― ¿Cómo durmió ella? ―pregunto cuando noto su presencia.―Pues no vomitó ni nada, pero sí se levantó en la madrugada para comer y tomarse una pastilla ―responde, tomando asiento frente a mí.― ¿Migraña?―No, un simple dolor de cabeza. ¿A qué hora van al cementerio? ―pregunta Dylan.―Ahora mismo. Almorzaremos después, tengo que contarle algo muy personal que solo pensarlo me quita el apetito.La muerte de mi hermana.Ambos salimos de mi oficina y nos detenemos en la de Samantha. Toco la puerta y enseguida aparece con una sonrisa pequeña.―Hola, Jer ―saluda. Puedo notar el vello de sus brazos erizarse ante la presencia del castaño y suspira―. Hola, Dyl.No me pasa desapercibida la sonrisa del fantasma. Samantha hoy no trajo su carro, así que ambos nos trepamos al mío. Él va atrás, solo. Enciende la radio, esta vez a un volumen bajo, y no puedo evitar reír cuando Samantha brinca en su asiento. Cambia de emisora en emisora, hasta escuchar una canción de James Arthur: Say you won’t let go.
SAMANTHA―Hola Rick, tengo listos todos los documentos que me pediste. ¿Algo nuevo para mí? ―pregunto al entrar a la oficina.―Gracias Samantha, hasta ahora no ―dice tomando los documentos de mis manos para dejarlos en el escritorio―. Habrá algunos viajes pronto, ¿crees poder venir o le digo a Leonard?Me quedo en silencio porque no tengo una respuesta, tengo que pensármelo. Es mi trabajo, debo hacerlo, más bien Rick se está excediendo de buen jefe al preguntármelo.«Ya ha pasado un mes, Samantha. Tienes que continuar con tu trabajo.»―Vale, entiendo. Piénsalo y me dices. En dos semanas es el primer viaje. Iremos a Panamá ―me informa, pero luego se lo piensa mejor y niega con la cabeza―. Mejor irás conmigo a Argentina dentro de un mes. Jeremy vendrá con nosotros, así estarás más cómoda.Le doy una afirmación de cabeza y salgo de su oficina. Me recargo de la puerta y suspiro, cerrando los ojos. Sigo mi camino a mi departamento y tomo asiento frente mi escritorio. No tengo nada que hace
DYLAN― ¿Hoy es el día, entonces? ―pregunto. Jeremy afirma con la cabeza―. Estoy nervioso.―Lo sé, hasta yo lo estoy. ¿Sabes lo que vas a decirle? ―pregunta.― Claro que lo sé, solo espero no quedarme en blanco cuando llegue la hora.―La hora ya ha llegado, Dylan ―me recuerda, palmeando mi hombro.Lo observo unos segundos y puedo apreciar un toque de tristeza en su mirada. Desvía la vista rápidamente y toma las llaves de su carro.―Jeremy ―llamo. Él detiene sus movimientos y me observa, encogiéndose de hombros―. Gracias, hermano. ―No estoy listo para esto ―admite.―Ninguno lo está ―le recuerdo―, pero es el ciclo de la vida, ¿no? Vivimos rodeados de pérdidas, tú mismo lo dijiste. Vas a superar esto.―Eres mi mejor amigo, Dylan ―dice, mirándome.Una patada en el estómago duele menos a comparación de lo que veo: sus ojos cristalizados. Me acerco para abrazarlo, palmeando su espalda. El abrazo es fuerte pero se siente terrible porque así son las despedidas.Tú también eres mi mejor amigo
SAMANTHAUn bebé.Increíble pero cierto, estoy embarazada. Lo peor de todo es que no sé cómo sentirme respecto a esto; si estar triste o feliz. Definitivamente la vida es rara, me ha quitado todo de un segundo a otro y, sin saberlo, en el mismo instante me dio algo nuevo, una esperanza.Un milagro.―Sam, ya es hora del almuerzo ―dice Jeremy, asomando la cabeza por la puerta―. ¿Estás lista?―Sí, claro ―respondo. Tomo mi cartera y la cuelgo de mi hombro antes de salir de la oficina―. Hola.―Hola ―dice, sonriendo―. ¿Quieres ir a algún lugar en específico hoy?―A casa ―respondo.―Pasemos por comida antes, ¿te parece? ―pregunta, por lo que asiento. Subimos a su carro y acelera a algún sitio―. ¿Qué quieres comer?―Mmm, sushi suena bien para mí ―respondo y él acepta, siempre consintiéndome.― ¿Qué te dijo el doctor cuando supiste que estás embarazada? ―pregunta, observando el camino.―Tengo que ir a un obstetra para saber cómo está ―respondo, recostándome en el asiento, deseando que este me
JEREMYSalgo de la oficina con unos papeles en mano que debo entregarle a Rick. Toco la puerta y espero a que me deje pasar, me acerco a su escritorio y dejo los papeles allí.―Todo está en orden, primo ―informo, tomando asiento frente a él―. ¿Algo más que tenga que hacer?―Viajaré a Panamá, te dejo a cargo. Cuando regrese tomaré un descanso para otro viaje al que quiero que me acompañes ―explica.― ¿Por qué necesitas mi compañía? ―pregunto.―Yo no ―dice y su mirada obtiene un brillo de tristeza que dura unos segundos―. Samantha. He visto que se llevan bien y sé que no está tan preparada para viajar a solas conmigo. Cuando le propuse el viaje y le comenté que irías simplemente aceptó.— ¿Y qué sucede con Leonard? —pregunto.―Está de vacaciones, ya cometí ese error una vez. No pasará de nuevo ―dice, desviando la mirada.―Rick, yo… lo siento ―admito en un suspiro. Él me mira de nuevo.― No tenías la culpa de la muerte de Dylan, ni siquiera él que iba borracho. Lo que dije fue muy injusto
SAMANTHAMe hace muy feliz ver a Amanda tan contenta y ni se diga a Jeremy. Sé que él ha cargado con el peso de la soledad por años y que mi hermana esté allí para él, es muy bonito.Sé que tratan de no ser tan cariñosos frente a mí porque creen que pueden despertar recuerdos en mí. No lo voy a negar, sí me sucede, pero no me martirizan esta vez y les he dicho que no se cohíban.Eso sí, los almuerzos son para mí. Sin embargo, a veces comemos los tres y yo hago de mal tercio, aunque no me molesta para nada. Por otro lado, no paran de tocarme el vientre y Amanda le habla a cada rato, haciéndome reír por el tono tan agudo de voz que utiliza.¿Quién diría que la cascarrabias de mi hermana es un terrón de azúcar en el fondo, eh?Me gusta estar rodeada de gente feliz, en especial de ellos que lo merecen tanto.Me observo de lado en el espejo y no puedo evitar sonreír un poco. ¿Cómo no lo noté? Mi vientre no está abultado, pero si luzco un tanto rellena.—Tú también mereces ser la persona má
JEREMYSalgo corriendo detrás de Amanda, quien azota la puerta de mi casa casi frente a mis narices. Abro la puerta y camino con premura hasta tomarle del brazo con suavidad.― ¡Suéltame, Jeremy! ―gruñe, bastante molesta.―No. No te voy a soltar hasta que me dejes explicarte. No entiendo, ¿por qué te pones así?― ¿Explicarme qué? ¡Todo está clarísimo! ―exclama y su voz se quiebra―. Es ella, Jeremy. Ella es con quien debes estar, no conmigo.―Amanda, por favor. ¿Me dejas hablar? ―suplico.― ¿Para qué? Si vas a mentirme, si vas a mentirte a ti mismo ―dice, sacudiendo su brazo y sigue caminando.―Es mi abuela ―confieso. Ella se detiene, pero no me mira―. Perdió la vista, está envejeciendo. Tengo que ir a verla.― ¿Con ella? ―pregunta, dándose la vuelta y señalando la casa―. Tu novia soy yo ¿no? ¿Por qué no puedo ir contigo, uh?―Son mis padres. No tengo una buena relación con ellos, no quiero situaciones incómodas. No quiero que veas esta parte de mí ―admito, acercándome a ella.―A mí no
El viaje a Boston, Massachusetts dura un poco más de una hora. Cuando llegamos, me levanto como un resorte de mi asiento y me estiro un poco, pues tengo el trasero un tanto entumecido.Jeremy se nota ansioso y, un tanto, preocupado. Se mueve con rapidez y toma nuestros bolsos para bajarnos del avión y hacer todo el proceso de desalojo.Cuando estamos fuera del aeropuerto, detiene un taxi y me abre la puerta para dejarme pasar primero.—¿Qué tal el viaje? —pregunta luego de indicarle la dirección al taxista.—Bien. Me encanta lo bonito que se ve todo desde las nubes —respondo y él sonríe, afirmando en acuerdo—. ¿Cómo te sientes?—Solo… solo quiero ver a mi abuela —responde y no me pasa desapercibido la forma en la que mueve la pierna de arriba abajo.Mi mano viaja a la suya, que reposa sobre su pierna y me mira.—Estoy aquí —le recuerdo, sonriéndole para animarlo un poco.Él me rodea los hombros con su brazo y me atrae a su pecho, abrazándome. Me besa la cabeza y murmura un “gracias”.