HOLA, DEJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS GRACIAS POR LEER ♥
—Natalia… Yo… —titubeó Evana, nerviosa, juró que ese día en que la verdad los alcanzara, jamás llegaría, sin embargo, parecía que de nuevo se enfrentaba a la cruda realidad. Ahora Natalia lo sabía todo, tuvo miedo de enfrentarse a su desamor. Evana miró a su esposo, sin saber que decir, él asintió leve. —No importa, madre, tú eres y siempre serás la madre de mi corazón —dijo acariciando su rostro Las lágrimas de Evana rodaban por sus ojos. —¿Qué dices? ¿Cómo es que eres adoptada? No, es imposible, somos trillizos, ¿Lo olvidas? —exclamó Evangelyn confusa. —No, Evangelyn soy adoptada, pero eso no importa, porque tengo a mis padres, Evana y Marcus, no tengo ningún reclamo, los amo. Evana abrazó a Natalia. Evangelyn bajó la mirada llorosa, se acercó y las abrazó. El doctor apareció ante ellos, traía noticias sobre Bennett Ford. —¡¿Cómo está mi hijo, doctor?! —exclamó Marcus —Él se dio un fuerte golpe en la cabeza, tiene algunas costillas rotas, pero su cerebro está infamado, lo h
—¡Fue Álvaro! Debe ser él, ¿Quién más nos puede odiar tanto? El doctor volvió y autorizó las visitas. Evana fue con él, solo podía pasar una persona. Lucien llegó, Evangelyn corrió hacia él. —Me enteré sobre tu hermano, yo, lo siento. Lucien no apartaba su mirada de Natalia y Andrés, los miraba con profundo odio, no podía evitarlo. —¿Lucien, que haces aquí? Mi hermana... —No estoy aquí por ella, estoy aquí porque pensé en ti, supe que estabas mal. Evangelyn le miró con duda, él quiso abrazarla, pero ella se negó —Debes irte, por favor, Lucien, todo es un desastre, y despues de lo que viste, no quiero que perjudique a mi familia. —Evangelyn… Ella se alejó, y él asintió, salió de ahí. Natalia los miró con extrañeza. Evana entró en la habitación, miró a su hijo ahí, se asustó, verlo era recordar al pequeño bebé que amantó por primera vez. Las lágrimas de Evana cayeron por su rostro, tocó su mano, besó su frente. —Mi niño, mi pequeño bebé, estoy aquí, ¿lo sabes? Como puedes
Evana y Dante Swift caminaron al estacionamiento. —¿Podrías acompañarme a un lugar? Necesito ir urgente, no confía en nadie para ir, y Marcus debe cuidar a nuestro hijo. —¿A dónde quiere ir? —preguntó el hombre intrigado —Llévame a la prisión, quiero ver a Álvaro, debo comprobar si es verdad que ese miserable intentó matar a mi hijo, si es verdad, juro que haré que su vida termine —Evana tenía una mirada llena de odio en sus ojos, no podía sentirse peor ante la sola idea de pensar que Álvaro fuera de nuevo el culpable del daño a su vida, ahora era peor, de su hijo, y ella era capaz de todo por defender a sus hijos. Dante se quedó impactado ante sus palabras. —Señora Evana, por favor, no pierda el tiempo en eso, olvídese de él. Él nunca saldrá de prisión, nunca volverá a verlo. —Por favor, Dante, dijiste que me ayudarías. Dante titubeó, pero su mirada lo hacía sentir frágil, como si no pudiera negarse a ella. —Está bien. Ambos subieron al auto, él condujo. En la prisión. Evan
—¿Qué dices, niña? ¿Y ya mi hijo lo sabe? —exclamó Jonathan —No, señor, porque Andrés está influenciado por Natalia, él me dejó por ella, seguro de que no querrá reconocer a mi bebé por culpa de Natalia —dijo sollozando —¡No digas eso! Mi hijo se hará cargo de su bebé, él no será un hombre irresponsable —sentenció Sabrina, incrédula de que Aimé pensara que su hijo abandonaría a su bebé, ella no lo permitiría. —Pues él no parece amarme, por eso, quería decirlo, porque, si él no me quiere, ni a mí, ni a mi bebé, voy a abortarlo —sentenció la mujer Los ojos de Sabrina se abrieron con temor ante esa cruda palabras. —¡No puedes abortar, Aimé! Es un bebé, una vida inocente de todo lo malo —dijo Sabrina asustada. —No seré una madre soltera, no dejaré que mi hijo se crie sin su padre, y sin una familia —dijo la mujer con rabia —¿O sea que estás dispuesta a chantaje a mi hijo para que se case contigo o matarás a un pobre bebé inocente? —exclamó Jonathan con mirada severa. —¡Jonathan… co
Evana salió de la prisión, sentía que la sangre el hervía de rabia. Dante Swift iba detrás de ella, cuando se detuvo. —Quiero que hagas algo por mí. Dante la miró con duda. —Lo que sea. Ella sacó su cartera, tomó un cheque en blanco, y lo firmó. —Quiero que lo acaben, ya no quiero saber más de ese hombre, ¡lo odio con todas mis fuerzas! Dante la miró impactado, jamás pensó que Evana Ford pudiera pedirle algo así, esa no era ella. Él tocó sus hombros. —Evana, tú no eres esta mujer, la Evana que conozco nunca pensaría así, por favor, recapacita. Evana hundió la mirada, las lágrimas corrieron por su rostro. —¡Lo odio! Nunca odié a nadie en mi vida, hasta que conocí a Álvaro, y lo amé tanto, le di todo de mí, ahora lo desprecio, lo aborrezco. —No, él es malo, está lleno de basura, no dejes que te ensucie. —¡Es que no lo entiendes! Tengo miedo, miedo de que dañe a mis hijos, como alguna vez quiso dañarme a mí y a Marcus, no sé si lo soportaré. Dante la abrazó, ella estaba deso
—¿Está bien, señor Ford? —exclamó Irina al ver su gesto de sorpresa, ella sabía que debía leer ese mensaje, sabía que ahora mismo podría sufrir de celos, verlo padecer le gustaba. Él alzó la mirada, guardó su teléfono, su rostro volvió a la normalidad. —Sí, todo bien, ve a descansar, Irina, gracias por venir. La mujer lo vio seguir el camino, su rostro se volvió severo, si pudiera patalear y enfurecer lo hubiese hecho «¿Acaso tiene atole en las venas? Cualquier otro hombre se hubiese vuelto loco de celos y rabia al ver esas imágenes, ¿Por qué no lo hizo? ¿Acaso no ama a su m*****a esposa?», pensó Marcus llegó a la cafetería, pidió un expreso, se sentó y bebió, miró de nuevo las fotos en su teléfono. En otro tiempo hubiese sentido tantos celos y rabia, quizás se hubiese vuelto loco, pero, ahora Marcus tenía cincuenta y cinco años, la madurez lo hizo calmarse «Evana no me engañaría, ser infiel no es la naturaleza de ella, algo está pasando, pero, me duele la falta de confianza, to
Marcus intentó alcanzar a Natalia, pero solo vio cuando la policía la llevaba en su auto. Andrés se había marchado a su auto, intentaba alcanzarlos, estaba desesperado por lo que había pasado, solo quería salvar a Natalia de esa situación, era en lo único que pensaba. Evangelyn lloraba abrazada a su padre. —Escúchame, quiero que te quedes con tu hermano. —No, pero ¡Natalia! Debo ir con ella. —No, yo iré por ella, quiero que vayas con tu hermano y lo cuides. Jonathan se acercó. —Llamaré al abogado y a Evana. Marcus asintió y fue al auto para irse. Evana se bañó y cambió con rapidez, cuando recibió esa llamada, era Jonathan. —¿Pasó algo? —exclamó muy preocupada. —Evana, sí, escucha… —dijo Jonathan, ella pudo escuchar su voz tan temblorosa que de inmediato sintió terror al pensar en Bennet —¡¿Le pasó algo a mi hijo?! —exclamó Evana con desesperación y temor. —No, Bennett está bien, no te angusties por él. Sucede que, detuvieron a Natalia —dijo Jonathan con pesar. —¡¿Cómo que
—¿Qué sucede aquí? —exclamó Evana al verlos, tenía el ceño fruncido, incrédula de lo que veía. —Es mi culpa, tía, quizas me odiarás, pero, la verdad es que, me enamoré de Natalia, la amo y quiero casarme con ella, ahora que sé que no somos primos. Evana dio un paso atrás, sus ojos eran enormes. —¿Qué dices, Andresito? ¿Te das cuenta de lo que dices? ¡Se criaron como primos! —exclamó Evana completamente confusa. —Lo sé, pero, surgió, la verdad llevo años amando en secreto a Natalia, y esto solo me destrozaba todo el tiempo, perdóname si te sientes ofendida pro mis palabras, tía Evana. Evana no se sentía ofendida, pero no sabía como sentirse al respecto, eran demasiadas cosas, tocó su cabeza. Está bien, miren, Andrés, Natalia, ahora todo esto es complicado, veamos una cosa a la vez, hablemos de esto, cuando Natalia ya este lejos de este infierno, ¿sí? Ahora déjame hablar con ella, Andrés. Él asintió. —Estaré afuera, no me alejaré de ti, Natalia. Ella sonrió, asintió. —Madre… no