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Irina quiso inyectarla, se abalanzó sobre Evangelyn que gritaba, pero la puerta se abrió. Oscar entró, Irina retrocedió, la inyección cayó a sus pies, corrió empujando al hombre, él oprimió el botón de emergencias, corrió tras Irina, pidió que llamaran a la policía. —Hay una asesina en el hospital. Los doctores se asustaron, los guardias fueron a buscar a la mujer. Pero, Oscar volvió con Evangelyn. La encontró llorando en la habitación, estaba muy asustada, mientras el doctor la revisaba, le inyectó un calmante, luego el médico salió. Oscar se acercò a ella —Tranquila, vas a estar bien. Evangelyn tomó su mano. —¿Ella escapó? ¿Verdad? —Aún no lo sé, pero te aseguro que los guardias y la policía ya la están buscando. —Ella es una criminal, quiere lastimar a mi familia. Oscar no soltó su mano, se sentó al borde de la camilla, acarició su rostro con dulzura. —Calma, ella no va a dañarte, no lo permitiré. Evangelyn se quedó silenciosa por un segundo, mirò sus ojos. —Me has sa
Marcus tenía la mirada brillante, se acercò y abrazó a Natalia. —Mi niña, cuánta felicidad me das, ¡seré abuelo! —exclamó feliz, mientras Natalia se abrazaba con fuerza a él, las lágrimas, esta vez de felicidad cubrían sus ojos—; Seremos abuelos, los cuatro —dijo señalando a Evana, Jonathan y Sabrina. Sabrina se levantó, abrazó a Andrés. —¡Seré abuela como tanto lo deseé! Cuando dejó a su hijo abrazó a Natalia, ella correspondió. —Sí, tía, y me alegro verte feliz con la noticia. Sabrina acunó su rostro. —No sabes la felicidad que me has dado, me has devuelto la esperanza, mi niña. Natalia volvió a abrazarla. Evana estaba tan emocionada. —Propongo un brindis, aunque será con jugo de naranja para la futura madre, pero, propongo un brindis por nuestras alegrías, sè que, la felicidad es abstracta, un dìa estamos en lo alto, al siguiente podemos caer bajo, pero, quiero creer que el amor es la fuerza de una familia para salir adelante, para nunca dejarse vencer, y somos todos una f
—¿Qué está diciendo esta mujer, Margaret? —exclamó Bennet poniéndose frente a ella, quería protegerla, pero al escuchar que ellas podrían ser de la misma sangre, debía aclarar esa duda, ¿Su Margaret era una traidora? Marcus se acercò al altar, mirò a la mujer con miedo, temía que un disparo pudiese escaparle y causar una tragedia, la adrenalina lo tenía al borde del colapso. —¡Basta, Irina! ¿Qué quieres? No hicimos daño a tu familia, entiende, eso fue un accidente. —¡Cállate! —gritó desesperada con las manos temblorosas, casi todos los invitados estaban agachados por temor a que la mujer disparara. Marcus sintió miedo. Evana tenía lágrimas en los ojos. —Me robaron todo lo que yo amaba, a mi papito, a mi madre, y ahora a mi hermana, la entrené desde que nació para que los odiara, pero me abandonó por su maldito hijo, por un hombre, traicionaste a tu sangre, Margaret. Margaret lloraba. —¡Eres…! ¡Eres su hermana! —exclamó Bennett desconsolado—. Mentiste para acercarte a mí, ¿Cómo p
Marcus separó a Bennet, quería calmarlo. —Perdóname, padre, no lo sabía, Margaret e Irina, las dos son culpables de lo que pasó a mi madre, lo siento mucho, si mi madre muere, ¡será mi culpa! —No lo digas, tu madre no morirá, ella despertará, estaremos bien, debemos ser fuertes, quiero que seas fuerte, para ayudar a tus hermanas, por favor. Bennett abrazó a su padre, las lágrimas corrieron por su rostro. Margaret regresó a su horrible casa, estaba asustada, lloraba, su hermana ahora estaba muerta, Bennet la odiaba. —¡No quería esto! Juro que nunca quise esto —exclamó llorando, destrozada—. Perdóname, Bennett, nunca quise mentirte, nunca quise ocultarte la verdad, perdóname, mi amor. Margaret se sintió mareada, cayó al suelo, se quedó sin conciencia. En el hospital. Cuando el doctor salió, informó que Evana sería de nuevo operada, Marcus tenía mucho temor. Dante Swift se acercò a él. —Ella es una mujer muy fuerte, va a salir adelante, no lo dudes, Marcus. Marcus asintió. —
Quince días después. Evana había mostrado una buena evolución, al principio tuvo una infección que los mantuvo en vela, Marcus estaba destrozado y temió perder al amor de su vida, sin embargo, nunca se dio por vencido, estuvo día y noche cuidándola, hasta que de nuevo, el peligro de perderla pasó, y comenzó su camino a la curación. Era de noche, Evana dormía, Marcus fue a cenar, pero como cada día desde que estuvo con ella, solía pasarlo ahí. Comía en el restaurante, y Jonathan estaba con él. La puerta de la habitación de Evana se abrió, ella seguía dormida, Dante Swift no se atrevió a pedir a Marcus verla, ni una sola vez por temor a desatar los celos del hombre, pero él estaba ahí, había conseguido colarse, solo quería verla. Le dolió verla en esa camilla de hospital, pensó que si había alguien que solo merecía cosas buenas era Evana Ford, él había visto su generosidad, además era una persona amable. «¿Por qué te amo tanto? No me arrepiento, porque te metiste a mi corazón y te
Un mes después. Evangelyn cuidaba a su madre, ella estaba por salir al fin del hospital. Marcus entró, estaba feliz, ayudó a su esposa a salir de la habitación, ella iba despacio, debían ir al auto, e ir a casa. Empresa Ford. Bennett estaba en la oficina, debía acabar de revisar esos reportes y salir para ir a casa, su madre hoy volvía, estaba feliz. Pero, incluso eso le sabía agridulce, no podía olvidar la traición y el odio que crecía en su interior. Margaret llegó a la oficina, tenía mucho miedo, pero se atrevió a entrar, se sorprendió de que nadie le impidiera la entrada, supo enseguida que era probable que Bennett no creyera que ella lo vendría a buscar. Estuvo a punto de arrepentirse, pero tocò su vientre, sintió la fortaleza para ir a buscarlo. «Èl debe saber que será papá, no puedo negarle mi hijo a su padre» Margaret subió al elevador, su corazón temblaba, igual que su cuerpo. Al abrirse la puerta del elevador, ella observó que la secretaria ya se había marchado, apr
Al día siguiente. Jonathan estaba en su consultorio, revisaba a su último paciente, y ya debía irse, cuando el paciente se fue, guardó sus cosas, se sentía cansado, consumir el medicamento de quimioterapia le causaba ciertos malestares, los doctores esperaban un donador de medula ósea, era su única oportunidad para poder curarse del cáncer que lo afectaba. Sin embargo, Jonathan no esperaba nada, no tenía esperanza en su corazón, solo aguardaba el día en que el final llegará. Su hermano mayor murió de lo mismo, y ni él pudo salvarlo, así que no esperaba nada mejor. Observó a Aranza llegar, sonrió al verlo. —¿Estás listo para irnos? Él asintió. Ella lo observó tan pálido. —Te ves pálido, ¿quieres ir al hospital?? —Estoy bien. —Jonathan, recuerda lo que nos dijo el médico, debemos siempre prestar atención a nuestros síntomas, enfermarnos solo dañara nuestro sistema inmune, recuérdalo. —Estoy bien, mejor vamos por Danielito, tu hijo te necesita. Ella se acercò a Jonathan, lo abr
Sabrina sintió que le faltaba la respiración, no podía creer lo que escuchaba, Jonathan estaba enfermo, estaba muriendo, ella tuvo un gran temor. —Mi padre… ¿tiene cáncer? —exclamó Andrés con dolor Sabrina vio en la expresión de Aranza que ella lo sabía bien. —¿Tú lo sabias, mujer? ¿Por qué no querías que nos dijeran nada? —Esa era la voluntad de Jonathan, pero este doctor no tiene ética profesional —sentenció Aranza con ojos severos. —Puede pensar lo que quiera, Aranza, pero antes de ser médico de Jonathan, también soy su colega, y amigo, no permitiré que muera sin decírselo a su familia para que puedan hacer algo por él. —Claro que no lo juzgamos, doctor, hizo lo correcto, yo soy quien decide por mi padre, no lo dejaré morir, y tu mujer, vete ahora mismo de aquí, ¡no quiero volver a verte! —sentenció Andrés Los ojos de Aranza se abrieron incrédulos. —¡No puedes correrme! Tengo un hijo de Jonathan tengo derecho. Sabrina abrió ojso enormes casi lanza un grito al escucharlo. A