Matt quedó en silencio, él había imaginado otras respuestas de su amigo, algo que le indicara que Candy no le importaba en lo más mínimo, pero no fue así, él ya no hablaba solo de su hijo, Amir incluía el hecho de cuidar de Candy, además la dedicación que ponía en la bandeja destinada a su hermana, le hacía pensar que sentía más que solo interés por el bebé o atracción hacia Candy.
Por lo pronto decidió cambiar de tema, se quedaría una temporada, vigilaría todo y después tomaría una decisión, pesara a quien le pesara.
— A Candy no le gustan las avellanas.
— ¿Que?
— Las galletitas de avellana no le gustan. — Amir miró la bandeja, no sabía si creer o no lo que le decía Matt. La duda se reflejaba en su rostro, lo miro con desconfianza.
— No seas idiota, no soy un niño para mentirte.
Amir cambió las galletitas por unas con chispa de chocolate mientras sonreía.
— ¿Que es tan divertido? — Pregunto Matt molesto, no estaba acostu
Amir no podía creer lo que acababa de escuchar, en ese instante él se juró que jamás, nunca, lastimaría a Candy, él amaba a esa mujer, tanto o más de lo que ella lo amaba a él.Los hermanos Ángel quedaron en silencio cuando el empresario de joyas apareció en la cocina, aunque Candy sonreía de una manera única al verlo.— Amir, ven desayuna con nosotros, mira todo lo que Matt hizo.— No sabía que supieras decorar la comida de esta forma. — dijo sonriendo y Matt lo fulminó con la mirada al tiempo que se levantó de su lugar.— Yo iré al aeropuerto a recoger a Melody. — anunció con voz tenebrosa.— ¿Quién es Melody?— Ya la conocerás Candy, es una empleada y una buena amiga.— ¿Para que la llamaste Matt? ¿qué es lo que piensas hacer?
Candy estaba nerviosa, ella no tenía idea de que tan en serio hablaba su hermano, pero si podía ver oscuridad en sus ojos cuando lo decía. — Matt, no pasa nada, yo quiero ir con Amir. — Él no te puede hablas así Candy. — Todo está bien Matt. — Él hombre miró a su hermana y notó que sus ojos estaban cristalinos, ella estaba punto de llorar, recordó lo que el doctor dijo, Candy debía estar tranquila. — Está bien Candy, te dije que sería como tú quieras y así será. Amir no espero que terminara de hablar y subieron a la habitación. Cuando ella entró el portazo que dio Amir la hizo pegar un saltó. — ¡Dime ¿qué pasó?! — Nada solo me sentí mal... — ¡Mírame a los ojos! — Ella levantó la cabeza y lo miró con tristeza. Amir respiro hondo para calmarse. Se juró que jamás la lastimaría y pensaba cumplir esa promesa. — Candy, no estoy enojado, solo... quiero que me digas que pas
Cuando bajaron a cenar, Candy vio a una mujer muy hermosa, al lado de su hermano, tenía la tez blanca, ojos negros, eran muy llamativos, jamás había visto tal mirada, era como una noche sin estrellas, ni luna, una melena sumamente larga, lacia y negra enmarcaba su rostro, pero lo que llamó la atención de la joven no fue su belleza, fue la forma en la que Matt la observaba, el celeste de los ojos de su hermano parecían un mar agitado, pero cuando la joven peli negra lo miraba, la mirada de Matt parecía un lago en calma. “Sus ojos brillan mucho, ¿acaso yo me veo así cuando miró a Amir?” Y ante su propia pregunta, ella miró al hombre que la llevaba de su mano. — ¿Que sucede? Amir sin darse cuenta había creado una conexión con Candy, él sabía cuándo ella quería preguntarle algo o cuando lo miraba solo por hacerlo, de más está decir que a él le encantaba como Candy siempre lo miraba. — Mis ojos, ¿son como los de Matt? — No, los tuy
Candy terminó sus clases, y el horario del almuerzo lo pasó con las empleadas, las cuales no podían creer que la joven las invitara a sentarse con ella en el comedor, y es que a Candy no le gustaba comer sola, aun así, Rosa llamo a su jefe, para evitar cualquier problema, pero Amir solo dijo, lo que la señora quiera, ustedes lo hacen, y así fue, luego se retiró a su habitación, donde pasó unas cuantas horas dibujando, algo que le encantaba. — Señora, la señorita Melody está aquí. — Ella ¿puede venir aquí? A mi cuarto. — Señora, es usted la que da las órdenes, nosotros solo la obedecemos no debe preguntarnos. — No quiero causar problemas. — Usted no causa problemas, es muy piadosa y buena, ayer salvo la vida de Miguel, aunque no lo mereciera, jamás creí ver algo semejante, cualquiera en su lugar hubiera dejado que el señor Amir o el señor Matt lo mate. — No está bien lo que hizo Matt, ni Amir, es verdad que Miguel me hizo se
Cuando llegaron a la mansión Candy se apresuró a bajar de la limusina, Rosa estaba atenta a su llegada y le abrió la gran puerta de madera antes que ella tocara. — Señora, bienvenida. A la joven el saludo de la empleada la tomo de sorpresa, ella podía ver que era verdad lo que sus palabras reflejaban, la estaba esperando con verdadera alegría, aun así, lo primero que hizo Candy fue escapar a la habitación, con la intención de acostarse y quizás así Amir se olvidará de lo que había pasado, ella temía a verlo dejado en ridículo, por querer ayudar a esa pelirroja y que el hombre la golpeará por ello. Mientras tanto, Amir se apresuró por alcanzarla, no entendía porque ella se mantuvo en silencio en el transcurso del viaje, o porque bajo tan deprisa. — Lo ves Amir, ella está huyendo de ti. La sonrisa de Matt, lo inquieto, pero aun así no le dijo nada, entro a su mansión donde encontró a Rosa con cara de preocupación mirando a las
La joven estaba a punto de sumergirse en un sueño profundo y reparador, después del ejercicio que había hecho, pero la mente de Amir no dejaba de llenarlo de preguntas, odiaba sentirse así, sabía que no tenía derecho a reclamar nada, pero aun así lo hizo. — Candy... lo que hiciste recién, ¿ya lo habías hecho? — y cuando la pregunta salió de sus labios se maldijo, ¿cómo podía ser tan pendejo? — Mmm ¿sexo oral?, no, nunca. — No sabes leer, pero sabes que es el sexo oral. — trataba de no gritar, pero su temperamento era sumamente volátil, no sabía cuánto tiempo más podría seguir aparentando serenidad. No tenía derecho a reclamarle nada a esa joven que tanto había sufrido, pero los celos aparecían en él, y eso era algo a lo que jamás se había enfrentado, porque jamás había amado a nadie. — Ben... me obligaba a mirar películas, decía que tenía que aprender, pensaba que era algo feo o desagradable hacer sexo oral, pero... cuando hiciste que te toque en la d
Las millas pasaban antes sus ojos, pero aun así parecían no avanzar, y la desesperación se estaba adueñando de Amir. — Tu padre sabe que ella es mi mujer ¿verdad? ¡¿Él sabe que la encontraste?! — No, no lo sabe, ¿cómo crees que me pondría en contacto con él después de todo lo que le hizo a Candy? para mí, mi padre está muerto. — Maldición, llámalo, dile que, si la maltrata, ¡si le toca un cabello o así se le grita lo mataré!, ¡dile que ella ya no está sola! — Ya intenté en llamarlo, pero tiene la línea cortada, hace dos meses que le quité el apoyo financiero que le daba. — ¿Y el de algún vecino? debes poder contactarte con alguien. — No lo tengo Amir, hace años que me fui de aquel lugar, ¡apenas recuerdo el número de Aarón! El silencio quedó flotando en el aire mientras Matt simplemente aceleraba el automóvil a todo lo que daba, estaba furioso, con él por no enseñarle a Candy que es mejor mantenerse alejada de las personas que la lastimaron, con Melody por no informarle de inm
Amir y Matt, bajaron del vehículo y se dirigieron a la casa, mientras Melody, interrogaba al chófer.— ¿Hace cuando que Candy está dentro de la casa?— Una hora aproximadamente, ¿qué sucede señorita Melody?— Espero que nada grave, pero debes tener en cuenta que Candy nunca debe estar sola cuando salga contigo, tú serás responsable de ella.— Lo entiendo.El chófer descendió del automóvil y miro en dirección a la pequeña casa, estaba preocupado que su jefa estuviera en problemas más que por si él pudiera recibir algún castigo por dejarla sola. Miguel había entendido que le debía su vida a Candy, y eso jamás lo olvidaría. Mientras los dos hombres ingresaron en la casa, de forma sigilosa ya que no sabían que podía estar pasando. La sala estaba vacía, pero escucharon voces que provenían de la cocina y se dirigieron allí.— Si pudiera volver el tiempo atrás, mi pequeña niña... no sabes cuánto me arrepiento de todo el daño que te cause, soy el peor de los padres.— El pasado es eso, pasad