—Lo siento, Aiden —lloro por la decepción que muestran sus increíbles ojos grises. Ruego que me perdone por haberle robado tantos años de disfrutar a su hijo.
—No puedo perdonarte, Maddie. ¿Cómo pudiste pensar que algún día yo podría entender lo que pasó por tu cabeza para hacer algo tan bajo? —pregunta con expresión dolida—. ¿En qué momento te convertiste en una persona tan rencorosa? Pensé que eras diferente. Aun después de todo lo que pasó, todavía guardaba una buena opinión de ti. —Su voz suena defraudada, desilusionada.
Mis lágrimas no dejan de correr. Lágrimas que duelen, por el significado de sus palabras, por la realidad que me golpea, por la culpa que siento. Intento hablar, justificarme, explicarle cómo sucedió todo, pero él no me deja siquiera abrir
«Esta fue una muy mala idea».Es lo que pienso cuando, de solo ver el nombre del pueblo, mi cuerpo entra en tensión. Es como si un cosquilleo de anticipación me recorriera entera y me pusiera nerviosa. Tomo respiraciones profundas para calmar la ansiedad, pero no puedo evitar sentirme como si fuera a darme un ataque de pánico.Miro a Aarón, que va dormido junto a mí. Una sensación de posesividad me llena al verlo tan sereno. Tan inocente. Solo de pensar que algo puede afectar su tranquilidad me pone los pelos de punta. Imaginar que su vida puede cambiar, con solo mostrarle toda la verdad a la única persona capaz de romper mi mundo. Nuestro mundo.—Ya llegamos, pequeñín. —Escucho la voz de la abuela despertando a mi hijo. Ella le prometió que, si se dormía, lo despertaría justo cuando estuviéramos llegando. Aarón puede llegar a ser muy molesto
Las grandes puertas de cristal provocan un ruido seco cuando se cierran detrás de mí y, de lo nerviosa que estoy, no puedo evitar sobresaltarme. El consultorio de Aiden luce igual a la última vez que estuve aquí. Un salón amplio de paredes color azul tenue, con inmobiliario blanco y todo extremadamente limpio. Un olor intenso a violetas inunda mi nariz cuando me acerco a la mesa de la recepcionista, que está ubicado en una de las esquinas, justo al lado de la puerta donde Aiden desarrolla sus consultas. La chica es joven y bastante agraciada, lleva unas gafas de pasta y viste un sencillo traje de oficina, cubierto por una bata blanca.«¿Por qué no me extraña que tenga a una jovencita trabajando para él?», me pregunto en mi fuero interno, rodando los ojos.En cuanto la chica me ve, frunce el ceño, aunque no dice nada, solo se dedica a mirarme de arriba a abajo. No estoy segura si lo
Siempre pensé que amar era sencillo. Incluso mientras pensaba lo peor de Aiden en mi adolescencia, para mí era simple aceptar que lo amaba, que le había entregado una parte importante de mi corazón, sin garantía de retorno. Nunca pensé mucho en las consecuencias que traerían mis sentimientos, porque a pesar de sentirlo todo, era capaz de entender que a veces, simplemente no resulta. Con ese pensamiento he vivido todos estos años, pero en realidad, solo he estado escondiéndome de mi propia realidad.En el estado de trance que me encuentro, no soy capaz de entender realmente lo que pasa. Solo siento que mi espalda está muy tensa, mis manos se agarran fuertemente a los brazos de la butaca y, mis ojos, están fijos en un punto determinado del espacio frente a mí. Específicamente en él. En el culpable de todos mis desajustes emocionales desde que soy una niña. En unos ojos grise
—¿Por qué vienes justamente aquí, Mads? —pregunta y me sorprende que suene cansado, resignado. Han pasado varios minutos desde que supe que estaba justo a mi lado y yo aún no respondo nada, ni lo miro. Sigo observando el vaivén constante de las olas y el reflejo de la luna sobre ellas.Aiden se sienta a mi lado, copia la posición en la que estoy sentada e, igual que yo, mira al horizonte. Pasamos el rato así, siendo la compañía del otro. No sé qué pensar de su presencia aquí, por lo que necesito salir de dudas.—Si sabías que estaba aquí, ¿por qué viniste, Aiden? No fue suficiente con todas las palabras que me dijiste, al parecer —reclamo, en voz baja, pero no puedo evitar mi sarcasmo.Aiden suspira y demora su respuesta. Esta vez soy yo la que se gira para mirarlo. No pretendo presionarlo, solo necesito observarlo un poco m&aac
Llego a la casa y mi abuela me espera medio dormida en el sofá, intenta seguirle el hilo a un programa de televisión, pero el sueño la vence. En cuanto me siente, se espabila y me mira a la expectativa. Camino hacia ella y me siento a su lado, exhalando un suspiro de cansancio. Tapo mis ojos y me recuesto en el sofá, dejando caer todo mi peso.—Maddie, por Dios, dime cómo fue, me tienes ansiosa —reclama mi abuela, con un chillido. Yo intentando ganar tiempo, pero ella no me da tregua.—No pude decirle, abue —confieso, avergonzada, luego de unos segundos de no saber cómo decirle la verdad.—¿Pero por qué, Maddie? —dice y frunce el ceño, dudosa de las razones por las que no me atreví a contarle. La verdad, cuando salí de aquí fue bien determinada a finalizar esta situación de extensa agonía. De constantes ausencias.—Ai
Aiden será un increíble papá...Repito esas palabras una y otra vez en mi mente. Me cuesta trabajo tragar en seco, es como si un nudo se hubiera formado en mi garganta. Estoy paralizada, mis piernas se niegan a moverse y siento el temblor de mis manos.Esa simple frase significa muchas cosas.No está lejos de la realidad su afirmación. Aiden ama los niños. Siempre lo ha hecho. Principalmente por eso, es que ocultarle el hecho de que tiene un hijo, fue en su momento tan complicado y hoy, peor aún. Sé que lo intenté, pero no hice todo el esfuerzo, por miedo, por despecho. No sé. A veces pienso en todo y la culpa me carcome porque fui injusta. Aiden no merecía tal castigo. Fui una cobarde y ahora conozco las consecuencias de mis actos. Cuando justo pretendo darle a conocer esa importante noticia, resulta que ya resolvió su vida. Pronto tendrá la familia que tanto des
—Mami, mami. ¡Mida! —Aarón grita emocionado mientras su tío lo levanta una y otra vez por encima del agua de la piscina—. Soy como un avión —continúa y hace ruidos de motor con sus labios.Llevan así desde media tarde. Jackson y mi hijo se entretienen de tal manera que parecen dos niños jugando, en vez de uno. Mi hermano, desde que nació Aarón, se convirtió en su juguete personal, en su compañero de juegos y en su confidente de maldades. Sonrío cariñosa al ver como ambos se aman, al punto de que Jack no puede estar tanto tiempo separado de nosotros.No fue sorpresa alguna llegar y encontrarlo muy sentado al lado de su sobrino, jugando en la consola. Había demorado mucho en hacer su estelar aparición. Creo que día y medio es un nuevo récord, nunca hemos estado muchos días sin vernos. Mi hermano llegó a mi vida para q
Ver en primera plana a Aiden conociendo la existencia de Aarón, me desordena de mil maneras. No sé cuál reacción es la más predominante.¿Miedo? ¿Alivio? ¿Nervios? ... ¿Amor?Observar la forma en que sus ojos se encuentran, se conectan, me provoca infinidad de sensaciones. Un temblor me recorre ante la incertidumbre de si lo reconocerá o no. De si será capaz de encontrar esa prueba que certifica la verdad. Si verá, en los ojos grises de mi hijo, la copia de sus propios ojos.Aarón se encuentra tomado de la mano de Jackson, mirando con curiosidad hacia el joven hombre que le devuelve la mirada. Tal vez sea un llamado de la sangre, o una fiel sensación de reconocimiento, pero ambos están encerrados en una burbuja, donde el otro es lo único que importa.Cuando Aiden voltea a verme, sé que las lágrimas no derramadas han hecho acto de p