Capítulo 10.

—D-Daddy... —gimió el niño, metiendo una de las fresas con miel a la boca.

Estaba acostado sobre el escritorio con uno de los cojines sosteniendo su cabeza y la parte alta de su espalda para que después no le pasara factura.

Tenía sus ojos bicolores entrecerrados mirando entre sus piernas el trabajo que estaba haciendo el mayor en su entrada. Sus gemidos cada vez eran más agudos, subían mucho más. Desde que había salido del baño se había puesto rojo completo ante la atenta mirada de Jeremy sobre su cuerpo cubierto por la lencería.

La lengua de Jeremy entraba y salía cada vez más, buscando ese punto dentro de él que lo volvía loco. Sus pies estaban arqueados al igua

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