En la reciente competencia de baile, todos los invitados disfrutaban en el salón de banquetes, excepto Diego, quien se encontraba débil y desamparado en el vestidor.Esperó durante mucho tiempo hasta que Rafael, el asistente, le entregó su traje y le explicó lo que Adriana quería que hiciera, dejando una última advertencia: —El presidente ha dado órdenes de que no se te escape ni una palabra.El segundo tío quería bailar con su esposa, pero tenía que fingir ser discapacitado frente a los demás. ¿Cómo podría arriesgarse a decir algo?Diego rápidamente se cambió a su frac, mientras ajustaba su pajarita y corría hacia el lado de Adriana, diciéndole: —Los que querías, están bajo mi control.Adriana esbozó una sonrisa, mirando al público y diciendo: —¿Quién dijo que no había testigos?Diego, siguiendo sus palabras, hizo un gesto con la mano, y de inmediato trajeron a un camarero. Al verlo, el rostro de Lorena se puso tenso.El subordinado de Diego dijo a todos: —Lo encontramos justo cuando
En los años anteriores, Gracia siempre fue siempre la número uno entre todas pero este año, con tantos caballeros votando, y después de dos rondas, Gracia solo obtuvo treinta y nueve votos, mientras que la mayoría de las otras damas no recibieron votos, o no pasaron de una cifra de un solo dígito.Sin embargo y a muy a su pesar, Adriana obtuvo la primera posición con una abrumadora victoria de 61 votos.—¡Esta Adriana es muy buena la vieja esa! ¡Es su primera vez en el banquete de las damas y ya ha eclipsado a Gracia!—¡Y mírale como baila! Aunque no soy una experta, hay que reconocer que se sabe mover muy bien.La gente comenzó a murmurar, mientras Gracia no podía ocultar su molestia. Levantó la mano para irse, pero su mayordomo se apresuró a calmarla:—¡No te precipites, señorita! Yo tengo una forma de remediarlo, confié por favor en mí.—¡Carajos, si ya se ha decidido el resultado! ¿Qué más se puede hacer? —Le respondió Gracia.—Por favor, señorita, cálmese usted.El mayordomo sonri
Uno de esos contactos que había conseguido durante el evento de Damas era el de Doña Torres. La cual había interactuado con ella unas cuantas veces durante el evento y le dijo que le parecía una excelente pretendiente para su hijo y que quería concretar los detalles de la boda. Adriana entonces decidida, escribió para cuadrar una cita con ella. Luego de una hora recibió una carta, invitándola a la mansión de los Torres al norte de la ciudad en donde ella vivía. Al llegar Adriana demostró una actitud tímida, debida a la inminente presencia de Doña Torres. La anfitriona y no pudo evitar sonreír en su interior. Esta muchacha a pesar de su origen humilde era muy bien portada. Buena. —Él sí estuvo aquí al mediodía —comentó Doña Torres. Adriana al pasar a la sala pregunto por Diego inconscientemente. —estuvo aquí hace unos días ayudándome en unas labores, pero tuvo que salir temprano. Adriana levantó rápidamente la cabeza, esperando escuchar más. —Pero estaba muy ocupado. Me despidi
—Adriana, perdóname, de verdad me equivoqué —decía Carlos, arrodillado en el suelo, con lágrimas en los ojos y una mirada de culpa. Intentó agarrar la falda de Adriana, pero ella, con desdén, dio un paso atrás. Carlos levantó la cabeza, sorprendido. —¿Adriana, me tienes miedo? —¿Miedo? —Adriana dejó escapar una risa burlesca—. Solo eres una rata sucia, ¿qué tendría que temer? Simplemente no quiero saber de ti. La expresión de Carlos se endureció por un momento, pero luego miró fijamente las piernas de Adriana. No podía creerlo, pero allí estaba, de pie frente a él, radiante y hermosa. ¿Cómo no había visto antes lo magnífica que era? —Adriana, tus piernas están curadas. Me alegra mucho por ti —dijo Carlos, fingiendo indignación. —Todo fue culpa de esa mujer malvada, Elena. ¡Si no hubiera sido por ella, nunca hubieras tenido problemas con tus piernas! —¿Quieres decir que todo fue idea de Elena y que tú no sabías nada? —preguntó Adriana, con un tono burlón—. Entonces, ¿qué hay de
Adriana apretó los labios. Aunque estaba casada, Diego tampoco había regresado al país ni a casa. Hizo una pausa para respirar antes de responder educadamente: —Estoy ocupada con el trabajo, de verdad no puedo regresar. Tío, siéntase como en casa. Era su casa, claro que podía sentirse como en casa. ¡Pero era ella quien se estaba tomando demasiadas libertades! José le contradijo: —¿No te preocupa tu salud por trabajar hasta tan tarde? Adriana se detuvo un momento. Por lo visto, la familia Torres había investigado su estado de salud antes de concertar el matrimonio con Diego. Ellos nunca hacían nada sin razón. —No se preocupe usted, señor Torres. Desde la cirugía hace ocho años, he recibido tratamiento constante y siempre estoy siendo monitoreada. Mi salud está muy bien ahora. —¡Si sabes que tuviste una cirugía mayor, deberías cuidarte! ¿En Grupo López no hay suficientes empleados? ¿Por qué tienes que trabajar tan duro? —José seguía insistiendo, quería tenerla en casa. Adriana
Media hora después. La presentación de la propuesta del Grupo Blanco había terminado, y finalmente el responsable salió a informar que era el turno del Grupo López. Adriana entró con Luis y dos jefes de departamento. Conectaron su propuesta en la computadora del comité organizador y la proyectaron. Con calma, Adriana abrió la primera diapositiva, saludó cortésmente y comenzó su presentación. Apenas había llegado a la segunda diapositiva cuando el presidente de la asociación de la industria: —Disculpa que te interrumpa, señorita López, ¿podrías avanzar algunas diapositivas en tu propuesta? Adriana parpadeó, entendiendo rápidamente lo que estaba ocurriendo. Con una sonrisa serena, asintió y usó el control remoto para avanzar. Mientras las diapositivas pasaban, los rostros de los miembros del jurado se volvían más serios. Después de un breve intercambio de palabras entre ellos, el presidente dejó su bolígrafo y dijo con firmeza: —Señorita López, ¿está segura de que esta propues
Lucas lucia visiblemente desconcertado. Adriana sonrió y, con un gesto sutil, indicó a Luis que saliera. Al poco tiempo, Luis regresó acompañado de un empleado de Grupo López, quien llevaba una bandeja llena de frascos de colores variados. —Señores jueces, permítanme realizar una presentación improvisada, pero igualmente práctica y efectiva —dijo Adriana, mientras tomaba uno de los pequeños frascos. —Estos son extractos que yo misma he diluido. Con confianza, se dirigió hacia la única mujer entre los jueces y comentó: —El perfume que lleva contiene una base predominante de albahaca. La albahaca prospera en climas cálidos y tiene un toque mentolado y aromático. —Deduzco que usted es una persona apasionada y extrovertida, que prefiere fragancias igualmente intensas. Le recomendaría una combinación de lavanda, mejorana y verbena de limón. Esta mezcla no solo es refrescante, sino que también alivia el estrés y relaja. Mientras hablaba, Adriana utilizó una pipeta para crear una peque
Varios jueces respaldaron la propuesta de Adriana. Conocer las marcas de perfumes de la competencia es el nivel más básico de competencia para un jefe de departamento en la industria de fragancias. Más aún cuando Adriana tu competencia directa ya ha identificado los ingredientes de cada perfume, lo que hacía posible deducir las marcas incluso con un olfato poco desarrollado. Sin embargo, Lucas vaciló. Se negó torpemente a hacer el análisis, y su justificación era completamente inverosímil. Según el ya había presentado su propuesta y tenía un vuelo en espera en ese momento. El presidente de la asociación se malgenio de nuevo. Un jefe de departamento que puede analizar fragancias con precisión frente a otro que ni siquiera ha hecho un análisis básico de la competencia... Quedaba claro quién había plagiado la propuesta de quién. Él dio instrucciones al personal y luego dijo: —Demos por concluida la licitación de hoy. Al ver que los jueces se levantaban para marcharse, Lucas corri