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Evana salió de la prisión, sentía que la sangre el hervía de rabia. Dante Swift iba detrás de ella, cuando se detuvo. —Quiero que hagas algo por mí. Dante la miró con duda. —Lo que sea. Ella sacó su cartera, tomó un cheque en blanco, y lo firmó. —Quiero que lo acaben, ya no quiero saber más de ese hombre, ¡lo odio con todas mis fuerzas! Dante la miró impactado, jamás pensó que Evana Ford pudiera pedirle algo así, esa no era ella. Él tocó sus hombros. —Evana, tú no eres esta mujer, la Evana que conozco nunca pensaría así, por favor, recapacita. Evana hundió la mirada, las lágrimas corrieron por su rostro. —¡Lo odio! Nunca odié a nadie en mi vida, hasta que conocí a Álvaro, y lo amé tanto, le di todo de mí, ahora lo desprecio, lo aborrezco. —No, él es malo, está lleno de basura, no dejes que te ensucie. —¡Es que no lo entiendes! Tengo miedo, miedo de que dañe a mis hijos, como alguna vez quiso dañarme a mí y a Marcus, no sé si lo soportaré. Dante la abrazó, ella estaba deso
—¿Está bien, señor Ford? —exclamó Irina al ver su gesto de sorpresa, ella sabía que debía leer ese mensaje, sabía que ahora mismo podría sufrir de celos, verlo padecer le gustaba. Él alzó la mirada, guardó su teléfono, su rostro volvió a la normalidad. —Sí, todo bien, ve a descansar, Irina, gracias por venir. La mujer lo vio seguir el camino, su rostro se volvió severo, si pudiera patalear y enfurecer lo hubiese hecho «¿Acaso tiene atole en las venas? Cualquier otro hombre se hubiese vuelto loco de celos y rabia al ver esas imágenes, ¿Por qué no lo hizo? ¿Acaso no ama a su m*****a esposa?», pensó Marcus llegó a la cafetería, pidió un expreso, se sentó y bebió, miró de nuevo las fotos en su teléfono. En otro tiempo hubiese sentido tantos celos y rabia, quizás se hubiese vuelto loco, pero, ahora Marcus tenía cincuenta y cinco años, la madurez lo hizo calmarse «Evana no me engañaría, ser infiel no es la naturaleza de ella, algo está pasando, pero, me duele la falta de confianza, to
Marcus intentó alcanzar a Natalia, pero solo vio cuando la policía la llevaba en su auto. Andrés se había marchado a su auto, intentaba alcanzarlos, estaba desesperado por lo que había pasado, solo quería salvar a Natalia de esa situación, era en lo único que pensaba. Evangelyn lloraba abrazada a su padre. —Escúchame, quiero que te quedes con tu hermano. —No, pero ¡Natalia! Debo ir con ella. —No, yo iré por ella, quiero que vayas con tu hermano y lo cuides. Jonathan se acercó. —Llamaré al abogado y a Evana. Marcus asintió y fue al auto para irse. Evana se bañó y cambió con rapidez, cuando recibió esa llamada, era Jonathan. —¿Pasó algo? —exclamó muy preocupada. —Evana, sí, escucha… —dijo Jonathan, ella pudo escuchar su voz tan temblorosa que de inmediato sintió terror al pensar en Bennet —¡¿Le pasó algo a mi hijo?! —exclamó Evana con desesperación y temor. —No, Bennett está bien, no te angusties por él. Sucede que, detuvieron a Natalia —dijo Jonathan con pesar. —¡¿Cómo que
—¿Qué sucede aquí? —exclamó Evana al verlos, tenía el ceño fruncido, incrédula de lo que veía. —Es mi culpa, tía, quizas me odiarás, pero, la verdad es que, me enamoré de Natalia, la amo y quiero casarme con ella, ahora que sé que no somos primos. Evana dio un paso atrás, sus ojos eran enormes. —¿Qué dices, Andresito? ¿Te das cuenta de lo que dices? ¡Se criaron como primos! —exclamó Evana completamente confusa. —Lo sé, pero, surgió, la verdad llevo años amando en secreto a Natalia, y esto solo me destrozaba todo el tiempo, perdóname si te sientes ofendida pro mis palabras, tía Evana. Evana no se sentía ofendida, pero no sabía como sentirse al respecto, eran demasiadas cosas, tocó su cabeza. Está bien, miren, Andrés, Natalia, ahora todo esto es complicado, veamos una cosa a la vez, hablemos de esto, cuando Natalia ya este lejos de este infierno, ¿sí? Ahora déjame hablar con ella, Andrés. Él asintió. —Estaré afuera, no me alejaré de ti, Natalia. Ella sonrió, asintió. —Madre… no
Evana y Dante se alejaron, miraron a Marcus con duda. —Marcus, ¿Qué te pasa? —exclamó Evana con duda —¿A dónde fueron juntos? ¿Van a decirme de una buena vez? Dante le miró con temor, no quería que Marcus se enojara con Evana. —Dante me llevó a ver a Álvaro a prisión —sentenció Evana Los ojos de Marcus se abrieron enormes, no podía creerlo. —¿Qué has dicho? —exclamó Marcus con la mirada severa—. Pero ¿Por qué? —¿Por qué? Sé que él está detrás de o que le ocurrió a nuestro hijo, Natalia es inocente. Marcus bajó la mirada. —¿Y cómo iba a hacerlo estando preso, Evana? No creo que Álvaro tenga que ver —dijo Marcus —¿Sabes que me dijo? Dijo que una mujer joven fue a verlo, y que busca vengarse de nosotros, ella es una extensión de su absurda venganza —dijo Evana con desesperación. Marcus miró a Evana incrédulo, negó, impactado. —¿Y de quien se trata? ¿Crees que Natalia quizás…? —¡¿Qué?! ¡Nunca! Mi hija es inocente de todo, ¿Qué pasa contigo? —Solo te digo que Natalia pudo esta
Jonathan miró a Sabrina con profunda decepción, nunca esperó que ella se convirtiera en un alter ego opositor. La miró con dolor. —Sí, te daré el divorcio —sentenció. Él dio la vuelta, se alejó. Sabrina se quedó ahí, petrificada, no pudo alejarse. La mujer sintió una rabia enorme en su corazón, decidió entrar a ver a Natalia. No iban a dejarla entrar tan fácil, la mujer pagó dinero para poder hacerlo. Al entrar, miró a Natalia sentada en una banca, Sabrina no pudo evitar sentirse algo de pena por ella, tragó saliva y decidió que defendería a su hijo. Natalia la vio, se levantó de inmediato. —Tía, no es el mejor lugar donde quisiera que me viera. —Supongo que ya sabes la verdad, no tienes para que seguir llamándome Tía, no lo soy. Natalia la miró perpleja, bajó la mirada, sintió tristeza, ella la quería como una tía, una buena tía que siempre fue dulce y amable, ahora esa mujer era un témpano de hielo. —¿Por qué me tratas así, tía? Nunca pensé que me tuvieras tanto rencor.
Irina la miró incrédula del buen golpe que le dio. —¿¡Qué demonios sucede contigo?! —Sé que fuiste tú quien intentó matar a Bennett, y ya no lo niegues, porque no lo soporto más. Los ojos de Irina se abrieron enormes, supo que ya no podía seguir engañando a Margaret. —¿Olvidaste quién soy yo? Soy tu hermana, a mí me debes lealtad, no a ese miserable de Bennett, o estás conmigo o contra mí. —No te quiero cerca, hasta aquí llegó, cruzaste el límite. Irina se quedó perpleja. —¿Vas a ofender la memoria de papá y mamá? —Sé que papá no querría esta cruel vida para nosotras, se acabó, Irina. —¡Eres tonta! Margaret, cuando Bennett sepa la verdad, te odiarà. Ella negó. Se alejó. En la comisaría. Natalia no podía creer las palabras de su tía Sabrina, sus ojos lloraban, cuando Andrés entró, ella lo miró severa. —Vete de aquí —exclamó furiosa —¿Qué? Traje algo de comida, ¿Qué pasa, Natalia? —¡No quiero verte! Nunca más, ¡Vas a tener un bebé con Aimé! Hazte cargo, pero lejos de mí.
Irina tomó una maleta, tomó sus cosas, salió a toda prisa, ahora tenía a los Ford contra ella, y también a Margaret, su propia hermana. —Tal vez me toque ser una exiliada, pero no he acabado con mi venganza —dijo para sí misma. Salió de prisa. Jonathan estaba en la cama, el doctor lo revisó. —Debe hacerse unos estudios médicos, solo así sabremos cual es el motivo de su desmayo. Sabrina miró a Jonathan. Despidió al doctor. —No vuelvas a ofender así a mi padre, él puede cometer cualquier error, no lo juzgaré por eso, y si el niño que espera Aimè es mío, no dudes que me haré cargo, pero nunca me casaré con ella. Sabrina le miró con una cara de repruebo. —¿No lo entiendes, Andrés? Si no te haces cargo de tu hijo, Aimè dijo que no tendrá a su bebé, eso incluye que te cases con ella, no quiero que un bebé inocente muera. Andrés sintió un escalofrío. —No me dejaré manipular por esa loca, puede tener a mi hijo, y mi bebé tendré mi apoyo, mi ayuda, todo lo que quiera, pero nada que te