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Evana miró a la mujer que parecía exasperada. —Hablemos de esto en privado, Sabrina, aquí no. Sabrina salió tras ella, Evana pidió a Andrés que cuidará a Natalia. Al quedarse solos, Andrés se acercó a Natalia, odió verla ahí tendida tan frágil, tocó su mano. —Despierta, ¿Qué te pasa, Natalia? Por favor, daría todo por verte bien, no quiero que te enfermes, menos que sea por mi culpa, te amo, no lo olvides —dijo con voz triste, mientras besaba su mano. En la habitación de Evana, Sabrina y ella hablaban, la mujer estaba fuera de control. —¿Cómo pudiste ser parte de esta bestialidad? ¡No me dijiste nada!! —¡Espera! Al igual que tú me acabo de enterar. —¿Y lo apruebas? —No negaré que al principio me pareció una locura, pero, cuando vi a nuestros hijos seguros de sus sentimientos, no tuve más remedio que aceptarlo, Sabrina. —¡Ellos son primos! —exclamó desesperada —Son primos de crianza, pero no tienen una gota de sangre en común, recuérdalo, además, oponernos solo hará que ellos
—¡¿Qué es lo que quieres, Irina?! Ya lo sé todo, sé que quieres dañarme a mí y a mi familia. —Quiero verte. —No iré a ningún lado, mujer, entrégate a la policía, es todo lo que debes hacer —sentenció Marcus —Lo pagarás caro, Marcus. Él colgó la llamada. Evana entró en la habitación. —¿Quién era? —Irina, quería citarme en un lugar, le dije que no, llamaré al abogado, aunque no creo que se pueda rastrear la llamada. Evana le miró con angustia. —Está bien, todo está bien, ¿Cómo está Natalia? —exclamó —Él médico está con ella —dijo Evana. Marcus recibió otra llamada, era el abogado venía en camino, también le informaron que Bennett sería dado de alta mañana mismo. El doctor revisaba a Natalia, le tomó una muestra de sangre. —Dime, Natalia, ¿Has tenido tu periodo? —No, debe venirme la siguiente semana. —¿Has tenido alguna relación sexual de riesgo? Natalia recordó que había tenido relaciones sexuales por primera vez con Andrés «Sería imposible que en la primera vez…», pensó
Margaret y Evangelyn fueron a la cafetería, pero todo el tiempo ella estaba nerviosa. —¿Estás bien, Evangelyn? —Lo siento, estaba aquí por ti, y mírame a mí, olvídalo, cuéntame, ¿Qué pasa? Mi hermano te ama, él a ti, ¿Por qué no te veo totalmente feliz? —exclamó Evangelyn Margaret solo sonrió. —Es cierto, soy una tonta, debería estar muy feliz, pero, es que no sé, a veces pienso si de verdad merezco el amor de Bennett. Margaret sonrió. —¡Claro que sí lo mereces! Él es quien debe estar preocupado, Ben no se ha portado de la mejor manera, aún así, todos esperamos que él cambie, que mejore, y sea un buen hombre para merecerte. Margaret sonrió, sintió que Evangelyn y los Ford no eran las malas personas que tanto le hizo creer Irina. Se tomaron de la mano, Evangelyn dijo que debía volver, todo lo que tenía en su mente era averiguar sobre su tìo. Evangelyn volvió a la sala de espera, pero no los vio, excepto cuando alzó la vista, y mirò en el segundo piso, pudo verlos recargados con
—¡¿Qué estás diciendo?! —exclamó Marcus Evangelyn dio un paso atrás, negó. —¡No es verdad, padre! Es un mentiroso, un farsante, no lo creas —dijo Evangelyn Marcus regresó una mirada severa y recelosa contra Pablo. —Iremos a hablar a la casa, te daré tu cheque de pago y se acabó, te veré tan pronto llegues en la mansión, y hablaremos de esto. Pablo asinitó, por dentro sintió una victoria, al menos Marcus Ford le dio el beneficio de la duda, al menos eso pensó. Pablo fue al auto. Marcus le pidió a Jonathan que lo ayudara a llevar a Bennett al hospital, pues ya era su alta. Jonathan dijo que lo haría, pero separó un momento a Marcus para hablarle a solas. —Piensas lo que haces, no creas en Pablo, no le creo nada, sè que Evangelyn no es como él dice, lo podemos probar en un examen sanguíneo si lo que quieres es sentirte tranquilo, te comprendo, a la edad de nuestros hijos pueden cometer errores, pero piensa lo que haces, por favor —dijo Jonathan —Está bien. —Por cierto, cuando t
—Marcus, reflexiona, ¿Qué haces? —Madre, Pablo dice que yo consumo drogas, pero no es verdad, te lo juro, no lo hago, tú me conoces. Evana acarició el rostro de su hija, la abrazó a su pecho. —Evangelyn es incapaz de algo así, Marcus, no tenemos que someterla a nada que no quiera, es evidente que Pablo perdió el norte, y está metido en muchos líos. —¡Mi padre no me cree, ya no sé ni en quien cree! —exclamó Evangelyn y subió a su alcoba. Marcus tocó su cabeza desesperado, Evana se acercò a él, lo veía tan cansado. —Marcus, ¿Qué te pasa? No te reconozco, amor, conoces a tu hija bien, es incapaz. Marcus hundió la mirada. —¡Lo sé! Una parte de mí lo sabe, pero otra, tengo miedo, Evana, el miedo que nunca he sentido en mi vida, porque no quiero que nada malo ocurra a nuestros hijos, estoy luchando por protegerlos, y no puedo, simplemente, me siento impotente. Evangelyn que se habái quedado al pie de la escalera escuchó a su padre hablar de esa manera, su padre siempre fue un roble
Margaret luchaba contra la fuerza de su hermana mayor, alzo sus brazos, y sus manos lograron tocar unos frascos en el peinador, los hizo caer al suelo, hicieron ruido al ser de cristal. —¿Señorita? La voz del chofer hizo que Irina suavizara su ataque, Margaret golpeó con su codo su estómago tan fuerte, que la mujer lanzó un grito, y retrocedió, Margaret intentó salir, abrió la puerta. Irina la agarró de los cabellos. —¡Ayuda! —gritó Margaret con la fuerza en sus pulmones, solo en ese momento el chofer corrió a ver. Irina dejó a Margaret, pero cuando el hombre se acercò, la mujer le roció perfume en los ojso, el hombre se agachó, ella lo empujó. Margaret corrió lejos de su hermana, tomó el teléfono y amenazó con llamar a emergencia —¡Te mataré, Margaret! La mujer salió a toda prisa. Margaret colgó la llamada, respiró profundo cuando ya no vio a su hermana, cerró la puerta con llave, fue a socorrer al chofer que tenía ojos muy irritados. Irina salió del edificio, corría antes d
—Padre, dime, ¿fuiste infiel a mi madre? —exclamó Andrés, luego de escuchar a su madre decirlo. Jonathan hundió la mirada, no supo que decir. Pero, no podría mentirle a su hijo. —Nunca engañaría a tu madre, pero, te pido que no le digas eso. Andrés le mirò confuso. —¿Qué? —Por favor, júralo. Andrés negó, su padre acunó su rostro. —Ya eres un hombre, he respetado lo que haces, no te he juzgado, ahora quiero que te comportes como un hombre conmigo, y no digas a tu madre nada, déjala que piense lo que quiere, si ella de verdad me ama, sabrá que no lo hice. Andrés bajó la mirada. —Están locos los dos, están arruinando la familia que tanto les costó crear. Jonathan sabía que tenía razón, pensó que pronto moriría, de todos modos, se acabaría, abrazó a su hijo, tomó sus maletas, salió de la casa. Andrés sintió tristeza. Andrés subió la escalera, encontró a Aimé en la planta alta, como si hubiese escuchado todo y ahora solo esperara por él. —Hola, mira lo que tengo aquí —la mujer
—No sé qué haré con exactitud, lo único que sé, es que tendré a mi bebé, y lo cuidaré de quien sea, incluso si Andrés no me responde, estoy dispuesta a ser padre y madre para mi hijo. —¿Qué hijo? —exclamó Bennett irrumpiendo de pronto en la habitación—. ¿Natalia, estás embarazada? ¿Esperas un hijo de… Andrés? Natalia y Evangelyn se miraron con angustia al ser descubiertas por su hermano. Natalia asintió, no podía ya negarlo. —Sí. —¡Dios mío! ¿Y él ya lo sabe? Deben casarse, es más, podemos hacer boda doble —exclamó con emoción, pero también preocupado por su hermana, era muy joven para ser madre, después de todo. Natalia sintió nervios, hundió la mirada. —Aimè confirmó su embarazo, espera un hijo de Andrés. —¿Qué? ¡No! Esa tipa es una mentirosa de pacotilla, pero si es cierto, ¡Andrés pagará por burlarse de ti! —exclamó Bennett furioso —No, por favor, no hagas nada, ya he tenido suficiente, yo asumiré toda la culpa. —¿Qué? Claro que no, Andrés pagará lo que hizo —sentenció Be