La boca de Nicolás se abrió en una perfecta O cuando escuchó esas palabras de su hijo. Era algo imposible que él estuviera hablando y que haya dicho esas palabras hacia ellos. Durante años los médicos le habían dicho que su hijo tenía un severo problema en las cuerdas bucales y que por esa razón no podía hablar con nadie ni aunque lo intentara.
Por esa razón él y su esposo habían dejado de insistir con los doctores desde que se mudaron en esa casa, no necesitaban que alguien más les dijera que su hijo no podía hablar ni aunque quisiera.
El rostro de su hijo estaba rojo y no era precisamente porque sintiera vergüenza de algo, nada de eso. Estaba completamente enojado con el mundo y con sus padres sobre todo.
Jeremy estaba tan débil, que aún no cabía de la impresión de ver al gran Liam Jackson, el hombre que alguna vez gobernó dos continentes sin la necesidad de ayuda más que uno de sus primos.Fue levantado de las sillas y llevado a una superficie suave que hizo que su cuerpo se sintiera un poco aliviado por unos pocos segundos, antes de que sus manos fueran amarradas a la cabecera de la cama y sus pies en las partes de abajo.No había tenido descanso desde que fue llevado a ese lugar el día anterior, le habían dado más golpes que los que alguna vez recibió en su vida, pero qué más daba si seguían dándole, había cumplido con su parte del trato con esa persona anónima que ahora sabía su nombre y apellido. Desde que salió del avión privado de sus padres, y vio a sus hermanos y primos parados esperándolos con unas enormes sonrisas de oreja a oreja por verlo a él y a su invitado.No podía creer que estaba con ellos en Italia como alguna vez lo deseo, pero en otras circunstancias de la vida. Los abrazó a todos y luego dirigió su mirada hacia donde estaba Ángel parado con las mejillas rojas como una manzana cuando todas las miradas se posaron en él.—Soy Ángel Millet —les tendió la mano en forma de saludo y los cuatro la aceptaron inmediatamente.— Yo soy Edward.— Soy James— Soy el único con cerebro entre nosotros &mdCapítulo 38.
Ángel se levantó con rapidez de su lugar y luego dirigió su mirada hacia donde posiblemente estaba Sebastián a unos metros de los baños de ese parque mirándolo con una sonrisa de medio lado que tanto se le hacía conocida.Su mirada inmediatamente se dirigió hacia donde estaba Nedward y fue hacia él, tomándolo del brazo para salir de ese lugar lo más rápido posible si deseaban quedar vivos después de eso.— ¿Qué te pasa? —intentó soltarse de su agarre, pero Ángel se lo impidió.— Sebastián nos encontró, él está en Italia —le dio la nota mientras seguían caminando.— Es algo i-im
Varios sollozos salieron de sus labios cuando despertó en esa fría habitación, le dolía mucho la cabeza y sus hijos no dejaban de moverse.Se encogió un poco más en su lugar cuando escuchó pasos de personas que al parecer custodiaban la entrada del lugar. Pero la verdad es que no quería estar en ese sitio, sus bebés estaban inquietos y no sabía que iba a pasar con su vida si seguía en ese lugar.Ángel tampoco ayudaba mucho con sus sollozos, estaba a su lado sosteniendo su vientre como si eso fuera a salvarlos de algo de lo cual estaban seguros de que sería su fin. Su mirada se dirigió hacia donde estaba una de las cámaras de seguridad y se dio cuenta de que estaban vigilados de pies a cabeza.— Le har&aacut
— Papá, no hagas una locura de la cual después te arrepientas… —dijo Sebastián, siguiendo los pasos de su padre quien estaba liderando el camino para que llevaran a Ángel hacia una de las habitaciones del lugar—. Ese niño es tu primer nieto, no hagas algo de lo cual te…— ¡Ya cállate! —le dio una cachetada que casi lo manda al piso—. No me hables, me das vergüenza, maldito niño —bramó.— No sé porque te doy vergüenza si tú también eres de la misma calaña que yo —se sobó el golpe—. Durante años has estado enamorado de la misma persona…— No digas cosas de las cuales te puedes arrepentir después —lo tom&oacu
Hizo una mueca cuando las patadas de los bebés se hicieron más fuertes a cada segundo, las voces o mejor dicho la discusión en el lugar donde estaba no lo dejaban dormir en lo más mínimo.Con un suspiro, abrió los ojos poco a poco acostumbrándose a la luz del lugar. Abrió y cerró los ojos varias veces, tratando de que su vista volviera a la nitidez deseada.Colocó una de sus manos sobre su vientre y su vista se dirigió a este cuando lo sintió más grande de lo normal, lo último que recuerda es que estaba en un laboratorio seguido de la voz de Jeremy cerca suyo… después todo se volvió borroso en su mente y ya no recuerda nada más que no fuera las explosiones.Miró hacia donde estaban sus
Nedward no comía. Nedward no dormía. Nedward no hacía más nada que llorar. Las pocas veces que sus padres lo obligaron a comer y a dormir fueron cuando estos le dijeron que tenía que hacerlo por sus hijos que lo necesitaban más que nada en la vida.Desde que su padre y le dijo que Jeremy se había ido como después de la dichosa conversación que tuvieron él no salió de la habitación desde que llegó a la casa de sus padres. Ya tenía ocho semanas de embarazo e incluso había escogido los nombres de sus hijos sin el consentimiento de nadie, además estaba solo en esto.Hizo un puchero cuando una lágrima volvió a salir de sus ojos una vez más. Extrañaba mucho a Jeremy, más de lo que alguna vez deseó en su vida y aun a
Liam dejó un beso en el cuello de su esposo, era increíble lo que habían hecho por su nieto a esas alturas solo para demostrarle a Nicolás que con ellos nadie se mete. Liam estaba seguro de que mañana cuando su familia despertara se armaría en grande, pero valía la pena el ver a su nieto feliz.Harry suspiró y miró a su esposo cuando este le dio una mirada preocupada. Ya sabía lo que Liam le iba a decir.— T-Tengo algo que decirte, Harry —tomó las manos de su esposo y lo llevó hacia la cama.Harry se quedó en silencio esperando que Liam le dijera lo que sea que quería decirle, pero este solo se quedaba callado y no hablaba nada de nada. Liam en un gesto nervioso hizo que Harry se sentara en sus piernas y lue