El aire frío de la noche envuelve a Hugo y Trinidad mientras caminan juntos, abrazados en silencio. El corazón de Trinidad late rápidamente, y su respiración se agita por la intensidad de las emociones que la atormentan. La tensión de la cena familiar aún pesa sobre ellos, y aunque Trinidad trató de mantenerse firme, la crueldad de algunas personas hacia su discapacidad visual ha dejado una profunda cicatrices invisibles pero profundas en su alma y corazón. Finalmente, llegan al auto y se refugian en su interior convirtiéndose en un santuario de confesiones silenciosas. Mientras Trinidad desahoga su dolor en lágrimas y sollozos, Hugo lucha internamente con una mezcla de emociones que lo desbordan. La impotencia lo consume, como si se encontrara en medio de un torbellino en el que no puede hacer más que presenciar el sufrimiento de su amada.—¿Quieres hablar sobre lo que sucedió, mi amor? —pregunta Hugo, sin atreverse a moverse del asiento, temiendo que sus palabras puedan herirla aú
Trinidad se levanta al otro día y se siente abrumada por una mezcla de sensaciones. No puede olvidar lo que pasó en casa de los familiares de Hugo; la tensión y los conflictos familiares dejaron una huella en su corazón. Sin embargo, al mismo tiempo, la ida al club la llenó de nostalgia, recordándole momentos hermosos de una época pasada. Una suave sonrisa se forma en su rostro al rememorar cómo bailaron y disfrutaron la noche como nunca antes lo habían hecho. Se siente asombrada al notar la conexión especial que tiene con Hugo en la pista de baile, como si ambos compartieran una danza que ya habían ensayado en el pasado. Es como si no fuera la primera vez que bailan juntos. Concluye de vestirse justo cuando escucha cómo un mensaje suena en su teléfono.Cariño, no te asustes. Esta es una función que me enseñaron para dejar mensajes de voz programados. Me fui al trabajo a buscar unos contratos y volveré al mediodía. Descansa hoy, preciosa, te lo mereces. Gracias por todo. Cualquier co
En una elegante mansión en las afueras de la ciudad, Hugo García, el misterioso hombre que apareció de la nada en la vida de Trinidad, se encuentra en una reunión secreta con Regina, la malvada madre de Marcos Fuentes. La habitación está sumida en la penumbra, y la atmósfera es tensa, cargada de intrigas y oscuros propósitos.—Hugo, ¿cómo te atreves a venir aquí? — pregunta Regina, mirándolo con desconfianza. —Pensé que te habías retirado del juego después de todo lo que sucedió con el trabajo que te encomendé y que no cumpliste.—No lo cumplí como querías, pero lo hice.—¡No te ordené que mataras a mi esposo, imbécil! Te dije que sedujeras a la tonta amante y lo humillaras para que regresara a mí. No sé qué vienes a buscar ahora, te he dado suficiente dinero. El ambiente se vuelve aún más tenso, como si en cada palabra pronunciada se escondiera una traición acechando en las sombras.—Tu esposo y amante fueron solo el comienzo, Regina —Hugo responde con una sonrisa siniestra—. Ahora
En una lujosa mansión en las afueras de la ciudad, Rigoberto, el astuto sobrino de Leviña, se encuentra reunido con Valería, en una habitación secreta. Los dos miran fijamente un álbum de fotografías antiguas que contiene imágenes de Hugo y Trinidad juntos, aparentemente felices.—Valería, esto es perfecto —dice Rigoberto con una sonrisa maliciosa—. Si logramos usar estas fotos en nuestra ventaja, podremos separar a Hugo de Trinidad de una vez por todas.Valería asiente, intrigada por la idea de su primo y deseando vengarse de Trinidad por haber ocupado el lugar que alguna vez pensó que sería suyo.—Pero, ¿cómo lo haremos? —pregunta Valería—. No podemos simplemente mostrar estas fotos y esperar que eso los separe.Rigoberto se inclina hacia ella, susurra en voz baja como si estuviera confiándole un oscuro secreto.—Crearemos un plan meticuloso —dice con voz conspiratoria—. Primero, dejaremos que Hugo encuentre estas fotos por casualidad. Dejaré el álbum en algún lugar donde él lo desc
Trini sonrió con dulzura, sintiendo su corazón latir con fuerza ante la posibilidad de que Hugo recobrara la memoria perdida y ella su visión, al menos eso sería algo para sentirse ambos felices. El poder avanzar en la recuperación de lo que los aqueja juntos.—No te alegres tanto cariño, no entendí nada —le dijo Hugo sin soltarla de su abrazo. —Puede que sea solo una pesadilla.—No seas pesimista, Hugo, creo en verdad de que algo está sucediendo con los dos. Has comenzado a recordar fragmentos del pasado. Es como si la barrera que te separaba de esos recuerdos se estuviera desvaneciendo poco a poco —respondió Trini, acariciando suavemente la mejilla de Hugo. —Seguro que pronto te acordarás de todo, ya verás. ¿Crees en verdad que esté volviendo mi visión?—¿No dices que notas sombras? Espera aquí. Hugo se levanta y camina para encender una lámpara en la esquina de la habitación y puede ver como Trinidad gira la cabeza enseguida y se pone feliz.—¿Viste la luz Trini?—¡Sí, sí la veo H
Desde que vio a Trinidad la primera vez cuando aún era una adolescente quedó prendado de ella y se prometió a sí mismo ser su esposo un día. Pero a ella por alguna razón jamás le cayó bien. Le devolvía el saludo a mucho dar, y aunque la enamoró de todas las maneras posibles, no obtuvo nunca resultado hasta que se fue a estudiar al extranjero. Le llevó mucho averiguar dónde estaba, y cuando lo logró, ella tenía un prometido y se iba a casar Siempre fue un hombre huraño, retorcido y vengativo. Con una personalidad oscura y manipuladora. La amargura y el resentimiento hacia Trinidad han consumido gran parte de su ser, y ha dedicado su vida a planear su venganza. Es un hombre alto, de complexión delgada pero formada, con ojos fríos y penetrantes que esconden un odio profundo. Su cabello oscuro está siempre desordenado, lo lleva teñido de castaño casi rubio como el del verdadero Hugo, y tiene una mirada que denota su determinación y maldad. Había amado a su manera a Trinidad en su juve
La noche caía suavemente sobre la casa que había comprado el señor Muñóz en Nueva York a donde se habían trasladado para la consulta de Trinidad. La temperatura no estaba fría y la oscuridad llegaba creando una atmósfera mágica y llena de misterio. Hugo había preparado una sorpresa para su esposa, buscando demostrarle el amor que sentía por ella y al mismo tiempo que dejara de estar asustada ante la avalancha de mensajes amenazantes que recibían. Aún cuando había cambiado de número seguían llegando. En el salón principal, Hugo había colocado velas perfumadas en cada rincón, esparciendo su aroma dulce y relajante por el ambiente. El sonido suave de un piano resonaba en la habitación, mientras Hugo tocaba una delicada melodía que había compuesto especialmente para ella. Trinidad, sentada en una silla cercana, escuchaba con atención cada nota que brotaba del piano. Sus sentidos se agudizaban en la oscuridad, y podía sentir el esfuerzo y la emoción en cada nota de la melodía. Al termina
Andrés se quedó contemplando la hermosa imagen de Viviana en su teléfono, la había amado sin apenas darse cuenta, y nunca había dejado de hacerlo. Pensaba que lo que sentía por ella era amor de hija, pero el día que la besó por primera vez en la comida que hiciera Leviña, con las emociones llegó la confirmación de sus sentimientos, ella le gustaba y la quería como su mujer, no podía evitar sentirse abrumado por la felicidad.—Mamá se va a poner tan feliz cuando se entere — dijo Viviana sonrojándose. —Yo más Viví, y haré todo lo posible para que seas la mujer más feliz del mundo. Mientras observaba como ella estaba toda sonrojada y sonriendo feliz. Andrés recordó los momentos compartidos desde su llegada a su vida, cómo habían vivido juntos, y cómo ella siempre había sido la amiga y apoyo incondicional de su hija a pesar de la diferencia de edad que existía entre ellas. Ahora, que al fin ambos habían descubierto sus verdaderos sentimientos, se convertiría en algo más, en un amor qu