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Confusiones y explicaciones

Confusiones y explicaciones

Ethan me ayudó a subir a la enorme camioneta que él conducía. El frío era demasiado en esa época del año, y el pueblo al estar tan cerca de las montañas era más golpeado por las inclemencias del clima. Una vez dentro de la camioneta, al fin volví a sentir mis dedos que se habían entumecido de tanto secar las lágrimas congeladas de mi rostro.

Él había estacionado en la calle justo al frente del cementerio y me explicó cómo había permanecido casi una hora esperando en la entrada del lugar mientras yo regresaba. El asunto me pareció chistoso de cierta manera, pero me llevó a una pregunta lógica.

― ¿Y por qué no me hablaste antes de que entrara allí?

Ethan, que se había acomodado detrás del volante y había arrancado el motor que hizo un estruendo enorme al encender, se encogió de hombros al escuchar mi cuestionamiento. Obviamente, era una pregunta lógica, no tenía ningún sentido esperar en la intemperie congelándose sin explicación cuando pudo haberme saludado frente a mi casa o aun en la calle.

―Es que tenía miedo Emi ―el susurro con el que Echan pronuncio aquella explicación me permitió entender que aquello representaba una dificultad bastante cruenta para él. Yo intentaba mirarle a los ojos para buscar el sentido más profundo de sus palabras, pero su mirada era esquiva y no me permitía verle directo.

― ¿Pero a qué le temías? ―le pregunté intrigada, pero haciendo un esfuerzo para que en mis palabras no se escucharan como un interrogatorio. Yo solo quería entender la situación.

La camioneta se enfiló en dirección a la vía que conducía a nuestra casa. A esa hora David estaba en la escuela que había iniciado recién un par de semanas antes, por lo que yo debía pasar a comprar unas cuantas cosas para el almuerzo antes de que él regresara; sin embargo, aquella cuestión de Ethan me tenía intrigada.

Ethan dudó aún un poco más para responder esa cuestión. Sus labios se tensaron debajo de esa barba que le daba una apariencia mucho más seria y varonil y combinaba bastante bien con sus ojos. Él se mostraba bastante afectado por ese miedo que decía sentir.

―Tú lo sabes Emi… la última vez las cosas entre nosotros no terminaron bien ―Ethan dejó caer sus manos pesadamente sobre el volante y se mostraba frustrado por no encontrar las palabras exactas para describir lo que buscaba decir―. Por eso había dudado en venir a verte durante todo este tiempo… Ana me habló de que habías vuelto a tu vieja casa aquí en el pueblo y soñaba con poder hablarte, pero sencillamente no podía encontrar las palabras exactas que decirte. Simplemente, me dejé ganar por el pánico y el miedo y terminé postergándolo todo hasta que ya no pude soportarlo más y me presenté aquí sin aún tener del todo claro que es lo que quiero decir.

Yo sonreí con un gesto amistoso mientras le escuchaba. De cierta manera me reconfortaba que a pesar de lo sucedido, él seguía recordándome con la suficiente fuerza de voluntad como para atreverse a realizar un viaje de cinco horas solo para venir a verme.

―Ese “hola” del cementerio fue más que suficiente ―bromee con displicencia. Nuestra amistad era de toda la vida, nos conocíamos lo suficientemente bien como para poder burlarnos sin miedo a herir susceptibilidades.

―Me alegra saberlo ―asintió él siguiendo el chiste, pero el cambio en su gesto solo fue momentáneo, sus facciones volvieron a mostrar la cara de un hombre que necesitaba desahogar su alma―, lamentablemente no era solo a saludarte lo que quería venir Emi.

― ¿Entonces? ―le pregunté sintiendo un golpeteo en el corazón, como si pudiese anticipar lo que estaba por venirse.

―Quería decir que lo siento Emily… pero en realidad quería decir una mentira ―Ethan se esforzó por hacer sonar su voz mucho más profunda, más seria y certera―, pero la verdad es que nada de lo que te dije aquel día ha cambiado… sé que lo que dije estuvo mal y no fue la forma de hacerlo…. En eso si fui un completo imbécil, completamente, pero no por enamorarme de ti como aún lo estoy al día de hoy.

Yo contuve la respiración un par de segundo para esforzarme en contener mis emociones en sus cabales. Entonces le miré fijamente y le dije:

―Detén la camioneta.

―No Emi, por favor déjame hablar…

―Detén la camioneta, por favor Ethan.

―Emi, pero es que…

― ¡Ethan necesito comprar algo en la tienda de en frente!

Ethan escuchó mi explicación y clavó los frenos de su camioneta. Su sonrisa nerviosa daba muestras de cómo le afectaba todo aquello, y aunque yo había tenido mi parte de culpa en aquella pequeña confusión, él solo sabía reírse por la confusión suscitada.

―Compraré algunas cosas y volveré para que hablemos del tema ¿te parece?

Ethan sonrió con una sonrisa resplandeciente cuando me escuchó decir aquello. Yo no tenía ni la menor idea de cómo afrontar esa situación. En lo que menos había pensado en esos días era en otra aventura en el amor. No es que me hubiese negado a sentir, pero después de aquella tortura que aún estaba atravesando no podía ni siquiera imaginarme cerca de alguien más, pero, por otro lado, en medio de mi situación caótica y estando prácticamente aislada de mi mundo, no podía darme el lujo de rechazar a una persona que me conocía y que me aceptaba con mis errores y defectos. No sabía ni tenía idea de cómo lidiar con aquello. Que decirle o que sentir respecto aquello era algo que no tenía claro de momento, pero por nada del mundo quería alejarlo de mi vida, no después de sentirme tan feliz, de estar cerca de un rostro conocido después de tanto tiempo en medio de aquella soledad autoimpuesta.

―Está bien ―me respondió él―, esperaré paciente.

― ¿De verdad que tu paciencia no tiene fin o sí?

Ethan sonrió aprovechando aquella pregunta para no desperdiciar terreno.

―La verdad es que por ti estoy dispuesto a esperar la vida entera si llega a ser necesario.

Sonreí por su ocurrencia, pero entonces fui yo quien se adelantó con un comentario ocurrente para restarle el peso comprometedor de esa afirmación.

―Tranquilo que no pienso tardarme tanto ―bromee con desparpajo mientras me abrigaba con la chaqueta―, solo compraré unas papas y algunos tomates.

Ethan sonrió por la que fue mi respuesta evasiva a su planteamiento comprometedor. Y podía notar que en él habían cambiado muchas cosas, pero al mismo tiempo también seguía siendo el mismo chico dulce de siempre. Entonces entré en la tienda y me apresuré a conseguir los enceres que necesitaba para la despensa de la casa. Miré la hora en la pantalla de mi teléfono y sentí un pequeño susto al darme cuenta de que en menos de una hora David regresaría de la escuela. Aquel susto me hizo sentir un poco descompensada, pero se lo atribuí al hecho de haber salido de casa sin haber comido nada.

Terminé de pagar la cuenta y salí a la calle. Al otro lado de aquella acera estaba Ethan esperándome al lado de su camioneta, esa con lo que él me había explicado que trabajo junto a su padre en el negocio de las mudanzas. Entonces pensé en el buen chico que tenía por amigo antes de que mi vista se nublara y mis piernas perdieran la fuerza. Lo último que podía recordar era la voz de Ethan gritando desesperadamente mi nombre.

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