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—¿Qué dices, Marcus? —exclamó Dante Swift. —No soy tonto, lo sabes, he visto durante un tiempo como la miras, como la tratas, he visto tu actitud, quiero decir, no te odio, solo quiero saber desde cuándo. Dante no pudo hablar, su mente era tan confusa. El abogado Lazcano llegó, los interrumpió, fue un salvavidas para Dante, porque Marcus fue con él, se alejó. El abogado le mostró el video donde Evangelyn subía al auto y Pablo estaba ahí. —¡Debe pagar por lo que hizo a mi hija! —exclamó Marcus severo El abogado asintió —Claro que lo hará, pronto será detenido. —¿Y qué hay de Irina? Necesito que sea atrapada, esa mujer es un dolor de cabeza para mi familia y para mí —sentenció. —Siguen buscándola, aunque hay un rumor de que la mujer pudo huir a una provincia —señaló Marcus respiró profundo, supo que no podría dormir tranquilo si esa mujer seguía por las calles, con una estúpida idea de venganza en su contra. Evana salió y Marcus fue con ella. —¿Cómo está? —Estaba asustada, ¿
Sabrina caminó por los pasillos, estaba destrozada, Evana se encontró con ella, al verla tan mal no dudó en apoyarla. —¿Qué pasa, Sabrina? Evana abrazó a Sabrina. Ella rompió en llanto. —Estoy sufriendo, estoy destrozada, Evana. Ambas tomaron asiento en una banca. —¿Qué pasa, Sabrina? Cuéntame, por favor. —Voy a divorciarme, Evana. Evana se quedó perpleja al escuchar esas palabras de la boca de Sabrina. —¿Por qué? Pero ¿tan mal está todo? —Peor, Evana, Jonathan me engaña con una jovencita, él me dejó para siempre, se acabó el amor, al menos su amor por mí, quizás tuve la culpa, me alejé, me volví otra, no le di el suficiente amor. He sido tan mala persona, mira lo que le hice a Natalia, y a ti, estoy acabada. Evana no soportaba escuchar eso, para ella Sabrina era su mejor amiga, casi como una hermana. La abrazó con fuerzas. —Lo siento tanto, Sabrina, no me gusta verte así, no me lo creo que Jonathan haya hecho algo como esto, él parecía ser un buen hombre amoroso, ¿Cómo pu
Natalia estaba en casa con Sabrina, ella se esforzó en atenderlos, su humor había cambiado, ahora volvía a ser la amorosa tía que Natalia recordaba. Pronto, fue la hora de la despedida, Andrés llevaría a Natalia a casa. Ella se preguntó si debía decir a su tía la verdad sobre su embarazo, pero decidió esperar, se dieron un beso de despedida. Al irse Sabrina no pudo evitar sentirse triste, tenía una gran casa, pero estaba sola completamente, ya no tendría un nieto, eso pensaba, y había perdido a su esposo. Dentro de poco su hijo se casaría. Sabrina caminó al salón, observó una fotografía de ella al lado de Jonathan, pensó en él, su dedo acarició esa foto, donde estaba su rostro, lo extrañaba mucho, lo extrañaba con todas las fuerzas de su corazón, pero no era capaz de buscarlo, se sostenía en su orgullo, era todo lo que le quedaba. Andrés condujo el auto para llevar a Natalia de vuelta a la mansión Ford. Al llegar, él detuvo el auto frente a la mansión. Natalia se quitó el cintu
Irina quiso inyectarla, se abalanzó sobre Evangelyn que gritaba, pero la puerta se abrió. Oscar entró, Irina retrocedió, la inyección cayó a sus pies, corrió empujando al hombre, él oprimió el botón de emergencias, corrió tras Irina, pidió que llamaran a la policía. —Hay una asesina en el hospital. Los doctores se asustaron, los guardias fueron a buscar a la mujer. Pero, Oscar volvió con Evangelyn. La encontró llorando en la habitación, estaba muy asustada, mientras el doctor la revisaba, le inyectó un calmante, luego el médico salió. Oscar se acercò a ella —Tranquila, vas a estar bien. Evangelyn tomó su mano. —¿Ella escapó? ¿Verdad? —Aún no lo sé, pero te aseguro que los guardias y la policía ya la están buscando. —Ella es una criminal, quiere lastimar a mi familia. Oscar no soltó su mano, se sentó al borde de la camilla, acarició su rostro con dulzura. —Calma, ella no va a dañarte, no lo permitiré. Evangelyn se quedó silenciosa por un segundo, mirò sus ojos. —Me has sa
Marcus tenía la mirada brillante, se acercò y abrazó a Natalia. —Mi niña, cuánta felicidad me das, ¡seré abuelo! —exclamó feliz, mientras Natalia se abrazaba con fuerza a él, las lágrimas, esta vez de felicidad cubrían sus ojos—; Seremos abuelos, los cuatro —dijo señalando a Evana, Jonathan y Sabrina. Sabrina se levantó, abrazó a Andrés. —¡Seré abuela como tanto lo deseé! Cuando dejó a su hijo abrazó a Natalia, ella correspondió. —Sí, tía, y me alegro verte feliz con la noticia. Sabrina acunó su rostro. —No sabes la felicidad que me has dado, me has devuelto la esperanza, mi niña. Natalia volvió a abrazarla. Evana estaba tan emocionada. —Propongo un brindis, aunque será con jugo de naranja para la futura madre, pero, propongo un brindis por nuestras alegrías, sè que, la felicidad es abstracta, un dìa estamos en lo alto, al siguiente podemos caer bajo, pero, quiero creer que el amor es la fuerza de una familia para salir adelante, para nunca dejarse vencer, y somos todos una f
—¿Qué está diciendo esta mujer, Margaret? —exclamó Bennet poniéndose frente a ella, quería protegerla, pero al escuchar que ellas podrían ser de la misma sangre, debía aclarar esa duda, ¿Su Margaret era una traidora? Marcus se acercò al altar, mirò a la mujer con miedo, temía que un disparo pudiese escaparle y causar una tragedia, la adrenalina lo tenía al borde del colapso. —¡Basta, Irina! ¿Qué quieres? No hicimos daño a tu familia, entiende, eso fue un accidente. —¡Cállate! —gritó desesperada con las manos temblorosas, casi todos los invitados estaban agachados por temor a que la mujer disparara. Marcus sintió miedo. Evana tenía lágrimas en los ojos. —Me robaron todo lo que yo amaba, a mi papito, a mi madre, y ahora a mi hermana, la entrené desde que nació para que los odiara, pero me abandonó por su maldito hijo, por un hombre, traicionaste a tu sangre, Margaret. Margaret lloraba. —¡Eres…! ¡Eres su hermana! —exclamó Bennett desconsolado—. Mentiste para acercarte a mí, ¿Cómo p
Marcus separó a Bennet, quería calmarlo. —Perdóname, padre, no lo sabía, Margaret e Irina, las dos son culpables de lo que pasó a mi madre, lo siento mucho, si mi madre muere, ¡será mi culpa! —No lo digas, tu madre no morirá, ella despertará, estaremos bien, debemos ser fuertes, quiero que seas fuerte, para ayudar a tus hermanas, por favor. Bennett abrazó a su padre, las lágrimas corrieron por su rostro. Margaret regresó a su horrible casa, estaba asustada, lloraba, su hermana ahora estaba muerta, Bennet la odiaba. —¡No quería esto! Juro que nunca quise esto —exclamó llorando, destrozada—. Perdóname, Bennett, nunca quise mentirte, nunca quise ocultarte la verdad, perdóname, mi amor. Margaret se sintió mareada, cayó al suelo, se quedó sin conciencia. En el hospital. Cuando el doctor salió, informó que Evana sería de nuevo operada, Marcus tenía mucho temor. Dante Swift se acercò a él. —Ella es una mujer muy fuerte, va a salir adelante, no lo dudes, Marcus. Marcus asintió. —
Quince días después. Evana había mostrado una buena evolución, al principio tuvo una infección que los mantuvo en vela, Marcus estaba destrozado y temió perder al amor de su vida, sin embargo, nunca se dio por vencido, estuvo día y noche cuidándola, hasta que de nuevo, el peligro de perderla pasó, y comenzó su camino a la curación. Era de noche, Evana dormía, Marcus fue a cenar, pero como cada día desde que estuvo con ella, solía pasarlo ahí. Comía en el restaurante, y Jonathan estaba con él. La puerta de la habitación de Evana se abrió, ella seguía dormida, Dante Swift no se atrevió a pedir a Marcus verla, ni una sola vez por temor a desatar los celos del hombre, pero él estaba ahí, había conseguido colarse, solo quería verla. Le dolió verla en esa camilla de hospital, pensó que si había alguien que solo merecía cosas buenas era Evana Ford, él había visto su generosidad, además era una persona amable. «¿Por qué te amo tanto? No me arrepiento, porque te metiste a mi corazón y te