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—¡¿Qué estás diciendo?! —exclamó Marcus Evangelyn dio un paso atrás, negó. —¡No es verdad, padre! Es un mentiroso, un farsante, no lo creas —dijo Evangelyn Marcus regresó una mirada severa y recelosa contra Pablo. —Iremos a hablar a la casa, te daré tu cheque de pago y se acabó, te veré tan pronto llegues en la mansión, y hablaremos de esto. Pablo asinitó, por dentro sintió una victoria, al menos Marcus Ford le dio el beneficio de la duda, al menos eso pensó. Pablo fue al auto. Marcus le pidió a Jonathan que lo ayudara a llevar a Bennett al hospital, pues ya era su alta. Jonathan dijo que lo haría, pero separó un momento a Marcus para hablarle a solas. —Piensas lo que haces, no creas en Pablo, no le creo nada, sè que Evangelyn no es como él dice, lo podemos probar en un examen sanguíneo si lo que quieres es sentirte tranquilo, te comprendo, a la edad de nuestros hijos pueden cometer errores, pero piensa lo que haces, por favor —dijo Jonathan —Está bien. —Por cierto, cuando t
—Marcus, reflexiona, ¿Qué haces? —Madre, Pablo dice que yo consumo drogas, pero no es verdad, te lo juro, no lo hago, tú me conoces. Evana acarició el rostro de su hija, la abrazó a su pecho. —Evangelyn es incapaz de algo así, Marcus, no tenemos que someterla a nada que no quiera, es evidente que Pablo perdió el norte, y está metido en muchos líos. —¡Mi padre no me cree, ya no sé ni en quien cree! —exclamó Evangelyn y subió a su alcoba. Marcus tocó su cabeza desesperado, Evana se acercò a él, lo veía tan cansado. —Marcus, ¿Qué te pasa? No te reconozco, amor, conoces a tu hija bien, es incapaz. Marcus hundió la mirada. —¡Lo sé! Una parte de mí lo sabe, pero otra, tengo miedo, Evana, el miedo que nunca he sentido en mi vida, porque no quiero que nada malo ocurra a nuestros hijos, estoy luchando por protegerlos, y no puedo, simplemente, me siento impotente. Evangelyn que se habái quedado al pie de la escalera escuchó a su padre hablar de esa manera, su padre siempre fue un roble
Margaret luchaba contra la fuerza de su hermana mayor, alzo sus brazos, y sus manos lograron tocar unos frascos en el peinador, los hizo caer al suelo, hicieron ruido al ser de cristal. —¿Señorita? La voz del chofer hizo que Irina suavizara su ataque, Margaret golpeó con su codo su estómago tan fuerte, que la mujer lanzó un grito, y retrocedió, Margaret intentó salir, abrió la puerta. Irina la agarró de los cabellos. —¡Ayuda! —gritó Margaret con la fuerza en sus pulmones, solo en ese momento el chofer corrió a ver. Irina dejó a Margaret, pero cuando el hombre se acercò, la mujer le roció perfume en los ojso, el hombre se agachó, ella lo empujó. Margaret corrió lejos de su hermana, tomó el teléfono y amenazó con llamar a emergencia —¡Te mataré, Margaret! La mujer salió a toda prisa. Margaret colgó la llamada, respiró profundo cuando ya no vio a su hermana, cerró la puerta con llave, fue a socorrer al chofer que tenía ojos muy irritados. Irina salió del edificio, corría antes d
—Padre, dime, ¿fuiste infiel a mi madre? —exclamó Andrés, luego de escuchar a su madre decirlo. Jonathan hundió la mirada, no supo que decir. Pero, no podría mentirle a su hijo. —Nunca engañaría a tu madre, pero, te pido que no le digas eso. Andrés le mirò confuso. —¿Qué? —Por favor, júralo. Andrés negó, su padre acunó su rostro. —Ya eres un hombre, he respetado lo que haces, no te he juzgado, ahora quiero que te comportes como un hombre conmigo, y no digas a tu madre nada, déjala que piense lo que quiere, si ella de verdad me ama, sabrá que no lo hice. Andrés bajó la mirada. —Están locos los dos, están arruinando la familia que tanto les costó crear. Jonathan sabía que tenía razón, pensó que pronto moriría, de todos modos, se acabaría, abrazó a su hijo, tomó sus maletas, salió de la casa. Andrés sintió tristeza. Andrés subió la escalera, encontró a Aimé en la planta alta, como si hubiese escuchado todo y ahora solo esperara por él. —Hola, mira lo que tengo aquí —la mujer
—No sé qué haré con exactitud, lo único que sé, es que tendré a mi bebé, y lo cuidaré de quien sea, incluso si Andrés no me responde, estoy dispuesta a ser padre y madre para mi hijo. —¿Qué hijo? —exclamó Bennett irrumpiendo de pronto en la habitación—. ¿Natalia, estás embarazada? ¿Esperas un hijo de… Andrés? Natalia y Evangelyn se miraron con angustia al ser descubiertas por su hermano. Natalia asintió, no podía ya negarlo. —Sí. —¡Dios mío! ¿Y él ya lo sabe? Deben casarse, es más, podemos hacer boda doble —exclamó con emoción, pero también preocupado por su hermana, era muy joven para ser madre, después de todo. Natalia sintió nervios, hundió la mirada. —Aimè confirmó su embarazo, espera un hijo de Andrés. —¿Qué? ¡No! Esa tipa es una mentirosa de pacotilla, pero si es cierto, ¡Andrés pagará por burlarse de ti! —exclamó Bennett furioso —No, por favor, no hagas nada, ya he tenido suficiente, yo asumiré toda la culpa. —¿Qué? Claro que no, Andrés pagará lo que hizo —sentenció Be
Evana bajó del auto y corrió adentro del hospital. Margaret y Bennett fueron detrás de ella. De camino al hospital, Evana logró hablar con Marcus, apenas entró, él ya estaba ahí. —¿Qué pasó? —exclamó Evana frustrada, asustada. —Aún no me dicen nada, esperemos —dijo Marcus. Evana estaba tan asustada, que cuando Marcus la abrazó, ella temblaba. Los pensamientos de Evana eran dispersos, estaba demasiado ansiosa, solo quería ver a su hija bien. Natalia apareció después, nadie les decía nada, estaban desesperados, hasta que, por fin, el doctor salió. —¿Son padres de la paciente Evangelyn Ford? —preguntó el doctor —sí, ¿Cómo está nuestra hija, doctor? —exclamó Marcus —Bueno, Evangelyn sufrió una sobredosis de fentanil0, casi muere, está grave, estamos haciendo todo lo posible para que mejore. Esas palabras destrozaron el corazón de Marcus, sus ojos se volvieron llorosos, no podía creerlo, ¿su hija se drogaba? El doctor se fue, Evana sollozó, cubriendo con sus manos su rostro —¡E
Aimé soltó el trozo de vidrio que tenía en sus manos, estaba asustada al ver a Jonathan Grimm ahí, se sintió perdida, sabía que ahora estaba descubierta, su máscara cayó. —Yo… —la mujer no pudo hablar, se sintió descubierta, Aimè tembló de miedo, ahora estaba en verdaderos problemas. —Nada de lo que digas te salvará, pequeña serpiente —sentenció Sabrina. —Llamen a la policía —dijo Jonathan—. Pagarás por lo que le hiciste a mi sobrina Evangelyn. La mujer le vio con ojos enormes, asustados. —¡Yo no quería, Pablo me obligó! Jonathan y Sabrina se miraron con miedo, impactados de lo que la mujer les decía. La policía llegó, y arrestaron a Aimè por agresión, también iban a investigar lo que ella dijo sobre Pablo. Cuando se fueron todos, Sabrina mirò a Jonathan. Ella rompió en llanto, se sentía triste, defraudada. —¡No está embarazada! No tendremos un nieto, Jonathan, no estaba engañando, quería el dinero que tenemos en el banco, la herencia que mi padre me dejó —dijo la mujer con t
—¿Qué dices, Marcus? —exclamó Dante Swift. —No soy tonto, lo sabes, he visto durante un tiempo como la miras, como la tratas, he visto tu actitud, quiero decir, no te odio, solo quiero saber desde cuándo. Dante no pudo hablar, su mente era tan confusa. El abogado Lazcano llegó, los interrumpió, fue un salvavidas para Dante, porque Marcus fue con él, se alejó. El abogado le mostró el video donde Evangelyn subía al auto y Pablo estaba ahí. —¡Debe pagar por lo que hizo a mi hija! —exclamó Marcus severo El abogado asintió —Claro que lo hará, pronto será detenido. —¿Y qué hay de Irina? Necesito que sea atrapada, esa mujer es un dolor de cabeza para mi familia y para mí —sentenció. —Siguen buscándola, aunque hay un rumor de que la mujer pudo huir a una provincia —señaló Marcus respiró profundo, supo que no podría dormir tranquilo si esa mujer seguía por las calles, con una estúpida idea de venganza en su contra. Evana salió y Marcus fue con ella. —¿Cómo está? —Estaba asustada, ¿