ShaneAdmito que estos días fueron muy movidos e intensos. Pensar que mi madre nos envió aquí para alejarnos del divorcio y estar tranquilos es algo irónico, puesto que, casi morimos. Y no, no es broma. Mientras mi hermano este bien por mi está bien. Conocer a Nereida es algo completamente alucinante, ¿una chica con poderes? Ridículo, pero muy real. Además; admito que esto me intriga un poco y quiero saber el desenlace final de todo esto, pese a estar en una situación que claramente podría ser peligrosa y mortal para nosotros no puedo dejarla a su suerte por mucho que lo quiera, sin contar que Macaria y Michael se negaran seguramente a dejar de ayudarla.Suspiro.Nereida se encontraba practicando su puntería. Esta mejorado. Aunque no quiera sonar presumido, pero es gracias a mi instrucción que lo está logrando.–Oye, amargado –vuelco mi mirada oscura en la chica cuya sonrisa sigue siendo burlona pese a su pasado –. ¿Acaso estas prestando atención? ¡Te perdiste el gran tiro que hice! ¡
Conocer a las amigas de Macaria fue de lo más interesante. Admito que, dada mi poca experiencia a la hora de socializar, pude manejar la situación mejor de lo que Macaria y yo creíamos. Quizás porque molestaba a los guardias, o porque antes del encierro inhumano por parte de Joshua, tenía niñeras que me cuidaban hasta que cumplí los dieciséis. Quizá no tenga sentido, pero para mí si lo tiene.Al terminar con los batidos y las anécdotas (aunque claro, no dije mi verdadera situación), fuimos hacia un pequeño centro comercial.Decir que no estaba emocionada por mi primera salida de chicas sería una mentira.Una de las chicas jadeó. Creo que se trata de Cecile, la rubia del grupo, empezó a zarandear a Macaria con insistencia mientras soltaba balbuceos emocionados. Las otras dos chicas, las gemelas Scarleth y Wanda, observaron a su amiga con gesto interrogante, incluyéndome. Deje de observar un collar bonito para prestarles atención.– ¿Qué pasa, Cecile? –preguntó Wanda o Scarleth (no se d
Los rostros incrédulos, consternados y desconfiados de los hermanos Makris no se hicieron esperar. De hecho, hasta yo no me lo creería en primera instancia, pero esa es mi historia; y sí, sé que suena surrealista sacada de una mala imitación de un libro o novela fantástica con un dejo de modernidad. Eros buscó la mirada de Macaria como si buscara su verificación a mi historia, mi amiga asiente lentamente, confirmando mis palabras. Ambos hermanos compartieron una mirada. No sé lo que significa, pero esperaba que me creyese. –Si es cierto lo que dices –empezó Maximiliano, el más diplomático de los dos –. Entonces, ¿por qué nos atacaste? –No los conozco. Respondí. Así sin más. –Díganme, ¿ustedes en mi lugar no hubieran hecho lo mismo? ¿Disparar y luego preguntar? Además, ustedes no son gente común ¿quiénes son, y que clase de gente son? –proseguí. Ambos hermanos compartieron una mirada. Maximiliano movió la cabeza ligeramente, Eros apretó los labios, inconforme. Mientras esto pasaba
Sé que Macaria me está hablando, sus labios se mueven al igual que sus manos, pero no escucho ni atiendo a ninguna de sus palabras. Han pasado días desde mi encuentro con Sebastián y su propuesta. Esa maldita propuesta ha estado rondando en mi cabeza sin descanso como una canción súper pegadiza, de esas que aparecen en tu mente y no te dejan pensar en otra cosa, es fastidioso.Las cejas de Macaria se fruncen, de seguro habrá notado que no le he prestado la más mínima atención.Enderezo mi espalda y me preparo para su sermón.– ¿Por qué tan distraída? –pregunta –. Has estado rara estos días… más de lo normal.–Estaba pensando en mi canción favorita –miento. Macaria se encoge de hombros, aceptando esa respuesta.–Nereida –dice al caco de un rato –, he estado pensando en ayudarte a encontrar a tu familia; de hecho, he estado navegando en las web y cada red social disponible –mis ojos se abren con interés, ahora, ella tiene toda mi atención –. Aun no hay nada seguro. Pero creo que encontr
El señor Makris nos guio hasta el sótano de su casa que, al parecer, es una especie de altar para la triple diosa. En las paredes hay símbolos asociados a ella, también, diferentes ofrendas como: pasteles de huevo, queso, pan y carne, que se prendían con antorchas en miniatura. Macaria respingo un poco al ver la carne e hizo una mueca, entre asqueada y molesta.–No te preocupes, Macaria. Ya no sacrificamos perros ni cachorros para ella –aseguro el hombre, sin dedicarnos una mirada mientras preparaba algunas cosas.Pero mi amiga no parecía muy convencida, por lo que solo contesto un “mhm”.Macaria había investigado un poco sobre la diosa de la hechicería y, sobra decir, que quedó horrorizada ante las ofrendas que antes recibía la diosa. Matar cachorros para una deidad debe hacerlo alguien que no le da pena aniquilar a tales animalitos. Hago una mueca, la imagen que recrea mi cabeza hace que me dé arcadas y que quiera volver sobre mis pasos e irme a mi habitación, pero sé que no puedo r
Cuarenta y ocho horas, dos días, dos días desde que Nereida desapareció sin dejar rastro alguno. Cuando volví de la salida con Eros con una sonrisa boba en los labios y la gratificante sensación de satisfacción porque la mayoría de mis teorías si fueron certeras al menos, la mayoría. Debí sospechar que algo andaba mal cuando mis primos volvieron, sin ella, y más cuando creí escuchar una camioneta a lo lejos. Pero no lo hice. Me acurruco en el brazo de Eros, como si este fuera un refugio para mí. Maximiliano estaba analizando la orilla del lago junto con Michael y Shane. Mis primos parecen sobrepasados con la situación y no los culpo por ello. Luego de unos minutos, Maximiliano encontró un pequeño espray en su mano, lo examinó con ojo crítico; después, chasqueó la lengua. –Jugo sucio –fue lo que le oí murmurar. Luego, le tendió el espray a Shane. Casi puedo jurar que sus ojos brillaron con furia. – ¿Crees poder rastrearla? –preguntó Michael, acercándose. –No soy un perro –masculló
Mis piernas, temblaban. Mis pulmones, ardían. Mi respiración era pesada y errática. Y, aun así eso no me detuve. No me detendrá por nada en el mundo. Apenas podía ver chocaba con árboles, obstáculos que me hacen tambalear, pero no caer, no les daría la ventaja. No me detengo. Los podía oír acercarse, podía ver el reflejo de sus linternas, sus gritos y advertencias. Me negaba a parar. Lágrimas calientes rodaban por mis mejillas, estaba asustada, aterrada de volver al encierro y sabía que si volvía mi tortura será peor. Desde hace rato me quite el tapabocas y la bata pero no por eso me volví rayo veloz. El camino tampoco era un campo de rosas; las piedritas y ramas me lastimaban los pies, las ramas se enredaban en mi cabello y se enganchaban en mi ropa. Oía como mis captores se acercaban cada vez más. Y, sin previo aviso, me detuve abruptamente en el borde de un acantilado. Abajo podía escuchar una corriente de agua fuerte e indomable. Jadee por un poco de aire mientras la adrenalin
Fui una niña normal o al menos eso creía. La verdad es que no recuerdo mucho de mi infancia. Solo sé que fui encerrada por un don que poseo. Y por ello han decidido experimentar conmigo, como si fuera una rata de laboratorio, solo un sujeto de prueba desde entonces. Mis padres creían que al entregarme a mi tío era por mi bien. Mi tío les había asegurado que me ayudaría a ser una niña normal y que no tenían de que preocuparse; ya que yo estaría en buenas manos. ¡Puras mentiras! ¡Puros castillos en el aire! ¡Estuve encerrada por más de diez años! Mi vida ha estado en un limbo y todo por la persona que se hace llamar mi tío. Una persona con quien comparto sangre y que me trata peor que a un animal. Según él, está haciendo un bien, un favor; que es lo mejor para mí y que todo se resolvería. Pero desde hace años que la venda de mis ojos se ha caído y ya no le creo ni una sola palabra. ¡Hasta cuando respira miente! Oigo el sonido metálico de la puerta abrirse sacándome de mis cavilacio