Capítulo 18.

Sus pasos sonaban alrededor del gran pasillo de su casa de campo mientras se dirigía a la habitación donde estaba su invitado de honor por ese fin de semana completo.

En sus manos tenía una bandeja llena de comida sólo para él y en la otra mano, su mochila, donde suponía que este tenía la ropa que usaría ese fin de semana, aunque ese no era el caso. Si no, que en ella había ropa que él mismo había dispuesto a que tuviera que ponerse.

Como pudo, abrió la puerta de forma silenciosa para que sus pasos no se escucharan por la habitación. Dirigió su mirada hacia el baño y subió una ceja cuando encontró la luz de este encendida. De seguro se le había olvidado apagarla.

Encendió la luz de la

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