La duda inundaba su pecho con el objetivo de ahogarlo y consideraba la probabilidad de que Kassidy no aprobara su decisión, pero apelaba al gran sentido de solidaridad que siempre mostró ante todos. ¡Cuánto había cambiado! Veía en ella frustración, él la compartía de cierta forma, pero también notó reproche y, eso lo decepcionó. No la juzgaría, porque sabía que era una situación difícil de asimilar y que echaba abajo sus planes iniciales. Sin embargo, la decisión ya estaba tomada. Solo a su lado ese bebé contaría con alguien amparándolo y un techo seguro sobre su cabeza, tal como su abuelo lo hizo con él cuando era un niño.Era lo correcto. Con un nudo en su garganta y un vacío en su alma se armó de valor para dejar ir una parte de su corazón y respondió: —Debo hacerlo.No hubo más sonido que aquellas dos palabras depositadas como una lápida sobre ambos. Su historia llegaba a su fin. Aquella sensación de ansiedad de minutos antes desapareció y en su lugar, se posicionó la frialda
KilianAl llegar al hospital, Kilian tuvo que comunicarse antes con el personal a cargo del cuidado de Anna para que le proporcionaran una vía menos transitada y así entrar sin ser visto por la prensa, pero se arrepintió de haber usado su auto para movilizarse, pues un grupo de insistentes periodistas lo ubicaron antes de que pudiese escapar del estacionamiento y le hicieron preguntas que no podía contestar y otras, que deseó hacérselas tragar a quien las formuló.—Señor Fox, por favor. ¿Es verdad que Kassidy Evans, la tigresa de las negociaciones como se le conoce en su mundo, ha sido su amante oculta mientras mantenía su compromiso con la modelo Anna Petrova?¿Sería tan amable de responder? La mirada que le lanzó, provocó que el diminuto reportero retrocediera un poco, pero el resto del grupo arremetía en dirección contraria. Acercaron micrófonos, teléfonos, grabadoras y él solo deseaba poder entrar al lugar y cumplir con lo que debía.Una chica escultural, se acercó llamando su at
Kilian había partido y Kassidy no podía moverse del mismo lugar hasta que se sentó en la silla cerca del escritorio y sintió su alma rasgarse al abrir el cajón que minutos antes lo vio cerrar con dolor. El contenido de la caja negra la hizo soltar un llanto desgarrador. Un futuro hermoso quedaba atrapado en aquel objeto, ese que vio tantas veces en la mano de la mujer que le dio miles de consejos cuando era una adolescente. Recordó entre el llanto y la desolación cuánto le encantaba escuchar las anécdotas románticas de esos dos ancianos, imaginando que se repetían en su vida. Soñaba en un futuro al lado de su nieto: ese joven que amaba en secreto cada día con más fuerza que el anterior.A veces, bromeaban con ella en la mesa sobre eso, pero siempre lo negaba todo, porque ese sentimiento también la hacía sentir como una traidora, una malagradecida enamorándose de Kilian cuando su familia le había ofrecido una vida sin privaciones a cambio de nada. No quería pensar en que tuvieran un m
Kassidy Una taza de café reposaba en las manos de Kassidy mientras miraba hacia la ciudad ya en movimiento y trataba de estructurar un relato coherente para Josh e impedir que le hiciera preguntas incómodas.Horas antes, no le fue posible conciliar el sueño ni un instante y prefirió salir de allí de inmediato. Tenerlo tan cerca y verlo dormir tan tranquilo la ponía nerviosa. Así que preparó un par de trajes en una maleta y se fue, vacilando por un momento sobre lo que haría con su vida una vez que pisara el exterior del edificio. Pidió un taxi desde la recepción y luego se dirigió al hotel donde Josh le reservó una habitación. Treinta minutos después de su llegada, él tocaba a su puerta. Sin mediar palabra, la abrazó con fuerza y para sorpresa de ambos, no salieron más lágrimas, aunque eran notorios los vestigios de la noche anterior en su rostro. Un momento después el desayuno llegó, pero no podía pasar bocado, así que tomó la taza de café caliente y se acercó a la ventana, soltan
KassidyLos semblantes de confusión y la atención del grupo estuvo sobre Kassidy de inmediato al notar la efusividad con la que él se acercó. No fue hasta que Josh oprimió con firmeza su mano que se percató de lo rígida que se encontraba, así que se aclaró la garganta y con una de sus sonrisas de negocios fue a su encuentro, arrojando los hombros hacia atrás, proyectando esa estatura de la que carecía, pero que no le hacía falta para poner en su lugar a cualquiera. —El señor Fuentes en persona —saludó sonriente. Extendió su mano, saludándole con vigor.Jamás pensó que esa misma acción sería aprovechada por el hombre para acercarla a su cuerpo, abrazarla y a la vez elevarla por los aires como una muñeca sin peso alguno. Eso provoco risas entre todos y la distensión del ambiente por completo. Por fortuna, era tan tarde que la luz tenue de las lámparas circundantes no permitió que se notara el fuerte rubor de sus mejillas. —Mi bella canadiense —dijo el abogado después de darle un sono
KassidyVoces cercanas a la puerta de la habitación provocaron que Kassidy despertara y se diera cuenta de que estaba sola, pero la risita inconfundible de su amigo, del otro lado de la madera oscura la llevó a preguntarse a quién le coqueteaba. Brandon, uno de los miembros de su equipo parecía ser su conejillo de indias desde hacía unos meses y Josh le había confiado su tarea altruista de, según él, ayudarlo a salir del clóset. No creía que ese fuese el caso, pero qué sabía sobre la vida de los demás, si ella misma no podía definir con claridad la suya.Cuando se fijó en la hora en el teléfono, entró al baño a prepararse para la reunión, porque no tenía demasiado tiempo disponible y se sintió agradecida al sentirse descansada aun con las pocas horas de sueño. Salió poco después en busca de su estuche de maquillaje y se encontró con Josh leyendo, sentado sobre el sillón cerca de la ventana, sonriendo como el gato del cuento, quien al verla salir, suspiró frente a ella con dramatismo
KassidyLa noche era cálida y una cantidad considerable de personas deambulaban por la plaza iluminada en un ambiente relajado. A Kassidy le encantaba disfrutar de escenarios tan pintorescos y diferentes, era la mejor parte de sus viajes. Absorber las costumbres y observar las distintas formas que tenía la gente al divertirse la cautivaban y nada se comparaba con la sensación de plenitud que la cubría en momentos así y muy a su pesar, como cada vez que viajaba, evocaba la compañía de Kilian y lo idílico que sería ir por todos esos lugares de su mano. Antes se conformaba con albergar esa probabilidad. En cambio, ahora, era un imposible. ¡No! Debía alejar todo pensamiento que le incluyera, por eso abandonó aquella imagen y se obligó a observar al hombre mayor que la acompañaba. Tenía que centrarse en su trabajo. Se dedicó a estudiar sus movimientos, detallando sus rasgos rudos, su cabello oscuro y lacio que parecía abundante aún excepto por solo algunas arrugas y canas que revelaban
KassidyEl trayecto transcurrió en ese silencio cómodo que hay entre dos personas que no necesitan aclarar más el cambio que se requiere para que todo vuelva a su cauce. Voces, risas y música lenta se escucharon hasta el estacionamiento cuando Kassidy y el señor Montes llegaron a la casa. Intercambiaron miradas de desconcierto, ya que la jornada de ese día no había ido nada bien como para que tuviesen ánimo ni energía para fiestas. Sin embargo, el hombre se despidió en la entrada, excusándose por la discusión que le esperaba en su hogar con su amada Lucía si no partía de inmediato. Lo que la hizo reír agradeciendo la justicia divina y aceptó su despedida, con el compromiso de reunirse en la empresa a primera hora. Vio salir el auto y en lugar de dirigirse a la puerta, caminó alrededor de la casa esperando que la parte trasera estuviese vacía, tan vacía como se sentía ella en ese momento. No tenía deseos de encontrarse ni hablar con nadie, solo quería perderse mirando las estrellas y