De todas las internas, sin duda su favorita era Sara, siempre en silencio, tan vulnerable, tan fácil de manejar..., la única a la que no tenía que drogar para poder disfrutar de su cuerpo.
Con el resto de las pacientes era más complicado, tenía que aumentarles la dosis y entrar cuando estaban prácticamente inconscientes.
Pero Sara era especial, se dejaba querer y a Roberto le encantaba la sensación de participación.
En algunas ocasiones se había intentado defender, pero bastaba con una bofetada y se mantenía quieta, dócil y servicial.
Una auténtica trastornada, sin duda, esas eran las que más les gustaban.
A sus favoritas o a las que sin querer despertaba en el momento de pasión e intentaban defenderse o contarlo a los familiares, las encerraba en el pabellón de arriba, el de alta seguridad. Así jamás nadie podría creerlas.
Casi estuvo a punto una noche de encerrar a Carmen en el pabellón de alta seguridad.
Entró a su habitac
EL MENSAJEPablo colocó cada miembro en su sitio junto al cadáver, en la cabeza estaba escrita la letra A y en el muslo VOLVERÁS.Fue sencillo descifrar el mensaje.«NUNCA JAMÁS VOLVERÁS A TOCARLAS».—Sin duda, nuestro asesino es un justiciero y de lo más original — bromeó Pablo.—Ya te he dicho que no me gustan esas bromitas, Pablo. Por fin tenemos una conexión. San Agustín. Coge las llaves, vamos de excursión.Estaban en la entrada principal del centro San Agustín, sentadas en unos de esos sillones de cuero negro, bastante cómodos esperando a que las avisaran para ver a Roberto.Una llamada telefónica lo cambió todo. Su secretaria se puso la mano en la boca y giraba la cabeza de derecha a izquierda mientras escuchaba atentamente al interlocutor.Elvira se puso en pie, fue hacia el mostrador.Carmen seguía un poco aturdida y distraída; no se percató de la situación.Y Débora ya sabía lo que había pasado antes de que se l
LA CONVERSACIÓNDespués de pasar toda la tarde juntas dando paseos con el coche, Carmen recogió a Elo de inglés y se marcharon a casa.Allí la esperaba Narciso en el sofá.—Elo, ve a tu cuarto y cuando acabes los deberes podrás jugar y ver los dibujos. —Narciso indicó a la pequeña que fuera a su habitación.—Narciso, yo…—No digas nada, Carmen, soy yo el que tiene que dar explicaciones y comportarme como tu futuro marido y como el hombre del que te enamoraste. No puedo creer que haya sido tan egoísta e inmaduro. El problema lo he tenido siempre en mis narices, no he hecho caso a tus llamadas de atención, a tus llantos, a tus inseguridades, a tus cambios de humor y formas de actuar. Siempre pensando en mí primero, intentando competir contigo a ver cuál de los dos es el mejor. Cuando lo que tenía que haber hecho es escucharte y apoyarte, eres la mujer de mi vida, la madre de mi hija, mi compañera, nos conocemos desde hace veinte años y no he sabido esta
PABLO Y LUCÍA—Ni una sola huella, nada. —Lucía se quitó los guantes, terminó de examinar el cadáver.—Volvamos al centro e interroguemos de nuevo a las pacientes.—¿Por qué solo a las mujeres?—Está claro, Lucía: «Jamás volverás a tocarlas», creo que la muerte de Roberto nos deja más pistas de lo que pensamos. Tú tenías razón con tu intuición de ir al psiquiátrico, nuestro asesino proviene de allí, el centro es el foco. El asesino lleva un año matando, tenemos que saber qué mujeres estuvieron ingresadas allí hace uno o dos años.—¿Me estás diciendo que puede que sea una mujer la asesina?—Te estoy diciendo que, o es una mujer sola, cosa que dudo, o nuestra asesina recibe ayuda. Vamos a registrar también la casa de Roberto. Hemos estado tan ocupados buscando a una tal Carmen que no hemos hecho correctamente la investigación, ahora tenemos una pista, Lucía, vamos por buen camino.Después de unas cinco horas de interminables interrogatorios
LUCÍASiempre fue la empollona de su clase, y sus últimos años en el instituto fueron una auténtica pesadilla.Enamorada hasta los huesos de Alberto, su compañero de clase. Se llevaban bien, ella no entendía cómo un chico tan popular que podía tener a cualquiera del instituto se fijara en ella.Lucía no destacaba por su físico, era muy delgada y bajita, jamás iba maquillada y vestía de forma muy clásica.Aun así, solían quedar algunas tardes juntos para estudiar. Ella le ayudaba a aprobar los exámenes, incluso le hacía los trabajos y las tareas de clase.Solo tenía dieciséis años, no se daba cuenta que el único interés de él era su inteligencia.Al cabo de unos meses se echó de novia a Regina, la chica más guapa, pero a la vez más mezquina de toda la ciudad.Y sin darse apenas cuenta, ya no solo hacía las tareas de Alberto, también las de Regina.Él se volvió mucho más distante, ya no quedaban después de clase y si hablaban era solo
NO PUEDO MOVERMECarmen abrió los ojos, no podía moverse. Las piernas y los brazos estaban anclados a la cama, no le respondían.Giró la cabeza y encontró a Narciso y a Elo tumbados a su lado.Estaban de espaldas a ella.Giró la cabeza hacia el otro lado y estaba el mar, la cama flotaba hacia la deriva.Comenzó a asustarse, volvió a mirar hacia su prometido y esta vez estaban los dos de frente a ella. Ambos muertos, cubiertos de sangre, llenos de puñaladas.Quiso gritar, pero no podía, sintió un dolor enorme en el pecho y al mirar, la sangre salía de ella abundantemente.El mar se volvió rojo, se hundían, el agua los arrastraba al fondo… —¡ !Carmen se despertó de un salto gritando y moviendo su cuerpo agitadamente. Narciso la agarraba, pero no podía contenerla.&nbs
ÁNGEL—Sí, lo he encontrado, está muerto. Murió hace siete meses en un ajuste de cuentas. Por lo visto, a raíz del suicidio de su hermana y con todo lo que habían pasado de pequeños, Ángel no llevaba una vida tranquila. Tras la muerte de Sara regresó a Lastres y siguió con su vida. Traficaba con drogas y se metía en asuntos muy turbios. El pasado febrero lo encontraron con un tiro en la cabeza en su apartamento. Vivía con su novia en un apartamento en las afueras y cuando ella llegó del trabajo, el cuerpo de Ángel estaba tirado en el suelo boca abajo, sumergido en un charco de sangre. La novia ha podido corroborar que, durante estos dos años, Ángel no viajó a Ceuta ni una sola vez.—¡Maldita sea, Pablo! Creía que ya lo teníamos.—Bueno, mañana seguiremos, ahora es el momento de olvidarlo todo.Llevo toda la tarde pensando en ti, Lucía. Este caso me tiene trastornado. Un asesino, un violador, secretos, mentiras... Estoy cansado mentalmente, agotado, y como t
ESCENA DEL CRIMENPablo y Lucía llegaron al edificio abandonado sobre las tres de la tarde.Mía seguía ahí tirada cubierta de sangre, el colchón estaba también lleno de sangre. Registraron la zona. Un lugar bastante nauseabundo, lleno de vómitos, cristales rotos, velas, orinas y heces.En las paredes, todas medio destruidas, estaba escrito en sangre «CARMEN, AHÍ TIENES MI REGALO».Registraron toda la planta minuciosamente y encontraron algo metálico que sobresalía de la trampilla del ascensor, estaba envuelto en una bolsa. Al abrirla encontraron un cuchillo.Comenzaron a meter las pruebas en las bolsas..., cuchillo, cervezas, los cristales..., hicieron fotos y se llevaron a Mía.A las dos horas ya tenían todo lo necesario para detener por asesinato a Bruno Amaya, alias el Kini, sobre todo por sus huellas en el arma homicida.Y justo a la siguiente hora, la noticia ya se extendió por todos los medios de comunicación a nivel nacional e inter
LO HAN ATRAPADOLas tres hermanas estaban metidas en la cama de Carmen viendo las noticias y las tres lloraban, no de pena, sino de inmensa felicidad. Por fin habían atrapado al hijo de puta que se aprovechó durante más de un año de la fragilidad de Carmen.—Puto estúpido, delatarse él solito —comentó Deb—. De todos modos, lo hubiésemos cazado nosotros en una de nuestras trampas en las que Carmen saldría a la calle a reunirse con él y ¡zasca! Lo cazaríamos. — Sonrió.—El caso es que sé quién es este tipo, chicas —comentó Carmen—. Este tío vino de visita unas cuantas veces al centro a ver a una de las chicas.—Pues seguro que ahí te conoció, cariño, y en algún momento supo tu lado oscuro y se obsesionó. —Elvira acariciaba el pelo de su hermanita.—Pero lo extraño de todo esto es que en mis seis meses en el centro no tuve ningún brote. Todas las noches me quedaba dormida y no salía de la habitación. ¿Cómo pudo ver él ese lado mío?—A lo mejor lo t