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Marcus separó a Bennet, quería calmarlo. —Perdóname, padre, no lo sabía, Margaret e Irina, las dos son culpables de lo que pasó a mi madre, lo siento mucho, si mi madre muere, ¡será mi culpa! —No lo digas, tu madre no morirá, ella despertará, estaremos bien, debemos ser fuertes, quiero que seas fuerte, para ayudar a tus hermanas, por favor. Bennett abrazó a su padre, las lágrimas corrieron por su rostro. Margaret regresó a su horrible casa, estaba asustada, lloraba, su hermana ahora estaba muerta, Bennet la odiaba. —¡No quería esto! Juro que nunca quise esto —exclamó llorando, destrozada—. Perdóname, Bennett, nunca quise mentirte, nunca quise ocultarte la verdad, perdóname, mi amor. Margaret se sintió mareada, cayó al suelo, se quedó sin conciencia. En el hospital. Cuando el doctor salió, informó que Evana sería de nuevo operada, Marcus tenía mucho temor. Dante Swift se acercò a él. —Ella es una mujer muy fuerte, va a salir adelante, no lo dudes, Marcus. Marcus asintió. —
Quince días después. Evana había mostrado una buena evolución, al principio tuvo una infección que los mantuvo en vela, Marcus estaba destrozado y temió perder al amor de su vida, sin embargo, nunca se dio por vencido, estuvo día y noche cuidándola, hasta que de nuevo, el peligro de perderla pasó, y comenzó su camino a la curación. Era de noche, Evana dormía, Marcus fue a cenar, pero como cada día desde que estuvo con ella, solía pasarlo ahí. Comía en el restaurante, y Jonathan estaba con él. La puerta de la habitación de Evana se abrió, ella seguía dormida, Dante Swift no se atrevió a pedir a Marcus verla, ni una sola vez por temor a desatar los celos del hombre, pero él estaba ahí, había conseguido colarse, solo quería verla. Le dolió verla en esa camilla de hospital, pensó que si había alguien que solo merecía cosas buenas era Evana Ford, él había visto su generosidad, además era una persona amable. «¿Por qué te amo tanto? No me arrepiento, porque te metiste a mi corazón y te
Un mes después. Evangelyn cuidaba a su madre, ella estaba por salir al fin del hospital. Marcus entró, estaba feliz, ayudó a su esposa a salir de la habitación, ella iba despacio, debían ir al auto, e ir a casa. Empresa Ford. Bennett estaba en la oficina, debía acabar de revisar esos reportes y salir para ir a casa, su madre hoy volvía, estaba feliz. Pero, incluso eso le sabía agridulce, no podía olvidar la traición y el odio que crecía en su interior. Margaret llegó a la oficina, tenía mucho miedo, pero se atrevió a entrar, se sorprendió de que nadie le impidiera la entrada, supo enseguida que era probable que Bennett no creyera que ella lo vendría a buscar. Estuvo a punto de arrepentirse, pero tocò su vientre, sintió la fortaleza para ir a buscarlo. «Èl debe saber que será papá, no puedo negarle mi hijo a su padre» Margaret subió al elevador, su corazón temblaba, igual que su cuerpo. Al abrirse la puerta del elevador, ella observó que la secretaria ya se había marchado, apr
Al día siguiente. Jonathan estaba en su consultorio, revisaba a su último paciente, y ya debía irse, cuando el paciente se fue, guardó sus cosas, se sentía cansado, consumir el medicamento de quimioterapia le causaba ciertos malestares, los doctores esperaban un donador de medula ósea, era su única oportunidad para poder curarse del cáncer que lo afectaba. Sin embargo, Jonathan no esperaba nada, no tenía esperanza en su corazón, solo aguardaba el día en que el final llegará. Su hermano mayor murió de lo mismo, y ni él pudo salvarlo, así que no esperaba nada mejor. Observó a Aranza llegar, sonrió al verlo. —¿Estás listo para irnos? Él asintió. Ella lo observó tan pálido. —Te ves pálido, ¿quieres ir al hospital?? —Estoy bien. —Jonathan, recuerda lo que nos dijo el médico, debemos siempre prestar atención a nuestros síntomas, enfermarnos solo dañara nuestro sistema inmune, recuérdalo. —Estoy bien, mejor vamos por Danielito, tu hijo te necesita. Ella se acercò a Jonathan, lo abr
Sabrina sintió que le faltaba la respiración, no podía creer lo que escuchaba, Jonathan estaba enfermo, estaba muriendo, ella tuvo un gran temor. —Mi padre… ¿tiene cáncer? —exclamó Andrés con dolor Sabrina vio en la expresión de Aranza que ella lo sabía bien. —¿Tú lo sabias, mujer? ¿Por qué no querías que nos dijeran nada? —Esa era la voluntad de Jonathan, pero este doctor no tiene ética profesional —sentenció Aranza con ojos severos. —Puede pensar lo que quiera, Aranza, pero antes de ser médico de Jonathan, también soy su colega, y amigo, no permitiré que muera sin decírselo a su familia para que puedan hacer algo por él. —Claro que no lo juzgamos, doctor, hizo lo correcto, yo soy quien decide por mi padre, no lo dejaré morir, y tu mujer, vete ahora mismo de aquí, ¡no quiero volver a verte! —sentenció Andrés Los ojos de Aranza se abrieron incrédulos. —¡No puedes correrme! Tengo un hijo de Jonathan tengo derecho. Sabrina abrió ojso enormes casi lanza un grito al escucharlo. A
Al día siguiente. Andrés, Marcus y Bennett se hicieron las pruebas, Natalia no podría hacerla, y se sintió triste cuando se lo dijeron, estando embarazada no podría donar. Evana fue al hospital, necesitaba estar con Sabrina, ella le contó todo. —No puedo creer que Jonathan tenga una con otra mujer, eso significa que te engañó, Sabrina. —No me importa, y sé que es horrible, pero, solo quiero que se salve, Evana, no quiero perderlo, aunque me duela su engaño. Evana la abrazó, le dolía verla tan angustiada. —Entiendo, en el fondo aun lo amas, ¿verdad? —Sí, pero, de que sirve, Evana, yo ya he perdido su amor, ni siquiera supe cuando fue que lo perdí. Una semana después. Andrés y Natalia decidieron posponer su boda, lo más importante era la salud de Jonathan, ya que varias infecciones lo habían atormentado. Jonathan despertó en su cama de hospital y vio a Sabrina ahí, sonrió, ella lo cuidaba. —Sabrina… Ella abrió los ojos, se acercò a él —¿Estás bien? Él asintió —Debe ir a de
Margaret llegó a su casa, hacía frío, al entrar encendió la pequeña chimenea que le servía para no padecer frío, aunque, a decir verdad, eso provocaba tal humo que le daba tos, sabía que no era algo bueno, pero el inclemente clima invernal le daba resfríos que no podía permitirse para su bebé. Estaba yendo a consultas con un médico gratuito en su barrio, pero él solo la atendería por poco tiempo, era un hombre amable, pero se notaba que estaba más que interesado, Margaret no era culpable, ella no sentía nada por él, pero necesitaba ayuda para su bebé. —No puedo volver a encontrarme con ningún Ford, ¿y si me llegan a quitar a mi bebé? No ellos no quieren nada de mí, pero ¿y si lo hacen por venganza? Debo escapar de este lugar, si tan solo me pudieran contratar de nuevo en alguna empresa, pero con mi embarazo no podré conseguirlo —dijo con voz triste. En el hospital. Evana estaba pensativa, Sabrina se sentó frente a ella, observó que estaba algo ausente —¿Qué ha pasado? —Lo siento,
Andrés se negó a decirle nada a su madre, y cuando ella le indicó que podría pasar a ver a su padre, Andrés quiso ir primero él. —déjame hablar con mi papá primero, por favor, madre. Sabrina aceptó. Andrés caminó por el pasillo, y llegó hasta la habitación de su padre, era la primera vez desde su operación que podía verlo. Sonrió al verlo tan bien, se veía mejor de salud, aunque aún seguía pálido, había perdido mucho peso. —¡Padre! —Hijo, me alegro tanto de verte. —¿Cómo te sientes? —Me siento mejor, más fuerte, creo que pronto estaré como nuevo, todo te lo debo a ti, hijo, salvaste mi vida. Andrés tocò su mano, sonrió, sus ojos se volvieron brillantes. —Padre, ¿Por qué no nos dijiste lo que te pasaba? —Pensé que iba a morir, Andrés, no quería que sufrieras viendo como mi agonía. —Padre, no digas eso, para eso soy tu hijo para cuidarte, para estar siempre contigo. Jonathan lo abrazó. —Te quiero, hijo, estoy tan orgulloso de ti. Andrés sonrió. —Hay algo que debo decirte,