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A la mañana siguiente Cuando Evana abrió los ojos, sintió que la arropaba un raro calor, olió ese perfume de menta y maderas. Se enderezó al instante, y lo miró ahí, a su lado, en esa cama, ella abrazada a su pecho, él abrazando su cuerpo. Evana aún tenía ese vestido maltrecho, sintió vergüenza, sus mejillas se pusieron rojas, se alejó poco a poco, sin apartar su mirada de ese hombre, dormido era tranquilo como un pequeño bebé, sonrió al pensarlo. Marcus Ford era un hombre muy guapo, debía tener algunos treinta y cinco años, era codiciado por muchas mujeres, sin embargo, nadie pudo atraparlo. «¿Solo yo? ¡No! Solo es un vil trato, pronto acabará, volverá a ser libre, ojalá encuentre una buena mujer, que lo ame con locura, él lo merece», pensó. Marcus despertó unos minutos después, enderezándose con duda, sin saber donde estaba, bostezó y su nombre vino a su mente. —¡Evana! Ella asomó su cabeza en el cuarto de baño, deteniendo el ruido de su secador de pelo. —Ya casi estoy lista
—Entonces, Evana, ¿Aceptarás o no? Evana retrocedió un paso, tragó saliva, ¿Cómo podría decir que sí, cuando sabía que se iría del lado de Marcus Ford tarde o temprano? Pero, la presidencia era importante, si Álvaro ganaba, ella perdería, y era una de las razones por la que ese hombre vil la abandonó en su peor momento, una nueva victoria para Álvaro representaría para ella un gran fracaso que no estaba dispuesta a asumir, no cuando ese hombre casi la mata por ambición. —Está bien, ¿Un nieto? Lo tendrá, y como soy bondadosa, hasta le dejaré elegir su segundo nombre —aseveró. Evana esbozó una tenue sonrisa y salió del lugar. Se encontró con Marcus en el pasillo, y la llevó hasta la sala de juntas general. —Ya comenzará la junta, ahora, solo toca esperar a tener buena suerte. —Ganarás, serás el nuevo presidente. —Hay algo que aprendí de la vida, Evana, nunca cantes la victoria antes de tiempo, o podría recibir una sarta de burlas en la cara si eres el perdedor Evana asintió, ten
Pilar miró desde el umbral de la puerta, sintió su corazón romperse, se alejó de ahí. Evana se alejó al instante, y Marcus no pudo evitar sonreír. —Bueno, entonces, esta noche los veremos, papá, mamá, podremos celebrar. —Felicidades, hijo. Fátima detuvo a Evana, la hizo a un lado y le dijo al oído —No olvides que tenemos un trato. Evana asintió. Marcus salió de la sala de juntas, siguiendo a su padre, pues los empleados le tenían planeado un discurso por finalizar la empresa. Pilar detuvo a Marcus. —Señor, lo felicito, quería decirle que, cuando vi a su madre y Álvaro hablando, temí lo peor, pero luego vi a su esposa hablando con su madre, y me calmé. —¿Evana habló con mi madre? —Sí, señor, fue antes de la junta. Marcus asintió. —Señor Marcus, ¿Podría darle un abrazo? Él sonrió afable —Claro que sí. Pilar lo abrazó con fuerzas, era como su sueño vuelto real. Cuando Evana salió de la sala de juntas y los vio juntos, no evitó sentir esa sensación, un recelo tremendo que
—¿Qué dices tío? —Álvaro tomó su mano y lo miró, sonrió perverso—. ¿Estás celoso? Ah, ¿Qué pasa? No soportas cuando ella gime mi nombre en el sexo, acostúmbrate, tío querido, ella siempre habrá sido mía antes que tú, yo fui su primer hombre. Marcus lo miró con odio, sus ojso eran como una noche oscura, pero luego sonrió con malicia —Álvaro, pero si ni siquiera la enseñaste a amar, me lo contó todo, se sorprendió tanto conmigo, ahora ya sabe cómo un hombre ama a una mujer, de verdad, y ¿Sabes qué? Nos hemos burlado de lo malo que eres en la cama, creemos que Nicol debería dejarte, ¡Oh, querido sobrino! No te angusties pensando en Evana en mi cama, créeme, ella nunca piensa en ti, está tan excitada, que solo puede disfrutar como una mujer libre. Marcus retrocedió al ver el rostro desencajado de Álvaro, golpeó su mejilla. —Lo que sí, es que debe ser duro para ti, perder a Evana por Nicol, mira lo que he hecho, no solo gané la presidencia pro mí mismo, al lado de un gran hombre, hay un
Marcus observó la hora, era casi momento de terminar la jornada, era un adicto al trabajo, pero ahora, como nunca sintió ganas de volver a casa. «Evana me espera en casa», pensó Se levantó y guardó todas sus pertenencias. Salió rumbo al estacionamiento, cuando vio a esa mujer ahí, la saludó con rapidez, pero ella se veía mal, la mujer se echó a llorar, se lanzó a los brazos de Marcus, como si buscara un refugio. Fue entonces, que Álvaro pudo verlo, sonrió divertido, tomó su teléfono y capturó unas buenas fotografías, «Evana, ya veremos cuanto te dura tu feliz cumpleaños, podríamos unirnos contra mi tío, podría perdonarte todo, si lo quitas de mi camino», pensó. —Está muy enfermo, no sé si vaya a resistir. —Quiero verlo. La mujer asintió. —Está en el hospital libanes, si usted quiere. Él asintió. —Iré en un par de horas —él le dio un cheque—. Para lo que haga falta, estaré pronto ahí. Marcus subió a su auto. Pronto llegó a casa. Al llegar, notó un ambiente tenso, en casa,
Los ojos de Marcus se abrieron enormes, al momento que esas palabras salieron por la boca de Evana, ella tuvo un miedo enorme, el hombre caminó hacia ella, y sintió como la estrechó en sus brazos, la distancia entre los dos fue un mito, lo sintió tan cerca, como si fuera a devorar sus labios, sintió su calor. —Entonces, ¿Estás celosa, querida esposa? Has venido a comprobar si tengo una amante, ¿Eres una espía? Ella titubeó, sus ojos temblaron, y sus pestañas como pequeñas alas de mariposas se movieron lento, era tan seductora que Marcus sintió que se encendía ante ella, moría por besarla, y cuanto más lo pensaba quería olvidarlo. «¡Es un maldito juego! Nunca dejaré que ninguna mujer se atreva a traicionarme, otra vez», pensó —¿Quieres conocer a mi amante? —exclamó tomándola, severo —No, sé que no tienes una amante, sé que es tu sobrino, que está mal de salud. Él se detuvo, bajó la mirada, era como si sintiera una herida latiendo en su corazón. —Es hijo de Ismael, todo este tiemp
Marcus detuvo el beso, mientras Evana agachaba la cara, estaba tan sonrojada, que no podía sostener la mirada. Marcus miró a Álvaro con rabia. —¿Qué quieres? ¿No sabes llamar a la puerta? —Es que… mi abuela, ella te espera abajo —titubeó Álvaro con rabia, sentía que estaba lleno de furia al ver esa escena. Marcus asintió. —Volveré, mi amor, espérame despierta — guiño n ojo, el beso su frente y salió tan rápido. Lo dijo para molestar a Álvaro y al ver su cara supo que lo consiguió. Cerró la puerta y miró a Álvaro que lo siguió, Marcus podría sentir su mirada sobre él, como un cuchillo filoso, pero solo podía sentir lástima por él. Evana recuperó la respiración perdida, pero sus piernas, todo su cuerpo parecía hecho de gelatina, temblaba. Se recostó, miró al techo, respiró profundo. «¡Ese hombre va a acabar por volverme loca, debo irme, debo escapar!», pensó. Marcus bajó al despacho, su madre y su padre, junto Álvaro, estaban ahí. —¿Qué pasa, hijo? Nos despertaste para algo,
POV Evana: «Puedo entender como llegamos a este punto, pero no puedo entender cómo es que cedo tanto a él. No soy una mujer que me guie por el instinto, pero él me ganó. Su cuerpo estaba sobre el mío, puedo sentir su peso, sus labios oprimiendo los míos, y de pronto, ¿Cuándo se volvió tan necesario? Su beso se volvió tan codicioso, mi cuerpo tembló bajo sus manos, no pude evitarlo. Su lengua acarició la mía, mi mente se nubló, me olvidé hasta de mi apellido, aunque quise detenerlo, hubo una parte de mí que latió, lo deseó como si fuera el oxígeno, y mi cuerpo se rindió a él. Primero fue el beso, nuestras lenguas acariciándose, yo me quedé sin aliento, nos miramos a los ojos, vi el azul en su mirada y es precioso, pero sus labios descendieron a mi cuello, la sensación fue bendita, me estremecí. Su mano siguió bajando, tocó mis pechos por encima de la tela de mi piel, se irguieron al instante de sentir su roce, como si reclamaran por volver a ser tocados, un rubor cubrió mis mejill