—Adelante, señorita. Esta parte es exclusivamente para usted—, le dijo el hombre con traje a Lina. Darek movió la cabeza para confirmar, mientras ella tenía el corazón bombeando a una velocidad extrema. —¿Por qué no puede hacerlo alguien más? —Si el ADN de otro entra allí, hay una mezcla de ácido esperando a un intento fallido para desintegrar lo que hay dentro —explicó Darek con paciencia. —Mi sobrino se encargó de hacer que solamente tú tuvieras acceso a ello. Nadie más. El aire no era suficiente en ese lugar. Había llegado un día antes y postergado ese encuentro al querer ver el penthouse que tenía el sello de Kael, pero ahora debía enfrentarse al motivo que la había hecho viajar. Ser decidida en todo no le estaba ayudando mucho en esa ocasión. Observó a Leonardo y este le indicó que no se movería de ese lugar, mientras su tío Joseph estaba atento a lo que pasaba y su abuelo mantenía sus brazos cruzados con ese rostro sin gestos que mostraba el resto del mundo. Eleazar y Pas
Lina limpió su rostro y lanzó el cabello detrás de sus hombros, acomodó su abrigo y masajeó su cuello para dejar de sentir el dolor en esa zona, por haber estado tanto tiempo sentada en el mismo lugar y en la misma posición. Empujó las puertas dobles y salió con la frente en alto y una energía diferente, que incluso los hombres que esperaban lo notaron. —¿Es todo? —cuestionó mirando al sujeto que recibió su mano. —Aún debe firmar algunos documentos por la mañana y recibir algo que preparó para usted, —resaltó mirando a Darek. —Al igual que para usted y el señor Leonardo Crown. Leonardo fijó los ojos en él, perplejo. —Pero me llevará un poco más tener listo todo eso para ustedes, así que agradecería su paciencia. —Igual no nos vamos aún. —dijo Lina finalmente mirando a su padre y Aaron. —Que mi tío se quede contigo. ¿Abuelo podrías acompañarme? —Siempre. —recalcó Aaron dando los pasos hacia ella. Eleazar y Pascal no tuvieron que escuchar nada, cuándo una sola mirada bastó p
—Suéltala. Sólo estamos ayudando. La vas a matar. —replicó la mujer mayor y el agarre se aflojó, cuando la sangre volvió a emanar de sus heridas. Cada una de ella se había abierto con el esfuerzo. Flora comenzó a toser desesperadamente, buscando recuperarse en el suelo, Kael por su parte intentó levantarse, pero no contaba con la condición para hacerlo. Su espalda golpeó la cama nuevamente, cerrando los ojos nuevamente. Esos ojos dorados de nuevo al cerrar los ojos aparecían con una energía que irradiaba lo que quería cerca. Necesitaba eso solamente. Nada más que eso. Nada de lo que lo rodeaba olía a ella, todo a su alrededor era opaco y sin vida, sin colores brillantes, ni ruidos extravagantes. Su voz la escuchaba dentro de su cabeza y destruía cada célula de su cuerpo al no sentirla a ella. Todo le daba vueltas y apenas contenía el aire en sus pulmones al sentir la tela que olía a un rosal, haciendo que se lo quitara enseguida. Odiaba las flores en verdad. Toda cercanía con ella
Pasar por un café antes de comenzar el día era más agotador cuando el sitio se encontraba tan abarrotado. Los clientes no faltaban en una cafetería frente a la agencia, donde hombres y mujeres apenas tenían tiempo para más que eso.Aunque no era lo mejor del mundo para Helena, sí tenía un gran interés en quitarse el dolor de cabeza por haber vuelto tarde y enviar la actualización a quien la relevaría esas horas.Faltaban cinco antes que ella y la hora estaba llegando. Debía estar a tiempo para poder subir al helicóptero con Brease y Walls. Mirando su reloj de nuevo golpeaba brazo envuelto con la campera de cuero marrón que vestía. Aunque de repente un vaso con café le fue puesto frente a ella. —Me sobra uno, ¿lo quieres? —la sonrisa extensa que mostraba la perfecta dentadura fue lo primero que vio. El hombre de camisa azul siguió con la mano extendida. —No lo creo. Me gusta sin…—Los pedí sin azúcar y un poco cargado —excusó Mateo. —Me gusta así. —Llevó prisa, así que dámelo —Hele
Recuperar su energía y poder dar dos pasos sin sentir que necesitaba sostenerse de algo era una completa tortura para el Mayor. La cabeza le daba vueltas como si estuviera en un carrusel interminable. Estaba acostumbrado a una alimentación más rígida y, aunque podía comer lo que le ofrecían, eso no le devolvía ningún nutriente a su cuerpo agotado. Las heridas ya no sangraban y al fin podía darse un baño, pero el frío atroz le calaba hasta los huesos. El sitio, con su rudimentario cuenco de madera para beber agua y dejar caer el líquido cristalino, pero frío sobre su cabeza, lo hizo despreciar aún más ese lugar inhóspito. Cada sorbo era un recordatorio de lo alejado que estaba del mundo. Le recordó su llegada al imperio negro. Días oscuros de invierno en los cuales debía dormir en el exterior, envuelto en una manta raída que apenas lo protegía del viento cortante. Semanas en las que vivía rodeado de los “verdes”, sujetos principiantes que competían ferozmente por un cupo. Pasar desd
Reunir a toda una flota de hombres dispuestos a buscar en cada rincón de la tierra y recorrer el océano entero les llevó horas. Diferentes ciudades. Diferentes grupos, autos, lanchas y lo que pudiera usarse. Incluso las pandillas serían parte de tal búsqueda. Llamados treinta minutos antes para salir en vehículos al punto donde se reunirían, mientras Lina hacía contacto hasta Nueva Rochelle para hablar con Darek, quién apenas iba llegando, luego de haberse encontrado con sujetos que tenían información sobre los canales que Boris usó para entrar un submarino a costas americanas. Llevaba horas buscando sin descanso luego de que Lina le enviara los datos que sacó de quiénes desapareció. Llenó un vaso de licor y lo ingirió de un solo trago, recibiendo el sabor fuerte que le quemó la garganta. Declinó la compañía de una de las mujeres que se acercó, pues el ánimo en ese momento no le daba para eso. Sólo aceptó que le cambiara el vaso, tratando de ser una compañía para él. Observó la fo
Los helicópteros trasladaron a todos hasta el sitio de encuentro que más tenía aspecto de aeropuerto privado, pues la cantidad de aeronaves los dejó perplejos. Los pandilleros se vieron de frente con los hombres que se regían por una sola ley. Mantener a salvo a la familia dueña de esa ciudad. El ángel de la muerte se encontraba junto a un grupo de sujetos, dando las instrucciones que los movieron, yendo a las aeronaves que se escucharon emprender vuelo. —Tenemos seis horas antes de que amanezca. Así que si vamos a hacer esto, debe ser en ese tiempo, al amanecer la búsqueda inicia —se dirigió hacia Darek.—¿Cuántos grupos son? —Los suficientes para triplicar a las agencias aún estando unidas —contestó mirando a su hermana llegando en una de las camionetas que se detuvo frente a ellos. El camuflado oscuro y los botines altos resonaban contra el asfalto mientras aseguraba las fundas en su cintura. Detrás de ella, los monegascos marchaban con la misma determinación, sus miradas fijas
—Creo que te dejé claro que no quiero saber de nada hasta nuevo aviso —Boris siguió de mala gana a Ylsen, quién se veía más blanca que un papel. —¿Qué sucede? Le entregó el Macbook con el mensaje codificado que había llegado. Sus ojos se encendieron al instante. —¿Y quién diablos autorizó su uso? ¡Imbéciles de mierd@! —enardecido lanzó el dispositivo contra el mueble mientras los últimos tres segundos resonaban en su cabeza inevitablemente. El misil alcanzó el submarino enemigo, desatando una explosión controlada que lo destruyó por completo. La ojiva impactó con precisión milimétrica, perforando el casco del submarino antes de detonar. En cuestión de segundos, una bola de fuego se expandió bajo el agua, iluminando las profundidades con un resplandor anaranjado.Desde la sala de la mansión de Boris, Yslen observaba la pantalla. Las cámaras submarinas capturaron el momento exacto en que el submarino se partía en dos, sus restos siendo arrastrados por la corriente. Las burbujas de ai