando el tema.—¿Qué vas a hacer en Madecia? —preguntó José.Adriana fingió estar molesta al explicar:—Hay una flor llamada Jade de vid, que solo florece en esta temporada en Madecia. Don Lorenzo quiere llevarme para trabajar en la creación de perfumes. No pierdas tu tiempo en cosas que no te interesan, ¿sí?Dicho esto, se dio la vuelta y comenzó