HOLA DEJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS, GRACIAS POR LEER ♥
Los ojos de Marcus se abrieron enormes, al momento que esas palabras salieron por la boca de Evana, ella tuvo un miedo enorme, el hombre caminó hacia ella, y sintió como la estrechó en sus brazos, la distancia entre los dos fue un mito, lo sintió tan cerca, como si fuera a devorar sus labios, sintió su calor. —Entonces, ¿Estás celosa, querida esposa? Has venido a comprobar si tengo una amante, ¿Eres una espía? Ella titubeó, sus ojos temblaron, y sus pestañas como pequeñas alas de mariposas se movieron lento, era tan seductora que Marcus sintió que se encendía ante ella, moría por besarla, y cuanto más lo pensaba quería olvidarlo. «¡Es un maldito juego! Nunca dejaré que ninguna mujer se atreva a traicionarme, otra vez», pensó —¿Quieres conocer a mi amante? —exclamó tomándola, severo —No, sé que no tienes una amante, sé que es tu sobrino, que está mal de salud. Él se detuvo, bajó la mirada, era como si sintiera una herida latiendo en su corazón. —Es hijo de Ismael, todo este tiemp
Marcus detuvo el beso, mientras Evana agachaba la cara, estaba tan sonrojada, que no podía sostener la mirada. Marcus miró a Álvaro con rabia. —¿Qué quieres? ¿No sabes llamar a la puerta? —Es que… mi abuela, ella te espera abajo —titubeó Álvaro con rabia, sentía que estaba lleno de furia al ver esa escena. Marcus asintió. —Volveré, mi amor, espérame despierta — guiño n ojo, el beso su frente y salió tan rápido. Lo dijo para molestar a Álvaro y al ver su cara supo que lo consiguió. Cerró la puerta y miró a Álvaro que lo siguió, Marcus podría sentir su mirada sobre él, como un cuchillo filoso, pero solo podía sentir lástima por él. Evana recuperó la respiración perdida, pero sus piernas, todo su cuerpo parecía hecho de gelatina, temblaba. Se recostó, miró al techo, respiró profundo. «¡Ese hombre va a acabar por volverme loca, debo irme, debo escapar!», pensó. Marcus bajó al despacho, su madre y su padre, junto Álvaro, estaban ahí. —¿Qué pasa, hijo? Nos despertaste para algo,
POV Evana: «Puedo entender como llegamos a este punto, pero no puedo entender cómo es que cedo tanto a él. No soy una mujer que me guie por el instinto, pero él me ganó. Su cuerpo estaba sobre el mío, puedo sentir su peso, sus labios oprimiendo los míos, y de pronto, ¿Cuándo se volvió tan necesario? Su beso se volvió tan codicioso, mi cuerpo tembló bajo sus manos, no pude evitarlo. Su lengua acarició la mía, mi mente se nubló, me olvidé hasta de mi apellido, aunque quise detenerlo, hubo una parte de mí que latió, lo deseó como si fuera el oxígeno, y mi cuerpo se rindió a él. Primero fue el beso, nuestras lenguas acariciándose, yo me quedé sin aliento, nos miramos a los ojos, vi el azul en su mirada y es precioso, pero sus labios descendieron a mi cuello, la sensación fue bendita, me estremecí. Su mano siguió bajando, tocó mis pechos por encima de la tela de mi piel, se irguieron al instante de sentir su roce, como si reclamaran por volver a ser tocados, un rubor cubrió mis mejill
Álvaro estaba bajo la escalera, tenía un gesto de rabia. —¿Qué sucede, querido, no dormiste bien? —exclamó burlón Los ojos de Álvaro miraron con rabia a Marcus. —Supongo que no dormí mejor que tú. Marcus esbozó una risita sarcástica —No creo que ningún hombre en este planeta duerma mejor que yo, pero, cada uno tiene lo que merece, hijo. Fátima apareció ante ellos. —Estoy lista, ya quiero ver a mi nieto. Álvaro sintió rabia, pensar que su abuela pudiera interesarse por otro nieto que no fuera él, le dolía. Andrés se les unió y salieron de la casa. Stella estaba tan rabiosa, recordó su plática ayer, con Álvaro, él estaba tan mal, le pidió que no permitiera que Evana y Marcus fueran felices, quería separarlos. —Ellos lastimaron a mi pobre hijo, se unieron en su contra, ahora lo pagarán. Stella llamó al lugar que su hijo le pidió, tenían un plan macabro que podrían en acción a partir de hoy. En el hospital Marcus llevó a su madre, ella y Andrés fueron los primeros en entrar.
Evana le miró con ojos asustados. —¡Es mentira! Es imposible, mientes, mi bebé murió, no sobrevivió. Él sonrió con malicia. —Te lo hice creer, cuando iba a dejarte, solo porque no quería que nada nos uniera, pero la verdad es otra, cariño, así que, si quieres volver a verlo cara a cara, si quieres cargarlo, olerlo, entonces, tía querida, debes hacer lo que te digo, vete de la vida de Marcus para siempre, haz lo que dije, ve por tus cosas, vete al lugar al que te enviaré la dirección y cállate, solo así, podrás ver a nuestro hijo. Evana lo miró con odio. Álvaro se alejó, ella limpió sus lágrimas «¿Será cierto? ¿Es acaso una de sus malditas mentiras?» Evana no lo sabía, pero pensó en todo lo que era Álvaro, cuando él intentó matarla, sin piedad, incluso dejándola a su suerte, ¿Acaso no podría ser más ruin? Evana tuvo terror, pensó que si podría. Marcus se acercó a ella, de pronto la observó, algo estaba mal, ella lucía tan mal, tan frágil. —¿Qué sucede? ¿Estás bien? —Sí, no me
Sabrina se quedó perpleja, abrazó a Marcus. —¡Lo siento mucho! Yo la escuché llorar. —¿Qué? —Marcus estaba impactado «¿Por qué Evana lloraba? ¿Lloraba por mí?», pensó con duda —¿Qué más escuchaste, Sabrina? —Que iba a hospedarse en un hotel… llamado Garden… Garden de Barza, ¿Lo conoces? —No, pero averiguaré. —Marcus, quizás Evana estaba molesta contigo, esto puede tener remedio, piénsalo, ella es una buena mujer. Marcus sonrió. —Gracias, Sabrina. Ella salió de la habitación. Marcus fue al cuarto de baño, se desnudó y se metió a bañar, pensó en Evana, cuando la tocó, quería hacerla suya «Debí hacerlo, pero, pensé que… pensé que estaba asustada; no puedo extrañarla, no quiero, ni debo… pero… la extraño», pensó, sintió melancolía, mientras el agua fría recorría cada rincón de su piel. Evana viajo en tren, durante una hora hasta Barza, al bajar, esperaba un taxi, sentada en la estación, pensó en Marcus —Quizas a esta hora lo sabe todo y me odia, Marcus… —susurró con tristeza
Marcus era capaz de apagar y encender todas sus ansias, y a veces quería escapar por temor, temer volver a ser engañada era su nuevo miedo oculto. Cuando él por fin detuvo el beso, pudo reflejarse en sus ojos. Él sonrió, no de una forma alegre, si no como él solía sonreír, un tanto frío. —Volvamos a casa, no queremos armar espectáculo. Ella asintió. En la mansión Ford. Era más tarde, cuando Marcus y Evana llegaron a la mansión, entraron por la puerta principal, vieron a la familia reunida en el salón, y de inmediato notaron a todos serios. Nicol sollozaba al fondo, y Sabrina los miraba asustados. —¡Maldita perra! —gritó Nicol, e intentó atacar a Evana, pero fue detenida por Álvaro. —No vale la pena, tú eres mi esposa, ella sola una mujerzuela. Marcus lo miró con ojos severos. —¿Así que quieres otra golpiza? —exclamó acercándose, peligroso. Él retrocedió, pero Andrés se interpuso entre ellos. —¡Basta, Marcus! —No permitiré que ofenda a Evana —dijo Marcus. Fátima se acercó
Evana sentía a Marcus muy cerca, de pronto escapó de sus manos. —Yo… lo siento, ahora… no puedo —esas palabras le dieron temor Marcus la miró bien, bajó la mirada, entendió a que se refería. —¿Es por Álvaro? ¿Es que aún lo amas? Evana lo miró como si hablara como un loco —¡¿Qué dices? ¡Claro que no! Solo que… es muy rápido para mí… Marcus asintió, podía entenderlo, ella hace menos de dos meses tuvo a un hijo que murió al nacer, Álvaro la engañó, intentó matarla, él la desposó solo por venganza, ¿Ahora pedía hacer el amor? Debía darle tiempo, y a él no le importaba esperar, siempre y cuando ella estuviese a su lado. —Yo esperaré, no hay prisa. Sus palabras la sorprendieron, Evana hundió la mirada, avergonzada. Él sonrió. —Es tarde, vamos a cenar fuera de este lugar, que se ha convertido en una cárcel para los dos. Ella sonrió, asintió, salieron de casa. Durante la cena, Evana no dejaba de pensar en él, Marcus era tan elegante, tan perfecto que toda la gente lo miraba siempre