Madison recorría apresurada los pasillos, aquello era excitante, era el primer día del último semestre de su universidad, al graduarse finalmente sería médico, entonces encontraría la manera de hacer que Maddox volviera a caminar, aquello era su prioridad, nada más importaba, y este era finalmente el paso cúspide que debía dar para lograr todo aquello que desde muy joven se había propuesto.
Perdida en sus pensamientos no se percató del joven pelinegro que caminaba igualmente distraído con su vista fija en su celular, maldiciendo por lo bajo haber sido despertado por Adam, apenas había alcanzado a dormir un par de horas debido a que su perfecto hermano mayor había pasado la noche en vela armando un alboroto en sus habitaciones, había tenido que colocarse algodones en los oídos debido al molesto ruido que hacía al caminar de un lado a otro sin parar, era un mal
Un par de meses habían transcurrido desde que el semestre había comenzado, el calor sofocante finalmente había dejado de atormentar a las masas para dar paso a los frescos vientos otoñales que arrastraban tras de sí las hojas secas de las copas de los árboles, Madison había comenzado sus prácticas en el hospital del sagrado corazón, su profesor y reconocido médico Lionel Connor, dueño del hospital, amablemente le había ofrecido realizar sus prácticas allí desde el tórrido primer día al comienzo del nuevo semestre, sus amigos aún se mantenían alertas ante la amenaza que la perseguía, Manuel, su guardaespaldas, se había vuelto un buen amigo, y aunque Jason no había estado muy conforme con la presencia del hombre, no le había vuelto a mencionar algo al respecto, tampoco le pregunto la razón por la cual el guardaespaldas la esta
La noche era fría, Madison veía el viento mecer con gentileza las copas de los árboles, el insomnio la había atrapado una noche más, la ciudad se veía vacía, tan sola, tan muerta, que era inimaginable pensar que por las mañanas y las tardes esas mismas calles vacías se encontraban protagonizando un desfile de personas con atuendos de mil colores, odiaba sentir esa soledad, le hacía recordar, y no quería hacerlo, no le gustaba estar sola, en medio de la noche y el silencio, porque aquello arrastraba memorias una y otra vez...la hacía imaginar él hubiera, y sabía que aquello no existía, que no tuvo más opciones que las que hubo en aquellos momentos de angustia, pero el anhelo le hacía imaginar que sí, sentía su corazón latir despacio, pasmoso, entonces una sola mirada hacia su ventana cambio todo, de pronto, sentía que el corazón le
Miedo...aquella respuesta inmediata hacia aquello que desconocemos o sabemos que nos puede lastimar. La helada brisa hacia volar algunos de sus cabellos haciendo que estos comenzarán a hacer cosquillas en su mejilla y nariz, el viento que se colaba por la ventana no era gentil, se estaba moviendo a gran velocidad, ¿Dónde estaba? ¿Que había ocurrido? - ¿Estás bien Madison? - Ella conocía esa voz, era Jason. De pronto, las imágenes estallaban una tras otra en su memoria, Kyle la había tomado por el cuello haciéndole daño, aquel hombre se había colado por su ventana para amenazarla, recordó el sonido de sus muebles rompiéndose, los gritos de aquel rubio rebotando en sus oídos y su propia desesperación intentando respirar, Kyle la había encontrado...y Jason había llegado a salvarla. Tocando la piel sensible y lastimada de su cuello, sintió el dolor que esto le producía, aquello no había sido un sueño, ocurrió en realidad...abrazándose a s
La vista de las hermosas praderas le recordaban a los hermosos prados élficos de las muchas historias que leía cuando aún era una niña, el paisaje sublime, casi sobre natural que regalaba la vista del atardecer siendo devorado por el manto de la noche lograba conmover sus emociones comprometidas, sentimientos encontrados que la abrumaban y las mil contradicciones que taladraban su cabeza con pensamientos diversos y dispersos no la tenían en su mejor estado de ánimo, Kyle había vuelto, y se sentía como aquel atardecer siendo opacado por las tinieblas...parecía que estaba siendo devorada por la adversidad del temido regreso de quién marco su vida para siempre. Jacob, observaba la mirada triste y perdida de la hermosa azabache que, desde el balcón, contemplaba sus tierras con un aire de desánimo y melancolía, se preguntaba mil veces como era que ella se había involucrado con alguien tan ruin como lo era Kyle O´Brien...era hermosa, tanto como para tentar al mismo demonio si así
El molesto sonido del gis chocando una y otra vez sobre la pizarra era más intolerable de lo normal aquella mañana, el silencio sepulcral en el aula hacía que aquel irritante golpeteo sonará como una sinfonía mal dirigida que lastimaba sus oídos, Madison quería salir de corriendo de allí para esconderse debajo de cualquier roca, incluso la mansión Singh no sonaba tan mal como guarida improvisaba para armar su trinchera, quería taparse los oídos, gritar en voz alta o simplemente desvanecerse en la nada, cualquier cosa, suponía, era mejor que estar justo allí en ese preciso instante. El aula de nuevo estaba en total silencio, y el cielo fuera del recinto estaba tan gris como si presagiara la tormenta que se avecinaba, acechándola, jugueteando con ella como si de una presa se tratará, O´Brien la miraba desde su fino escritorio preparándose para presentarse ante su nueva clase. - Buenos días jóvenes estudiantes, es un placer para mí presentarme ante ustedes hoy
Madison se miraba al espejo intentando no reírse, recordando la generosa invitación a un gran baile de Jason, se reía para si misma. - ¿Un baile? - pregunto Madison mientras ponía una sabrosa albóndiga de pulpo en su boca. Jacob la veía con alguna vena ocasional saltada, no era posible que su esposa tuviera tan pésimos modales...aun así adoraba ver sus mejillas hincharse por la comida. - Si, será la presentación de un importante líder - respondió Jacob. - No tengo un gran vestido, y no sé qué tipo de ropa llevan a esos eventos pomposos...- respondió la azabache. - No debes preocuparte por el atuendo, yo te enviaré algo - dijo el apuesto castaño decidiendo probar aquello que comía su esposa con tantas ganas. - Supongo que iré contigo, tú me salvaste de Kyle, que sea mi manera de darte las gracias - respondió la azabache. ¿En qué lío se había metido? El vestido era ridículo y
El canto de las aves anunciaba el comienzo de un nuevo día, la fría mañana daba paso a las múltiples obligaciones por realizar, Madison recogía sus libros y cuadernos, para, metódicamente colocarlos dentro de su mochila, su mirada parecía fija, pero estaba perdida en la nada, Eimy la observaba, estaba perdida entre sus muchos pensamientos, ¿Y cómo no estarlo? Habían pasado ya demasiadas cosas en muy poco tiempo, y lo peor, es que estaba segura de que ese solo era el comienzo. Habían transcurrido solo dos días desde aquel baile al que acompaño a Jason, había intentado hablar con su abuelo sobre su inmenso parecido con el heredero Chadburn, pero este solo le había dicho que no sabía nada al respecto, Beatrice y Carson habían prometido conseguir algo de información sobre el misterioso jovencito que compartía tantas similitudes con ella, pero no habían descubierto gran cosa, tan solo pudo saber que el chico era hijo de un hombre llamado Jerome Chadburn, un sujeto que había sido
El sonido de la puerta abriéndose lo fastidio aún más de lo que ya se sentía, el enorme rascacielos de los Singh, solemne, alzado sobre las nubes y que le regalaba aquella vista que solo hacía pensar en Madison una y otra vez...pero, era momento de ver de nuevo a su padre, volteando su mirada hacia la presencia que acababa de entrar no se inmuto, cabello castaño sujetado en una cola alta, fiera mirada de oro, piel ligeramente morena, rasgos apuestos pero marcados, una presencia temible y poderosa, un tanto mal alto que el...este era Jericho Singh, patriarca de su familia...su padre. - Veo que has acudido rápido a mi llamado Jacob, cuéntame, ¿Como esta tu linda esposa? - pregunto con tono amigable pero firme el viejo patriarca. - Deja tus tonterías y dime de una vez para que me has llamado - exigió Jacob. Un suspiro de resignación se escapó de los labios del viejo y apuesto castaño. - Cualquiera podría pensar que la linda Madison podría qui