Narra Alejandro Silva

La noche pasa demasiado rápido para mí gusto. O será que hace mucho tiempo no dormía tan bien.

Otro día llega y despierto un rato antes de que suene la alarma de mi celular.

Mis ojos recorren una y otra vez esta habitación, en la que viví tantos momentos en el pasado. La que guarda la etapa más maravillosa de mí vida.

Pero no importa cuanto lo intente evitar, porque cuando menos me lo espero me encuentro observándola. Perdida en la tranquilidad de su semblante al dormir.

Creo que podría hacer esto todos los días.

Podría acostumbrarme fácilmente a tener su cuerpo pegado al mío cada noche, en definitiva, se siente bien.

Entonces vuelvo a preguntarme:

¿Qué es lo que me tiene tan hechizado?

Está profundamente dormida, ajeno a todo lo que pasa por mí cabeza en estos momentos, con su cabeza apoyada en mi brazo y su pelo cae alborotado hacia un lado. Ella es hermosa.

Miro sus labios entreabiertos, que se han vuelto mi perdición y parece que me piden que los bese. Per