Llego sonriendo a la casa. Aiden me dejó en la puerta y tuvo que seguir porque iba atrasado para el trabajo. Luego de pasar una tarde horrible el día de ayer, debo confesar que la noche fue espectacular y a la altura de mis más grandes fantasías.
Todavía pienso en todo lo que hicimos y se me eriza la piel.
Para haber sido nuestra primera discusión, tuvo un buen final. A pesar de que no olvido todo lo que sucedió, diré que fue mejor que sucediera ahora y no en un tiempo. Estela no es santa de mi devoción y ligado al hecho de que intentó molestarme con ese mensaje, enviándolo desde un número desconocido, vuelve aún peor el sentimiento de antipatía. Pero bueno, lo importante es que supimos, Aiden y yo, sobreponernos a la situación y resolverla de una forma muy madura y... excitante.
—Uff, ya veo que estuvo buena la reconciliación. Al parecer logr&oa
—5ta y 26, por favor —le pido al taxista.—Enseguida, señorita —responde con entusiasmo el agradable hombre.Sentada en el asiento trasero del taxi pienso en todo lo que viví hasta hace solo unos minutos. Siempre pensé que la amistad que fomentamos Jackson y yo, se quedaría en solo eso, una muy bonita amistad. Pero a él se le ocurre hacerme una confesión y yo, sin dudar, voy dispuesta a aceptar todo lo que me ofrece. Ahora me encuentro en shock. Nunca pensé que pasaría algo así, que existiría esto tan fuerte entre nosotros, al punto de no negar la conexión que existió desde que nos encontramos por primera vez.Llego a la casa y justo me encuentro con Andrea bajando las escaleras. Me mira con los ojos entrecerrados al ver mi semblante confuso. Viene hasta donde estoy y me toma de la mano.—Vamos afuera —farfulla y nos dirigimos a la terra
POV: Aiden.Me duele el pecho.Podría pensar que estoy sufriendo un infarto, pero como soy cardiólogo, tengo claro que el problema no está en mi corazón.Me duele haber sido tan injusto.Para donde quiera que mire cometí errores imperdonables. Con Maddie. Con Estela. Mis secretos con la pelirroja nunca debí compartirlos con Maddie, a pesar de que me presionara, no tenía que ceder. Los problemas de un pasado en común con Estela, no incluyen a nadie más que nosotros, ni siquiera a Mads. Por otro lado, a Estela la traicioné, ella confió en mi silencio, pero fueron su orgullo y su dignidad las que se vieron afectadas cuando Maddie le echó en cara todo lo que piensa de ella. Y a pesar de que entiendo su desconfianza, me prometió que no hablaría nada sobre lo que le había contado. Pero no lo pensó dos veces para buscarla y decirle, de malas formas me
4 años después…Camino por la ciudad mientras disfruto del ambiente, el ruido y las personas a mi alrededor. Observo los taxis y ómnibus pasar, miro también los escaparates de las tiendas, pero no me detengo, sigo mi ruta para ir del trabajo a la casa. Desde hace poco más de dos años es rutina para mí hacer esta caminata y aprovechar el tiempo para realizar algún tipo de ejercicio físico. Miro mi reloj y apuro el paso. Jackson ya debe haber recogido a Aarón de la guardería y no me gusta que estén tanto tiempo solos. Esos dos juntos pueden ocasionar muchos problemas.Sonrío inconscientemente al pensar en la estampa de esos dos con su última fechoría. En el momento no estuve muy contenta, pero pensando con la cabeza fría, sí que fue muy gracioso. Llegar a la casa y encontrarlos bañándose en una "piscina d
La fiesta terminó casi a la medianoche, cuando todos los invitados se fueron. Solo quedamos en la casa Aarón, mi abuela y yo. Mis tíos decidieron irse para casa de Andrea y, Jackson, para casa de nuestros padres, solo para que la abuela pudiera dormir cómoda. Mi casa no es tan chica, pero tampoco podían dormir todos aquí.Fue un día ajetreado, no solo por la fiesta sorpresa, sino por todo el trabajo que tuve que realizar hoy en la clínica. Le doy gracias a la abuela porque ella se encargara de Aarón, para que yo pudiera recoger toda la casa. Y supongo que ambos están dormidos porque ya no escucho ruidos provenientes de la habitación.Ahora estoy sentada en el balcón, en un pequeño columpio que es testigo de todos mis pesares, pensando más que mirando, en todo lo que debo hacer para arreglar mi vida.Mi hijo lo es todo para mí, por lo que mis decisiones siempr
—Lo siento, Aiden —lloro por la decepción que muestran sus increíbles ojos grises. Ruego que me perdone por haberle robado tantos años de disfrutar a su hijo.—No puedo perdonarte, Maddie. ¿Cómo pudiste pensar que algún día yo podría entender lo que pasó por tu cabeza para hacer algo tan bajo? —pregunta con expresión dolida—. ¿En qué momento te convertiste en una persona tan rencorosa? Pensé que eras diferente. Aun después de todo lo que pasó, todavía guardaba una buena opinión de ti. —Su voz suena defraudada, desilusionada.Mis lágrimas no dejan de correr. Lágrimas que duelen, por el significado de sus palabras, por la realidad que me golpea, por la culpa que siento. Intento hablar, justificarme, explicarle cómo sucedió todo, pero él no me deja siquiera abrir
«Esta fue una muy mala idea».Es lo que pienso cuando, de solo ver el nombre del pueblo, mi cuerpo entra en tensión. Es como si un cosquilleo de anticipación me recorriera entera y me pusiera nerviosa. Tomo respiraciones profundas para calmar la ansiedad, pero no puedo evitar sentirme como si fuera a darme un ataque de pánico.Miro a Aarón, que va dormido junto a mí. Una sensación de posesividad me llena al verlo tan sereno. Tan inocente. Solo de pensar que algo puede afectar su tranquilidad me pone los pelos de punta. Imaginar que su vida puede cambiar, con solo mostrarle toda la verdad a la única persona capaz de romper mi mundo. Nuestro mundo.—Ya llegamos, pequeñín. —Escucho la voz de la abuela despertando a mi hijo. Ella le prometió que, si se dormía, lo despertaría justo cuando estuviéramos llegando. Aarón puede llegar a ser muy molesto
Las grandes puertas de cristal provocan un ruido seco cuando se cierran detrás de mí y, de lo nerviosa que estoy, no puedo evitar sobresaltarme. El consultorio de Aiden luce igual a la última vez que estuve aquí. Un salón amplio de paredes color azul tenue, con inmobiliario blanco y todo extremadamente limpio. Un olor intenso a violetas inunda mi nariz cuando me acerco a la mesa de la recepcionista, que está ubicado en una de las esquinas, justo al lado de la puerta donde Aiden desarrolla sus consultas. La chica es joven y bastante agraciada, lleva unas gafas de pasta y viste un sencillo traje de oficina, cubierto por una bata blanca.«¿Por qué no me extraña que tenga a una jovencita trabajando para él?», me pregunto en mi fuero interno, rodando los ojos.En cuanto la chica me ve, frunce el ceño, aunque no dice nada, solo se dedica a mirarme de arriba a abajo. No estoy segura si lo
Siempre pensé que amar era sencillo. Incluso mientras pensaba lo peor de Aiden en mi adolescencia, para mí era simple aceptar que lo amaba, que le había entregado una parte importante de mi corazón, sin garantía de retorno. Nunca pensé mucho en las consecuencias que traerían mis sentimientos, porque a pesar de sentirlo todo, era capaz de entender que a veces, simplemente no resulta. Con ese pensamiento he vivido todos estos años, pero en realidad, solo he estado escondiéndome de mi propia realidad.En el estado de trance que me encuentro, no soy capaz de entender realmente lo que pasa. Solo siento que mi espalda está muy tensa, mis manos se agarran fuertemente a los brazos de la butaca y, mis ojos, están fijos en un punto determinado del espacio frente a mí. Específicamente en él. En el culpable de todos mis desajustes emocionales desde que soy una niña. En unos ojos grise