Andrea Rowe.Las puertas del ascensor se cierran conmigo dentro. Me quedo en el mismo lugar intentando asimilar lo que Christian acaba de decirme.¿Que él vive en el piso superior?, ¿el que marcó a propósito para darme la noticia?La caja metálica se detiene en mi piso un segundo después. Se abren las puertas y si me obligo a salir, es porque de cerrarse otra vez, creo que entraría en pánico. Avanzo por el pasillo hasta mi puerta como si estuviera arrastrando mi pies, como si algo pesado estuviera atado a mis tobillos y no me dejara avanzar.Entro a mi apartamento, nuevo y precioso, pero ahora no veo lo mismo. Ahora solo puedo pensar que en el piso superior está él, que somos vecinos y que bendita, o maldita, la suerte que nos pone en el camino del otro después de tanto tiempo evitándonos.Dejo mis cosas del trabajo sobre el sofá y voy directo al balcón, pero cuando abro las puertas dobles, lo pienso dos veces. ¿Y si está asomado en su terraza? Se que encima de mí hay un balcón, deb
Christian Anderson.Todo dentro de mí se retuerce al verla, al sentir su mirada. Fracasé en mi intención de no asomarme al balcón, de no mirar en su dirección. Pero cómo poder resistirme si desde siempre Andrea ha sido capaz de mover todas mis decisiones. Por supuesto, hoy no es la excepción. No puedo darle a entender que seré un vecino molesto o entonces, no lograré nada. Solo por eso me obligo a no sonreír, a no hacer nada que pueda hacer tambalear lo poco que mantenemos en pie.Pero no fui capaz de contenerme solo por un motivo: la conversación con mi madre me hizo entender muchas cosas y el impulso siempre será moverme hacia ella. La primera y más importante de todas, que necesitaba soltar cada uno de las culpas que cargo sobre mis hombros, todos esos esqueletos de resentimientos que ahora, después de entender motivos, se sentía tonto decirlos.Hablar con mamá me mostró que no todo está perdido. Porque si soy justo, conmigo y sobre todo, con Andrea, yo no puedo aspirar a conqui
Andrea Rowe.Si pudiera desaparecer ahora mismo, no dudaría en hacerlo. Ya el ambiente es demasiado raro por sí solo, y comenzaba a mejorar entre los dos, para que todo empeore después de esta situación.Christian está de espaldas y aunque finge que se mantiene tranquilo, sus hombros están tensos.Lo entiendo. Los míos también.Acepto la llamada porque extender el momento es tortura. Y antes de hablar siquiera, un mínimo saludo, escucho el suspiro de alivio de Rangel.—Andie, por favor, escúchame —pide, desesperado, creyendo quizás que voy a darle solo unos segundos de gracia—. Sé que ayer metí la pata, que fallé en demostrarte lo que te prometí. Solo...solo me molestó que él estuviera ahí, haciendo sombra, cuando sé lo que ustedes tuvieron y la forma en que todavía te afecta. De verdad pensé que sería capaz de ignorar eso, pero algo me dice que no debo ser indiferente al motivo que puede alejarte de mí.Escucho su discurso apresurado y todo lo que dice, me provoca una emoción diferen
Christian Anderson.Salgo del bufete luego de asegurarme que Andrea se fue. No pretendo quedarme más tiempo, porque ya suficiente tuvimos hoy todo el día metidos en la bóveda, pero tampoco quiero que lleguemos juntos al edificio; lo hago para evitar más espacios cerrados.Mi fuerza de voluntad nunca ha sido tan poderosa y no quiero llevarla al límite. Ya de por sí, es demasiado complicado contenerme cuando la tengo cerca, cuando sin quererlo ella reacciona a mí. Lo que existe entre Andrea y yo es algo metafísico. Algo tan complejo de entender, porque es difícil explicar con palabras cómo se siente. No se puede describir, solo debe sentirse. Sus miradas, sus sonidos, su toque...cualquier cosa que incluya a Andrea cerca de mí, será como una onda. Una que me hace activar mis sentidos, entender y combinarse con los suyos, para luego chisporrotear como cables de alta tensión. Yo le prometí no insistir, no buscar...y eso significa que tengo que controlarme. Mientras esté frente a mí, n
Christian Anderson. Entro a mi apartamento con una sonrisa de oreja a oreja. No puedo deshacerla por más que lo intente. Siento que todo dentro de mí se sacude por ella y soy incapaz de detenerlo. Ver a Andrea en las escaleras me sorprendió y me hizo reír a partes iguales. No creo que lo haya hecho a propósito, conociéndola, de seguro venía pensando en musarañas. Lo que sí me afectó saber fue lo de su fobia. Pensé que de cierta forma eso había mejorado.Voy directo a la parte de la lavandería para buscar con qué limpiar el desastre que se armó en las escaleras. Lo limpio todo sin dejar de pensar en lo que puedo hacer ahora.En su cara era evidente que necesitaba al menos un trago de vino para relajarse, pero según escuché antes de que se fuera, no tiene ninguna reserva. No sé si se debo hacerle un regalo, por lo menos para acompañar el libro de bienvenida. Yo tengo una buena reserva, entre regalos de clientes y que me gusta coleccionar mi propia cava, ocupé todo un armario para gua
Andrea Rowe.Mi alarma suena y quiero gruñir como animal ante el amenazante pitido. No quiero levantarme. Hoy, el último día de la semana, siento que necesito la fuerza de un tractor para que me saquen de la cama.Estoy agotada. Y tengo sueño.Lo único bueno de mi día hoy será la llegada de Maddie, que irónicamente es el motivo por el que quiero quedarme más horas durmiendo. Porque justo a medianoche terminé lo que estaba preparando para recibirla y cómo 'no tenía sueño' me puse a leer el libro que aún no termino. Me decía a mí misma que con cuatro horas de sueño iba a sobrevivir y que podía leer hasta las dos de la madrugada. Sobre todo porque la parte que estaba leyendo era una de las más interesantes. Estaba aprendiendo la forma en que el jefe egocéntrico y arrogante le agradecía a su ingenua secretaria por el trabajo hecho.Ilusa que soy. Ahora mismo maldigo la hora en que pensé ingenuamente en que no querría asesinar el despertador cuando no obtuviera mi sueño reparador al cien
Christian Anderson. Me juré hacer las cosas bien y estaba resultando. Prometí darle su espacio y de a poco, ir creando esos momentos que nos hicieran resurgir. Sino como una pareja, por lo menos como amigos. Pero siempre hay momentos que ponen a prueba mis intenciones. Hoy han habido dos y después de unos días relativamente pasivos, esto me resulta abrumador.¿Por qué tengo que sentir todavía en mis manos el cosquilleo por haberla tocado? ¿Y por qué razón tiene que gemir cada vez que toma de su café? Ciertamente, esa expresión me hace recordar muchas cosas que no debería estar pensando ahora. Pero también es algo más. Mientras la miro en completo silencio pienso en lo hermosa que se ve de perfil, con sus ojos cerrados y su expresión satisfecha. Su cabello, que más temprano estaba húmedo, ahora se ha secado y a diferencia de las veces que se lo arregla con mayor atención, hoy se ve libre, más salvaje y sedoso. Me dan ganas de pasar mis dedos por sus hebras rubias y oler su cabeza p
Andrea Rowe.«¿Qué carajos acabo de hacer?».Me lo reclamo, sí, pero soy incapaz de quitar la sonrisa de mi boca.Siento la adrenalina corriendo por mis venas como si estuviera enfrentándome al peor y más peligroso deporte de riesgo. Y puede que en este punto, lo que estoy viviendo, lo sea.No era mi intención provocar a Christian. Confío, incluso, en que él no tenga mínima idea de lo que acabo de decir o lo relacione con lo que en realidad significa. Tengo claro que no podría darle una explicación precisa que pudiera sacarme del lío. Y en cuanto vea un atisbo de reconocimiento en él, me costaría un mundo ocultarle lo que en realidad siento. Porque para mi consternación, él es capaz de discernir entre cada una de mis emociones, reacciones. Me conoce.Salgo de su oficina con la espalda recta y paso rápido, aparentando que no acabo de decir una barbaridad. Cierro la puerta detrás de mí, aun cuando sé que pocas veces él lo hace. Regreso al puesto que debe ocupar su secretaria y me digo q