—¿Y bien? —Pregunta, Tareq, a una de las sirvientas que mira hacia el suelo. Esta muy asustada. El jefe de su seguridad está presente. —Señor, yo solo seguí órdenes. No sabía el fin. —Intenta justificarse. —¿Cómo te llamas? —Inquiere con autoridad. —Mileika. —Responde, aún sin levantar la mirada. —Bien, Mileika. Tienes una sola oportunidad conmigo. —Mileika siente un terrible escalofrío ante sus palabras. —Fue la señorita Mirah. Ella me pidió la compra del veneno. Dijo que había ratas en la casa. —Frota fuertemente sus manos, nerviosa. —¡Mírame! —Mileika levantó la mirada en el acto. —Si hay algo que detesto en la vida son las mentiras y parece que tú aún no entiendes la gravedad de la situación en la que estas metida. —La penetrante mirada violeta oscuro de Tareq pone a Mileika a tiritar. —Mañana serás expuesta públicamente y que Alá se apiade de ti. —Sentencia sin más y camina hacia la puerta. —¡Noooo! ¡No, por favor! Fue la señorita Lila. —Confiesa tirada en el suelo y con un
Lila había encontrado el vestido perfecto. Estaba tan contenta. Al fin seria la esposa de Tareq. La maquillista llegó e hizo un trabajo impecable. Realmente Lila era una mujer muy hermosa; de piel canela, contextura fina, estatura media, cabello rizado y sus ojos eran color café claro. Ciertamente su belleza se ocultaba por su personalidad débil y malintencionada. —¡Ponte estas pulseras de oro! Son más bonitas —Su madre le ayuda a prepararse. Tareq había dicho que partirían a la mezquita a las 5 p.m. y ya sólo faltaba una hora. Deben irse de inmediato. —¡Ya mamá! ¡Por Alá! Tengo demasiadas. —Espeta, molesta. —Nunca es demasiado. —Dice la señora Fátima mirándola de pies a cabeza. —¡Estas hermosa! —Lila se mira al espejo sonriente. —¡Vamos! Es hora de irnos. —Dijo, apresurada. Las tres salen de la recámara rumbo a la mezquita. Nailea no entendía por qué debía estar tan elegante. Su esposo no dijo mucho. Solamente le indicó que irían a la mezquita y luego habría una cena familiar. —
Recuerdo12 de mayo de 2005“Tareq”—Padre necesito hablar contigo. —Él se gira soltando el humo de su puro. Me ve como si fuera cualquier persona.—Asumo que es alguna estupidez. Tareq no pierdas el tiempo en sentimentalismos. —Apaga su puro en el cenicero. —La mayoría de las personas que no logra sus metas es porque se dejan llevar por sus emociones. Te he dicho que en los negocios no hay sentimientos de por medio. —Puntualiza.—No es de negocios que quiero hablarte. Los negocios en este momento me importan una m****a. —Le aclaro.—Te importa tanto como tu vocabulario por lo que veo. —Toma asiento sin apartarme la mirada. Cuando estaba adolescente le temía, pero ahora solo me causa mucha repulsión.—¿Qué pasará con el asesino de Halima? —Pregunto, sin rodeos.—Su esposo querrás decir. —Se cruza de brazos.—Ese desg… —mi tío entra a la oficina sin tocar. Luce demacrado y muy deprimido. Sé que la muerte de Halima lo ha herido de muerte, pero ni con eso tiene el valor de enfrentar a mi
Su vida desde muy temprana edad siempre se debatió en tomar decisiones importantes. Esta era una de las más difíciles. La mujer que ama está luchando por su vida por culpa de Lila. Cuando Lila nació él tenía ocho años. A medida ella fue creciendo la madre de Lila y la madre de Tareq le metieron en la cabeza que estaba destinada a casarse con él. “Recuerdos” Tareq Hoy es el cumpleaños número 15 de mi prima Lila. Es muy hermosa, pero no despierta en mí más que un cariño familiar. Mi madre no se cansa de repetirme que debo casarme con ella una vez que cumpla los 18. —Madre, te he dicho muchas veces que Lila no me interesa para esposa. ¿Por qué insistes de esta manera? —Ella me ve como si lo que yo pienso, no le importara. —Lila es la esposa perfecta para ti Tareq. Además, es hermosa. Así que no digas tonterías. —Yo la miro con reproche. —Por más que insistas no me casare con ella. Ya deja de alimentarle esa ilusión, se frustrará y harás que rechace a buenos hombres. —Le advierto.
“Nailea” Abro mis ojos despacio y la habitación está un poco oscura; solo hay una leve luz tenue. Recuerdo que estoy en el hospital. Buscó a Tareq, pero a quién veo es a ella. Me siento rápidamente. Está en la esquina de mi derecha. Su mirada fría me aterroriza y Lila se burla de mi haciéndome sentir tan pequeña. Yo intento moverme, pero no puedo. Ella camina hacia mi acercándose poco a poco. Estoy sola y nadie puede ayudarme. Moriré en manos de esta mujer. ¡Alá, ayúdame! Quiero gritar, pero mi voz no sale. Estoy perdida. —¡Nooooo! —Grito, sintiendo dolor en mi pecho. —¡Hayati, estoy aquí! —Me dice Tareq y me abraza. —Sólo fue una pesadilla. —Besa mi cabeza repetidamente. Yo respiro profundo muchas veces. Él está aquí como lo prometió. Lo abrazo fuerte. No puedo olvidar las palabras de Lila el día en que me atacó. La manera como me miraba y el dolor al sentir el cuchillo en mi piel. No me gusta sentir tanto miedo. —¡Tareq, por favor! ¡Sácame de aquí! No soporto estar aquí un segun
—¡Nani! —Reacciona Nailea con alegría al verla entrar a la sala de estar. —Despacio, Nailea. —Le pide, Tareq. Teme que se lastime. Pero la emoción la invade y camina con los brazos extendidos hacia ella. —¡Yo voy mi ángel, yo voy! —Expresa, caminando hasta ella para abrazarla. Tareq mira la escena, conmovido. Nani la abraza con mucho cuidado y delicadeza. Le da tres besos en las mejillas. —¡Perdóname! Debí ser más rápida en pedir ayuda. Tal vez si… —intenta explicarle y Nailea niega con la cabeza. —¡Alá Nani! No digas eso. Tú no tienes la culpa de nada. Por ti estoy viva. —Nani llora y Nailea limpia sus lágrimas con su dedos. Besa su frente. —¡Gracias por salvarme la vida! —Ella la ve con amor. El celular de Tareq comienza a sonar y se aleja un poco dándoles espacio, era Akram. —Aló. —Contesta. —¿Ya estás en tu hotel? —Sí, llegamos hace unos minutos. —Responde, entrando a su despacho. —¿Cómo está Nailea? —Un poco adolorida, pero bien. Le encantó el lugar. —Le conta, contento
—¿Cómo estás? Pensé que estarías en España. —Le habla a Tareq. —As-salaamu alaikum Akram. —Saluda a Akram sin poder dejar de admirar los hermosos ojos violetas de Tareq. —Wa Alaikum As-Salaam Rina. —Saluda, Akram. —Tenía asuntos de trabajo que resolver. —Responde Tareq de manera amable. —¿Y tú que haces por aquí Rina? —Pregunta, Akram. —También estoy en asuntos de trabajo. Vengo bastante seguido y siempre me hospedo aquí. Me gusta mucho este hotel. —La alegría que desprende el rostro de Rina no puede ocultarse. —Nos da gusto Rina. ¡Alá te prospere siempre! —Le desea con sinceridad Akram. —¡Shukran Akram! (Gracias). —Sonríe viendo a Tareq. Desea mucho acercarse más a él. —Cuídate, Rina. —Espeta, Tareq, despidiéndose. —¡Tareq! ¡Espera! —Él se detiene. —Necesito hablar contigo. —Tareq iba rechazarla inmediatamente. —¡Por favor! Es algo de negocios y sólo quiero saber tu opinión. De verdad que es importante. —Él la observa, pensativo. Akram desvía la mirada hacia otro
Tareq ya casi llega al hotel cuando inesperadamente recibe una llamada de un número desconocido. Contesta pensando que es alguien de alguna de sus empresas. —Diga. —Señor Falú. —Es una voz de mujer y se escucha angustiada. —¿Quién habla? —Soy Mónica la asistente de Rina Massú. Necesito su ayuda. Rina no reacciona. —Tareq intenta procesar todo. —¿Cómo es que tiene mi número señorita? ¿Ya llamó a un médico? —Le pregunta, bajándose del auto. —Rina me dio su número en caso de emergencia. Dijo que usted sabría que hacer. —¿Dónde están? —Pregunta, molesto y un poco preocupado. Aunque Rina ya no significa nada en su vida no desea que le pase algo malo. —Suite LH 220. —Tareq corta la llamada y sube al elevador para huéspedes. Marca a recepción solicitando una doctora de inmediato. Al colgar se fija que tiene llamadas perdidas de Nailea. Solucionará esto rápido y luego explicará. Al llegar la doctora ya la atendía. Al parecer su asistente ya había solicitado al médico a recepción. Mó