Trini sonrió con dulzura, sintiendo su corazón latir con fuerza ante la posibilidad de que Hugo recobrara la memoria perdida y ella su visión, al menos eso sería algo para sentirse ambos felices. El poder avanzar en la recuperación de lo que los aqueja juntos.—No te alegres tanto cariño, no entendí nada —le dijo Hugo sin soltarla de su abrazo. —Puede que sea solo una pesadilla.—No seas pesimista, Hugo, creo en verdad de que algo está sucediendo con los dos. Has comenzado a recordar fragmentos del pasado. Es como si la barrera que te separaba de esos recuerdos se estuviera desvaneciendo poco a poco —respondió Trini, acariciando suavemente la mejilla de Hugo. —Seguro que pronto te acordarás de todo, ya verás. ¿Crees en verdad que esté volviendo mi visión?—¿No dices que notas sombras? Espera aquí. Hugo se levanta y camina para encender una lámpara en la esquina de la habitación y puede ver como Trinidad gira la cabeza enseguida y se pone feliz.—¿Viste la luz Trini?—¡Sí, sí la veo H
Desde que vio a Trinidad la primera vez cuando aún era una adolescente quedó prendado de ella y se prometió a sí mismo ser su esposo un día. Pero a ella por alguna razón jamás le cayó bien. Le devolvía el saludo a mucho dar, y aunque la enamoró de todas las maneras posibles, no obtuvo nunca resultado hasta que se fue a estudiar al extranjero. Le llevó mucho averiguar dónde estaba, y cuando lo logró, ella tenía un prometido y se iba a casar Siempre fue un hombre huraño, retorcido y vengativo. Con una personalidad oscura y manipuladora. La amargura y el resentimiento hacia Trinidad han consumido gran parte de su ser, y ha dedicado su vida a planear su venganza. Es un hombre alto, de complexión delgada pero formada, con ojos fríos y penetrantes que esconden un odio profundo. Su cabello oscuro está siempre desordenado, lo lleva teñido de castaño casi rubio como el del verdadero Hugo, y tiene una mirada que denota su determinación y maldad. Había amado a su manera a Trinidad en su juve
La noche caía suavemente sobre la casa que había comprado el señor Muñóz en Nueva York a donde se habían trasladado para la consulta de Trinidad. La temperatura no estaba fría y la oscuridad llegaba creando una atmósfera mágica y llena de misterio. Hugo había preparado una sorpresa para su esposa, buscando demostrarle el amor que sentía por ella y al mismo tiempo que dejara de estar asustada ante la avalancha de mensajes amenazantes que recibían. Aún cuando había cambiado de número seguían llegando. En el salón principal, Hugo había colocado velas perfumadas en cada rincón, esparciendo su aroma dulce y relajante por el ambiente. El sonido suave de un piano resonaba en la habitación, mientras Hugo tocaba una delicada melodía que había compuesto especialmente para ella. Trinidad, sentada en una silla cercana, escuchaba con atención cada nota que brotaba del piano. Sus sentidos se agudizaban en la oscuridad, y podía sentir el esfuerzo y la emoción en cada nota de la melodía. Al termina
Andrés se quedó contemplando la hermosa imagen de Viviana en su teléfono, la había amado sin apenas darse cuenta, y nunca había dejado de hacerlo. Pensaba que lo que sentía por ella era amor de hija, pero el día que la besó por primera vez en la comida que hiciera Leviña, con las emociones llegó la confirmación de sus sentimientos, ella le gustaba y la quería como su mujer, no podía evitar sentirse abrumado por la felicidad.—Mamá se va a poner tan feliz cuando se entere — dijo Viviana sonrojándose. —Yo más Viví, y haré todo lo posible para que seas la mujer más feliz del mundo. Mientras observaba como ella estaba toda sonrojada y sonriendo feliz. Andrés recordó los momentos compartidos desde su llegada a su vida, cómo habían vivido juntos, y cómo ella siempre había sido la amiga y apoyo incondicional de su hija a pesar de la diferencia de edad que existía entre ellas. Ahora, que al fin ambos habían descubierto sus verdaderos sentimientos, se convertiría en algo más, en un amor qu
Trinidad no podía estar tranquila mientras esperaban la conclusión de las pruebas médicas que le habían realizado, y ahora su doctor las analizaba frente a ellos tres. Con Hugo y el señor Andrés a su lado, tratando de aparentar calma, Trinidad sintió cómo le tomaban las manos con cariño. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos mientras guardaba ansiosamente las palabras del médico. Finalmente, el doctor levantó la mirada y una amplia sonrisa iluminó su rostro, aunque Trinidad, siendo ciega, no pudo verla. Su voz, llena de esperanza, anunció: —Son muy buenas noticias, Trinidad. Un suspiro de alivio escapó de los labios de Trinidad, y una mezcla de emociones abrumadoras la invadió. —¿Cuáles son?—, preguntó ella expectante, deseando que las noticias positivas sean positivas. —La retina ha evolucionado como habíamos previsto, ha mejorado en cierta medida— explicó el médico. —No es un avance considerable, pero es un indicio de que el tratamiento está surtiendo efecto. En cuant
Vociferaba Hugo en la dirección de su empresa al enterarse por su secretaria que al otro día de irse, se había presentado un hombre haciéndose pasar por él y que decía haber olvidado las llaves de la oficina. —¡Si no es por el viejo conserje que dijo que era un impostor cuando lo llamaron para que abriera, nos hubiera engañado a todos!— contaba la secretaria. —Landon por poco lo atrapa, pero se escapó.Furioso, Hugo sin poder creer que ese impostor se hubiese tomado tamaño atrevimiento ordenó a su secretaria: —Llama a Landon ahora mismo. ¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta de que no era yo? La secretaria preocupada al ver por primera vez a Hugo furioso, se apresuró a cumplir su orden. Pocos minutos después, Landon estaba frente a él con una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.—Hugo, no sabía que ya estabas de regreso —dijo Landon—Landon, ¿me puedes explicar como es que ese impostor se metió en mi empresa y lo dejaste escapar? —preguntó Hugo furioso.Landon, v
Trinidad casi se cae al correr a abrazar a su mejor amiga y a su papá que le devolvieron el abrazo emocionados. Ella en secreto había deseado que Viviana se enamorara de su papá, era mayor que ella y una mujer muy buena. La primera vez que la trajo la señora Andina a la casa, a pesar de la diferencia de edad, ella supo ganarse su confianza, y se dedicó a acompañarla a todas partes. Incluso, a pesar de haber recién terminado su carrera de diseño, cuando le pidió que se fuera con ella a Nueva York a estudiar arquitectura y cuidar de Trinidad, ella lo hizo.—Es la mejor noticia que me puedan dar. Estoy muy feliz por los dos —dijo abrazada a ellos.—¿Están seguros de eso? —se escuchó la voz de la señora Andina. —¿Qué pasa con la diferencia de edad?—Ay mamá, eso no importa, Andrés se mantiene muy bien, y no es que sea un anciano que digamos. Solo me lleva quince años, eso no es nada. Lo importante es que nos amamos y te daremos los nietos que tanto quieres.—¿Nietos? ¿Andrés estás seguro d
Viviana a pesar que ha estado arreglando su boda con Trinidad no se le han escapado los suspiros y lágrimas de la señora Andina que hace todo lo posible por esconderlo. Aprovechó que estaban solas en la consulta del cardiólogo y tomó la mano de su madre con ternura y dijo: — Gracias, mamá. No te preocupes, lo entiendo. Ahora lo más importante es que te recuperes. Te amo mucho, y Andrés también te quiere mucho, como a una segunda madre. — La señora Andina asintió con una sonrisa más reconfortante en su rostro. — Me alegra escuchar eso, y te amo mucho a ti también. Eres una hija maravillosa. Solo quiero que cuides bien de ti misma y que, cuando todo esto pase, sigas adelante con tu vida y tus sueños.— Lo haré mamá no te preocupes, Andrés y yo nos amamos de veras. Todavía me parece mentira que me voy a casar con mi amor imposible.— ¿De veras lo amas así Viví?— Sí, soy muy dichosa porque él me ama. No sabes cómo he rezado desde que lo conocí para que se fijara en mí. Ya había perdido