Prefacio
Él
Su nombre era grande, al igual que su persona. No había forma de que una pluma endeble como yo no fuese llevada por un huracán como lo era él.
El poema no puede ser poema si no hay dolor y conflicto, pues aun en medio de la alegría, el poeta logra descubrir lo marchito.
Así fue que conocí que él era el amor de mi vida: De desconocidos a socios, de extraños a confidentes, de enemigos a amantes. La de nosotros había sido la historia de la locura convertida en realización. El acercamiento de dos polos opuestos a punto de una colisión inevitable con la fuerza suficiente para destruir todas las verdades de mi corazón. No había defensa, no había necesidad, mi mundo entero había sido entregado a los pies del señor Cavill. No había manera de negarlo ni de ocultarlo. Yo le pertenecía completamente a él, no había como disimularlo. El simple sonido de su voz servía para desmoronar lo más férreo de mi voluntad y echar por tierra cualquier disposición de mi corazón. El roce de su piel sobre la mía era la más pura manifestación de ese poder indómito y salvaje que me hacía jadear sin poder contener a mi espíritu, suplicándole que me tomara para sí y me hiciera el amor hasta desfallecer.
Era causa y al mismo tiempo era el efecto. El señor Cavill era mi detonante y al mismo tiempo mi refugio. Era el infierno que me quemaba y el mismo era mi redención.
En su juego de amo y sumisa no había conocido límites y por volar tan cerca del sol soñando que sería capaz de soportarlo, terminé quemando mis alas hechas de cera. Me quedé prendada de él. Su esencia me impregnó de una manera inevitable. No había nada en el mundo que no me recordase que yo era suya y que él era mío: Lo hacía la mañana cuando en el alba su olor inundaba mi habitación; lo hacía también el ocaso, cuando el susurro de su voz ronca me adormecía el oído con sus palabras pronunciando mi nombre. Era la esclava de un hombre ausente. Era la sumisa que nunca quería ser liberada.
Llegue a pensar que estaba mal y que había un problema conmigo. No podía ser normal estar atada de esa manera. No podía ser justificable que mi dependencia de vida tuviese nombre y dirección. El señor Cavill iba más allá de ser mi todo. Él era el motor de mi vida y lo más impresionante de todo era que lograba hacerlo con el simple recuerdo de lo que me regaló en el tiempo compartido a su lado en el trayecto de aquella lejana semana.
El recuerdo de sus besos cuando me acorralaba contra la pared respirando con violencia, sobe mi cuello; la imagen de su cuerpo musculoso, irguiéndose sobre mí como una montaña a punto de aplastarme con el peso de su placer irrefrenable; el conflicto que invadía mi alma cuando me entregaba a él sin entender nada de lo que ocurría. Él había sido mi primer y único hombre y ese título nadie iba a poder arrebatárselo nunca jamás. El señor Cavill era el amo y señor de mis deseos más pecaminosos. Era su nombre el que susurraba en la vigilia de mis noches y era su cuerpo el que deseaba en los momentos de desenfreno. No había nada más que pudiese desear con tanta fuerza como lo deseaba a él, pero estaba decidida a olvidarlo.
No había forma de asegurar el éxito de una misión suicida como la que me proponía. En el paso de los días me había propuesto a desarraigar cualquier objeto material que me pudiese traer a memoria su recuerdo. Era una misión que rayaba en lo irracional e ilógico, pero no había otra manera de hacerlo. Si de verdad quería seguir adelante para darle a David la hermana mayor que él necesitaba, estaba obligada a mantener la cordura y para ello debía dejar al señor Cavill contenido en mis recuerdos.
Para mí él había muerto. No podía imaginarlo en su oficina siendo el imponente CEO que había conocido, porque si lo imaginaba así me terminaría rindiendo ante mi propia debilidad y saldría corriendo a suplicarle el perdón por mi cruel traición.
No podía permitirme una caída como aquella. La amenaza pesaba sobre mi hermano y también sobre Ana, mi amiga; si yo volvía al lado del señor Cavill me arriesgaba a perderlo todo.
Desde luego que había pensado en la posibilidad de llamarlo por lo menos para contarle todo, pero no estaba dispuesta a jugar esa carta de riesgo, no por el simple capricho de ser feliz.
Cobardía, era lo que sentía, no hacía falta que nadie me lo dijera, pero no era la cobardía de alguien que teme por egoísmo, era la cobardía de alguien que no puede vivir por sus propios pasos y determinaciones. Yo era una mujer obligada a sufrir; una mujer sometida a vivir para dejarle la felicidad a otros.
Estas y muchas otras sensaciones inundaban mi alma cuando pensaba en su nombre y no era de extrañarse; el señor Cavill podía ser así de imperante para cualquier mujer, pero yo debí acostumbrarme a la fuerza a seguir adelante sin imaginarme a su lado. Era horrible, doloroso y complicado, pero en cada uno de mis días marcaba un pequeño calendario, las horas, no los días, que había estado obligada a estar lejos de él.
Extrañaba su fragancia, lo mismo que extrañaba su sonrisa. Necesitaba escuchar su voz y sentir su abrazo. Necesitaba al señor Cavill en mi vida, siendo esa fuerza indetenible que arrastra todo solo con su presencia. No había manera de negarlo. Estaba completamente perdida en ese espiral de decadencia y autaconmisceracion alejada de él, pero esa sensación de desasosiego comenzó a cambiar esa mañana, cuando las cosas dieron un giro que no podía imaginarme de ninguna manera.
No había forma de prevenirlo, pero pasó. No podía imaginar la cantidad de implicaciones que se podían desprender de aquel día que había iniciado, como todos los demás, sometidos por la obligación.
Visita del pasadoLas lágrimas habían brotado a borbotones lavando mi rostro del dolor y de la angustia de una vida vivida al límite de las emociones, donde la vida ya no era vida y el dolor se hacía cada vez más agudo. Era mi tercera visita al cementerio desde que nos habíamos mudado al pueblo.Frente a ese par de lápidas adornadas con los nombres de nuestros padres con letras escritas con firuletes rimbombantes, me quedé un buen rato, dejando que las lágrimas se llevaran lo más que pudieran de mi dolor, pero mientras más lloraba, extrañamente, más me dolía.La mañana aún era joven, por lo que la mayoría de las personas en el pueblo se hallaban metidas en sus cosas de manera oportuna. Aquel cementerio estaba presto en su soledad a mi estera disposición, para que llorase a gusto, sin temor a nada, como lo hacía cada vez que visitaba las dos tumbas gemelas debajo del gran roble.En el par de meses que llevábamos en el pueblo ya habíamos pasado el proceso inicial de las saludes y sorpre
Confusiones y explicacionesEthan me ayudó a subir a la enorme camioneta que él conducía. El frío era demasiado en esa época del año, y el pueblo al estar tan cerca de las montañas era más golpeado por las inclemencias del clima. Una vez dentro de la camioneta, al fin volví a sentir mis dedos que se habían entumecido de tanto secar las lágrimas congeladas de mi rostro.Él había estacionado en la calle justo al frente del cementerio y me explicó cómo había permanecido casi una hora esperando en la entrada del lugar mientras yo regresaba. El asunto me pareció chistoso de cierta manera, pero me llevó a una pregunta lógica.― ¿Y por qué no me hablaste antes de que entrara allí?Ethan, que se había acomodado detrás del volante y había arrancado el motor que hizo un estruendo enorme al encender, se encogió de hombros al escuchar mi cuestionamiento. Obviamente, era una pregunta lógica, no tenía ningún sentido esperar en la intemperie congelándose sin explicación cuando pudo haberme saludado
Directo al hospitalLas luces del entorno se me mostraban confusas y disipadas de una forma antinatural. Mi cuerpo era ligero y se sentía como llevado por los aires de una forma que no podía entender. Mi mente se enfocaba solamente en sensaciones exactas y colores específicos, pero ni siquiera podía recordar quien era o en donde estaba.A lo lejos escuchaba a Ethan que no dejaba de hablarme. Su voz me mantenía aferrada a la realidad de cierta manera, aunque mis piernas no terminaban de reaccionar del todo.De las papas o los tomates no tenía noticias, no sabía a donde había ido a parar nada de aquello.Al poco rato, gracias a los esfuerzos de Ethan, de a poco comenzaba a recordar algunas escenas estáticas como fotografías de lo que había sido mi desplome. Lo que había comenzado como una simple caminata había terminado con mi cuerpo en contra la fría superficie de la acera.―Ya…. Ya, ya estoy mejor ―susurré sin poder evitar el tartamudeo excesivo, pues mi lengua aún no terminaba de obe
Noticia inesperadaDespués de que la enfermera con las jeringas pasó a tomar la muestra de mi sangre, el tiempo pasó de una forma compleja. Al mismo tiempo sentía que todo pasaba muy lento mientras esperaba el regreso de Ethan con noticias de David, pero también sentía que las cosas pasan demasiado rápido. Era todo un desbarajusto cuyo epicentro se encontraba radicado en mi cabeza, pues aún me sentía como demasiado liviana en aquella camilla, como si mi cuerpo estuviese compuesto de aire y mis ideas fuesen todas volátiles.La enfermera de la sonrisa amplia entraba cada cierto tiempo para cumplir con la promesa que le había hecho a Ethan de estar al pendiente de mí.―Se nota que él se preocupa mucho por usted ―sentenció la enfermera en una de sus tantas visitas mientras se fijaba en la gotita que bajaba desde la bolsa de suero que me habían colocado para hidratarme y reponer mis energías.― ¿Le parece? ―pregunté sin mucho convencimiento, mientras miraba con preocupación aquel parche qu
Inesperada ausenciaLa doctora tomó el control de la situación cuando la enfermera se sintió confundida por esa reacción de Ethan que ella asumió como la reacción de un padre que no quiere asumir su responsabilidad en un embarazo no deseado. La doctora con mucho tacto le hizo guardar silencio mientras yo me quedaba completamente desolada y sin ser capaz de articular una mínima explicación.La noticia había llegado para romper por completo cualquier viso de paz a la que yo pudiese aferrarme en medio de mi angustia. Aquella noticia era definitivamente una que tenía el potencial de distorsionar mi realidad más allá de lo que en ese momento yo pudiera ser capaz de procesar, tanto así que tardé bastante en entender el significado y las implicaciones de todo aquello, llegando en un momento a considerar que todo se trataba de una broma de mal gusto, pero no, el asunto era real y tarde o temprano iba a tener que comenzar a sopesar en las preguntas lógicas que se derivarían de esa revelación.
Cambio de planes―Hola ―le dije con voz trémula y triste. El solo verlo sentado en su microcosmos de tristeza y soledad me dejó con el alma hecha trizas.La doctora había sido una inmejorable fuente de confort y de ayuda para revitalizar mi ánimo y darme fuerzas para afrontar ese primer ataque de ansiedad. Las respuestas aún seguían faltando y las dudas aún se contaban por millones, pero por lo menos sentía que podía salir adelante a pesar de aquella noticia, y eso en parte, era gracias al ánimo que la doctora quiso comunicarme.Ethan levantó el rostro apenas y se esforzó por sonreírme de manera apagada. A pesar de todo lo ocurrido, él seguía dispuesto a sonreír para mí y no se atrevía siquiera a darme una cara de desagrado o incomodidad.Yo sabía bien que Ethan no podía reclamarme nada. Entre él y yo nunca había existido nada más allá de una amistad que llegó a ser muy cercana en cuanto a cariño y confianza, pero no más de ahí; sin embargo, yo no podía evitar sentirme una traidora a
Propuesta inesperada y un plato de sopa.―Supongo que puedo contar contigo para volver a casa ―le dije después de que bromeáramos un rato para disipar la terrible incomodidad que se había aproximado a nosotros.Ethan sonrió aun sin ser capaz de hacerlo de una manera sincera, era como si le resultara realmente imposible manifestar felicidad después de lo que había ocurrido.―¿Por qué lo supones? ―me respondió con desparpajo.―Porque creo que el hecho de que se hayan acabado tus esperanzas de cortejarme no es motivo suficiente para que abandones a una amiga embarazada en frente del hospital.Ethan sonrió mientras me abría la puerta y me ayudaba a subir a su enorme camioneta. Luego de que se aseguró de que yo estaba bien acomodada, cerró la puerta con fuerza. Ethan rodeó la camioneta y tomo su lugar al frente del volante. Entonces, antes de siquiera encender el motor del vehículo, giró su rostro y me miró. Por la cercanía que nos ocupaba en el espacio reducido de esa camioneta, me vi en
Después de la tormentaLa mamá de Ana se alegró inmensamente cuando recibió la noticia de mi estado de gravidez. Ella sabía mejor que nadie que yo durante ese tiempo en el pueblo no había tenido ningún tipo de acercamiento romántico o íntimo con ningún chico, por lo cual debió imaginarse de manera obvia, aunque no lo mencionara, que el asunto debía provenir desde tiempo atrás, antes de nuestra vuelta al lugar. Ella me felicitó y asumió la presencia de Ethan a mi lado como una especie de augurio que llegó incluso a incomodar como lo había hecho la enfermera en el hospital, pero en esta ocasión Ethan no había huido, sino que permaneció a mi lado y asumió las consecuencias de la opinión pública ante una situación así.―Ya veremos ―fue la única respuesta que aportó Ethan ante la insinuación de ella sobre la bonita pareja que al parecer formábamos.El nombre del señor Cavill aún lo tenía clavado entre ceja y ceja y sin importar nada de lo que pasara en mi vida, yo estaba segura de que él i